Home

Nación

Artículo

O R D E N &nbsp;&nbsp; <NOBR>P U B L I C O</NOBR> &nbsp;&nbsp; <NOBR> </NOBR>

El otro cartel

El robo de gasolina se transforma en la principal fuente de financiación de los grupos paramilitares en el país.

6 de junio de 2002

Cinco mil pesos por se-

gundo, 283.000 pesos por minuto, 18 millones de pesos por hora, 421 millones por día o 12.650 millones de pesos al mes. Esas son las sumas que pierde Ecopetrol por el robo de combustibles a través de perforaciones al poliducto que transporta gasolina a todo el país. Las cifras evidencian la magnitud de una industria ilegal que crece como espuma y de la cual, según los organismos de seguridad, los mayores beneficiados son los grupos de autodefensas.

De esos 12.650 millones de pesos mensuales (unos 5,5 millones de dólares) el 90 por ciento va para los paramilitares y el resto se queda entre bandas de delincuentes comunes, contrabandistas y, en menor proporción, la guerrilla. El año pasado las pérdidas llegaron a la suma de 66,7 millones de dólares, cerca de 155.000 millones de pesos. De esa cifra, 60 millones de dólares, unos 138.000 millones de pesos, terminaron en las arcas de los paramilitares.

Robar combustible es un negocio muy rentable ya que la ‘inversión’ es muy baja y las ganancias astronómicas. Los delincuentes sólo deben gastar 500.000 pesos que cuestan las válvulas con las que perforan el poliducto. Diariamente Ecopetrol reporta entre cinco y 20 bajas de presión que indican que las válvulas ilegales están en acción.

Según Ecopetrol el robo de combustible comenzó en 1998 cuando fueron sustraídos los primeros 1.000 galones en Puerto Berrío. Y el negocio ha crecido. Durante 2002 se calcula que diariamente son hurtados un poco más de 6.000 galones de gasolina. Tan sólo en 2001 fueron robados 2.100.000, el 3,2 por ciento del total de la producción.

Las autoridades aseguran que los paras se repartieron los tramos del poliducto como parte fundamental de su financiación. El primer trayecto, Bogotá-Río Negrito (Cundinamarca), es controlado , según las autoridades, por el jefe para Luis Eduardo Cifuentes, alias ‘El Aguila’. Los paras de Puerto Boyacá explotan el segundo tramo, desde Río Negrito hasta San Pedro de la Paz. Más adelante, en Caño Baúl, los jefes del Magdalena Medio, ‘Botalón’ y ‘Julián’, comparten el botín. El control entre Barranca y Bucaramanga se le atribuye a ‘Rubén’, para de Santander.

Según ha denunciado Fendipetróleo —agremiación de distribuidores de gasolina— el combustible robado por las autodefensas es vendido en estaciones que pertenecen a los mismos grupos. En otros casos obligan a los dueños a que les compren gasolina robada. “Se han identificado cerca de 500 expendios clandestinos, muchos de los cuales venden el galón hasta 1.000 pesos por debajo del valor oficial, afirmó a SEMANA uno de los oficiales del Grupo de Hidrocarburos de la División de Investigaciones Judiciales de la Policía (Dijin). “A lo largo del río Magdalena hay 13 haciendas identificadas en donde hay tanques enterrados y se distribuye gasolina robada. También se han detectado tiendas cerca del poliducto en donde se puede negociar desde un galón hasta carrotanques de 10.000 galones, vendidos por 14 millones de pesos”, explicó el oficial.

El Grupo de Hidrocarburos es un contingente élite creado hace tres años por la Policía, con apoyo de Ecopetrol, para combatir este delito. Para sus 29 miembros cualquier operativo implica un despliegue digno de la lucha contra los grandes carteles de la droga. Deben movilizar tres unidades de contraguerrilla de la Policía y contar, en muchos casos, con helicópteros artillados. Un operativo típico involucra unos 600 miembros de la Fuerza Pública. “Ellos (los paramilitares) actúan como carteles. Los policías son monitoreados por redes de inteligencia que se camuflan de vendedores, campesinos o viajeros. Esto les permite emboscar o fugarse. Como cuentan con armamento de guerra es necesario un gran despliegue”, afirmó uno de los miembros del Grupo.

Con el pie de fuerza disponible para las autoridades resulta casi imposible contar con los hombres necesarios para los operativos contra el robo de combustibles, pues implicaría descuidar otras actividades de vigilancia y control. La presencia de los paramilitares en el tráfico ilegal de gasolina no sólo ha consolidado a este grupo sino que ha convertido a la lucha contra este delito en una tarea de grandes proporciones.