Home

Nación

Artículo

EL CONTRAGOLPE

Después del aldanazo viene el caicedazo ¿cuál de los dos tiene más fuerza?

14 de diciembre de 1987

Terminados la champaña y los voladores con los que se celebró el "golpe de Estado" de Galán y Samper, se presentó el contragolpe. Al igual que el golpe, fue audaz. Cuando algunos consideraban a Durán Dussán, al turbayismo, a Santofimio y a Carlos Lleras cadáveres políticos, los muertos decidieron resucitar. De aquí al 13 de marzo de 1988 se han propuesto librar la batalla política más interesante que se ha visto en mucho tiempo, de la cual dependerá quién se quedará con el Partido Liberal y, por consiguiente, con el poder en Colombia en los próximos 10 años.
Curiosamente, este apasionante duelo a muerte se está librando a través de dos nombres irrelevantes en la vida política del país hasta la fecha: el académico Eduardo Aldana y el dirigente gremial Juan Martín Caicedo. Era difícil que la coalición de Durán Dussán, Santofimio, Turbay Jr., Forero Fetecua y Alfredo Guerrero consiguiera mejor candidato que Caicedo Ferrer.

CAICEDO, PRESENTE
Juan Martín Caicedo estuvo presente desde la primera vez que se barajaron nombres para la candidatura liberal a la Alcaldía. Podría decirse que fue el "leit motiv" de cuanta lista se hizo y se deshizo en el intento de producir un candidato de unión.
Sonó, por ejemplo entre los nombres barajados inicialmente por el propio Sanedrín, cuando Juan Manuel Santos dijo que no a una invitación que se le extendió por adelantado. Fue el propio Santos el que lo llamó a contarle que su nombre había comenzado a sonar, y aunque obviamente se sintió halagado, no había razones suficientes para que tomara en serio su candidatura. Posteriormente fue incluido en cuanto abanico apareció durante esos días hasta ser tenido en cuenta entre los 9 nombres que se disputaban, en vísperas del Colegio Electoral, la nominación definitiva.
Paradójicamente, cuando el nombre de Caicedo estuvo más cerca de ser el candidato pero quedó más lejos de la candidatura, fue cuando se planteó la posibilidad de buscar una tercería que sería escogida entre Jaime Castro, Eduardo Aldana y él.
Ernesto Samper lo vetó y acogió el de Aldana, dejando al presidente de Fenalco sin ningún juego político. Pero así como se le cerró esa puerta con la formación del eje Galán-Samper, se le abrió una ventana dos semanas después, cuando el grupo liderado por el senador Durán Dussán, que no acató la decisión del Colegio, se puso en la tarea de escoger un candidato propio para contrarrestar el "golpe de Estado" que había llegado a consumarse.

