Home

Nación

Artículo

seguridad

El crimen no paga

Por primera vez en los últimos diez años todos los delitos de alto impacto social registraron una importante disminución. ¿Se mantendrá la tendencia?

4 de julio de 2004

Durante el primer semestre de este año la Policía capturó en todo el país, cada día, 819 delincuentes comunes, recuperó 79 carros robados y decomisó 172 armas de fuego. Las cifras solas pueden no decirle mucho al ciudadano común sobre la situación de seguridad en el país. Pero es que estos éxitos operativos se tradujeron en una reducción espectacular de los delitos que más afectan a la población. En promedio cayeron en 30 por ciento.

Aunque desde 2001 las estadísticas generales de la criminalidad en Colombia revelan disminuciones de algunos delitos, lo que resulta sorprendente de las cifras que serán reveladas por el Centro de Investigaciones Criminológicas de la Dijin esta semana es que por primera vez en los últimos 10 años las buenas noticias se extienden a todos los delitos.

Comparando el primer semestre de 2003 con el de 2004 el homicidio, uno de los delitos de mayor impacto social, presenta una disminución del 13 por ciento. Mientras entre enero y junio del año pasado fueron asesinadas 11.030 personas, en ese mismo período de este año la cifra bajó a 9.546 ciudadanos. Aunque evidentemente esta cifra sigue siendo escandalosa, no deja de ser importante la cantidad de vidas que se salvaron este año frente al anterior.

Otros delitos de impacto social como el atraco callejero, el robo de vehículos, de viviendas, de bancos y de establecimientos comerciales también han caído comparados con los de años anteriores. En los seis primeros meses de 2004 el hurto de automotores tuvo una disminución del 22 por ciento comparado con el mismo período del año pasado. La piratería terrestre y el asalto a entidades bancarias bajaron 34 y 60 por ciento respectivamente. Delitos tan dañinos y crueles como el secuestro o la extorsión también presentan una reducción importante de 44 y 36 por ciento (ver recuadros).

Aunque las cifras son contundentes y muestran un descenso general, lo irónico del asunto es que los habitantes de la mayoría de las ciudades no sienten estos cambios. La razón es relativamente simple. De acuerdo con los análisis del observatorio de seguridad de la Cámara de Comercio de Bogotá, aunque los grupos irregulares, guerrilla y paramilitares, sólo participan en el 3 por ciento de los delitos comunes, la resonancia de sus acciones es bastante alta y eso hace que la percepción de seguridad se distorsione.

Lo realmente notable es que estos descensos se han conseguido con un cuerpo de Policía que sigue siendo muy pequeño para cuidar la población de Colombia. En el país tan sólo hay un policía por cada 518 habitantes, cuando el promedio mínimo estimado por el BID es de uno por cada 250.

Frente a la falta de personal, parte de la estrategia de las autoridades que ha permitido esa reducción ha consistido en conservar, fortalecer y rediseñar algunos programas que ya venían en marcha en diferentes ciudades: ampliación de los programas de prevención de delitos como las escuelas y los frentes de seguridad ciudadanos, incremento de los CAI e instalación masiva de cámaras de vigilancia en sitios estratégicos de varias ciudades.

Aunque estos factores, que involucran directamente a la comunidad, han sido importantes en la lucha contra la delincuencia, gran parte de la disminución se debe también al desarrollo de estrategias puramente operativas. Entre estas, se han creado grupos élite especializados en cada uno de los delitos de impacto social y se están infiltrando los grupos de delincuentes con mayor frecuencia para desvertebrar las bandas desde adentro. De conservarse y ampliarse estas iniciativas, es claro que la tendencia que demuestran las cifras de este semestre seguirán por el buen camino de la disminución.