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EL NARCO-OFICIAL

Por primera vez en Colombia un oficial del Ejército es condenado por narcotráfico

20 de octubre de 1986

No soy ningún malhechor. No soy del M-19. No soy guerrillero, merezco respeto. Soy un oficial del arma de infantería. ¿Por qué no llaman a los generales con quienes he trabajado? Yo creo que se han equivocado conmigo, señores jueces de conciencia". Con estas palabras el mayor del Ejército Alvaro Gutiérrez Castellanos, pedía clemencia a sus compañeros que por unanimidad pidieron su retiro del Ejército y posteriormente lo condenaron a diez años de cárcel y a una multa de un millón setecientos mil pesos, al encontrarlo culpable de haber transportado en el jeep militar a su cargo, 79.300 gramos de cocaína de un 89.9% de pureza.

La captura
El viernes 5 de septiembre en las horas de la tarde una patrulla del F-2 de la Policía que venía siguiendo a José William Ospina y que vigilaba una casa en El Salitre, al noroccidente de Bogotá, esperó a que el jeep militar del mayor Gutiérrez llegara a esa residencia y recogiera a dos personas y una vez puso su carro en marcha lo interceptó a la altura de la carrera 50 con calle 63, encontrando la cocaína.
De acuerdo con la versión del mayor Gutiérrez, ese viernes en la tarde él recibió en su despacho una llamada de Lucas Ortiz Avendaño, quien le solicitaba le hiciera un favor. El mayor Gutiérrez era, hasta ese día, jefe de la Unidad de Servicio del Cuartel General del Comando de las Fuerzas Militares. La amistad con Lucas Ortiz había surgido de las frecuentes visitas que éste le hacía al mayor general Mario Pineda Gallo, secretario general del Comando de las Fuerzas Militares. El mayor Gutiérrez asegura que el favor consistía en recoger a Lucas Ortiz, quien estaba acompañado por William Ospina y que cuando habían recorrido unos pocos metros, la patrulla del F-2 los interceptó y procedió a capturarlos."Estuve incomunicado 12 días, ni siquiera me dejaron hablar con mi familia, actuaron arbitrariamente", denunció el mayor Gutiérrez.
En el consejo verbal de guerra convocado por el comandante del Ejército, mayor general Oscar Botero Restrepo, el mayor general Mario Pineda Gallo explicó que en razón a que estaba vendiendo una casa en Bogotá un oficial retirado de la Fuerza Aérea le había presentado a Lucas Ortiz Avendaño como posible comprador.
Después de algunas charlas cerraron el negocio y Ortiz Avendaño le dio al general Pineda Gallo, como arras de la negociación, una finca en los Llanos Orientales, de 10 hectáreas, avaluada en cuatrocientos mil pesos. Además se mostró interesado en comprarle al general un carro que este había importado de los Estados Unidos. "La relación fue estrictamente comercial", declaró el general Pineda Gallo. "El único favor personal que me pidió Ortiz, agrega el general, fue el de que lo recomendara ante la industria militar para poder comprar una subametralladora".
Con base en estos testimonios, en los de la patrulla del F-2, así como de la inteligencia de la Policía, la justicia penal militar abrió la investigación correspondiente y procedió a revisar las chequeras del Banco Ganadero del mayor Gutiérrez, encontrando un inusitado movimiento, si se tiene en cuenta que su sueldo es de 60 mil pesos. Sin embargo, el acusado justificó esos movimientos diciendo que poseía un bus de servicio público y que había obtenido un adelanto de sus cesantías por valor de 900 mil pesos.
El abogado defensor, Eduardo Martínez Vela, dijo que apelaría el fallo por considerarlo no ajustado a los normas, por cuanto su acusado era una víctima inocente, y que aun cuando transportaba a Ortiz Avendaño y a William Ospina, quienes se encuentran en la Cárcel Modelo de Bogotá, no era él quien llevaba la cocaína sino sus acompañantes, lo cual no tipifica el delito de narcotráfico en cabeza de su defendido.
Una vez se leyó el fallo, el mayor Gutiérrez Castellanos, declaró indignado ante los periodistas que el consejo verbal no era más que un show montado en su contra por órdenes superiores, y que él no era más que un chivo expiatorio.
Para el presidente del consejo verbal de guerra, coronel Marino Gutiérrez Isaza, y para los tres vocales, un representante de la marina, otro del Ejército y un tercero de la Fuerza Aérea, sin embargo, las pruebas eran suficientemente claras y el mayor Alvaro Gutiérrez Castellanos, fue absolutamente responsable del delito de narcotráfico y con su actuación delictiva enlodó el prestigio de la institución armada. Uno de los vocales dijo que con este veredicto se ha querido dejar sentado un precedente: el de que la justicia penal militar actuará siempre con severidad contra los oficiales que pongan en entredicho el prestigio militar. Mientras prospera la apelación, el mayor Gutiérrez será llevado a la cárcel militar de Tolemaida.--