LA BENDICION DE LLERAS
El ofrecimiento formal tuvo lugar en el apartamento de Fernando Botero Zea, el viernes 6 de noviembre. A la reunión asistieron, fuera del dueño de casa, Hernando Durán Dussán y Julio César Turbay Jr. Allí, Durán Dussán lo invitó a ser el candidato de la coalición. Sin comprometerse, Caicedo Ferrer respondió que iba "a reflexionar con la mayor responsabilidad sobre esta posibilidad".
La reflexión incluía una consulta con el ex presidente Carlos Lleras, quien acababa de romper relaciones con Galán por la tumbada de Abdón. Por eso, el miércoles en la noche lo visitó en su residencia donde, según las versiones oficiales, el ex presidente le dijo que tenía la intención de "ser imparcial" en el proceso, aunque aceptó conversar con él, largamente, de las propuestas sobre Bogotá que Caicedo tenía pensadas para la campaña.
Con esta luz verde, Caicedo procedió a llamar al presidente Barco, a Alfonso López, a Julio César Turbay (a quien no pudo contactar), al alcalde Sánchez, a Victor Mosquera a Washington, a Luis Carlos Galán y a Ernesto Samper (quien nunca le retornó la llamada). Barco le respondio generalidades, López fue distante Mosquera, protocolario, el alcalde primoroso y Galán cordial, pero no demasiado.
Superadas estas formalidades, se decidió adoptar una estrategia. Su candidatura no sería presentada a nombre de ningún grupo, sino que sería anunciada como una decisión propia e independiente, a la que el apoyo de la coalición de Durán Dussán le llegaría por añadidura.
Este requisito, a pesar de las protestas de algunos líderes populares se cumplió en el acto de lanzamiento que se realizó en el coliseo cubierto El Campín, el sábado pasado. Y en la prensa del fin de semana, la noticia no era una coronación, sino dos: la de la nueva Señorita Colombia y la de la candidatura de Caicedo Ferrer.
Las reacciones iniciales frente a esta candidatura fueron positivas. Y la imagen de la coalición de Durán, que después del descalabro del Colegio Electoral, era percibida como la derrota de una generación manzanilla, reapareció, más briosa que nunca. Y lo que en un comienzo fue calificado como una disidencia, adquirió súbita legitimidad y posibilidades electorales, al contar con un candidato respetable, la maquinaria y el prestigio de Durán Dussán y con la simpatía de los ex presidentes Turbay y Lleras. Alberto Santofimio, quien además de los urbanizadores Forero Fetecua y Alfredo Guerrero, es uno de los soportes de la coalición, afirma con una combinación de realismo y sentido del humor: "Este país nunca ha visto una candidatura con imagen llerista, maquinaria turbayista, y lanzamiento santofimista".

ECHANDO NUMEROS
El gran interrogante es cuántos votos puede poner este tipo de candidatura. De conformidad con el resultado electoral de las últimas elecciones (ver recuadro), los votos sumados de las fuerzas que conforman la coalición caicedista se acercan a los 200 mil. Durán Dussán "marco" 83 mil y los urbanizadores, más Santofimio, otros 100 mil. Esta cifra es muy inferior a la de la coalición SamperGalán, cuyas fuerzas sumadas superarían los 350 mil votos. Por lo tanto, si el pasado es referencia, la brecha que tienen que