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John Carlin | Foto: Daniel Reina

ENTREVISTA

"El perdón no cura el pasado, pero ayuda a que otros no sufran"

John Carlin, autor de 'El factor humano’, libro en el que narra la historia del partido que reconcilió a Sudáfrica, explicó por qué el perdón es clave en la salida política de los conflictos.

César Paredes, periodista de SEMANA
10 de noviembre de 2012

“No hay que apelar a su razón, sino a sus corazones”. Para el periodista John Carlin esta frase de Nelson Mandela sintetiza el legado del líder sudafricano. Mandela convenció a toda una nación de que el camino era el perdón. Y Carlin estuvo ahí para cubrir el proceso de paz.

El periodista, quien visitó a Bogotá invitado por la Alcaldía, habló con SEMANA de su experiencia como reportero. Explicó por qué, ahora que el gobierno de Colombia y las FARC iniciaron un diálogo para lograr la paz, es necesario que las partes estén convencidas de que el camino es la reconciliación y que no hay plan B. Y subrayó que en el caso de Sudáfrica, Mandela encontró en el perdón no solo la salida moral al conflicto armado, sino la política.

Semana.com: ¿Cuál es el motivo de su visita?

John Carlin:
Vine a contar cómo han sido otros procesos de paz: el de Sudáfrica, que es conocido en el mundo como un modelo, especialmente. Y a hablar de la figura de Mandela, cuya personalidad fue clave en el éxito del proceso. También compartí cierto conocimiento sobre el proceso de Irlanda del Norte y en otro extremo, el de Ruanda.

Semana.com ¿Qué factores unen a todos estos procesos?

J.C.:
Uno de ellos, por ejemplo, es que las partes involucradas en el diálogo estén convencidas de que esta es la mejor alternativa, que no lo hagan pensando “tengo un plan B igual de válido”. Otro denominador común es lo complicado que es el tema del perdón: Qué hacer con las víctimas, qué hacer con los presos políticos. Aquí entra un factor tremendamente emotivo porque hay parientes de víctimas que han sufrido mucho. Y en cierta medida se les pide que perdonen a los que cometieron los crímenes.

Y como podría ocurrir en La Habana, en el mejor de los casos, los líderes que están en la mesa llegan a un entendimiento que pasa la frontera de lo que su gente apoya. El principal líder del grupo terrorista de Irlanda del Norte, Gerry Adams, que es el Mandela de Irlanda, me dijo un día que descubrió que lo más difícil era convencer a su propia gente y mantener el liderazgo para que cuando él hiciera una concesión pudiera contar con su apoyo.

Semana.com: ¿Qué significa perdonar en medio de un conflicto?

J.C.:
Para mí es muy fácil hablar como teórico porque no he vivido un conflicto en carne propia. Me cuesta mucho imaginar qué es lo que pasa por la cabeza de una víctima. Pero he conocido personas en todo el mundo que han perdonado cosas terribles. Creo que lo que se requiere, el componente clave, es una enorme generosidad. La certeza de que con ese perdón no vas a curar las heridas del pasado, pero vas a contribuir a que otros no sufran como has sufrido tú.

Hace un tiempo la reina de Inglaterra estuvo en Irlanda, país con el que ha tenido un antagonismo histórico. Y se entrevistó con un tipo llamado Martin McGuinness que fue comandante del IRA cuando este mató a un primo muy querido de la reina, un famoso lord. En mayo de este año la reina y él se dieron la mano y sus fotos salieron en los periódicos. Ella dijo: “Nunca vamos a olvidar el pasado, pero no vamos a permitir que el pasado condicione nuestro futuro”. Hay que tener generosidad y un cierto pragmatismo. Mandela hizo lo mismo.

Semana.com: El proceso sudafricano contó con una figura como Mandela. ¿Qué tan importantes son esos personajes?

J.C.:
La transición democrática en Sudáfrica negociada no hubiera ocurrido sin Mandela. Dicen que George Washington era el hombre indispensable en los Estados Unidos, en Sudáfrica fue Mandela. Una vez hablé con el arzobispo Desmond Tutu, otro gran hombre clave en el proceso de paz de Sudáfrica, dijo que él no pensaba que se pudiera haber logrado la transición en muchos años. Esto no quiere decir que Mandela hubiera sido el autor intelectual del proceso, él contaba con gente en su partido que no solo apoyaba el proceso de paz sino las concesiones que se hicieron. Él tenía gente muy hábil a su alrededor, eran unos cracks negociadores.

Semana.com: En su libro El factor humano, que inspiró a la película Invictus, usted pone como epígrafe la frase de Mandela: “No hay que apelar a su razón, sino a sus corazones”. ¿Qué significa?

J.C.:
En el proceso de paz se mueven jugadas políticas, por ejemplo si se discute una reforma agraria a cambio de la entrega de armas. Para convencer a la gente más reacia en la ceremonia del perdón se necesita un líder con una personalidad especial, con una capacidad de persuasión enorme. La grandeza de Mandela es que logró que todo un país cambiase de opinión. Todos somos unos tercos, que tenemos opiniones fijas sobre pendejadas. Que lograse que todo un país con dos aspiraciones, la de blancos y la de negros, reexaminara sus prejuicios y estuviera dispuesto a dar un giro de 180 grados es increíble. Mandela llegó a la conclusión de que el perdón era la única ruta, no solo moral sino políticamente.

Semana.com: Este año, sin embargo, en Sudáfrica ha habido revueltas de mineros y analistas han dicho que en el país persisten algunas deudas sociales…

J.C.:
Es absurdo creer que cualquier país va a llegar a la utopía. Los países dan dos pasos adelante en una década y después dan un paso atrás. Yo comparo a Mandela con Abraham Lincoln, el mito de Estados Unidos. Los dos unificaron, mientras la mayoría de políticos divide; ese es su negocio. A los pocos años de la muerte de Lincoln el ejército norteamericano estaba cometiendo genocidios contra los indígenas y pasaron 100 años más hasta que la población negra dejó de ser de tercera categoría. Los momentos históricos de la paz son como el final de la película en el que la pareja se besa, pero es mejor no pensar en qué vendrá después con el matrimonio. El gobierno actual de Sudáfrica es bastante incompetente, hay una creciente corrupción, se está alejando del pueblo y encerrándose en su vanidad de poder. Pero el legado de Mandela sigue.

Semana.com: En su libro usted cuenta cómo sirvió un partido de ‘rugby’ como símbolo de reconciliación. ¿Qué otros elementos de la cultura podrían servir para ser utilizados en un proceso de paz?

J.C.:
Se necesita una persona brillante como Mandela, que vea en un deporte una oportunidad política. Yo jamás lo hubiera visto. Un festival de cine, un concierto de rock… Políticos hábiles pueden transformar los instrumentos sociales en instrumentos de perfección política.

Semana.com: ¿Cuál es la responsabilidad de la prensa en el cubrimiento del conflicto?

J.C.:
Hay que partir de ser honesto, identificar lo que es noticia y darla. En lo que no hay que caer es en la autocensura. Si ocurre una masacre de las FARC, por ejemplo, es una noticia. Después veremos si la gente y los dirigentes tienen el compromiso con el proceso de paz o si se va a suspender. Uno no puede ejercer de Dios, tiene que ser un periodista como Dios manda y si hay una noticia, hay que publicarla.