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EL HOMBRE DEL SOMBRERO BLANCO

Tras 15 años de guerra el M-19 parece decidirse por la lucha pacífica.

30 de octubre de 1989


Un mes llevaban los colombianos oyendo hablar de guerra. Por eso, cuando el 18 de septiembre viajaron a Santo Domingo (Cauca) el consejero presidencial Rafael Pardo y sus asesores y el viceministro de Gobierno, José Noé Ríos, para entrevistarse con la comandancia del M-19 y ultimar los detalles para la desmovilización de ese grupo guerrillero y su reincorporación a la vida civil, un aire fresco corrió por el país.

Sin embargo, hablar de paz, y sobre todo de sólo un poco de paz en tiempos de tanta guerra, siempre resulta difícil. Es así como, a pesar de que se anunció para esa semana la firma del acuerdo, los colombianos tuvieron que esperar una semana más antes de que saliera humo blanco de Santo Domingo. Finalmente, el 26 de septiembre, el gobierno y el M-19 lograron, tras nueve meses de negociaciones, poner en blanco y negro en un documento de 53 páginas que aún no ha sido dado a conocer a la opinión pública, los términos del pacto político que permitirá que ese movimiento guerrillero se desmovilice antes de finalizar el año.

Aunque el acuerdo incluye varios temas relacionados con aspectos socio-económicos, electorales y de orden público, en síntesis, mientras el gobierno se comprometió antes del 16 de diciembre a convocar a un referéndum y lograr la aprobación de la ley de indulto, el M-19 adquirió el compromiso de consolidar para esa fecha su proceso de desmovilización.

A pesar de que la mayor parte del trabajo ya estaba hecho a través de las mesas de concertación y análisis en que participaron el gobierno, el M-19 y los partidos políticos, llegar al documento final no fue tarea fácil. A diferencia de las reuniones anteriores entre el gobierno y el M-19 cuando prácticamente Carlos Pizarro había asumido como comandante la vocería única del movimiento, esta vez estaba allí la comandancia general en pleno, muchos de cuyos miembros habían estado ausentes de los encuentros iniciales y de la mayor parte del proceso. Ponerlos al día tomó su tiempo. Sin embargo, la mayor dificultad se presentó a la hora de decidir los términos y las condiciones de la convocatoria al referéndum. Mientras para el gobierno resultaba claro que, dadas las actuales circunstancias, es muy posible que en la convocatoria de comienzos del año próximo se tengan que incluir no sólo los temas relacionados con la paz con el M-19, sino también otros tendientes a darle piso constitucional a la guerra que se libra contra las otras formas de violencia, incluido el narcotráfico; para el M-19 resultaba inaceptable que se incluyera dentro de un mismo paquete un referéndum para la paz con un grupo guerrillero y otro para la guerra contra los narcos. Según palabras del comandante Antonio Navarro Wolf eso era "como mezclar vodka con agua bendita". El principal argumento que esgrimía el M-19 era que incluir en un sólo referéndum la paz con el M-19 y la guerra al narcotráfico, implicaba para el M-19 tener que salir a apoyar indirectamente una serie de medidas con las cuales no estaba del todo de acuerdo, como por ejemplo la extradición.

Después de intensas jornadas de trabajo que se prolongaron en total seis días, el gobierno no dio su brazo a torcer. Si bien podía comprometerse a incluir dentro del referéndum la circunscripción especial por la cual los grupos guerrilleros que se demovilicen (léase el M-19) tendrían derecho por una sola vez a llegar al Congreso por una circunscripción nacional especial, los delegados presidenciales tenían claro que un instrumento como el referéndum no podía nacer cercenado. Especialmente dado que, en las nuevas circunstancias, puede significar para el gobierno su única posibilidad de consolidar los instrumentos del Estado para enfrentar la violencia.

Ante la imposibilidad de zanjar el impasse de alguna manera, el M-19 decidió, finalmente, firmar el documento. Mal que bien, excepto por ese punto, todos los demás aspectos del acuerdo eran producto de un largo proceso de discusión y concertación en el que el M-19 también había logrado sus victorias como la de garantizarse un espacio político a través de la circunscripción especial y la de no entregarle las armas al gobierno sino a un organismo internacional. Sin embargo, para curarse en salud, el movimiento decidió dejar en claro antes de la firma, cuál era su posición respecto a los distintos puntos del acuerdo y, sobre todo, frente al narcotráfico. Es por esto que el mismo día de la firma publicó en una página completa de El Tiempo un comunicado bajo el título "Hemos decidido". En él, palabras más, palabras menos el M-19 propuso el diálogo con los narcotraficantes, bajo ciertas condiciones, como la suspensión inmediata de los atentados, el desmonte total de la infraestructura para el procesamiento y transporte de la droga y el de las organizaciones armadas patrocinadas por el narcotráfico.

El aviso tomó por sorpresa al gobierno, que desde la noche anterior se encontraba en la base militar de Cali perfeccionando la redacción del documento. es por eso que, antes, de salir para Santo Domingo, Pardo y el viceministro de gobierno expidieron su propio comunicado, dejando en claro que la propuesta del M-19 sólo los comprometía a ellos y en ningún momento hacia parte de los acuerdos con el gobierno. Pizarro, firme en la actitud, pero entendiendo también la del gobierno, distribuyó personalmente a los periodistas la aclaración del gobierno.

Puestas las cartas sobre la mesa se firmó finalmente el acuerdo. El contenido del documento será llevado ahora a la mesa de trabajo con los partidos políticos, de cuyo compromiso depende que se aprueben en el Congreso la ley de indulto, el referéndum como mecanismo para reformar la Constitución y la reforma electoral, que incluye la implantación gradual del voto obligatorio y la financiación de los partidos, todos puntos esenciales del acuerdo.

En manos de los parlamentarios está ahora que el país pueda llevar a feliz término el proceso de paz con el M-19, que si bien es sólo una brizna de arena en un mar de guerra y violencia, en momentos como este constituye una de las pocas muestras claras de que, cuando hay voluntad política, todo es posible.--