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Disidencia de las Farc se rearma | Foto: Youtube.

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Así queda el proceso de paz tras el rearme de Márquez, Santrich y el Paisa

Si bien las cifras de disidentes no afectan al grueso de excombatientes que dejaron las armas, se convierte en un duro golpe a la moral de quienes le apostaron al acuerdo y sienten que les están incumpliendo. ¿Qué pasará?

El proceso de paz firmado en noviembre de 2016 entre el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc acaba de sufrir su peor revés. Con el video publicado esta madrugada y en el que aparecen Iván Márquez, Jesús Santrich y Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa, no hay duda que el país estaría ante un peligroso reacomodamiento de las disidencias.

Si bien no es la primera vez que ese proceso sufre duros golpes, el actual es distinto. Se pasó de discusiones por la asignación presupuestal para el cumplimiento de los acuerdos, la puesta en marcha de la Justicia Especial para la Paz, JEP y la continuidad o no de los 24 sitios de concentración de exguerrilleros, llamados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, ETCR, al rearme de una nueva guerrilla. La pregunta que muchos se hacen es, ¿qué tanto afectará ese revés al proceso?

La respuesta tiene dos aristas. La primera es que en materia de cifras es probable que dicho rearme no afecte la médula del proceso de paz porque en el peor de los casos se hablaría de al menos 2.000 mil disidentes (dependiendo de la fuente de medición) y con el anuncio de Márquez, Santrich y el Paisa, podrían llegar otros 1.000 exguerrilleros según cuentas que hace Insight Crime, un observatorio del crimen organizado.

Osea que en el peor escenario esa nueva guerrilla podría estar conformada por 3.000 mil disidentes, frente a 13.018 excombatientes que le siguen apostando al proceso. Analistas como Jeremy MacDemott de Insigth Crime, coinciden que, para hablar de un fracaso del proceso de paz, se requiere que al menos la mitad de los excombatientes, vuelvan a las armas.

Y para Ariel Ávila, analista de la Fundación Paz y Reconciliación, la antigua guerrilla de las Farc estaría dividida en tres grandes sectores. “Por un lado, los que están en el proceso de reincorporación, que son la mayoría. Al otro lado, están los que reincidieron, los cuales, como se dijo, serían cerca de 2.000 exguerrilleros. En la mitad hay un grupo pequeño de mandos altos y mandos medios, que se le ha denominado los semiclandestinos (ahora clandestinos), donde están Iván Márquez, Romaña, el Paisa y hasta Santrich".

En contexto: Los dos posibles caminos de las disidencias de las Farc

El analista hace énfasis en aclarar que, “el primer grupo de exguerrilleros, los que transitan a la legalidad, no es una estructura compacta, el partido político está hecho trizas por las divisiones internas”.

Esa vulnerabilidad es lo que podría convertirse en un verdadero golpe al proceso de paz, ya que atacaría la moral de esos exguerrilleros que sí le apostaron a reintegrase a la vida civil y especialmente a los 3.246 que aún se encuentran en los 24 ETCR.  Todos ellos son la médula esencial del proceso y que ya muestran resultados excepcionales en materia de reincorporación, al liderar proyectos productivos en sus sitios de concentración o desde la vida civil.

Como lo reconoció el mismo Humberto de la Calle, uno de los negociadores principales del gobierno que firmó el Acuerdo de Paz. En una carta pública que hizo luego de conocerse el rearme de Iván Márquez, el exjefe negociador le dedicó un párrafo especial a ese grupo de exguerrilleros reinsertados, al manifestar que, “reconocemos que la gran mayoría de los hombres y mujeres de las Farc, han cumplido con lo pactado y los invitamos a continuar con su proceso de reincorporación a la vida civil, que cada día están dando más frutos”.

Esa vulnerabilidad es lo que podría convertirse en un verdadero golpe al proceso de paz, ya que atacaría la moral de esos exguerrilleros que sí le apostaron a reintegrase a la vida civil y especialmente a los 3.246 que aún se encuentran en los 24 ETCR.

Ese tejido social es uno de los resultados más palpables del proceso de paz, además de las cifras fatales que se redujeron tras la dejación de armas de la guerrilla de las Farc.

Por ejemplo, desde el inicio del Gobierno Duque se han aprobado 223 proyectos productivos (entre individuales y colectivos) que benefician a 717 excombatientes. Y alrededor de 1.600 miembros del ahora partido Farc tienen empleos formales con instituciones del Estado, como la Unidad Nacional de Protección, la agencia para el desminado Humanicemos, la Agencia para la Reincorporación y Normalización o en las UTL de las diez curules otorgadas en el Congreso.

Lo malo de ese balance es que apenas cobija a un poco menos de cuatro mil de las 13.018 personas que se reintegraron y requieren atención. Así las cosas, por lo menos 9.000 excombatientes aún no han accedido a los ocho millones de pesos que les prometieron para iniciativas productivas.

También hay que recordar que en el procero de paz los guerrilleros entregaron 8.112 armas de fuego y 1.3 millones de cartuchos, tal como lo certificó en su momento Jean Arnault, jefe de la Misión de la ONU en Colombia. Eso en carta blanca quiere decir que ese arsenal ya no hará parte de la espiral de violencia que envuelve al país.

El impacto de este nuevo escenario lo predijeron nítidamente hace unos meses tanto los analistas Pares e Insigth Crime. Por ejemplo, Ávila dijo hace unos meses que “estas disidencias tenían dos posibles caminos. El primero era entrar en un proceso de descomposición o bandolerización. Sería muy similar al ocurrido en la mitad del siglo XX con las diferentes amnistías luego de los años de la violencia. El otro camino es el de convertirse en una nueva guerrilla. La primera opción es más violenta y tiende a ser un periodo corto de tiempo. La segunda opción, puede no ser violenta inicialmente, pero obviamente es la peor de las dos opciones, pues es revivir el conflicto armado político”.

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Mientras que MacDemott por su parte atinó al predecir que “las disidencias de las FARC continúan aumentando, y conforman lo que en InSight Crime hemos denominado mafia ex-FARC, la cual se compone no solo de los disidentes reconocidos oficialmente bajo el mando de Miguel Botache Santillana, alias “Gentil Duarte”, sino de otros grupos criminales que se desprendieron de las FARC (FARCRIM), así como de miles de guerrilleros que nunca se desmovilizaron bajo el acuerdo de paz y continúan al frente de las economías ilegales”, aseguró el pasado 24 de abril en una columna que escribió para este portal.

Y agregó que, “mucho más grave es el asunto de una fachada política o una ideología, que podrían permitir que la mafia ex-FARC se presenta como una fuerza insurgente, en lugar de una estructura puramente criminal”.

MacDemott no dudó en anticipar que el hombre crucial frente a un eventual rearme es Márquez, “(…) la figura clave en esta dinámica es Luciano Marín Arango, alias “Iván Márquez”.  Como excongresista, miembro del Secretariado de las FARC y jefe de las negociaciones en La Habana, Márquez es el jefe más respetado por los guerrilleros rasos. De hecho, muchos me han dicho que él, en lugar de Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, debió haber sucedido a Guillermo León Sáenz Vargas, alias “Alfonso Cano”, después de que el comandante en jefe de las FARC fuera asesinado en 2011”.

Así las cosas, es sensato asegurar que el proceso de paz no ha fracasado, pero acaba de recibir un duro golpe que dejó como resultado el surgimiento de una nueva guerrilla. ¿Qué pasará?

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