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D O C U M E N T O

El enemigo interno

Informe especial de ‘Newsweek’ sobre la zona de despeje del Caguán.

27 de diciembre de 1999

En una tienda de campaña en los llanos del sur de Colombia la corte está en sesión. Afuera se agolpan los guerrilleros marxistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Su comandante está presidiendo el tribunal en calidad de juez, vestido de camuflaje y ostentando una camiseta con el Che Guevara.

Cinco campesinos están frente a él, defendiendo sus pretensiones contradictorias sobre un terreno de 50 hectáreas. Un campesino de 80 años sostiene que la tierra era toda suya hasta que un terrateniente que ni siquiera vivía en la región lo despojó a punta de engaños. Luego parceló el terreno y lo vendió a los otros cuatro. “¡Quiero que me la devuelvan!”, ruge. Silenciando la audiencia con un gesto el juez dicta su veredicto: “Dividiremos las tierras y ustedes se las repartirán, dice. La tierra no es para los terratenientes sino para los que la trabajan”.

Su palabra es ley, literalmente. El y otros ‘comandantes’ rebeldes gobiernan un enclave de 19.000 millas cuadradas que el presidente de Colombia, Andrés Pastrana, les cedió a las Farc hace un año. Algunos colombianos lo llaman con sorna la República Independiente de las Farc. La esperanza que existía entonces era que el gobierno demostrara su buena voluntad y así obligara a los rebeldes a terminar con los 35 años de insurgencia: una guerra que ha cobrado más de 35.000 vidas en la última década. Pero la supuesta ‘zona desmilitarizada’ de los rebeldes se ha convertido en cambio en una fortaleza desde la cual los 15.000 veteranos guerreros de las Farc pueden lanzar ataques por todo el país, armados con misiles tierra-aire, miles de rifles de asalto alemanes orientales recién adquiridos y su propia aviación, incipiente pero en crecimiento. Newsweek ha sabido que los rebeldes, utilizando millones de dólares de la industria de la cocaína, han contratado más de 30 asesores militares procedentes de lugares tan lejanos como Irán. Los consejeros de política exterior de Estados Unidos están preocupados con la idea de que un nuevo estado fuera de la ley, armado, peligroso y financiado con la droga, esté echando raíces en Suramérica.

La semana pasada los rebeldes emprendieron su peor ofensiva en cuatro meses utilizando al enclave como plataforma. En un solo día las Farc atacaron 13 localidades ubicadas en cinco departamentos, dejando 10 policías y 60 guerrilleros muertos. Más de 3.000 guerrilleros tomaron parte en la operación, que se extendió a partir de la zona de distensión. La ciudad de Puerto Inírida, una capital de departamento cercana a la frontera venezolana, estuvo a punto de caer en manos de los atacantes antes de que el gobierno enviara aviones de combate para desalojarlos. En Dolores, en el centro de Colombia, la guerrilla bombardeó la estación de la Policía y asesinó a los agentes que ya se habían rendido. En julio, durante una ofensiva similar, los atacantes llegaron a sólo 45 kilómetros de Bogotá antes de que el Ejército los hiciera retroceder. Cientos de personas murieron.



Fuerza aerea

Las negociaciones de paz han tenido numerosas interrupciones durante el último año. Inclusive mientras prosiguen en su sinuosa evolución la lucha continúa y las Farc mantienen implacablemente su carrera armamentista. Según un general del Ejército colombiano las guerrillas han adquirido ocho helicópteros. Las fuentes colombianas de Inteligencia dicen que los rebeldes también han comprado dos docenas de misiles tierra-aire Sam-12, capaces de derribar un avión a cuatro kilómetros de distancia. Las mismas fuentes dicen que los rebeldes han contratado asesores militares de Nicaragua y El Salvador, así como terroristas argentinos y chilenos y especialistas iraníes en explosivos, para que entrenen a los combatientes de las Farc en la zona desmilitarizada. “Las Farc no han descartado la posibilidad de una victoria militar sobre el Ejército”, advierte el ex asesor de seguridad nacional Carlos Rangel Suárez. “La zona está siendo utilizada por las Farc para fortalecerse militar y económicamente, y eso podría permitirles elevar su número hasta 30.000 hombres”.

