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EL NUEVO PAIS

Aunque ya está listo el nuevo mapa admsnistrativo de Colombia, a muchos no les gustó.

27 de febrero de 1995

EL ANUNCIO HECHO POR la Comisión de Ordenamiento Territorial, en el sentido de que Colombia sería dividida en ocho regiones, fue muy bien recibido por el gobierno pero no por algunos sectores de la opinión pública. Si bien se está pidiendo a gritos una nueva división administrativa más realista, que sirva para afianzar los procesos de descentralización y autonomía local, a algunos nos les agradó que los hubieran juntado en el nuevo mapa con regiones pobres y minorías negras e indígenas.
Los análisis y mapas que presentó la Comisión siguen la forma probable como podría quedar la distribución del territorio nacional si se acogieran las propuestas más discutidas. El país sería dividido en ocho grandes regiones, con sus respectivas provincias, asociaciones de municipios y círculos electorales de diputados. Y a la par se reactivarían 55 provincias históricas y se crearían 50 entidades territoriales indígenas.
La propuesta (ver mapa) muestra a una Antioquia cobijada con Risaralda, Caldas, Quindío y Chocó, pero a muchos paisas no les gusta la idea de echarse encima el lastre de un departamento tan deprimido y atrasado como Chocó, no obstante que Risaralda, Caldas y Quindío buscan afanosamente una salida al océano Pacífico.
A los huilenses no les interesa unirse con el Tolima, pues el petróleo les da lo bastante como para ser autosuficientes, mientras que al Tolima le atrae más una asociación con el eje cafetero. Los intereses del Valle, en cambio, parecen estar más clavados en la zona cafetera que en el atrasado Cauca. A Casanare le gustaría una integración con los Santanderes, mientras que Boyacá parece más propensa a unirse solo con Cundinamarca. Total, el único caso donde existe un consenso real de asociación es en la Costa Atlántica, donde ocho departamentos tienen la intención de agruparse en una sola entidad territorial.
Lo que muchos no vieron en la propuesta es que es tan sólo eso, una propuesta, que tendrá que ser debatida y discutida en el Congreso a partir de marzo, cuando el gobierno presentará el proyecto de ordenamiento territorial.
"Optamos por mostrar el mapa que sería probable según evaluaciones que partieron de los mismos anhelos populares o de políticos e instituciones, dice Orlando Fals Borda, coordinador de la Comisión. Pero, en todo caso -agrega- el mapa resultante sigue sujeto a imponderables o puede llegar a la categoría sociológica de hipótesis de trabajo o, a lo mejor, la de profecía autorrealizable. El producto final, obviamente, tendrá que ser la consecuencia de discusiones y acuerdos de la comunidad en general".
Sin embargo se cree que las regiones se agruparán por intereses económicos y no necesariamente culturales o históricos. "Lo que se ha visto en la práctica es que las regiones se van a asociar fundamentalmente por intereses políticos y, ante todo, por intereses económicos. Eso podría explicar que el Tolima se incline más hacia el eje cafetero que hacia el Huila, que sería aparentemente su aliado natural", dice Jorge Mario Eastman, consejero presidencial para el desarrollo institucional.
En cuanto a lo político, el asunto resulta más complicado. No es nada fácil romper un andamiaje burocrático que ha prevalecido durante años y en el que los límites departamentales o municipales casi siempre coinciden con los de los dominios electorales. Y aunque es cierto que el proyecto de ordenamiento viene siendo impulsado por amplios sectores políticos, tampoco es menos cierto que muchos políticos no querrán perder sus fortines.
A pesar de esas dificultades, lo cierto es que no se podrá dar más espera a un nuevo ordenamiento territorial en momentos en que la ausencia estatal en vastas regiones y la pobreza parecen impulsar nuevos anhelos separatistas.
"El sentimiento autonomista provincial está muy generalizado, agrega Fals Borda, pero éste es especialmente sensible en aquellas zonas donde el gobierno ha estado ausente o donde las gobernaciones departamentales han sido negligentes, despreciativas u olvidadizas, y donde precisamente tienen presencia activa grupos paramilitares, guerrilla y movimientos separatistas, como en los tres sures de la Costa Atlántica: sur de Bolívar, sur del Cesar y sur de Magdalena".
No hay duda de que el proyecto de ordenamiento saldrá adelante. La Constitución de 1991 fijó los marcos generales; le corresponde ahora al gobierno y al Congreso situarlos en la realidad, traspasarlos del papel a la práctica. Como dice Eastman, "la única manera de mantener la unidad nacional es robusteciendo la unidad regional. Hay que dejar de creer que la unidad se maneja con látigo desde Bogotá ". -