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La Gobernación de La Guajira espera llevar las vacunas vía aérea. Por tierra podrían tardar hasta dos días en el desierto.

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El miedo a que la vacuna no llegue a estos lugares de Colombia

En las regiones más apartadas del país hay incertidumbre frente a la vacunación contra la covid-19. La tarea es titánica y pondrá al Gobierno a prueba.

6 de febrero de 2021

El próximo 20 de febrero, con la llegada de la vacuna contra la covid-19, volverá la esperanza al país. Sin embargo, en los últimos meses se ha hablado muy poco del complejo desafío que será llegar con las dosis a las regiones más inhóspitas y apartadas de Colombia, a donde solo se ingresa por caballo, vía aérea o a través de ríos caudalosos. Será una tarea titánica que pondrá a prueba la logística del Gobierno, de los gobernadores, alcaldes y de las EPS e IPS. ¿Lo lograrán?

Gerson Bermont, director de Promoción y Prevención del Ministerio de Salud, asegura que el Plan Anticipado de Inmunización (PAI) ya está listo y se definió una estrategia clara que permitirá cubrir las zonas más remotas. Pero las personas que conocen la otra Colombia saben que el ejercicio de vacunar en la zona rural es más difícil de lo que parece. En San José del Guaviare, por ejemplo, no habrá problema con las primeras 900 dosis que llegarán en dos semanas porque los beneficiarios, mayores de 80 años, arribarán hasta los dos puntos de vacunación, entre ellos el Hospital San José.

Pero después de la segunda etapa empezará la verdadera odisea porque el equipo de vacunadores tendrá que viajar en busca de los receptores y enfrentarse a grandes pruebas. En el municipio de Miraflores no hay carretera. La que había la cerraron por decisión de un juez basado en un fallo de la Corte Suprema que alegaba la deforestación. Es decir, desde hace más de un año se ingresa exclusivamente por aire. Y el costo del vuelo chárter es oneroso.

El Retorno, otro de los municipios de Guaviare, está bañado por el Caño Grande que desemboca en el río Inírida, donde decenas viven en las orillas de los afluentes, pero llegó el verano, los raudales disminuyeron su cauce y las balsas se encallaron. Las comunidades son dispersas, viven alejadas, algunas a dos días de distancia desde San José del Guaviare por carreteras en pésimo estado y concentrarlas no será fácil. La labor la tendrán que desarrollar la Fuerza Aérea y el Ejército, que además sortearán a las disidencias de las Farc.

Mariluz Ovalle, directora de Salud en El Retorno, reportó que no hay un ultracongelador. Por esto, según le informaron, tendrá que correr en la primera fase para inmunizar a los primeros beneficiarios durante cinco días, tiempo en que el fármaco podría preservarse. Aunque Bermont informó que para la Colombia rural el Gobierno destinará exclusivamente la vacuna de Janssen, que requiere la aplicación de una sola dosis, no necesita una ultracongelación y, por tanto, tendría menos exigencias, en terreno el escenario no deja de ser dificultoso.

“Tendremos que moverlas hasta las zonas rurales en las cajas donde vienen las vacunas con hielo seco”, expresó Ovalle. La vacuna Janssen requiere temperaturas de +2 a +8 grados. De momento, en San José del Guaviare les falta talento humano e infraestructura. Con lo que tienen adelantarán la primera parte y trabajarán en pedagogía porque en las regiones remotas existen kurripakos, puinaves y nukak, tres comunidades indígenas que poco creen en las vacunas, hablan otra lengua y, por tanto, la comunicación es más compleja.

Además, existe otra preocupación. No hay manera de hacerles seguimientos a los beneficiarios de la vacuna días después de su aplicación porque no hay internet ni conexión telefónica. En Chocó el escenario es similar. Empezarán a vacunar, pero no hay moral entre el personal médico. El Hospital San Francisco de Asís, el más importante de Quibdó y la región, no tiene gerente. Está intervenido por la Superintendencia de Salud y les adeudan cuatro meses de sueldo a los médicos y especialistas, de acuerdo con el pediatra Luis Álvarez.