En este preciso momento la prioridad de las Farc consiste en consolidar su control de las cinco áreas que componen la zona desmilitarizada. La capital extraoficial es San Vicente del Caguán, una ciudad polvorienta de gente ruda al estilo del lejano oeste. San Vicente cuenta con 14.000 habitantes. Era una localidad sin Dios ni ley antes de que llegaran los rebeldes. Peleas de cantina, violencia política y pleitos personales cobraban entre 20 y 45 vidas al mes. En unas semanas, luego de que la guerrilla asumiera el control, quedó prohibida la embriaguez pública y fueron desterrados los delitos menores como el robo y la violencia doméstica. Solo se han registrado cinco asesinatos en San Vicente en los últimos 12 meses. Los rebeldes ven su enclave como el laboratorio social para probar sus teo-

rías de combate contra la corrupción y de reforma social. “Tenemos mucho que aprender como gobernantes potenciales que somos, dice Fernando Caicedo, un comandante de las Farc. Pero hemos mostrado que tenemos propuestas serias tanto en lo político como en lo económico, lo social y lo militar”.

Lo paradójico es que así como lucen serios en algunos temas los comandantes no se incomodan con el tráfico de drogas y el reclutamiento de niños en su fuerza armada. Criaturas de 12 años en adelante están siendo presionados para ingresar a las Farc y la principal agencia colombiana para los refugiados, Codhes, estima que más de 2.000 civiles han huido de la zona, principalmente para evitar que sus hijos sean arrastrados a la guerrilla. Aproximadamente la sexta parte del cultivo de coca de Colombia se lleva a cabo en las áreas controladas por las Farc. Los comandantes rebeldes solían mantenerse por fuera del tráfico de droga, por lo menos de su definición técnica, cobrando un impuesto del 10 por ciento sobre las compras de hoja de coca al por mayor. Sin embargo, actualmente algunas unidades han perdido esos escrúpulos y compran las hojas a los campesinos para vendérselas a los carteles de la droga. Con las 37 pistas de aterrizaje que tienen en la zona los rebeldes ofrecen ahora un servicio de courier que transporta por avión cocaína procesada a cualquier parte del país, según oficiales de Inteligencia colombianos. Los comandantes de las Farc siempre han negado su participación en el narcotráfico.



A las malas

Al mismo tiempo va surgiendo un estado policivo que rige las cinco comarcas de la zona. Los líderes rebeldes no toleran ningún disentimiento. Varios jueces de la República y otros funcionarios locales han sido acosados y obligados a salir del enclave. Otros no han corrido con tanta suerte. A comienzos de este mes, y luego de un recorrido de campo de tres semanas destinado a recaudar evidencias, una delegación de Amnesty International acusó a las Farc de ser responsables de la ejecución de seis civiles y de la desaparición de otros ocho. Numerosos grupos de derechos humanos afirman que los rebeldes han asesinado por lo menos nueve cristianos evangélicos durante el verano pasado, aparentemente porque las víctimas eran sospechosas de pertenecer a escuadrones de la muerte derechistas. “Tenemos el valor de admitirlo, dice Caicedo. Hemos llevado a cabo algunas misiones para capturar agentes de Inteligencia y algunas personas han sido ejecutadas”.

Eunice Morales tiene su propia manera de ser valiente. El mes pasado unos guerrilleros arrestaron a Hermes, su marido, de 31 años, por sospechas de que era espía. Se lo llevaron para interrogarlo. Desesperada, Eunice habló con la comisión visitadora de Amnesty International acerca de la odisea de su marido. Gracias a la rápida intervención la guerrilla liberó a Hermes. “Todo el mundo tiene pavor de hablar, dice Eunice al referirse a la vida bajo el régimen de la guerrilla. No es justo que tengamos que sufrir abusos”.

Se suponía que el final de la Guerra Fría había traído consigo la extinción de los grandes movimientos revolucionarios marxistas como las Farc. Después de que se secó el suministro de apoyo soviético los rebeldes izquierdistas de El Salvador, pertenecientes al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, no tuvieron más alternativa que firmar la paz. Del mismo modo sus camaradas sandinistas tuvieron que permitir que se llevaran a cabo las elecciones democráticas que los sacaron del poder en Nicaragua. Sin embargo, a diferencia del Fmln y de los sandinistas, las Farc son autosuficientes desde el punto de vista financiero. Bajo la dirección de un líder campesino de 69 años llamado Manuel Marulanda las Farc han evolucionado enormemente y han pasado de ser una precaria banda de comunistas convencidos a una próspera empresa que no obedece más que sus propias leyes. Se estima que el grupo devenga cerca de 600 millones de dólares por concepto de rescates de secuestrados, pagos de sumas extorsionadas que ellos denominan impuestos revolucionarios y los consabidos ‘impuestos’ sobre la producción y el tráfico de estupefacientes que se desarrolla en el área bajo el control rebelde.

