Home

Nación

Artículo

D E S A R R O L L O &nbsp;&nbsp; <NOBR>R U R A L</NOBR> &nbsp;&nbsp; <NOBR> </NOBR>

Educar el campo

El programa de educación superior para la población rural creado por Fundaec es modelo en varios países de América Latina.

12 de noviembre de 2001

En Colombia la población campesina ha sido la más afectada por la violencia de los actores armados, el abandono estatal, la inequitativa repartición de las tierras y las más diversas formas de discriminación. Sin embargo, desde hace 26 años una mujer inició una cruzada en pro de la educación de miles de colombianos y colombianas que han padecido la falta de oportunidades y de progreso en las zonas rurales. Al lado de un grupo de científicos y profesionales Francia Torné de Varcárcel, una antropóloga caleña que ha entregado su vida al trabajo con las comunidades campesinas, creó a comienzos de los 70 la Fundación para la Aplicación y Enseñanza de las Ciencias (Fundaec) y con ella nació la primera universidad colombiana exclusivamente dedicada a la formación de los campesinos.

En 1974 Francia regresó al país después de haber realizado estudios en Estados Unidos y junto a Edmundo Gutiérrez, un físico experto en enseñanza de las ciencias, y otros compañeros, comenzó a diseñar el Sistema de Aprendizaje Tutorial (SAT), toda una innovación educativa y pedagógica sin precedentes en el país. Gracias a este programa un campesino puede validar su bachillerato y adelantar estudios de pregrado y posgrado aprobado por el Ministerio de Educación. El SAT ha desarrollado una metodología especial que busca que el mensaje educativo llegue en forma sencilla al estudiante, teniendo en cuenta su entorno y su calidad de habitante del campo. En la medida de sus progresos el alumno va superando niveles que van de impulsor, práctico y bachiller, éste último equivalente a los grados 10 y 11 de educación media. De ahí en adelante el graduado puede seguir capacitándose en las áreas de su interés, vincularse a unidades de producción agrícola o convertirse en tutor profesionalizado.

“El principal objetivo del SAT es el desarrollo rural a partir de la capacitación de los habitantes de cada región”, dice Francia. El programa arrancó en el norte del Valle del Cauca y también se ha adelantado con éxito en Trujillo, Versalles y Buenaventura. En este momento Fundaec tiene suscritos convenios con 30 departamentos colombianos y con países como Honduras, Guatemala y Ecuador. También ha realizado intercambios con Panamá y Argentina, donde el SAT se ha convertido en un modelo educativo para el campo. Su sede principal está en Perico Negro, Cauca, en donde funciona el Centro Universitario de Bienestar Rural de Fundaec. En este centro los estudiantes pueden seguir programas como la licenciatura en educación rural, una especialización en educación y desarrollo social y otra en desarrollo de la economía social. Pero la gran ventaja es que el SAT puede trastearse a cualquier parte de la geografía nacional y no necesita mayores inversiones en infraestructura. Gracias a ello más de 35.000 personas de diversas zonas rurales del país se educan hoy con el SAT.

Tal vez el mayor logro de este revolucionario sistema de educación ha sido mejorar la parcela como unidad económica autosuficiente pero a la vez competitiva, tecnificada y bien administrada. Es como una suerte de empresa rural en la que el campesino aprende cómo mejorar la calidad de sus cultivos, cómo hacer cálculos que le permitan optimizar el producto de sus cosechas y además pensar como un pequeño empresario que gerencia su propio negocio. A diferencia de otros programas, que toman al campesino como un hombre que sólo sabe trabajar con las manos, aquí se le capacita para tomar decisiones respecto a su parcela y lo que ésta produce. Los esfuerzos de Fundaec han sido de vital importancia para mejorar la calidad de vida de la población rural, pues el modelo de educación que ofrece a través del SAT tiene un doble propósito: la transformación personal y la transformación social, dos procesos que poco a poco han ido sembrando la esperanza en un campo azotado por el conflicto armado, la pobreza y el olvido del Estado.