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EL GOLPE DE ESTADO

Alianza Samper Galán busca relevo generacional a la brava.

7 de diciembre de 1987

Sin duda alguna fue un golpe de estado. A la brava, si se quiere a la fuerza, Luis Carlos Galán y Ernesto Samper se adueñaron de la candidatura liberal a la Alcaldía de Bogotá. El golpe de estado no fue incruento. En el campo quedaron tendidos muchos heridos políticos, de los cuales no se sabe cuántos sobrevivirán. Y entre los heridos no solamente hay soldados. También hay generales, y hasta un ex presidente. Al final de la semana, los dos jóvenes coroneles que habían fraguado el golpe, se paseaban con aire de triunfo, y algo de arrogancia, estrenando palacio.
Cuánto tiempo permanecerán en el poder, depende de un evento: que el próximo alcalde de Bogotá sea el ingeniero Eduardo Aldana Valdés. La consolidación del golpe, por lo tanto, está en intirinidad, hasta el 13 de marzo de 1988, cuando por primera vez en Colombia tendrá lugar la elección popular de alcaldes.
Cómo se llegó a que un hombre virtualmente desconocido esté de candidato para la segunda posición más importante de Colombía, es una historia llena de intríngulis y de intrigas, de cuyo desenlace dependerá no solamente quién será el próximo alcalde, sino además quién será el próximo Presidente de Colombia.

¿QUIERES QUE HABLEMOS?
Todo comenzó la primera semana de septiembre en casa del exportador de café llero-galanista Gustavo Gaviria. Allí tuvo lugar la primera reunión, en la cual los grandes "cacaos electorales" de Bogotá discutieron la posibilidad de presentar un candidato conjunto con el galanismo, para la alcaldía de la ciudad. Estaban presentes el compromisario para la elección del alcalde de Bogotá, Víctor Mosquera Cháux, el alcalde Julio César Sánchez, los senadores Ernesto Samper, Hernando Durán, y Eduardo Mestre por el lado del oficialismo. Y el senador Galán y los representantes César Pardo y José Blackburn, por el lado del Nuevo Liberalismo.
A pesar de que duró varias horas, la reunion no pasó de ser una simple aproximación preliminar, ya que no hubo forma de reconciliar la posición de Hernando Durán Dussán y la de Luis Carlos Galán. Durán decía una y otra vez que no estaba dispuesto a estudiar ninguna posibilidad diferente que la del apoyo unificado a un candidato del oficialismo. Galán reiteraba que si la posición era la de vetarlo de entrada, no tenían sentido esas reuniones. Sin ningún progreso, se acordó que Mestre y Galán seguirían dándole vueltas al asunto, en una entrevista posterior.
Al contrario de la anterior, la reunión con Mestre resultó sorprendentemente productiva. Las dos corrientes del liberalismo, divididas desde 1982, se pusieron de acuerdo, finalmente, para colaborar en los trámites del trabajo parlamentario y dejar abierta la puerta para un entendimiento político. El espíritu del acuerdo, sin mayores detalles, quedó consignado en un documento que redactó en su totalidad Luis Carlos Galán el 10 de septiembre, que consultó con Mestre el 11 y que fue divulgado a la opinión pública el 12.
El día en que llegó a Colombia la noticia de que el presidente Barco había sido operado de urgencia en Seúl, los mismos asistentes a la reunión en la casa de Gaviria, más María Cristina Ocampo de Herrán (coordinadora del Nuevo Liberalismo en Bogotá), se citaron en el Gun Club. Allí ya se habló de nombres concretos. A Blackburn, que hacía de secretario, le dictaron una lista de todos los nombres que se habían barajado hasta el momento, 17, y después de tres horas de discusión se llegó, por descarte, a tres: Otto Morales, Fernando Hinestrosa y Patricio Samper, los únicos nombres sobre los cuales no hubo objeción. El compromisario Víctor Mosquera quedó designado para tratar de comunciarse con Barco en Seúl y pedirle "la señita" sobre alguno de los tres candidatos. Este contacto, sin embargo, no se logró sino tres semanas después, superada la crisis médica, cuando Mosquera informó que el favorecido con el guiño presidencial era Otto Morales. Había sido escogido candidato por consenso. Era el único que reunía todos los "síes" .
