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Lina Henao desapareció el 26 de diciembre. | Foto: Archivo personal.

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¿Dónde está Lina?

Gildardo Henao, el papá de Lina, una de las jóvenes que desapareció el 26 de diciembre en Medellín, continúa con la búsqueda de su hija, aun cuando las autoridades ya desistieron. Este martes Lina cumplía 29 años.

11 de enero de 2011

La última vez que habló con Lina fue el 25 de diciembre. Como era costumbre, la llamó por la mañana y por la noche. Desde que Lina se había ido de La Merced (Antioquia), hace cuatro años, a trabajar a Medellín, siempre se comunicaban dos veces por día. Su hija mayor era la elegida en el plan de telefonía celular, por eso, los primeros cinco minutos de las llamadas a ella eran gratis. Suficiente para saber cómo estaba.

Nunca perdían contacto. Por eso cuando Gildardo Henao, el papá de Lina, una de las jóvenes desaparecidas en Medellín, la llamó el 26 de diciembre y nadie respondió, no dudó en pensar que algo raro pasaba. Y así fue. Después de ver en el noticiero la historia de dos mujeres que habían desaparecido en el río Medellín cuando iban en un carro con tres policías, recibió una llamada. Le decían que una de las mujeres de las que hablaban en las noticias, pero que no identificaban, era Lina, su hija.

Gildardo, concejal de La Merced, el pueblo donde vive con la mamá de Lina y sus hermanas, agarró su carro rumbo a Medellín. No podía creer la historia. Su hija estaba desaparecida luego de que el vehículo en el que se movilizaba con tres policías y una amiga se había ido al río Medellín, las autoridades decían que lo más probable es que hubiera muerto ahogada. Gildardo no creía. No lo cree hoy, 16 días después.

“¿Ahogada? Mi hija nadaba muy bien. ¿Un accidente? Yo mismo he estado durante todos estos días en el lugar donde supuestamente ocurrió, y hay palos, rieles, que harían imposible que un carro se fuera al río accidentalmente”, dice el hombre, a quien la desesperación ya lo obligó a contratar por cuenta suya a nadadores profesionales para que continúen con la búsqueda de su hija.

“Tengo que reconocer que ya descarté que esté viva. Pero no me resigno a pensar que el cuerpo no aparezca. La gente del pueblo, familiares, amigos, profesionales y autoridades han recorrido el río de lado a lado. Yo mismo, el domingo, sobrevolé la zona en helicóptero. ¿Dónde está Lina?”, se pregunta Gildardo, mientras recuerda este martes, el día en que Lina estaría cumpliendo 29 años, un hecho que según él es clave para descubrir qué fue lo que pudo pasar con su hija.

“Hace algunos meses Lina nos contó, a mí y su mamá, sobre un policía que había conocido en un viaje de Medellín hacia La Merced, donde vivimos nosotros. Como el transporte era complicado y el tiempo en que podía estar con nosotros era poco, ella se iba a la carretera y le pedía a los carros que pasaban que la acercaran al pueblo. Fue así como conoció a un uniformado, quien después de unas salidas le propuso firmar unos documentos con los que se cobraría un dinero. Ella se negó”, cuenta el papá de Lina, quien dice además que él y su esposa, una vez supieron de eso, le recomendaron que se alejara del hombre. “Ella nos prometió que no lo volvería a ver”.

Eso es lo único que recuerda de una amistad entre su hija y un policía. “Todo es muy confuso”. Sobre Eliana, la mujer que iba con Lina, y cuyo cuerpo ya apareció en las aguas del río Medellín, Gildardo dice que aunque no la conocía, sí sabía de ella. “Lina nos hablaba de Eliana, su compañera de trabajo. Ella llevaba menos tiempo en el almacén en el que trabajaban, pero se habían hecho muy amigas”.

Gildardo no conoció a Eliana y mucho menos sabía algo sobre su familia, pero desde el 16 de diciembre se hablan todos los días. Aunque el cuerpo de Eliana ya apareció, la angustia es la misma. Perdieron a sus hijas en circunstancias que aún no entienden.

Y aunque la Policía destituyó a los tres policías involucrados en los hechos y la Fiscalía adelanta la investigación que podría terminar en acusaciones contra los uniformados por delitos como homicidio, desaparición forzada y falsedad marcaria, el padre de Lina aún no respira tranquilo.

Por eso y aunque estos 16 días de búsqueda lo tienen cansado, al borde de la derrota, Gildardo dice que no hará pausa hasta que encuentre el cuerpo de su hija, quien días antes de su desaparición, según su padre, hablaba con entusiasmo de cómo sería la celebración del 31 de diciembre con ellos, qué se pondría para el bautizo de una prima el dos de enero y cómo celebraría su cumpleaños el día 11 del mismo mes.