Home

Nación

Artículo

EL MURO DE LA DISCORDIA

La entrega de Pablo Escobar parece depender de un muro queel Gobierno se niega a derribar.

11 de enero de 1993

CUANDO EL MINISTRO DE Justicia, Andrés González, visitó hace dos meses la cárcel de ItagÜí para verificar en qué estado se encontraban las obras de esta prisión de máxima seguridad y cómo estaban viviendo los lugartenientes de Pablo Escobar -que días atrás se habian sometido a la justicia después de haberse fugado de La Catedral-, Roberto Escobar estaba esperando al Ministro en uno de los pabellones de este centro de reclusión. Tenga un mensaje -corto y claro- para el Ministro: si el Gobierno queria ver de nuevo a Pablo Escobar tras las rejas, había una sola condición: tumbar un muro de 14 metros de altura por uno de espesor, que incomunicaria al jefe del cartel de Medellín con sus lugartenientes en su nuevo sitio de reclusión.
Sin embargo el mensaje nunca llegó a manos de Andrés González. Cuando éste, en compañía de los comandantes de la IV Brigada del Ejército y de la Policía Metropolitana de Medellín, llegó al pabellón donde se encontraban los lugartenientes de Escobar, pasó derecho sin cruzar palabra alguna con ninguno de los reclusos. Su visita no era para atender los reclamos o solicitudes de los presos, sino para inspeccionar las obras y conocer de cerca si realmente existía una cárcel de máxima seguridad.
Pero el tema del muro pasó a un segundo plano con la muerte de "Tyson" y el "Palomo". Y prácticamente parecía enterrado por la ola de violencia que se desató en Medellin como consecuencia de los dos golpes propinados por las autoridades y que en las últimas semanas han dejado cerca de 50 agentes de la Policía asesinados. Sin embargo Pablo Escobar rompió el silencio la semana pasada y dejó saber a través de sus abogados que mantenía la promesa de entregarse a las autoridades, con la condición de que el famoso muro de la discordia fuera derribado. Según los emisarios de Escobar para él la cuestión es como un asunto de derechos humanos. Afirma que no tiene implicaciones de seguridad sino de espacio vital. Agrega que cuando una persona se entrega tiene derecho a unas condiciones que le permitan llevar una vida digna durante los años de reclusión.
La propuesta de Escobar ha llevado a oídos del público y de algunos funcionarios. Incluso un diario norteamericano, el Washington Post, advirtió sobre la posibilidad de que se estuviera proponiendo una negociación, pero el Gobierno no ha dicho esta boca es mía. Los abogados de Escobar golpearon en las puertas de la Fiscalía General de la Nación y a través de una carta dirigida al fiscal regional de Antioquia pusieron el tema sobre el tapete. Este le dio traslado al asunto a Bogotá, para esperar una respuesta.
Si bien desde que se creó la Fiscalía el caso de Escobar ha estado en primera línea para el fiscal Gustavo de Greiff, cuya posición ha sido la de notar un paso atrás para atender las exigencias de los narcotraficantes, el asunto del muro, en esta oportunidad ha dejado abierta la posibilidad de buscar una solución.
A primera vista se podría pensar que si el problema de la entrega de Escobar depende de unos cuantos ladrillos, no habría razón para que el Gobierno no la atendiera. Pero con Escobar por fuera de la cárcel el asunto no tendría una presentación distinta que la de una negociación para la entrega, lo cual el Gobierno no piensa hacer. La imagen ante el mundo de que se está tumbando una pared porque Pablo Escobar quiere vista sería igual de grave que la de los famosos jacuzzis. Y además de esto hay un problema de desconfianza. ¿Qué pasa si le tumba el muro y no se entrega? Y si después del muro viene otra petición ¿ cuando para la cadena ? El asunto del muro es que esa pared divide dos patios donde están localizadas las celdas de los reclusos. A un lado se encuentran seis y del otro 16. Si Escobar se entrega en la cárcel de ItagÜí quedaría en un sector con los tres hermanos Ochoa y apenas dos de sus lugartenientes, mientras en el otro pabellón estaría el resto de su gente sin la posibilidad de comunicación, porque no existe puerta alguna que permita el paso de un lado a otro. El problema está en que Escobar teme que con el muro de por medio pierde contacto con la gente que siempre a estado al lado de él.
¿Y el muro se podría tumbar? Los ingenieros que tuvieron a su cargo la construcción de la cárcel manifestaron que echar pica y pala y derribar esta barrera no es ningún inconveniente. "Nosotros sólo recibimos órdenes. Primero nos dijeron que era necesaria su construcción y si ahora nos dicen que hay que derribarlo, pues eso es cuestión de horas y un par de obreros".
Pero los constructores creen que el problema no es el muro sino los sistemas de seguridad que se instalaron en la cárcel de Itagüí donde cada uno de los movimientos de los reclusos será vigilado a través de un circuito cerrado de televisión. "Si se entrega, eso va a molestar mucho a Escobar y su gente, pues la libertad que había en La Caledral no se volverá a repetir. Las cosas hoy son a otro precio", dijo una fuente de la Fiscalía General de la Nación.
Lo único cierto, por el momento, es que más allá de tumbar el muro Escobar tiene que resolver su problema de supervivencia frente a los operativos del bloque de búsqueda. Pues esta vez las fuerzas del orden han llegado a fincas, apartamentos y casas, que han sido abandonadas con precipitud por el jefe del cartel de Medellín, y es posible el que piense que le están pisando los talones y que es mejor entregarse de una vez por todas.