El alcalde llamó a Otto para pedirle que aceptara la candidatura, pero en esta conversación Morales le dio un "no" rotundo, que más adelante refrendó por escrito, en una carta que hizo pública. Había que volver a empezar.
Mientras tanto, y ya al regreso de Barco, se había abierto camino la tesis de que no tenía presentación que el candidato liberal pareciera escogido a dedo y se optó por buscar una fórmula que tuviera visos de consulta popular. La fórmula se discutió el sábado 13 de octubre en el hotel Charleston, al norte de Bogotá, durante una reunión que se prolongó desde las 5 de la tarde hasta las 12 de la noche. Se descartó la posibilidad de una Convención, ya que el Nuevo Liberalismo no podía asistir, porque tiene personería propia como movimiento inscrito ante el Consejo Electoral. Surgió entonces la alternativa del Colegio Electoral. Y, además, por sugerencia del senador Durán Dussán, se discutió la conveniencia de invitar al Colegio a otras figuras de la política distrital, diferentes de los cuatro senadores que habían manejado las conversaciones hasta el momento. Concretamente se habló de los concejales Rafael Forero Fetecua y Alfredo Luis Guerrero, "los urbanizadores piratas", a quienes Durán consideraba importante darles juego, pues, tratarlos como proscritos morales, sería echarlos en brazos de María Eugenia, con sus 70 mil votos. "Ellos puede que estén desacreditados, pero los votos no tienen la culpa": afirmó Durán para convencer a sus contertulios.
Durante los días siguientes, el senador Durán Dussán, que arrancó con 48 delegados propios para el Colegio, se dedicó a recoger los votos flotantes hasta aproximarse a 145 delegados, incluyendo a Santofimio, Páez Espitia, Turbay jr., Forero y Guerrero. Esta coalición acogió el nombre de Abdón Espinosa, que días antes el propio ex presidente Carlos Lleras había lanzado e inscrito como candidato.
Inicialmente, todo el mundo dio como un hecho la alcaldía de Abdón Espinosa. No sólo contaba con el lanzamiento, un poco sorpresivo, del ex presidente con más ascendiente sobre el electorado bogotano, y el apoyo del diario El Tiempo, sino que además se suponía que si había pasado la prueba de fuego del apoyo turbayista, el del galanismo se daba por descontado, por la asociación del jefe del Nuevo Liberalismo con Lleras.
Pero por dentro, la cosa no era tan automática. A pesar de su excelente hoja de vida, Abdón Espinosa tiene por su temperamento volcánico, un poco la reputación de ser una bala perdida. Galán y Samper, que están acostumbrados a mandar, no estaban muy dispuestos a someterse a los riesgos de la conocida independencia de Espinosa. Como confirmando esta sospecha por adelantado, ni Lleras ni Espinosa movieron un dedo para obtener el respaldo de Galán, Sánchez y Samper. Así los primeros dejaron la impresión de que el dedo de Lleras era suficiente para ungir a Abdón y que sobraba el lobby.
Fue por esta razón por la que Espinosa se dio el lujo de no asistir a un almuerzo que, cuatro días antes del Colegio Electoral, ofreció el Nuevo Liberalismo en el Salón Rojo del Hotel Tequendama en honor de los 9 aspirantes.
Las reservas contra Abdón, según se ha enterado SEMANA, también se extendían al propio Presidente de la República, quien las hizo saber sutilmente a través de dos de sus ministros. Barco considera la Alcaldía de Bogotá como su feudo particular y en él ha venido trabajando en mancorna con Julio César Sánchez.