cerrar los caicedistas no es nada despreciable. Como se ven las cosas, para que Aldana no sea el próximo alcalde, se requiere que el nombre de Carlos Lleras le sume por lo menos 150 mil votos a la coalición. Aún aceptando que el ex presidente ha sido tradicionalmente la figura con más opinión en la capital, es difícil esperar semejante aporte, sobre todo si se tiene en cuenta que su ex protegido, Galán, a quien le había endosado el voto de opinión durante los últimos 8 años, está del otro lado.
Además de Lleras, Caicedo tiene otro elemento a su favor. Su indudable superioridad sobre Aldana como candidato. Esto quedó demostrado desde el momento en que lanzó su nombre, cuando se vieron los efectos de 10 años de pantalla y de cancha adquirida como dirigente gremial. Es recursivo, tiene facilidad de palabra y maneja bien la televisión, atributos que aún no ha demostrado tener su rival Aldana. Si los votos en Bogotá no fueran endosables, iría ganando. Pero las figuras y las maquinarias de Galán y Samper, producen mucho arrastre.
El sentimiento general sobre la coalición de estos dos, es que el jefe del Nuevo Liberalismo ha perdido un poco de su electorado, mientras que Samper lo ha aumentado. Aunque el prestigio de Galán sigue siendo muy sólido, su distanciamiento con Lleras Restrepo y la desilusión creada en algunos sectores puristas del Nuevo Liberalismo que no querian alianzas con el oficialismo, hacen pensar que ahora puede estar más cerca de los 150 mil votos, que de los 185 mil de las pasadas elecciones. Esta diferencia estaría compensada por el aumento de Samper, a quien todo el mundo le reconoce ser el ganador inmediato del "golpe de Estado". En conjunto, las fuerzas Galán-Samper, incluyendo las del alcalde, las de Diego Uribe y las de López Caballero, no deben ser menos de los 350 mil votos que pusieron en las pasadas elecciones. Y si bien no cuentan con el prestigio de Lleras, la imagen de dos hombres jóvenes, politicamente sanos y con muchas posibilidades de ser presidentes, puede tener más peso que un lanzamiento en Nueva Frontera. A esto hay que sumarle el hecho de que las elecciones serán manejadas por Julio César Sánchez quien, aunque no se le ha podido probar, está comprometido "hasta las cachas" con Galán y Samper. Dígase lo que se diga sobre el voto independiente, el gobierno distrital sigue siendo un factor definitivo en las elecciones.
Todo esto hace pensar que ni el carisma de Caicedo, ni el toque llerista, son suficientes para enterrar a Galán y Samper en las próximas elecciones. Pero la diferencia puede ser poca, y con un margen estrecho nada es absolutamente seguro, sobre todo si se tiene en cuenta que existen posibilidades de coalición con algunos sectores conservadores. El gran elector azul, Gustavo Rodríguez, quien tuvo 86 mil votos en las elecciones pasadas, está todavía en el mercado. Su posicion es: "Si todos los conservadores se unen (incluyendo a los alvaristas descontentos y a Pardo Koppel), me voy con mi partido. Si hay algún tipo de división, me siento libre de irme con cualquiera". María Eugenia Rojas y la coalición duranista prenden velas para que los conservadores no solucionen sus diferencias internas.

