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Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. | Foto: Archivo SEMANA

POLÍTICA

De "tácticas fascistas” a “patriota de la paz”

“Buitres”, “canalla”, “traidor”, son algunos de los adjetivos que el uribismo y el santismo han usado en la pelea política que podría estar terminando.

30 de abril de 2015

La maltrecha relación entre el presidente Juan Manuel Santos y su antecesor, el hoy senador Álvaro Uribe Vélez, líder de la oposición, cambió de rumbo de manera inesperada luego de una sorpresiva visita del llamado ‘superministro’ Néstor Humberto Martínez a la oficina del jefe del Centro Democrático. Es más, tras el encuentro, los dos políticos no escatimaron en elogios mutuos. Una actitud que dista mucho de lo que los colombianos estaban a acostumbrados a ver días atrás.

A la salida de la reunión, Martinez lanzó una frase que no solo resumió el tono de lo que se habló en la oficina del jefe del Centro Democrático, también podría marcar el reinicio de la relación Santos-Uribe: “El presidente Uribe es un patriota”.

La frase caló hondo pues desde hace varios meses el Gobierno y el uribismo se habían enfrascado en una andanada de agravios en la cual participaron tanto congresistas como funcionarios del Gobierno, y hasta los hijos de Santos y Uribe.

Luego de que Santos ganara la Presidencia con el apoyo de Uribe, el jefe de Estado nombró como ministros a antiguos enemigos del exmandatario, los más destacados: Germán Vargas Lleras y Juan Camilo Restrepo.

Además en el primer acto de gobierno, Santos se reunió con el presidente Hugo Chávez, quien había roto las relaciones con Álvaro Uribe. Lo hizo para recomponerlas. Luego vino el anuncio del proceso de paz con las FARC y un Uribe decepcionado llamó traidor a su antiguo ministro de Defensa y heredero de su política de seguridad democrática.

Meses más tarde un dolido Álvaro salió del partido creado a su imagen y semejanza y creó uno nuevo con el fin de arrebatarle y hacerle oposición a Santos, como quedó en evidencia en las elecciones presidenciales del 2014.

Desde el cambio de postura de Santos, lo que vino fue un rosario de agravios mutuos que terminaron por enturbiar una relación que ahora podría volver a florecer. Lo cierto es que el inventario de señalamientos es largo y va desde las “tácticas fascistas” a “Uribe es un patriota”.

Precisamente, en los últimos meses la pelea Santos-Uribe había llegado al punto máximo cuando el jefe de Estado en la presentación de los premios de periodismo CPB lanzó una de las críticas más fuertes al gobierno de Álvaro Uribe. Sin nombrarlo dijo: “Mi gobierno sí respeta integralmente la libertad de pensamiento, respeta la libertad de opinión y de expresión y respeta a la oposición”. Luego señaló, “Ahora quieren aplicar en el exterior la misma táctica fascista que han aplicado aquí en Colombia: mentir, mentir, mentir, pues de esa mentira algo queda”.

“La pelea es peleando” reza un viejo adagio popular. En enero del 2013 la distancia entre el presidente Santos y el expresidente Uribe se prolongó aún más luego de que el exmandatario calificó a su antiguo aliado y hoy presidente de “canalla”.  Lo hizo para corregir una declaración de Santos cuando dijo que nunca estuvo en desacuerdo en el nombramiento del entonces general Óscar Naranjo como director de Policía.

Uribe ha insistido en que Santos lo traicionó en abril del 2013. Se lo recordó nuevamente, pero esta vez añadió un ingrediente: “Señor presidente Santos, la traición a la Patria es uno de los delitos en que está incurriendo su Gobierno porque permite que asesine a los soldados y a policías y le da impunidad”.

Así lo rememoró Uribe luego de que el presidente Santos insinuara que Uribe había cometido traición por revelar las coordenadas de las zonas donde se habían suspendido operaciones militares para poder trasladar comandantes guerrilleros a Cuba.

Semanas después Uribe le dijo al presidente Santos que el jefe de Estado era el único exministro de su gobierno que “debe ir a la cárcel por haber engañado al 90 % de nueve millones de votos”. La declaración de Uribe la hizo luego del que Santos asegurara que en su gobierno ningún alto funcionario fue señalado por actos de corrupción, “no como en otros gobiernos de los que terminó la mitad en la cárcel”.

Las acusaciones tuvieron su clímax en la precampaña y durante la campaña presidencial. En octubre del 2013, Santos hizo una declaración que desató la furia de Uribe. Dijo que combatirá a los opositores de las conversaciones con las FARC, a quienes llamó “buitres del miedo”, “haciendo la paz”.

La campaña presidencial fue punzante, en las dos se presentaron acusaciones graves. El candidato del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, tuvo que salir a responder por una presunta interceptación a la campaña de Santos. En el uribismo respondieron con una denuncia de una presunta entrega de dinero que aparentemente había recibido el asesor de la campaña Santos, J. J. Rendón, para que hiciera de intermediario ante el Gobierno en un plan de entrega a la justicia que finalmente no se concretó.

Pero la banderita de la paz también se ha agitado.  En un viaje a Madrid (España), Santos dijo que estaba dispuesto a reconciliarse con su antecesor. Ese enero del 2014, el presidente Juan Manuel Santos aseguró: “Si nos estamos reconciliando con las FARC, cómo no me voy a reconciliar con Uribe el día de mañana”.

En política existe una frase que ha hecho carrera para explicar los cambios de posturas de los militantes de partidos, “la política es dinámica”. La pelea de Santos-Uribe podría enmarcarse en ese contexto, sobre todo cuando el proceso de paz con las FARC avanza y ambas partes se necesitan.

Los uribistas quieren que se firme un acuerdo con condiciones, por ejemplo que los guerrilleros paguen cárcel por delitos atroces. El santismo necesita los votos para que se refrende el acuerdo.