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DROGA AL POR MAYOR

Los carteles de Medellín y Cali estan invadiendo de coca a Europa. Interpol denuncia un supercartel.

29 de mayo de 1995

EN JUNIO DE 1994, LOS ORGAnismos de seguridad italianos de comisaron en el aeropuerto internacional de Turín 5,8 toneladas de cocaína camufladas en un cargamento de zapatos. Pese a que dicha ciudad es uno de los mayores centros distribuidores de droga en Europa, lo que más llamó la atención de la Organización Internacional de Policía Criminal -Interpol-, fue la procedencia del cargamento: Cali, Colombia. El decomiso puso en evidencia lo que las autoridades venían sospechando desde hacía algún tiempo: la muerte de Pablo Escobar sirvió para que los miembros del cartel de Cali ampliaran sus rutas y diversificaran su mercado.
En efecto, de acuerdo con las autoridades, de las 27,5 toneladas de cocaína decomisadas en Europa el año pasado, por lo menos 50 por ciento pertenecía a la organización de los hermanos Rodríguez Orejuela. Uno de los factores que más ha contribuido a la expansión de la cocaína en Europa ha sido la estrategia de comercialización de los llamados carteles de la cocaína, especialmente del de Cali: "En los últimos años, los narcotraficantes colombianos han pasado de ser duros delincuentes dados a la violencia a astutos hombres de negocios que adaptan sus organizaciones para poder sacar partido de cualquier fallo y conseguir sus fines. Cuando un itinerario o un método de tráfico empieza a plantearles demasiados problemas lo cambian rápidamente", dijo a SEMANA un vocero de los organismos de seguridad.
Una de las mayores dificultades que han tenido las autoridades para contrarrestar la acción del cartel de Cali en el exterior es la fragmentación de dicha organización, que hace que sea prácticamente imposible infiltrar o desmantelar toda la estructura. "El cartel es como un colchón inflable que se compone de secciones separadas e independientes unas de otras: por un pinchazo en una sección no se desinfla el conjunto", declaró el funcionario.
De acuerdo con estudios de inteligencia realizados por Interpol a comienzos de este año, "parece ser que el cartel de Caliy lo que queda del cartel de Medellín han llevado a cabo una fusión de operaciones (tras la muerte de Pablo Escobar) en lo que podría llamarse un supercartel". Según el informe, los dos antiguos rivales han abandonado gran parte del control del cultivo y producción de cocaína dejando estos servicios a organizaciones más pequeñas, más adecuadas para hacerse cargo de la gestión local. De este modo pueden concentrarse mejor en las redes de transporte y de venta, más complicadas y necesarias para entregar el producto final que es mucho más rentable.
Una fuente de un organismo de seguridad internacional dijo a SEMANA que "los intentos por acabar con las organizaciones de distribución únicamente mediante la represión han resultado más bien ineficaces Incluso, en el caso del cartel de Medellín, el principal factor que debilitó su influencia no fue la represión, sino la persecución de su jefe y la rivalidad con el cartel de Cali".
A la par del aumento en la demanda de cocaína en Europa, las organizaciones de los países productores, como es el caso de Colombia, se han ido sirviendo de sus vínculos delictivos con los traficantes europeos, que persistían desde el tráfico de cannabis en los años 70, para ampliar aún más sus redes de distribución. Su envíos por rutas marítimas comerciales rindieron enormes ganancias. Durante los primeros cuatro años de esta década, más del 80 por ciento de la cantidad de cocaína decomisada en Europa ha llegado en barcos mercantes. "Las rutas marítimas son el talón de Aquiles. A pesar de la lucha, la cantidad decomisada, la oferta de cocaína siguen creciendo", sostiene un funcionario de un organismo de seguridad.
Y la mejor demostración de que los narcotraficantes colombianos siguen disfrutando de las mieles del negocio está en los nuevos mercados que han abierto en los países de la llamada ex Cortina de Hierro. En efecto, el derrumbamiento del bloque soviético trajo consigo la aparición de delincuentes en los antiguos países comunistas y los productores de cocaína colombianos aprovecharon la oportunidad brindada por un mercado relativamente sin problemas.
Cuando las divisas de los países de Europa Oriental, el antiguo bloque soviético y los nuevos países accedieron al mercado de cambios y surgieron nuevos bancos sin reglamentación para atender las necesidades de las economías de mercado, los carteles se encontraban allí para aprovechar la situación. Por ejemplo, en Estonia el Banco Central se vio inundado de depósitos de los blanqueadores incluso antes de que el país hubiera creado su nueva moneda. Además, el surgimiento de la privatización en los antiguos países comunistas proporcionó una amplia gama de oportunidades para crear empresas tapaderas aparentemente legítimas.
Para la Interpol la actual situación es un poco menos que dramática, "el dinero y la influencia de las organizaciones de traficantes colombianos se encuentran por todas partes". El estudio de la Interpol, según un vocero de ese organismo, lo que viene a demostrar es que, pese a la arremetida de las autoridades colombianas, los narcotraficantes caleños no descuidan sus actividades y siguen ampliando el negocio.