Otros grupos conservadores le están coqueteando a alguno de los dos candidatos liberales. Estos incluyen a Daniel Mazuera, Jaime Arias, Alvaro Pava, Miguel Santamaría y Elvira Cuervo; todos desafectos a la candidatura de Andrés Pastrana. Aquí la negociación consiste en que, si Caicedo y su combo aceptan que la candidatura es de coalición, varios de estos lo respaldarían. Hasta ahora la posición es que no es de coalición sino una candidatura liberal, que le daría la bienvenida a todos aquellos que quieran unírsele. Alrededor de esta discusión semántica las cosas por ahora están estancadas. Pero las dos partes están esperando ver cómo evoluciona para saber quién necesita a quién más tarde. De concretarse, el nuevo bloque podría aportar cerca de 50 mil votos. Pero como se ha dicho tantas veces, el resultado final no dependerá tanto de estos factores de maquinaria, sino de cuál será el porcentaje de votos fácilmente endosable. Por ahora, todo el mundo asume que Galán y Samper podrán traspasarle casi toda su votación a Aldana. Pero en esto puede haber sorpresas. El único estudio hecho hasta la fecha de transferencia de votos en Colombia fue uno realizado por el Centro Nacional de Consultoría, en el que se analizó la votación del urbanizador Alfredo Guerrero en 1982, cuando López Michelsen era aspirante a la Presidencia y Guerrero al Concejo por el Partido Liberal. El resultado fue que sólo el 40% de los votos de Guerrero se fueron para donde López y gran parte del resto para Belisario. Aunque esto puede ser más indicativo de la popularidad de Belisario que de cualquier otro factor, no deja de llamar la atención, una división del voto de esa naturaleza en un electorado que se consideraba cautivo.
Contra esta teoría podría alegarse que las dos votaciones, en esa ocasión, no eran el mismo día, como ahora y que, si bien Guerrero podía ser relativamente ajeno a la suerte de la elección presidencial, los participantes de la elección de alcaldes se están jugando prácticamente su vida política, sus nombres y el de sus familias. El turbayismo, molesto con una columna de Enrique Santos Calderón en la que afirmaba que el movimiento estaba en extinción, quiere sacarse el clavo demostrando, ni más ni menos, que Julio César Turbay Quintero sacará la votación más alta del país en el liberalismo. Con su nombre se va a encabezar la lista de Asamblea de cada una de las cinco listas de Concejo de la coalición. Así que, esta aspiración es perfectamente realista.
Carlos Lleras quiere sacarse el clavo del Aldanazo. Juan Martín Caicedo, quiere sacarse el clavo con Ernesto Samper, con quien tiene rivalidades gremiales, generacionales y políticas, que se acentuaron con el veto que éste le impuso la semana antepasada. Santofimio, aburrido de ser el símbolo de los "malos", quiere derrotar el maniqueísmo moral en que siempre lo han metido. Algo parecido les pasa a Forero y Guerrero. Aldana, por su parte, quiere demostrar que una cosa es un candidato desconocido y otra un candidato malo. Pero los que se la están jugando toda son Durán, Samper y Galán. Cualquiera de los dos lados que gane, determinará la próxima candidatura presidencial.
En toda esta división liberal es interesante ver cómo ha evolucionado el país en el último medio siglo. Esta semana se cumplen los 40 años de la muerte de Gabriel Turbay (ver artículo página 40), acontecimiento que simbolizó la tragedia que entrañaba la división liberal del 46, que tuvo como resultado el nacimiento de la violencia. Hoy, a nadie se le ocurre que la alcaldía de Andrés Pastrana o la de María Eugenia puedan tener la menor gravedad institucional. Por el contrario, la división liberal, es el elemento que más expectativas ha despertado en estas elecciones en las que, como se ven las cosas hasta ahora, cualquiera puede ganar.
Lo que es un hecho es que la división es irreversible. Tanto Samper y Durán como Galán, quemaron sus naves y ya no se pueden correr ante ninguna tercería. Los dos bandos tienen una gota de nerviosismo pero ambos prefieren dejarse contar. Como no hay mal que por bien no venga, la división del liberalismo en la elección de alcaldes en Bogotá muy probablemente producirá la unión del partido en las presidenciales. El 13 de marzo del 88 habrá un ganador y un perdedor y el 90 le pertenece al primero.

