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El B.B. SOVIETICO

¿Qué tanto están cambiando las cosas en la URSS, desde la llegada al poder de Mijail Gorbachev?

2 de marzo de 1987

N. de la R.: la prensa europea ha venido publicando en los últimos meses, reveladores artículos sobre lo que está pasando en la Unión Soviética desde el ascenso de Mijail Gorbachev. SEMANA reproduce a continuación, a manera de documento, un informe aparecido en la revista suiza L'Hebdo, y escrito por uno de los más serios "kremlinólogos", Eric Hoesli, que se pregunta si la transformación que se está presentando en la URSS es real y si es posible confiar en Gorbachev, como conductor de esa transformación.
Bajo el empuje de un hombre, la Unión Soviética, ese gigante inmóvil, tiembla de repente. Después de ese 11 de marzo de 1985 en el que Mijail Sergueievitch Gorbachev, de 53 años, ascendió al supremo poder de la segunda potencia mundial, la sociedad soviética retomó el impulso de un organismo vivo.
Tras 21 meses de poder "gorbacheviano", la Unión Soviética ha cambiado sin duda mucho más que durante los 15 años precedentes. Occidente, que se había acostumbrado a no recibir del Este más que imágenes empasteladas y parkinsonianas observa con curiosidad y desconfianza este fogoso Gorbachev que no habla más que de reforma y transparencia, salpica sus discursos de bromas y sarcasmos, corre a Reikiavik para poner sobre la mesa de discusiones la mitad de su aterrador armamento y telefonea al disidente Sajarov para comunicarle su liberación. Occidente observa y se pregunta: ¿es posible confiar en este hombre?.
De Vladivostok a Kaliningrado (y de ahí, hasta Berlín este), muchos soviéticos y europeos del Este se hacen la misma pregunta. Se plantean si es posible que Gorbachev tenga la intención de humanizar al socialismo soviético. Y no sólo si tiene la intención, sino también si cuenta con los medios para hacerlo. ¿Vale la pena seguir a Gorbachev, corriendo el riesgo de ser luego arrastrado como lo fueron los seguidores de Kruschev? Desamparada, la oposición en el exilio mantiene una prudente expectativa. De hecho millares de opositores se congelan aún en las barracas del Goulag. Pero algunas puertas que parecían cerradas para siempre, se han entreabierto en los últimos meses. Desde febrero del 86, una quincena de prisioneros políticos, desconocidos que llevan nombres como Poresch, Epstein, Vachtang o Chatravka, condenados a enmohecer por largos años aún en los campos del archipiélago, han recobrado de pronto la libertad. En Navidad, finalmente, los más importantes entre ellos, Andrei Sajarov y Helena Bonner, desfilaban por el muelle de la estación Iaroslav en Moscú, después de 7 años de exilio forzoso en Gorki.
Este tipo de liberaciones puede multiplicarse en los próximos meses. El historiador disidente Roy Medvedev asegura que el Kremlin instaló recientemente una comisión especial, conformada por representantes de la KGB, el partido y el Ministerio de Justicia, encargada de preparar esta nueva oleada de liberaciones. El hombre de "sonrisa encantadora pero dientes de hierro", según la expresión utilizada por el venerable Gromyko para describir a Gorbachev, parece estar dispuesto a ir más allá de las simples liberaciones. Desde hace algunos meses, la prensa soviética debate periódica y abiertamente una cuestión hasta ahora mantenida como tabú, que se refiere al respeto de normas legales por parte de la Policía y otros órganos, léase KBG. Arrestos, torturas, licenciamientos abusivos y deportaciones han sido generalmente decididas fuera de cualquier marco legal, a pesar de que los códigos soviéticos ofrecen una variada gama de recursos en materia de represión. Andrei Sajarov, por ejemplo, no fue jamás juzgado antes de conocer su condena. Los periódicos soviéticos cuentan ahora numerosos casos en los cuales los abogados "simplemente no se atrevieron a hacer su trabajo". Este caos ya no parece satisfacer al poder y en particular al único jurista diplomado que ha llegado al buró político, Mijail Gorbachev. El 30 de noviembre pasado, el Comité Central del partido publicó una resolución exigiendo de ahora en adelante una estricta aplicación de la ley. La justicia y la Policía fueron instadas a considerar en forma equilibrada la lucha contra la delincuencia y la protección de los derechos individuales. Es indispensable, dice la resolución de la dirección del partido, que se acaben los arrestos infundados. Paralelamente, la Unión Soviética puso en marcha una nueva legislación en cuanto a las demandas de visas al exterior. Desde el primero de enero pasado, la administración está obligada a responder antes de 4 semanas a cualquier petición. Además, y este detalle es revolucionario, toda negativa de una visa para el extranjero deberá estar motivada a fin de ofrecer al solicitante la posibilidad de un recurso. Como quien no quiere la cosa, el gobierno soviético debería permitir, con esta simple mejora, solucionar el problema de miles de judíos soviéticos .