El empobrecido gobierno de Colombia está virtualmente solo en la lucha contra la insurgencia. El Congreso de Estados Unidos votó este año partidas para Colombia por 287 millones de dólares, convirtiendo a Bogotá en el mayor receptor de ayuda norteamericana, con excepción del Medio Oriente. Sin embargo se encuentra aún muy lejos de los 1.500 millones de dólares de ayuda de emergencia solicitados en agosto por Barry McCaffrey, jefe de lucha antidrogas de Bill Clinton, como respaldo al gobierno Pastrana. Por su parte Washington ha enfocado su atención casi exclusivamente en la droga. Un grupo de 75 rangers del ejército norteamericano está supervisando el entrenamiento de un nuevo batallón antinarcóticos del Ejército colombiano, el cual cuenta con 950 hombres. El Pentágono está anunciando planes para entrenar otros dos batallones antinarcóticos de élite.



Pastrana bajo presion

Ningún funcionario norteamericano parece dispuesto a enviar tropas estadounidenses al frente de combate, ni contra los barones de la droga, ni contra la guerrilla. En julio, cuando murieron cinco militares norteamericanos, aparentemente en un accidente aéreo cerca a territorio guerrillero en el sur de Colombia, las pérdidas fueron acalladas. Ni el Congreso ni la administración Clinton han mostrado arrestos como para internarse más en el problema. “Ellos pueden justificar el apoyo a la lucha antidrogas porque el tema de la droga es motivo de preocupación en Estados Unidos, dice Michael Shifter, socio de Inter-American Dialogue. Pero al no existir una Unión Soviética el combate contra las insurgencias es algo que no tiene mucho sentido”.

Pastrana se encuentra bajo una creciente presión por parte de sus generales para que sea recuperado el enclave rebelde. Los niveles de aprobación de su gestión han bajado hasta un lamentable 22 por ciento. Hasta ahora, sin embargo, el Presidente parece firme en su propósito de mantener el curso. Los colombianos lo eligieron el año pasado con base en su promesa de abrir negociaciones con las Farc. Los rebeldes han amenazado con retirarse del proceso de paz si les retiran su refugio. No obstante Pastrana y sus leales partidarios no están listos para admitir la derrota. “La zona desmilitarizada fue creada para brindar un espacio de negociación alejado del conflicto, dice Fabio Valencia Cossio, un ex senador y miembro del equipo negociador de Pastrana. Será mantenida sólo en la medida en que avance el proceso de paz”. Ello indica que Valencia piensa que el proceso de paz va para algún lado.

Los analistas militares afirman que los rebeldes no representan una amenaza seria para las principales ciudades del país durante los años venideros. Las Farc siguen siendo un movimiento rural con escaso apoyo popular entre la población de los cinturones de miseria de Bogotá o Medellín. Sin embargo el proceso ha hecho muy poco para proteger a los colombianos del alcance del brazo depredador de los rebeldes. La marcada inclinación de las Farc por secuestrar profesionales de clase media, al igual que ricos terratenientes, ha hecho peligrosos los viajes por tierra en muchas regiones del país. El control de facto que la guerrilla tiene se extiende mucho más allá de las fronteras oficiales de la zona desmilitarizada, lo cual le asegura un próspero futuro al sector productor de cocaína de Colombia.

Con cada nueva ofensiva que lanza la guerrilla hace que las conversaciones de paz luzcan más y más como una burla. “Tenemos ante nosotros un enorme desorden de primera magnitud, advierte un escéptico ayudante del Congreso que monitorea los sucesos colombianos. No sé para dónde va ese país. El proceso de paz es puro apaciguamiento. Usted no se sienta simplemente a negociar con el enemigo. Lo único que logra es envalentonarlo”. Muchos colombianos dudan que las Farc alguna vez hayan intentado negociar honestamente el final de la guerra. La semana pasada el propio Pastrana se mostraba abiertamente escéptico acerca de la sinceridad de los rebeldes. “Están obsesionados con sembrar la muerte y la destrucción, dijo furioso. Con sus ataques demenciales las Farc están traicionando la confianza que el gobierno y todos los colombianos han puesto en sus declaraciones sobre la voluntad de paz”. La paciencia del público se está agotando, y con ella puede estarse alejando la última esperanza de ponerle fin a la matanza.