LA SAGACIDAD DE SAGASA
Con estas consideraciones en mente, Galán y Samper echaban números. El Nuevo Liberalismo que había resuelto presentar la candidatura de Patricio Samper, reunía cerca de 101 delegados. El samperismo, por su parte, que había optado por la candidatura de Hernando Gómez Buendía, ajustaba 57. A eso habia que sumar los votos del alcalde Sánchez, que descontados tres fijos para Abdón, sumaban alrededor de 20.
Durante esta etapa, Ernesto Samper tenía la esperanza de que su candidato pudiera restarle votos a Espinosa, con lo cual se abria la posibilidad de que Patricio Samper pudiera ganarle en la primera vuelta. La razón era que entre Samper, Galán y Sánchez existía un acuerdo político que se popularizó con el nombre de "Pacto SAGASA" (Samper-Galán-Sánchez), en virtud del cual el candidato perdedor le cedería sus votos al ganador en la segunda vuelta del Colegio Electoral. Era tan estrecho el compromiso político que, en alguna reunión, el alcalde Sánchez llegó a afirmar: "Debemos apoyarnos como los tres mosqueteros. Espalda contra espalda".
Sin embargo, a medida que se aproximaba la fecha escogida para el Colegio (que se optó por convocar antes de que Santofimio asumiera la presidencia de la Dirección Liberal), las cuentas del "Pacto SAGASA" no cuadraban. Tanto Samper como Galán habían aceptado que si Abdón Espinosa era el ganador de la primera vuelta, estaban políticamente obligados a apoyarlo en la segunda. Y todo indicaba que así iba a suceder.
El jueves 29, Samper y Galán se reúnen nuevamente, y ante la inevitabilidad del triunfo de Abdón, tomaron la decisión de buscar un tercero. Al día siguiente, se organizó un desayuno en la casa de Galán al que asistieron Hernando Gómez Buendía Patricio Samper, el alcalde Sánchez, y el presidente de la Dirección Liberal, Eduardo Mestre. En él, Galán y Samper les informaron que habían decidido una tercería. Patricio Samper insistió tímidamente en que de pronto lograba conseguir unos votos más, pero finalmente aceptó de buen grado retirar su nombre. Hernando Gómez, por su parte, dice que "sí" de entrada, afirmando que él ya había quedado pagado con el "pantallazo" que recibió.

Para la tercería se discutieron tres nombres: Jaime Castro, Juan Martín Caicedo y Eduardo Aldana. Castro, quien había inscrito su nombre después de consultarlo con el ex presidente López, fue descartado por considerar que el episodio de su frustrado nombramiento como embajador ante la ONU podría implicar que el gobierno no viera con buenos ojos su candidatura. Frente al nombre de Juan Martin Caicedo, Ernesto Samper expresó ciertas reservas: Caicedo ha sido su contradictor permanente en temas como los sanandresitos, los vendedores ambulantes y la reforma urbana.
Eso sólo dejaba abierta una posibilidad, la del ingeniero Eduardo Aldana quien, aunque desconocido, llenaba varios requisitos políticos. El primero, el de que era lo suficientemente equidistante de todas las fuerzas políticas del liberalismo de Bogotá, como para no aparecer como candidato de grupo, y eventualmente obtener el respaldo de algunos delegados del otro sector. Pero, además, Aldana tenía dos requisitos que aumentaban su sex appeal político: el de estar casado con Maristella Sanin, quien había sido ministra de Trabajo de Turbay Ayala, lo que podría facilitar el entendimiento con el turbayismo. Y el de trabajar en la Universidad de los Andes y ser muy buen amigo del rector, Arturo Infante, yerno del senador Durán Dussán. Según la versión oficial de Samper y Galán, Aldana se inscribió por iniciativa espontánea de unos ex alumnos suyos de los Andes, limitándose él a consultar al respecto a los ex presidentes López y Turbay. En otras palabras, no hubo componendas previas y fue pura suerte que su nombre estuviera milagrosamente ahí para servir de tercería. Esta versión desafia un poco la credibilidad, pues la Alcaldía de Bogotá no está normalmente al alcance de la mano para un "espontáneo", y algunos creen que tuvo que haber contado, por lo menos, con el visto bueno de Barco antes de inscribirse. Para esta operación pudo haber servido de intermediario el ministro de Minas Guillermo Perry Rubio, quien además de ser intimo amigo de Aldana, es suplente de Samper en el Senado. A las 10:30 de la mañana, Galán llamó a Aldana y lo citó con urgencia en su casa, para servirle en bandeja de plata la tercería. Cuando escuchó la oferta, Aldana dijo: "Se me apareció la Virgen. Estoy abrumado".