ZHIVAGO, NABOPKOV Y MUCHO MAS
Liberalización en materia de derechos humanos, o renovación de la vida cultural, sea cual sea el ejemplo, está claro que el nuevo zar no ahorra esfuerzos con tal de ganarse la confianza de la intelectualidad cuyo respaldo tanto necesita. El mismo lo reconoció sólo unas semanas después de su ascenso al poder, al hacerse presente en el Teatro Artístico de Moscú. Conocido por sus tendencias anticonformistas, este centro cultural era el blanco de una campaña de insultos antisemitas inspirada por altos dirigentes del partido.
Al final del espectáculo, Gorbachev se acercó personalmente a los camerinos para darle un saludo al director Oley Iefremov: "Sé que usted ha tenido algunos problemas -le dijo- y quiero decirle que, en el futuro, no tendrá que preocuparse. Siga adelante. Necesito el apoyo de la intelligentsia". Desde entonces, la censura se ha ablandado y no faltan las sorpresas en una vida cultural que llevaba varios años congelada. El Fondo Cultural Nacional, que rige Raisa Gorbacheva, está preparando la reedición del "Doctor Zhivago", prohibido durante años. Las Ediciones del Estado están publicando autores antes considerados como malditos, como Bulgakov y Nabokov. Películas filmadas hace ya varios años salen de los cajones de la censura, y los lectores de Ogoniok, el París-Match soviético, descubren estupefactos un artículo adulando a Nicolás Gumiliov, poeta fusilado por los bolcheviques durante los años veinte. Las redacciones han recibido consignas de flexibilidad, al punto que periódicos tan anticomunistas coma Ruskaya Misl, editado por emigrantes en París, acepta ahora que "se ha vuelto interesante leer las revistas y periódicos soviéticos".
Este lento deshielo cultural, cuidadosamente canalizado por el propio gobierno y por ende susceptible de un replanteamiento en cualquier momento, persigue sin duda el mismo objetivo que los recientes gestos en materia de derechos humanos: conquistar a la élite intelectual y artística para la causa de las reformas, probarle que hay lugar en la URSS para sus ambiciones y que su porvenir no se limita ya a la alternativa del silencio o los campos de concentración.
La liberación de Sajarov no tenía ningún otro sentido. A nombre de la política del glasnost (que podría traducirse como transparencia) que Sajarov reclamaba ya en 1971 en carta a Brezhnev, Gorbachev permite ahora al héroe de la disidencia utilizar sus estudios de televisión para dirigirse a la audiencia norteamericana y contestar una entrevista en las columnas de Literaturnaya Cazeta. Al regresar a su hogar en Moscú, el otrora honrado académico Sajarov no dejó de testimoniar su "interés por los esfuerzos de Mijail Gorbachev". Y él no es el único en haber apostado al optimismo. Bulat Okudjava, cantante y compositor considerado como el Brassens soviético y condenado al silencio durante todos estos años, asegura ahora que "toda persona normal en la URSS espera que los cambios sean duraderos y se esforzará por contribuir a ellos". Mientras tanto en Alemania Occidental, el refugiado Ted Kopelev, gran amigo de Sajarov, se convierte ahora en admirador del nuevo amo de la URSS: "Ayudemos a Gorbachev, sí, ayudémosle. Lo que está haciendo, lo está haciendo bien. Creo en su inteligencia y en su voluntad de progreso".
A pesar de toda su dedicación, Gorbachev está sin embargo aún lejos de obtener de sus conciudadanos un apoyo irrestricto. Tras 30 años de terror stalinista, 20 años de inmovilismo brezhneviano y el fracaso de quienes como Kruschev intentaron reformas, los soviéticos han aprendido a mostrarse prudentes. El año 1987, que apenas está comenzando, promete ser delicado para el camarada Gorbachev. Pues no sólo no ha acabado de encontrar a sus aliados, sino que ha hecho ya bastante para provocar a sus enemigos, que ahora saben a qué atenerse.
