Home

Nación

Artículo

EL CAMBIO ES AHORA

Andrés Pastrana ha viajado más que ningún otro presidente colombiano en sus primeros nueve <BR>meses de gobierno.

5 de julio de 1999

Uno de los temas que más ampolla levanta en el país es el de los viajes presidenciales.
Aunque los colombianos parecen obsesionados con la imagen nacional en el exterior, y le exigen
siempre a los gobiernos el tratar de mejorarla, por lo general odian las giras de los mandatarios. Casi
todos los presidentes de la historia reciente, pasando por Julio César Turbay y terminando en Ernesto
Samper, han sido duramente criticados por sus viajes.Andrés Pastrana no ha sido la excepción. En tan sólo
nueve meses de gobierno el jefe de Estado ha estado en el exterior en 18 oportunidades, más que la mayoría
de sus antecesores en los cuatro años completos. Y la razón para ello es hasta cierto punto justificable:
heredó de su antecesor una imagen de Colombia muy deteriorada. Además se embarcó desde un comienzo
en un proceso de paz cuyo éxito o fracaso dependerá en alguna medida de la participación internacional.A lo
anterior se suma el hecho de que el deterioro en la economía también tiene mucho que ver con el tema
internacional. No sólo porque gran parte de la crisis económica del país se explica por la crisis financiera
mundial, sino porque la recuperación depende en buena medida de la reactivación de las exportaciones y de
revivir la confianza de inversionistas extranjeros en Colombia. Lo anterior explica los viajes presidenciales y el
apoyo que han recibido de la clase dirigente. Así lo demuestra la última encuesta de Gallup contratada por El
Tiempo y SEMANA, en la que 84 por ciento de los líderes empresariales piensa que los viajes del Presidente
han sido útiles o muy útiles. El problema es que los colombianos de a pie, golpeados por el desempleo y
preocupados por un clima de orden público que se complica todos los días, no ven con tan buenos ojos la foto
de su Presidente sonriendo, mientras recibe honores militares en compañía del rey de España o recibiendo,
emocionado, la bendición del Papa. Y ese sentimiento no es exclusivo de este gobierno. El colombiano medio
siempre ha considerado que un presidente viajero es un mal presidente.De ello se desprende que Pastrana ha
estado muy mal asesorado en materia de imagen en relación con sus viajes al exterior. Sabiendo que a los
colombianos les disgusta que su Presidente viaje es un exabrupto que lo haya hecho tanto. Y aunque se
han logrado cosas importantes lo cierto es que, con la excepción de la visita de estado a Washington, muy
pocos han sido los viajes en que no se hubiera podido conseguir lo mismo con la sola presencia del
Canciller o del Vicepresidente. El apoyo verbal al proceso de paz, una reunión binacional de empresarios o
la donación de un millón de dólares para las escuelitas del eje cafetero no requieren la presencia del
primer mandatario. Y aunque lo normal en el mundo es que los presidentes estén presentes en este tipo de
eventos, Andrés Pastrana no es el mandatario de cualquier país, sino de Colombia. Y el costo político que ha
tenido que asumir por sus giras no es despreciable. Especialmente si se considera que la racha de viajes no
ha terminado y que en el corto plazo hay visita de Estado a Bolivia, cumbre de presidentes en Rio de
Janeiro y a España para recibir el premio Príncipe de Asturias otorgado al Instituto Caro y Cuervo. A todo esto
hay quizás una solución de la cual el gobierno Pastrana podría hacer uso para seguir con su política
internacional activa y a la vez evitar tanta viajadera: invitar a otros jefes de Estado a que vengan al país.
Si Andrés Pastrana no puede ir a la montaña, tal vez la montaña pueda visitar a Andrés Pastrana.