Home

Nación

Artículo

pleito

El ingeniero vs. el mosquetero

El fallo de la Fiscalía contra D´Artagnan en el caso de Pedro Juan Moreno tiene importantes repercusiones para la libertad de prensa en Colombia.

27 de julio de 2003

Pedro Juan Moreno es un hombre obstinado. Desde que se le metió en la cabeza entablar acciones judiciales contra los periodistas que han insinuado nexos suyos con el paramilitarismo no ha dado tregua en su lucha por quebrarlos o meterlos a la cárcel. El lo considera una cruzada de principios para defender su honra y nombre. Su principal blanco hasta el momento ha sido Roberto Posada García-Peña, el columnista más leído del país, quien escribe con el seudónimo de D'Artagnan en el periódico El Tiempo. El resultado del mano a mano entre los dos tendrá repercusiones en la libertad de prensa en Colombia. Por eso llamó la atención que la semana pasada la Fiscalía, después de una rectificación de D'Artagnan, en lugar de dar por terminado el caso decidió llamar a juicio al columnista. La decisión tomó por sorpresa a D'Artagnan y a su abogado, Guillermo Puyana, quienes pensaban que la rectificación que hizo el primero el domingo 22 de junio era suficiente para lograr una exoneración de la responsabilidad penal del columnista. D'Artagnan reconoció entonces que Moreno no tenía nexos con el paramilitarismo. En una columna sobre el tema Daniel Samper Pizano afirmó que una rectificación tan arrodillada constituía una humillación profesional. Sin embargo para Moreno esto no fue suficiente. Y aparentemente para Alba Luz Jaime Torrado, la fiscal 58, tampoco. Ella era la persona que tenía que decidir si la rectificación era satisfactoria o no. Y su decisión fue en contra de D'Artagnan y por eso la semana pasada presentó una resolución de acusación contra el reconocido periodista y lo llamó a juicio por los delitos de injuria y calumnia agravadas. Pero, ¿cómo fue que uno de los columnistas más leídos y controvertidos del país quedó ad portas de los estrados judiciales? El 20 de marzo del año pasado el ingeniero Pedro Juan Moreno denunció a D'Artagnan por las afirmaciones calumniosas e injuriosas que había hecho sobre él en las columnas tituladas 'La hora de Fabio' y 'Al estilo Pedro Juan Moreno'. Posteriormente Moreno incluyó en su querella, también por injuriosa, otra columna del mismo periodista titulada '¿Nuestro Montesinos?'. Aunque el denunciante menciona otras columnas, en estas tres están los puntos clave para que la Fiscalía resolviera llamar a juicio a D'Artagnan. La injuria está definida en el Código Penal como una imputación deshonrosa que se le hace a otra persona y es sancionada con entre uno y tres años de cárcel y es agravada cuando se hace a través de un medio de comunicación. En este caso la fiscal 58 consideró que Roberto Posada García-Peña injurió a Moreno al escribir que tenía nexos con los paramilitares, que era el (Vladimiro) Montesinos colombiano, y por presentarlo ante los lectores como un personaje amedrentador y peligroso. El periodista adujo a su favor que hizo estas últimas imputaciones a partir de lo que le habían comentado tres reconocidos periodistas de Medellín: Ignacio de Jesús Arizmendi Posada, Alberto Velásquez Martínez y Ana Mercedes Gómez. La acusación de calumnia consiste en la imputación falsa a una persona de hechos que pueden ser castigados penalmente y es sancionada con entre uno y cuatro años. En este caso es por unas líneas que escribió D'Artagnan en la columna titulada 'Al estilo Pedro Juan Moreno'. En ese texto el periodista dijo: "Recientemente usted fue a la embajada de la Gran Bretaña y previamente tuvieron que requisarlo porque andaba cargado de granadas y de armas de fuego". Las granadas son de uso privativo de las Fuerzas Armadas por tanto, si Moreno llevaba alguna consigo, estaba incurriendo en un delito. El columnista, quien rindió declaración en tres ocasiones, dijo que su amigo Ramiro Bejarano le había contado esta historia y que Bejarano, a su vez, se la había oído en una reunión social a Fabio Echeverry, ex presidente de la Andi. Este le dijo a la fiscal que, efectivamente, él y Moreno habían estado en una reunión en dicha embajada y que habían dejado sus armas con salvoconducto a la entrada pero que nunca había mencionado nada de unas granadas. Bejarano, por su parte, dice que, en efecto, le contó la historia a D'Artagnan, pero en una reunión informal y sin imaginarse que iba a ser tema de una columna. Además la fiscal interrogó a otros cinco testigos de lo que sucedió ese día en la embajada y todos coinciden en afirmar que Moreno no tenía granadas. Por todo lo anterior ella consideró que se podía acusar al periodista del delito de calumnia, agravada por el hecho de haberse realizado en un medio de comunicación. El columnista dice que apelará la decisión de la Fiscalía de llamarlo a juicio. Si este recurso no es fallado a su favor tendrá que ir a juicio y hasta que el juez emita un fallo definitivo tiene la oportunidad de rectificar nuevamente todos los puntos por los cuales la Fiscalía decidió acusarlo para evitar la responsabilidad penal. La verdad de toda esta historia es que Pedro Juan Moreno es un hombre de carácter, con fama de bravo, cuya personalidad era objeto de caricaturización tanto por sus amigos como por sus detractores. Estos comentarios, que eran comunes en círculos sociales en forma jocosa y no de acusación, acabaron convirtiéndose en sindicaciones en algunos artículos de prensa. El cargo de tener nexos con el paramilitarismo es grave en Colombia y no se puede soltar a la ligera sin pruebas. Por eso la rectificación sobre el tema era pertinente. Los cuentos sobre el Montesinos colombiano y las granadas en la embajada inglesa eran exageraciones folclóricas sobre la personalidad de Moreno. A pesar de tratarse de puntos más anecdóticos también tiene derecho Pedro Juan a exigir rectificación sobre esto si le mortifica. Pero D'Artagnan ha mostrado su voluntad de rectificar cualquier inexactitud o agravio que hubiera aparecido en su columna. Ya lo hizo en lo que consideró la parte sustancial, que era lo de los nexos con el paramilitarismo. Si de casualidad la fiscal considera que debe ir más lejos e incluir otros aspectos puntuales, lo pertinente es que le exija al periodista esta rectificación adicional antes de llamarlo a juicio con las implicaciones legales y económicas que esto podría entrañar. Las acciones judiciales contra los periodistas son lógicas cuando éstos se niegan a rectificar. Ir más allá de esto podría ser equivalente a la creación del delito de opinión en Colombia.