Home

Nación

Artículo

EL FANTASMA

¿Qué hacía en Cali el hombre que nueve años atrás mató a 164 de sus compañeros en Tacueyó y parecía perdido para siempre?

13 de marzo de 1995

HACE NUEVE AÑOS, EN PLEno proceso de paz de Belisario Betancur, la zona de Tacueyó, en el departamento de Cauca, se convirtió en un cementerio guerrillero. Y no precisamente porque la subversión hubiera escogido el lugar para enterrar a sus compañeros caídos en la lucha, sino porque ese fue el lugar en el cual José Fedor Rey Alvarez -alias Javier Delgado- llevó a cabo la mayor masacre de la Colombia contemporánea.
Durante las últimas semanas de 1985, y en su condición de jefe del Frente Ricardo Franco, Delgado decidió ajusticiar a 164 de sus poco más de 200 compañeros. "Me enorgullezco de ser el jefe de una organización que ha ajusticiado a 164 asesinos de nuestro pueblo" fueron las palabras que pronunció frente a los periodistas, a quienes convocó a Tacueyó en esos días para darles la 'chiva'. Tras un discurso demente y paranoico, durante el cual explicó a los medios cómo había llegado a la conclusión de que niños de 12 años y mujeres embarazadas eran infiltrados del B-2, Delgado electrizó al país con una masacre digna de las peores purgas estalinistas, o de la crueldad de Pol Pot, dirigente máximo de los sanguinarios Khmer Rojos de Camboya.
Fue en Cali, su ciudad natal, donde este hombre, de quien sus propios compañeros decían que "había perdido el juicio", inició su vida de revolucionario. A los 15 años se unió a la juventud comunista y se convirtió en uno de sus líderes estudiantiles. Un par de años más tarde, en 1973, cuando terminó quinto de bachillerato, Delgado decidió dejar los estudios e irse a Bogotá. Allí ingresó en un frente urbano de las Farc, en el cual trabajaba como estafeta.
A pesar de que en cuestión de unos años Delgado se convirtió en uno de los pupilos consentidos de Jacobo Arenas y de que era uno de los jefes de finanzas de las Farc, fue acusado de hacer divisionismo y expulsado de la organización. De las filas de Arenas partió llevándose un botín considerable: 600 millones de pesos de entonces. Con ese capital creó, en 1982, el Frente Ricardo Franco, tomando el nombre de un bandolero de Yacopí que se convirtió en comandante de las Farc y fue luego ajusticiado por el movimiento. El Ricardo Franco se llenó de jóvenes seducidos en parte por el radicalismo de su líder -el cual contrastaba con la política de tregua impulsada por las Farc- y por su poder económico. Se decía en la época que un militante del Franco podía llegar a ganar hasta 40.000 pesos al mes.
El Frente, rico y bien armado, hizo alianzas estratégicas con otros grupos guerrilleros como el M-19 o el Quintín Lame, para llevar a cabo acciones como la toma de Yumbo, en 1984. Fue por ese entonces cuando, por cuenta del canibalismo interno y de su paranoia, Delgado 'suicidó' al Ricardo Franco y huyó, aparentemente a Ecuador, hasta su captura el jueves pasado.
La detención del 'monstruo de los Andes', como se le llamó entonces, ha suscitado varias dudas. La primera es qué hacía en Cali. La segunda, por qué lo capturó el Comando Especial Conjunto, el Bloque de Búsqueda contra el cartel de Cali. Una fuente de este comando aseguró que en un principio, y debido a los numerosos guardaespaldas que acompañaban a Delgado, los hombres del comando creyeron que había caído un capo del cartel. Pero un funcionario judicial enterado del caso le dio a SEMANA otra versión: que el cartel lo entregó para satisfacer las necesidades del comando de mostrar algún resultado. Versiones y contraversiones que demuestran que aún no se ha marcado el punto final en la historia de Javier Delgado.