La vacunación, al menos por ahora, iniciará con más de un interrogante del personal de salud, preocupado porque en muchos pueblos no hay energía eléctrica y el calor y la humedad sofocan. Además, a veredas dispersas del Alto y Bajo Baudó se llega por medio fluvial y con ingreso exclusivo de la Armada por la presencia de grupos irregulares que, aunque no impedirán la vacunación, seguramente exigirán que los incluyan entre los beneficiarios.

Naudy Ortega, secretaria de Salud de Chocó, le dijo a SEMANA que la vacunación es un verdadero desafío en su región, pero lo que más le preocupa es el compromiso de las EPS e IPS.

Pese a que los vacunadores conocen las profundidades y distancias chocoanas porque han vacunado contra sarampión y polio, entre otras enfermedades, la de la covid-19 tiene unas exigencias diferentes: infraestructura, talento humano, ruta de disposición final de los desechos de las vacunas, fluido eléctrico. “Desconozco el número de vacunas y cuáles nos llegarán”, afirmó.

En Tiquisio, en el sur de Bolívar, reina la desinformación. Las autoridades locales desconocen cómo llevarán las dosis a veredas ubicadas a tres y cinco horas de distancia por carretera destapada o por ríos cubiertos por tapones que impiden la movilidad de las balsas.

“No podemos traer a las comunidades desde los 13 corregimientos hacia las zonas más accesibles, sería un gasto enorme”, informó Dilena Donado, secretaria de Salud del pueblo. “Nuestra luz es inestable, así nos suministren una vacuna no tan exigente hay que tener una cadena de frío y plantas eléctricas alternas por si la energía se suspende por más de dos días”, añadió.

Donado teme que las EPS e IPS tengan la responsabilidad de llevar las vacunas en las zonas lejanas “porque si no cumplieron con las metas de la vacunación de influenza, imaginen la de covid-19”. En La Guajira, el gobernador Nemesio Roys Garzón gestionó con la empresa El Cerrejón una planta eléctrica y un ultracongelador porque inicialmente suministrarán la vacuna de doble dosis, es decir, tendrán cinco días para inmunizar a los priorizados en 18 puestos de vacunación en 15 municipios.

Allí, el Gobierno vacunará a los indígenas wayú y a los migrantes regulares e irregulares que cruzan diariamente entre la frontera con Venezuela. Pero los indígenas no siempre podrán acudir a las instituciones y habrá que buscarlos. “Hay EPS que tienen baja capacidad y tendrán complicaciones para hacer ese agendamiento y mucho más para encontrar a una población lejana que constantemente cambia de teléfono. Eso podrá demorar más la inmunización”, dice el gobernador de La Guajira, quien espera cubrir el desierto en las próximas etapas con las vacunas de una dosis para que la logística no sea doble. Un helicóptero del Ejército estaría listo para distribuir el biológico a las zonas aledañas de Nazareth en caso de que las lluvias impidan el paso. “Por tierra perdemos mucho tiempo”, dijo Roys.

En Arauca, según Édgar Contreras, secretario de Salud, ya se contrataron dos camionetas y hay termos con hielo seco para mover las vacunas a los siete municipios que están ubicados relativamente cerca. En la ruralidad de Caquetá, Amazonas y Vaupés tendrán que depender exclusivamente de helicópteros del Ejército, la Fuerza Aérea y botes de la Armada para alcanzar la meta. Por eso, según Gerson Bermont, se trabaja con los ministerios de Defensa, Transporte, Interior, la Aerocivil y otras entidades del Gobierno.

La idea es que alcaldes y gobernadores coordinen con las EPS para definir los puestos de vacunación. Y los mandatarios, de acuerdo con Bermont, podrán ayudar con carpas, refrigerios y combustible para las chalupas. “El Gobierno garantizará todo el acompañamiento con todos los ministerios por si llega a fallar la logística”, anunció.

El reto será redoblar la pedagogía entre las comunidades y que las EPS, que no lograron responder con efectividad a los test de covid-19, estén a la altura de la vacunación. Del control de alcaldes y gobernadores y del apoyo del Gobierno nacional dependerá el éxito o el fracaso de inmunizar a la otra Colombia.