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EL CIELO PUEDE ESPERAR

SAM DECIDIO PONER EN TIERRA PARTE DE SU FLOTA Y PERDER GRANDES CANTIDADES DE DINERO ANTES QUE EXPONER LA SEGURIDAD DE SUS PASAJEROS.

15 de julio de 1996

Desde hace tres semanas, cuando SAM dejó en tierra seis de sus aviones RJ-100, las pérdidas han sido enormes. Por cada día que las aeronaves permanecen en los hangares la empresa deja de recibir ingresos cercanos a los 65.000 dólares. En poco menos de un mes han dejado de atender a por lo menos 80.000 pasajeros y la compañía ha tenido que suplir sus vuelos endosando tiquetes a otras empresas y aprovechando los cupos disponibles de algunas rutas de Avianca. Muchas versiones circularon sobre esta decisión de SAM, no sólo entre los viajeros sino entre funcionarios de otras empresas de aviación. No pocos llegaron a afirmar que los RJ-100 no servían para las rutas de SAM. Otros señalaron que los motores de los aviones fallaban porque absorbían piedras y arena de las pistas de los aeropuertos colombianos. Algunos fueron más allá al afirmar que SAM había hecho un mal negocio con esos aviones y que ya no los podían devolver porque la empresa había dejado vencer los plazos de garantía. Esta serie de rumores tuvo su origen en dos incidentes de vuelos de SAM. El pasado 25 de mayo, a un avión que cumplía la ruta Santa Marta-Medellín-Cali se le fundió uno de sus motores a los dos minutos del despegue. De acuerdo con el reporte del capitán Alvaro Restrepo, quien comandaba la nave, fue necesario apagar otro de los motores para que la aeronave no se desnivelara. Ante eso, el aparato empezó a perder altura y la tripulación debió seguir los procedimientos de emergencia. Finalmente, el aparato regresó a Santa Marta, donde aterrizó sin ningún inconveniente. Dos días después, en la ruta Cartagena-San Andrés, la historia se repitió y el avión debió aterrizar de emergencia en Barranquilla. Aunque este panorama hacía previsible la difusión de los rumores la verdadera explicación de dichos percances era muy distinta. El problema consistió en que la balinera número dos de las turbinas presenta fallas a partir de las 3.500 horas de vuelo, produciendo tales vibraciones en el motor que pueden llegar a fundirlo. Ya antes de que le sucediera a SAM otras aerolíneas le habían manifestado ese problema a la empresa constructora de los aviones, Avro International Aerospace. La primera en hacerlo fue la aerolínea alemana Lufthansa y luego lo hizo la Cross Air. Lo curioso, sin embargo, es que ninguna de estas aerolíneas dejó en tierra a los aviones. ¿Por qué? Porque según varias fuentes no es un problema grave. De acuerdo con el capitán Saúl Pertuz, asesor de presidencia de Avianca-Sam, "con reemplazar la balinera y no dejarla pasar de las 3.000 horas de vuelo los motores nunca presentarán este tipo de fallas". Pero la aerolínea no quiere escatimar un solo centavo. Según la directora de Comunicaciones de Avianca, Ana Lucía Obregón, "la política es cero riesgos y cueste lo que cueste los aviones no despegarán hasta que los fabricantes no cumplan y nos lleguen los repuestos nuevos". El mismo representante en Colombia de la fabricante de los aparatos, Luis Eduardo Martínez, ratificó la información: "Debido a lo nuevo de los aviones y a la acogida en el mercado, la fabricación de repuestos está un poco retrasada. Otras aerolíneas, como vieron que el daño no era grave, continuaron con sus operaciones y no fueron tan exageradas, pero SAM fue mucho más seguro y prefirió darse la pela de tenerlos en tierra". Lo curioso del caso es que haya sido una empresa nacional la que decidió no tomar un solo riesgo en este aspecto. Los colombianos se han acostumbrado a que en materia de seguridad no hay por qué ser tan rigurosos y a que no importa improvisar, y el caso de SAM es un síntoma de que por fin el tema aeronáutico se trata en el país con la seriedad del caso.