El infatigable secretario general remodeló ya a fondo el Politburó y el secretariado del Comité Central. Las dos principales palancas del poder, reemplazando las reliquias condecoradas de la era Brezhnev, por tecnócratas e ingenieros de su generación. Ni siquiera Stalin alcanzó tan rápidamente sus objetivos. Más de 20 ministros fueron destituidos, decenas de secretarios regionales, los reyezuelos del régimen, licenciados sin una palabra de agradecimiento. Los gobiernos de Moscú, Leningrado, Uzbekistán y más recientemente Kzajstán, fueron purgados. En sólo el primer año de gobierno de Gorbachev, 13 mil funcionarios del área económica fueron puestos en la calle por abuso de poder, falsedad en documentos, distorsión de balances corrupción y desviación de mercancías .

En 21 meses de poder, la línea Gorbachev ha hecho muchos estragos. Demasiados en todo caso a los ojos de todos esos funcionarios del régimen a quienes Brezhnev protegía con sus órdenes de "confianza en los cuadros del partido". Estos millares de funcionarios del partido y del área económica, repartidos a lo largo de todo el imperio, gozan de privilegios y prerrogativas que les garantiza la inercia del sistema. Hoy en día, sienten su existencia amenazada y comprenden que la envergadura del movimiento dirigido desde Moscú sobrepasa de lejos las simples medidas disciplinarias tradicionalmente observadas tras cada sucesión de poder. Gorbachev, el reformador, se opone a sus modos de vida y a sus formas de poder, y puede ser ya hora para ellos de contraatacar si no quieren ser devorados.
Para poder cortarle las alas a la oposición, el gran reformador está condenado a tener éxito en las reformas. A salir adelante. A arrancar a la URSS del estancamiento y a suscitar un gigantesco esfuerzo en varios campos: economía, ciencia, tecnología. Un esfuerzo inimaginable en un clima intelectual marcado por el dogmatismo, el miedo y la represión. Elite entre las élites, la Academia de Ciencias de la URSS es hoy en día objeto de las más extremas solicitudes de Gorbachev. Una de sus primeras decisiones en el gobierno fue por cierto, la de ordenar un alza inmediata de los salarios de los científicos. Y los miembros de la Academia están siendo invitados constantemente a comprometerse en la vida del país.
Durante los reinados de Brezhnev, Andropov y Chernenko, la élite científica trabajó, por así decirlo, en el vacío. Pero desde el 11 de marzo del 85, cuando Gorbachev comenzó a presidir la mesa del Politburó, los sabios soviéticos han encontrado en él a un interlocutor. El proyecto faraónico de desvío de los ríos siberianos que los académicos habían criticado duramente por razones ecológicas, terminó en la caneca. La lucha contra el alcoholismo, que los científicos siberianos habían pedido a gritos durante años, se inició con decisión no hace mucho. Y, como si fuera poco, el economista Abel Aganbegian, que venía anunciando una verdadera catástrofe si no se llevaban a cabo reformas a fondo en la economía soviética dejó de ser un olvidado analista en Novosibirsk, para convertirse en una especie de eminencia gris de Gorbachev, siendo instalado en Moscú muy cerca a él.
Y es que la economía soviética requiere, de urgencia, profundos cambios. La tasa de crecimiento alcanza límites preocupantes. La mano de obra disponible decrece por primera vez en la historia soviética. La agricultura, a pesar de las buenas cosechas del 86, sigue siendo incapaz de nutrir los 300 millones de soviéticos. Y la industria, minada por un centralismo y una planificación encarnizados, se encuentra en un estado de envejecimiento lamentable. Y en el campo de la investigación y las innovaciones, las cosas si que están graves. La URSS, que se había mantenido en la pelea durante los años sesenta frente a Occidente, se rezagó considerablemente en las dos últimas década en áreas como la miniaturización, la electrónica y la robotización. A pesa de que él mismo ha reconocido que los cambios necesarios no se producirán de la noche a la mañana, y, pueden evidenciarse algunos muy importantes:
·Fin del mando todopoderoso de plan central. Hasta ahora, toda la vida de las empresas soviéticas estaba condicionada por los objetivos trazados por los funcionarios del Gosplan, el superministerio de planeación "Funcionarios -según Gorbachev- para quienes no existe ninguna autoridad, ningún secretario general, ningún comité central, y que hacen lo que se les da la gana". Resultado: las empresas están obnubiladas por los objetivos fijados por el Gosplan, y poco les importa la calidad. Nadie quiere innovar, ante el riesgo de no cumplir con el plan. Desde el primero de enero de este año, el conjunto de las empresas soviéticas ha pasado al régimen de autonomía contable, que las hace ahora responsables de las pérdidas y ganancias. Pueden suprimir puestos de trabajo inútiles y han sido sometidas a un estricto control de calidad. Setenta empresas y veintiún ministerios han sido autorizados a negociar directamente con el exterior y una parte de las divisas obtenidas puede quedar en sus manos para la compra de material técnico extranjero.