MIDIENDO FUERZAS
Votación en las últimas elecciones de las fuerzas que integran las actuales coaliciones

ALDANA
Cabezas de lista Votos
-Galán 184.739
(Senado)
-Samper 105.684*
(Senado)
-Julio César Sánchez 39.665
(Senado)
-Diego Uribe V. 15.540
(Senado)
-Alfonso López C. 14.423
(Cámara)
Total 360.051

CAICEDO
Cabezas de lista Votos
-Hernando Durán D. 83.000
(Senado)
-Alberto Santotimio B. 26.000
(Concejo)
-Rafael Forero Fetecua 36.252
(Concejo)
-Alfredo Guerrero E. 36.000
(Cámara)
-Carlos Ayala 11.000
(Cámara) Total 192.252

*El total de lá lista de Samper fueron 116.684 votos, pero Carlos Ayala, quien le puso 11.000 se pasó a las filas de Caicedo.

VOTACION DE BOGOTA EN EL 86
Elecciones presidenciales

-BARCO 715.000
-GOMEZ 335.000
-PARDO LEAL 49.000
-REGINA 18.000

TOTAL 1.117.000

ODIOS Y AMORES
Ver para creer. Lleras y Turbay aliados, y del otro lado López Michelsen. O por lo menos esa es la apariencia que tiene para la opinión pública la alineación de los ex presidentes en el enfrentarniento Aldana-Caicedo Ferrer. La cosa no es tan simple, pero no deja de llamar la atención cómo la historia contemporánea del Partido Liberal está marcada por las relaciones personales Lleras-López-Turbay. Los odios y amores de este trío han producido los grandes timonazos electorales del último cuarto de siglo.
Originalmente, Lleras y Turbay estaban amangualados en el Frente Nacional y López los insultaba sin piedad desde el MRL. Después de la unión liberal de 1968, las cosas cambiaron López pasó al bando de Lleras como su ministro de Relaciones Exteriores, y Turbay y Lleras se abrieron por primera vez al aspirar a la designatura.
Terminado el período de Lleras, éste se fue a vivir a Roma como asesor de la FAO, y quedó López en Bogotá de cabeza del llero-lopismo. En una convención en el Teatro Colombia en 1971, los turbayistas, que se habían apoderado de la maquinaria, abuchearon a Abdon Espinosa cuando intentó hacer una intervención. Como consecuencia, todos los lleristas y 105 lopistas, encabezados por Abdón y Lopez, se retiraron de la convención y fundaron un movimiento llamado "El Progresismo", para hacerle frente a Turbay. Lleras llegó de Roma y, en una campaña relámpago, la alianza suya con Lopez derroto a Turbay en forma sorpresiva, enterrando sus posibilidades presidenciales para el 74. En forma realista, aceptó la embajada en Londres y se fue.
El noviazgo Lleras-López no duró mucho, pues los dos querían ser presidentes y ninguno se lo decía al otro. Para esto, Lleras necesitaba a Turbay y le ofreció la jefatura única para dorarle la píldora. Posteriormente, se reunió con Durán Dussán en París y le planteo al turbayismo su posición: la alternación política creada por el Frente Nacional debia extenderse más allá de los 16 años pactados en Benidorm. ¿Estaría dispuesto el turbayismo a apoyarlo en esta causa? La respuesta fue afirmativa, y posteriormente se produjo la famosa "carta de Bruselas" que era un documento que el ex presidente Lleras le escribía desde Bélgica a Bogotá a su esposa Cecilia de la Fuente en el cual sostenía que los gobiernos de coalición y responsabilidad compartida, deberían continuar. López le salió al quite con el cuento de un gobierno de partido, y las dos precandidaturas se enfrentaron en la famosa convencion del 30 de junio de 1973, cuando Lleras, en forma inesperada, pidió una votación para ese mismo día con el fin de que escogiera candidato entre él y López. Creía contar con los votos del turbayismo, dado el apoyo que éste le había brindado a su propuesta de la "carta de Bruselas". Sin embargo, Turbay, alegando que él habia respaldado principios filosóficos, pero no el nombre de Lleras, mandó decir que al no contar estos principios con el apoyo del partido, dejaba a sus seguidores en libertad para votar "de acuerdo con su conciencia". Este voto de conciencia produjo la derrota de Lleras y la candidatura de López. De ahí en adelante, Lleras pasaría años diciendo, palabras más palabras menos, que Turbay lo había traicionado. Su venganza iba a consistir en quitarle a Turbay la Presidencia que supuestamente tenía asegurada para 1978. En un segundo intento reeleccionista, aceptó participar en lo que fue conocido como el Consenso de San Carlos. Este consistía en que el ganador de las elecciones parlamentarias sería el candidato del partido. Lleras fue aniquilildo por la maquinaria. Perdió en todos los departamentos, menos en Bogotá y esto no hizo otra cosa que aumentar la distancia entre los dos.
Durante el gobierno de Turbay, Lleras y Lopez se reconciliaron breve mente en una dirección tripartita ex presidencial, que incluía a Alberto Lleras. Esta se desintegro cuando López decidió buscar la reelección, consiguiendo la candidatura oficialista con la cual dejaba a lleras fuera del juego. Esta victoria fue corta, pues Lleras Restrepo decidió apoyar a Galán, con lo cual pudo obtener la derrota de López.
En el gobierno de Betancur, Turbay se la jugo a fondo por la candidatura Barco, mientras López y Lleras llegaron más escépticos y más tarde. Después del triunfo de Barco, no se volvieron a ver mucho, aunque las relaciones entre López y Turbay eran más cordiales que la de cualquiera de ellos dos con Lleras. Ahora, mientras Turbay se encuentra de embajador en Roma, las visicitudes de la elección de alcaldes lo dejaron, sin que ninguno supiera cuándo ni cómo, del lado de Lleras y ambos enfrentados a López. ¿Cuánto durará esta alineación y cuál será el próximo capítulo de la apasionante historia de los ex presidentes?