Lo que sucedió después, todo el mundo lo conoce. Ante la contundencia numérica que representaba el "Pacto SAGASA", los seguidores de Abdón Espinosa resolvieron marginarse del Colegio Electoral, alegando que se había protagonizado una encerrona. Así, el ingeniero Eduardo Aldana, quedó elegido por 201 votos en la primera vuelta. El golpe de estado estaba consumado.

AMANECERA Y VEREMOS
No habian transcurrido 24 horas cuando comenzaron a llover acusaciones de un lado al otro sobre celadas, mala fe, incumplimiento de compromisos, etc. Los duranistas acusaban al otro bando de incumplimiento de acuerdos tácitos, mientras que Galán y Samper acusaban de violación de acuerdos expresos. En realidad, tenían más razón los segundos que los primeros. Lo que los duranistas tildaban de encerrona, es que la contraparte no llegó a la segunda vuelta, sino que definió la cosa en la primera. Esta acusación es algo débil, pues las dos vueltas no se inventaron para que hubiera dos votaciones, sino para garantizar una mayoría absoluta. Pero este requisito, si en la práctica se surtía en la primera, como sucedió, sobraba la segunda vuelta.
Los duranistas en realidad simplemente habían perdido bajo la aplicación estricta de las reglas del juego. Lo que ellos llaman acuerdos tácitos era la esperanza de que hubiera concenso y no mayoría, pero el Colegio tenía reglas para definir por mayoría. Sin embargo, en política nada es blanco o negro, y el golpe de estado de Galán y Samper tiene altos riesgos, de no corresponder la mayoría del Colegio Electoral con la mayoría en las urnas el 13 de marzo de 1988.
Galán y Samper son arrolladores electoralmente, pero escogieron un candidato sin un solo voto, y, está por medirse la capacidad de endoso que existe en un electorado relativamente independiente como el bogotano. En la capital, al fin y al cabo, no hay tanta ternera a la llanera, aguardiente y buses como en el resto del país. Además, existe la tradición de un voto de opinión independiente que ha producido sorpresas como las derrotas de López a Turbay en el 72, Lleras a Turbay en el 78, Galán y Betancur a López en el 82, y Samper a Durán en el 86. En cada uno de los casos anteriores, el prestigio derrotó a la maquinaria. Galán y Samper, que hasta la semana pasada tenían el monopolio del prestigio, pasaron a convertirse en los dueños de la maquinaria. Durán, que es de la maquinaria no es que se convierta en el del prestigio, pero si consigue un candidato con imagen, puede equilibrar fuerzas frente al anonimato de Aldana.
El problema está en encontrar ese candidato. Aunque para Durán es de vida o muerte el hundimiento de Aldana, aún a costa de la derrota del liberalismo en Bogotá por la división, no lo es asi para los oficialistas con votos y aspiraciones políticas a largo plazo, para quienes un enfrentamiento con Galán y Samper puede resultar suicida. La resurrección política de Durán depende de que su candidato obtenga un voto más que Aldana, aunque pierda la Alcaldía. Esto humillaría tanto a Galán y a Samper, que lo dejaría con muy buenas posibilidades para una candidatura en el 90, posibilidad, hoy inexistente después del resultado del Colegio Electoral.
