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Maranhão lleva más de 40 años en el Grupo Abril, uno de los conglomerados de medios más grandes de América Latina, con utilidades en 2011 de 3.500 millones de reales (1.700 millones de dólares). | Foto: JUAN CARLOS SIERRA/SEMANA

AMÉRICA LATINA

El camino brasileño

Carlos Maranhão hace parte del equipo de 'Veja', la revista que ha sacudido a varios poderosos en su país.

15 de septiembre de 2012

La revista Veja es un gigante. Con 44 años, tres ediciones regionales distintas, un equipo de cientos de periodistas, es ni más ni menos que el tercer semanario con mayor circulación en el mundo. Cada jueves más de un millón de ejemplares inundan Brasil. Un éxito basado en denuncias permanentes contra los poderosos, una lucha por el interés público y como dice su eslogan ser "indispensable para el país que queremos ser". Carlos Maranhão hace parte de esa historia. Solo un año después de la creación de Veja entró al Grupo Abril, que publica la revista. Toda una vida en la que dice que "nuestro único compromiso siempre ha sido con los lectores". Ahora dirige las revistas Veja Sao Paulo, Veja Rio y Veja Belo Horizonte. Pero no descarta volver a escribir, su primera y verdadera pasión.

SEMANA: ¿Cómo se hacía periodismo en la dictadura (1964 - 1985)?

Carlos Maranhão:
Fue un periodo muy difícil. Ahora con los medios electrónicos, internet, todo es distinto. Pero en ese entonces no había cómo esquivarla. Teníamos un censor que trabajaba en Veja. Tenía su escritorio y todo. Si el poder decidía que no podíamos hablar de algo o de alguien, era casi como si no existiera o como si nunca hubiera pasado. Era una cosa terrible. Un día se fueron, para nunca más volver.

SEMANA: ¿Con la crisis que hay en los medios, qué le diría a un joven de 18 años que quiere ser periodista?

C.M.:
Si tiene talento, tiene vocación, es curioso, tiene la pretensión de mejorar el mundo, no hay mejor profesión. Es difícil, hay pocos medios, los equipos se están reduciendo. Pero con ganas, encontrará un espacio. Y hoy hay herramientas increíbles para hacer periodismo. Pero a veces los jóvenes se quedan en la oficina todo el día, hipnotizados por la pantalla. Son muy rápidos, casi como robots y hacen muy buenas notas. Pero es esencial mandarlos a la calle. Es importante saber si alguien tiene pelo largo, si tiene corbata, si tiene gafas, cómo se viste.

SEMANA: Los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Roussef han sido muy populares. ¿Cómo investigar e ir a veces a contracorriente de la opinión?

C.M.:
No es fácil, pero con estos dos gobiernos hemos hecho grandes investigaciones. Fuimos los primeros en publicar el escándalo del Mensalao en 2005, en el que se descubrió que el partido del presidente les pagaba a sus aliados políticos a cambio de apoyo parlamentario. Pero ese trabajo de denuncia lo hacemos desde 1968. Incluso durante la dictadura, dentro de las limitaciones. Más tarde con el presidente Fernando Collor de Melo, fuimos los pioneros en la investigación que llevó a su renuncia. Después vino Fernando Henrique Cardoso. Nos opusimos a la enmienda constitucional que hizo para aprobar la reelección. Nos han dicho que somos conservadores, antigobiernistas, de derecha, soberbios, hasta nos han tildado de izquierda. Son los lectores quienes deciden. Los que compran cada semana. Nuestra misión es ser honestos.

SEMANA: ¿Qué relación deben tener el poder y la prensa?

C.M.:
En una palabra: independencia. No quiere decir contradicción sistemática. Hay que ver las cosas buenas, pero con una distancia crítica. Nuestro compromiso no es con los anunciantes, ni con el gobierno, ni con la oposición, ni con los amigos. Nuestro compromiso es con nuestros lectores.