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Jan Egeland es un viejo conocido de Colombia. Desde los 19 años, cuando vno por primera vez, se declara un enamorado del país

Entrevista

“El mismo pueblo colombiano es incapaz de resolver el conflicto”

SEMANA habló con Jan Egeland, quien fue el enviado especial de la ONU a Colombia durante el proceso de paz del Caguán

24 de noviembre de 2007

Esté donde esté, sea en Darfur, en Indonesia o en la misma Casa de Nariño, Jan Egeland no necesita presentación. A sus 50 años, este noruego es acaso el mayor especialista en el nivel mundial para resolución de conflictos y coordinación de emergencias. En 1999 llegó a Colombia como asesor especial para el país de Kofi Annan para asesorar al presidente Andrés Pastrana en las negociaciones con las Farc y el ELN. A sus experiencias en Colombia, Egeland acaba de dedicar una buena parte del libro de memorias que publicó la semana pasada en Noruega. SEMANA habló con él en su despacho en Oslo.

SEMANA: Para una persona como usted, que tiene una experiencia de más de 30 años solucionando crisis en todo el mundo, ¿qué valor tienen sus años de experiencia en Colombia?

JAN EGELAND: Colombia es parte de mi vida desde cuando estuve allí por primera vez cuando tenía 19 años y trabajé con el Minuto de Dios del Padre García Herreros. En esa oportunidad estuve en Bogotá, en el ya en ese tiempo conflictivo Norte de Santander y finalmente en el Catatumbo, conviviendo con los indígenas motilones. Desde entonces he visitado a Colombia, uno de los países más fascinantes del mundo, durante las últimas tres décadas.

SEMANA: ¿Qué cuenta en su libro?

J.E.: Que paso noches en vela pensando qué se habría podido hacer mejor cuando se tuvo la posibilidad de contactos directos entre el entonces presidente Pastrana y 'Manuel Marulanda', así como entre el Presidente y 'Gabino'. También escribo que el gobierno no fue capaz de organizar un sistema para negociar, que las Farc no tuvieron la voluntad de llegar a un acuerdo y que el ELN, que sí la tuvo, no tuvo el espacio para sentarse a negociar por la presión de los paramilitares. Pero, así mismo, dedico muchos otros capítulos a mis experiencias desde Líbano hasta Darfur y desde el tsunami hasta la tragedia en Irak.

SEMANA: En varias ocasiones, no ha dudado en comparar la situación de Colombia con las crisis humanitarias en Sudán y Afganistán. ¿No exagera un poco?

J.E.: No exagero si estamos hablando de la miseria de los pobres en el campo. En lo que concierne el número de desplazamientos ocurridos en los últimos 15 años, Colombia es uno de los peores casos del mundo. Una visita, por ejemplo, a los campamentos improvisados de los desplazados del Magdalena Medio (o del oriente o del Cauca o del sur o del norte) no difiere mucho de una visita a los campos de refugiados de África.

SEMANA: ¿Está nuestra sociedad realmente en condiciones de erradicar alguna vez la pobreza y la desigualdad?

J.E.: Sí. Cuando pienso en Colombia, soy un optimista. Lo raro es que parece que es el mismo pueblo colombiano el que es incapaz de resolver el conflicto. Recuerdo cuando trajimos a los países escandinavos a una delegación de las Farc y de políticos e industriales colombianos. La experiencia fue impactante para todos. Para los guerrilleros porque hasta ese momento no eran conscientes de que la Guerra Fría y la Unión Soviética se habían acabado y que la guerra que libraban ya había perdido su sentido. Y para los industriales porque se dieron cuenta de que Noruega era uno de los países más competitivos del mundo, aun teniendo una sólida base social y una alta participación de los empleados y los sindicalistas en las decisiones de las empresas.

SEMANA: La visita de Uribe, como presidente electo, a Kofi Annan en 2002 fue considerada por comentaristas políticos como una "buena señal" para las relaciones de Colombia con el resto del mundo. Pero en los últimos años, desde los boicoteos en el Parlamento Europeo y los de Suiza y Alemania, hasta la crisis de las relaciones con la prensa y el Senado de Estados Unidos, Uribe parece haber cerrado puertas...