Pero esto es un problema más personal que de partido, y Galán y Samper no son mansas palomas ni política ni electoralmente. A su favor tienen que la elección de alcaldes es el mismo día que la de concejales, por lo tanto, pueden endosar más fácilmente sus votos a su protegido. De ser en fechas diferentes les quedaría mucho más cuesta arriba, pues pesaría mucho más el nombre del candidato que el de las cabezas de lista.
Al cierre de esta edición, Durán Dussán estaría jugando con los nombres de Gustavo Vasco y Juan Martín Caicedo para enfrentarlos a Aldana y dejarse contar o buscar una tercería. Vasco, a quien debería parecerle ridículo ser el protegido de Durán, en vez de ser el protector de Barco, le coquetea más a la cosa de lo que los observadores políticos pudieran imaginarse. Sin embargo, lo que tiene es demasiado bueno para sacrificarlo y se anticipa que finalmente no será. Esto deja solamente a Juan Martín Caicedo, quien tiene más prestigio que Aldana pero no el suficiente apoyo electoral para garantizar el milagro. Habrá que ver si acepta. En todo caso si gana estaría haciendo historia.

GANADORES Y PERDEDORES
En todo caso el que no gana por ningún lado es el pobre Partido Liberal. Las encuestas demostraban que era matemáticamente imposible que perdiera las elecciones. Sin embargo, como van las cosas, está a punto de producirse ese descalabro. Las candidaturas de Andrés Pastrana y María Eugenia son ambas muy sólidas y sería ingenuo descartar sus posibilidades ante un Partido Liberal dividido, no en dos sino en tres, puesto que Eastman ha comunicado que no se retira, pase lo que pase.
Fuera de María Eugenia y Pastrana, los grandes ganadores a corto plazo del golpe de estado son Víctor Mosquera y el alcalde Julio César Sánchez. La jugada de Samper y Galán le dejó, por ahora, mal sabor a la maquinaria liberal. Samper, al cambiar de bando, desilusionó a sus viejos socios, y para volver a congraciarse con ellos tendrá que desplegar no sólo su irresistible simpatía, sino mostrarles que su carambola se pagó con votos. "En Bogotá todo el mundo trató de salvar su pellejo, pero el único que lo dejó en la alambrada fue el Partido Liberal", dijo el senador José Name al ser consultado por SEMANA al respecto. Por su parte el senador Bernardo Guerra Serna comentando la alianza Galán-Samper afirmó: "Es un campanazo para la clase política".
Galán ganó y perdió al tiempo. Por un lado estaba arrinconado y sin salida, mientras estuviera por fuera de la maquinaria. Por lo tanto cualquier cosa es un progreso. Pero su ingreso al mundo de la maquinaria samperista implicó herir los sentimientos de Guerra, Name, Santofimio y compañía para quienes en este momento, Samper se pasó de listo.
Es de preverse que para el 90 todas estas heridas no hayan alcanzado a cicatrizarse definitivamente. Esto hace que las acciones de Victor Mosquera, por inercia y equidistancia, se valoricen en la bolsa de la Convención Liberal.
El otro ganador es el alcalde Sánchez. Como forjador y bisagra del eje Samper-Galán, tiene mucho por cobrarle a éstos, sin haber incurrido en la animadversión de los otros. Con inmensa popularidad en su gestión como alcalde, designatura asegurada y Ministerio de Gobierno probable, Sánchez está a punto de ingresar a "las Grandes Ligas".
Lo que nadie puede desconocer es que Samper y Galán hicieron una jugada audaz. Samper, quien podía jugarse la carta del presente, prefirió jugarse la del futuro. Galán, por su parte, tenía asegurada la del futuro, y se decidió jugarse la del presente. La fórmula puede tener ciertos riesgos a corto plazo, pero como se perfilan las cosas el futuro es de ellos.