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Una hermana intenta consolar a Breider Rocha Pérez, padre de Lucas José Rocha Torregrosa de seis años y de Breiner José Rocha Torregrosa de cuatro años. | Foto: SEMANA

TRAGEDIA

El doloroso retorno de padres de niños muertos en Fundación

El análisis de Medicina Legal se prolongará hasta el martes, cuando se espera que entregue los cuerpos de los 32 niños.

21 de mayo de 2014

Desgarradoras escenas se vivieron poco después del mediodía de este miércoles en el municipio de Fundación (Magdalena), cuando los padres y madres de los 32 niños fallecidos descendieron de los buses que los trajeron de regreso a casa tras permanecer dos días en Medicina Legal en Barranquilla, donde les tomaron las muestras para poder realizar los cotejos que permitieran identificar los cuerpos a través de la prueba de ADN.

Fue la fatídica mañana del pasado domingo cuando 57 menores quedaron atrapados en un bus en llamas, que de manera aparentemente irresponsable estaba siendo aprovisionado de gasolina directamente en el carburador por el conductor Jaime Gutiérrez, quien iba acompañado por el pastor Manuel Ibarra, quien contrató el vehículo. Sobre ambos hombres hay medida de aseguramiento solicitada por la Fiscalía.

Entretanto, los inconsolables padres se abrazaban con sus hermanos, padres, abuelos, con sus otros hijos, en un profundo y doloroso quejido de dolor, mientras los vecinos trataban de brindarles apoyo y consuelo.

Es posible que tengan que pasar años para que estas familias puedan recuperar el sueño y dejar de preguntarse en qué momento y por qué a estos 32 niños, de entre 24 meses y 13 años de edad, perdieron la vida en el absurdo accidente ocurrido el pasado domingo. Algunos familiares de los niños abrigaban la ilusión de que la desaparición de sus hijos fuera un indicio de que se encontraban con vida.

Los barrios Altamira, Faustino y Cordobita, donde vivían los niños que se transportaban en el bus, 18 de los cuales sobrevivieron, 32 murieron y ocho se encuentran en cuidados intensivos en hospitales de Barranquilla y Santa Marta, comenzó a formarse hace 35 años en inmediaciones del estadio fútbol.

"Esta es una pesadilla de la que no despertaremos en varios años", dice la abuela de Andrea Carolina y Michel Quintero Cantillo, dos hermanitos de cinco y siete años, hijos de Rosa Cantillo y Édinson Quintero. En un radio de cuatro máximo cinco cuadras a la redonda viven la mayoría de los fallecidos y en una sola familia, los Fernández, perdieron a ocho niños.

Desde el lunes la Policía, el Ejército, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, SENA y los gobiernos municipal, departamental y nacional, todos las entidades de la red social del gobierno, han venido haciendo un trabajo sicosocial y están recorriendo de casa en casa, preparando a las familias para los duros días que vivirán ante las ausencias permanentes de sus niños.

Mañana está previsto el regreso a clase en el colegio Antonio Nariño, donde estudiaban 27 de los 32 niños, y la profesora Carmen Montenegro, conmovida le preguntaba a la coordinadora de primaria como iban a poder continuar con las ausencias de esos niños, a quienes ellos consideran sus hijos.

En Fundación todavía no creen que sea cierto este momento, la gente se lleva las manos a la cabeza, lloran, se dan contra las paredes, maldicen y esperan que sólo sea una pesadilla. Si sólo pudiéramos retroceder el tiempo, dice la profesora Carmen, derrumbada por el dolor sobre el pupitre de Andrea Carolina, una de sus discípulas.