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EL HOMBRE CLAVE

Tras la entrega de Alberto Giraldo a la Fiscalía, se abre un capítulo de definiciones en el famoso expediente 8.000.

26 de junio de 1995

ERAN LAS 11:30 DE LA MAÑAna del jueves pasado, cuando un fiscal sin rostro les ordenó a los agentes del Cuerpo Técnico de la Fiscalía trasladar a la cárcel nacional La Modelo de Bogotá al periodista Alberto Giraldo, quien tres horas antes se había entregado a las autoridades. Antes de abandonar las instalaciones de la Fiscalía Regional, ubicada en pleno corazón de Bogotá, Giraldo le pidió a los agentes que le permitieran acercarse por un instante a uno de los ventanales del piso noveno de la sede judicial. Desde allí contempló a la ciudad y unos segundos después dijo: "Déjenme ver por última vez a Bogotá".
Como si se tratara de una premonición, Giraldo abandonó la Fiscalía con la idea de que pasará mucho tiempo antes de que él vuelva a tener la oportunidad de apreciar libremente los edificios de la capital. En un espectacular operativo fue conducido a la cárcel La Modelo, donde fue recluido en el pabellón de máxima seguridad. De allí solo saldrá a rendir indagatoria ante un juez sin rostro sobre muchos temas, en los cuales Giraldo es uno de los principales protagonistas.
Con su regreso desde Aracataca, Magdalena, donde permaneció escondido el último mes en una casa de uno de sus yernos, Giraldo le puso fin a la intensa búsqueda a la que había sido sometido por parte de las autoridades. Esta empezó el pasado 20 de abril cuando el ente acusador le dictó una orden de captura por presunto enriquecimiento y testaferrato, dentro del proceso que busca esclarecer las relaciones entre algunos miembros de la clase política con el cartel de Cali.
Hasta junio del año pasado Alberto Giraldo era reconocido como un veterano cronista político que combinaba sus actividades periodísticas con el mundo de las relaciones públicas. En algunos círculos sociales y políticos en los que se movía Giraldo se conocía que él mantenía una relación con Miguel y Gilberto Rodríguez desde hacía varios años. Pero esta relación solo quedó plenamente en evidencia ante la opinión pública cuando en junio del año pasado aparecieron varias grabaciones que contenían conversaciones entre los Rodríguez Orejuela y Alberto Giraldo.
En las cintas los Rodríguez le manifiesta a Giraldo la intención de financiar las campañas políticas, que en ese momento estaban en pleno desarrollo y que conducirían a la elección de un nuevo Presidente de la República. Desde cuando las grabaciones fueron públicas Alberto Giraldo dijo reiteradamente que ninguna de las campañas había recibido los dineros ofrecidos por los dos principales cabecillas del cartel de Cali. A pesar de su insistencia y a que la Fiscalía en los tiempos de Gustavo de Greiff archivó la investigación, el nombre de Alberto Giraldo siempre ha estado en primera plana porque la opinión pública cree que las conversaciones con los Rodríguez no se limitaron a unos simples ofrecimientos de dinero.
Lo único claro hasta ahora en este espinoso tema es que Giraldo mantiene una relación con los hermanos Rodríguez desde 1977, como él mismo lo sostuvo en un comunicado que dio a conocer desde la clandestinidad el 24 de abril pasado cuando ya las autoridades estaban tras sus pasos.
Pero no sólo la relación era una simple amistad. De acuerdo con las investigaciones adelantadas por la Fiscalía después de los allanamientos hechos por el Bloque de Búsqueda en las oficinas de Guillermo Pallomari y Julián Murcillo, se descubrió que Giraldo y el ex senador Eduardo Mestre recibían pagos por parte del cartel de Cali.
En los documentos incautados se encontraron desprendibles de chequeras del Banco de Colombia -sucursal central de Cali- en los que se registran varios pagos a Giraldo. Uno de los cheques girados era por valor de 10 millones de pesos y correspondía a gastos generales. El giro se hizo a través de las empresas Distribuidora Agrícola La Loma y Productos Agrícolas El Diamante, cuyo principal accionista es Miguel Rodríguez Orejuela.
Estas empresas fueron constituidas el 12:de enero de 1994 en la notaría novena de Cali y registradas el 21 de ese mismo mes. Según la Fiscalía, las dos compañías iniciaron sus labores cada una de ellas con un capital de 10 millones de pesos.
Por estas acusaciones Giraldo comenzó a responder el viernes pasado ante un fiscal sin rostro. De acuerdo con fuentes cercanas al proceso, la primera jornada de indagatoria se caracterizó por la similitud con la diligencia que en abril pasado cumplió Eduardo Mestre ante el mismo fiscal. En el interrogatorio el fiscal se sorprendió porque Giraldo también sostuvo que buena parte de su fortuna la había hecho comprando y vendiendo obras de arte. Al igual que Mestre, el periodista también dijo que aunque conoce a los hermanos Rodríguez Orejuela hace 18 años, nunca ha sido asesor de ellos.
A mediados de la semana terminará la indagatoria de Giraldo. Y desde ese momento la justicia tendrá oportunidad de llegar al fondo de la verdad en uno de los episodios más escandalosos de Colombia. Pero además será la ocasión para recordarles a aquellos que mantienen amistades que están al otro lado de la ley, que también en este caso la justicia cojea, pero llega.