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Divorcio por conveniencia

La salida del M- 19 del Gobierno fue el primer acto de campaña de Antonio Navarro para la presidencia.

28 de diciembre de 1992

Divorcio por conveniencia
LA SALIDA DE LA ALIANZA Democrática M-19 del gobierno de César Gaviria es, a ojos de muchos observadores, el fin esperado de un matrimonio forzoso y la consecuencia lógica de la proximidad de la campaña electoral. Como lo señalara el propio primer mandatario en su carta de respuesta al M-19, cuando al comenzar la semana pasada esta agrupación planteó por escrito sus diferencias con la administración, hay tras esta decisión "la apremiante cercanía del proceso electoral ".
No era esta la primera vez en que la participación del M-19 en el Gobierno bailaba en la cuerda floja. Desde cuando el sorprendente resultado electoral de Antonio Navarro Wolf en las presidenciales de 1990 convirtió su participación en el gabinete en el obvio desenlace del único proceso de paz que había dado frutos, varios episodios ocurridos a lo largo de los dos años y medio durante los cuales el M-19 ocupó la cartera de Salud, habían marcado un evidente deterioro en las relaciones que los unian.
El primero de ellos fue la difícil situación en que Navarro, como integrante del gabinete, quedó colocado a las pocas semanas de iniciarse la actual administración, cuando el Consejo de Ministros aprobó algunas extradiciones de narcotraficantes a Estados Unidos. Navarro, enemigo declarado de esta figura jurídica, se opuso y fue el presidente Gaviria quien le ofreció una salida: que firmara los decretos de extradición, pero que dejara constancia de su desacuerdo, por cuestiones de principios, con la decisión.
En el siguiente episodio fue Gaviria quien tuvo que ceder, cuando se sumó a la coalición de Navarro con Alvaro Gómez en la Constituyente y negoció el acuerdo político que revocó el mandato al Congreso de entonces.
Meses más tarde, cuando la erradicación de cultivos de amapola se convirtió en una de las prioridades del Gobierno, el M-19 cerró filas junto a quienes manifestaron su oposición por el empleo en esas tareas del pesticida glifosato. Durante el episodio, el entonces ministro de Salud Camilo González Posso anunció que se negaría a firmar la autorización para realizar las fumigaciones. No obstante, el caso del glifosato quedó cerrado cuando el Ministro firmó la autorización. González pudo así durar hasta la crisis ministerial de junio pasado.
En esa oportunidad y a pesar de las dificultades, por tercera vez la cartera de Salud quedó en manos de la Alianza Democrática. El nuevo ministro, Gustavo de Roux, se vio enfrentado a una situación aun más compleja que los dos incidentes anteriores, y ante la cual el antiguo grupo guerrillero no podía pasar agachado. Ante el fracaso de los diálogos de Caracas y Tlaxcala, la persistencia de la Coordinadora Guerrillera en el terrorismo, el secuestro y la extorsión, y frente a la escalada de ataques subversivos, cualquier opción distinta de la guerra integral dejó de ser viable para el Gobierno. Aunque esta posición ya había desatado una ola de protestas en el seno de la Alianza Democrática solo cuando el ejecutivo decretó el estado de conmoción interna e hizo pública su Estrategia Integral contra la Violencia, las cosas pasaron de castaño a oscuro para las relaciones entre la dirigencia del M-19 y el Gobierno.
La diferencia entre esta ocasión y las anteriores es que ahora, al desacuerdo sobre una política se sumó el hecho de que mientras la proximidad del inicio del debate electoral inclinaba al M-19 a tomar distancia de un Gaviria desprestigiado, al Gobierno era ya poco lo que Navarro y sus hombres le aportaban. El matrimonio por conveniencia, que ya había durado bastante, terminó así con una amable y civilizada separación por conveniencia. Amabilidad que no debe llamar a nadie a engaños, pues de seguro en pocos días los exguerrilleros abriran fuego contra el Gobierno con el fin de despercudirse de lo que les queda de gavirismo y colocarse en una posición más comoda para la campaña presidencial.-