J.E.: Las puertas de la ONU y del despacho del secretario general, Ban Ki-Moon, siempre estarán abiertas. A Colombia no le falta apoyo. Le doy un ejemplo. En 2006, la embajadora organizó una cena privada en Nueva York en la que estuvimos el presidente Uribe, el secretario general adjunto de la ONU Marc Malloch Brown, el jefe del Pnud Kemal Dervis, el subsecretario del la ONU para asuntos económicos y sociales José Antonio Ocampo y yo. Todos asistimos porque queríamos hablar con Uribe, queríamos ofrecerle asistencia. Tuvimos una excelente discusión. Pero ya estamos en 2007 y seguimos sin que la ONU tenga el papel que, a mi juicio, podría tener en Colombia.

SEMANA: Pero la ONU no quiso apoyarlo en el proceso de desmovilización de las AUC.

J.E.: Así es. Y viendo ahora las cosas en retrospectiva, posiblemente fue un error que la ONU, por no cerrar las posibilidades de participar un futuro proceso con los guerrilleros, rechazara la petición de Uribe de participar en el proceso de desmovilización de los paramilitares.

SEMANA: Hace poco se dio un debate entre Carlos Gaviria y Luis Carlos Restrepo. Mientras el primero explicaba la naturaleza de la lucha armada y el crimen político para distinguirlos del crimen común, el segundo los igualaba. ¿Piensa que las Farc aún pueden legitimizarse?

J.E.: Terrorismo como el de Al Qaeda no ha existido en Colombia. El país no sabe lo que podría pasar si las Farc o el ELN en verdad invirtieran solamente en terrorismo. Las Farc son una agrupación rebelde que ha cometido actos criminales y terroristas, y de estas hay muchas en el mundo. Y las hay aun peores.

SEMANA: ¿Por ejemplo?

J.E.: Mi libro está lleno de fotos en las que aparezco con los más viles 'señores de la guerra' en el mundo. En una salgo en Uganda junto a Joseph Kony, jefe del Lords Resistance Army y responsable del secuestro de 20.000 niños para convertirlos en soldados, y del desplazamiento de dos millones de personas. El gobierno de Sudán del Sur y la ONU servimos de intermediarios entre Kony y Uganda, y tras el cese del fuego que logramos hacer firmar a las dos partes, no se han vuelto a ver secuestros ni masacres ni desplazamientos. Así que si fue posible negociar y hacer acuerdos con el infame Lords Resistence Army de Kony, no veo por qué no se puede hacer lo mismo con las guerrillas de Colombia.

SEMANA: El gobierno anunció el jueves que en adelante sólo será el Alto Comisionado quien buscará una 'solución humanitaria'. ¿Cómo debería ahora construir un canal de mediación hacia la paz?

J.E.: Para ello hay que tener la voluntad de llegar a un acuerdo. Para esto tendrán que invertirse grandes esfuerzos en lo que nosotros llamamos un front channel, así como en un back channel. El primero debe incluir delegaciones, negociadores, asesores, consultores, abogados, observadores y expertos en campos como, por ejemplo, la reforma agraria, la reinserción, la seguridad y la inversión social. Y los back channels pueden ser especialistas europeos o gente como Piedad Córdoba o Hugo Chávez.

SEMANA: Pero a éstos ya se les dio una oportunidad, y la desperdiciaron.

J.E.: La idea de usar a Venezuela y a Piedad Córdoba me pareció interesante. Sin embargo, el error fue no llevar a cabo este trabajo en secreto, siguiendo el modelo del clásico back channel. Haciendo conferencias por teléfono y dejando a la opinión saber todos los detalles, Chávez y Córdoba terminaron convirtiéndose en front channels. Así no se habría llegado a nada más que actos muy limitados y parciales, como posiblemente el intercambio de un par de secuestrados por guerrilleros presos.

SEMANA: ¿Qué recomienda para el futuro?

J.E.: Que la próxima vez no nos cuenten cuáles son los canales. Según mi experiencia, si hay conflicto, violencia y terror, se tienen que usar caminos discretos para buscar acuerdos válidos. Le doy un ejemplo: cuando inauguramos el famoso Canal Noruego, del que nadie supo nada, entre PLO e Israel, Yaser Arafat era considerado terrorista por Israel y por Estados Unidos. Pero cuando tuvimos el acuerdo listo y lo hicimos público, éste fue inmediatamente aceptado por los Parlamentos de estos dos países. n