·Campo para los mecanismos de mercado. Hasta ahora, la oferta y la demanda eran calculadas desde Moscú. Igual sucedía con los salarios, razón por la cual un obrero calificado aun si es poco productivo, gana más que un ingeniero o un médico. Desde el primero de enero, los salarios de los obreros crecerán entre el 2 y el 20%, mientras los de los ejecutivos crecerán entre el 30 y el 40%, según los resultados y la calidad de los productos. Los precios también se someten a la demanda y la calidad. Según la eminencia gris Aganbegian, "ahora, en vez de decidir administrativamente que X empresas deberán fabricar, por ejemplo, 100 millones de toneladas de leche, compraremos la leche a un precio suficientemente elevado como para que las empresas se sientan atraídas en todo el país". Habrá, claro está, alzas de precios. En esta nueva era, los moscovitas descubrieron hace pocas semanas maravillosos panes dorados en las panaderías. Seis nuevas clases (tres blancos y tres negros) de pan, están ahora a la venta. Pero claro, el precio del pan estático desde 1955, subió entre el 10 y el 20%. Esta innovación fue anunciada por Gorbachev durante un discurso el año pasado. Tras haber sido interrumpido varias veces por sus camaradas, el secretario general se sorprendió por el silencio que produjo el anuncio del nuevo sistema de precios y salarios: "¿Por qué no aplauden ustedes ahora, camaradas?", dijo con simpatía. Y tras un segundo de admiración, resonaron los aplausos.
·Aparición de un minisector privado. Todo el que ha viajado por la URSS conoce la palabra Nietu ("No hay"). "Nietu café, nietu leche, etc.". Y hasta hace muy poco, "nietu sector privado". O por lo menos "nietu oficialmente". Porque desde el chofer de taxi hasta el que instala la calefacción, toda una serie de servicios son prestados por el sector privado "negro". Desde el próximo primero de mayo, 29 de esas actividades van a ser legalizadas. Las autoridades esperan que entre 2 y 3 millones de soviéticos inviertan ahora en el recién nacido sector privado. Podrán abrir un restaurante o un café, arreglar electrodomésticos, o montar una peluquería. Queda sin embargo, una restricción importante: la explotación del hombre por el hombre seguirá estando prohibida y no será posible contratar un asalariado, pues todos estos negocios deberán funcionar en familia.
En fin, como puede verse, las reformas han comenzado. Y seguirán si todo va bien, a pesar de que hay bastante gente en el aparato burocrático dispuesta a oponerse, particularmente desde el lado militar, cuya influencia ha decrecido considerablemente.
Fueron los militares quienes mayor sustento dieron a Grigori Romanov, el oponente de Gorbachev en la lucha por la sucesión en el 85, considerando que Romanov podría respaldar el continuo crecimiento de la industria armamentista, que ahora tendrá que ceder privilegios a otras áreas económicas prioritarias dentro de las reformas. Reformas económicas estilo Gorbachev o privilegios a la industria armamentista, uno de los dos lados deberá ceder en favor del otro. Y pronto, pues la URSS no está en capacidad de sostener a la vez una carrera armamentista y una reforma de sus estructuras. Pero los resultados de esta pugna dependerán también del clima internacional. Si la confrontación Este-Oeste se agudiza, el Ejército se cargará de argumentos. Si una detente duradera se logra, Gorbachev y sus reformas sacarán ventaja. Por eso es que una de las cartas esenciales del juego del camarada Gorbachev está en manos de Occidente.