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El plan antipatriota

Detrás del sabotaje de las Farc al Putumayo hay una operación planeada para responderle al Plan Patriota. Pero también muestra que han recibido duros golpes.

30 de julio de 2005

En una semana, las Farc se las ingeniaron para dejar a medio Putumayo sin luz y romper la principal vía de abastecimiento de alimentos y combustible que tiene el departamento con el resto del país. Fue la típica guerra de guerrillas. Bastaron dos golpes de bajo costo y esfuerzo para trastornar la vida de los putumayenses, y, a la vez, transmitir una sensación de fuerza a todo el país.

El 20 de julio dinamitaron una torre de energía eléctrica al occidente de Mocoa. Al derrumbarse la torre levantada sobre una ladera empinada y selvática, arrastró otras dos y las líneas de alta tensión se reventaron y cayeron al fondo del abismo. Nueve municipios quedaron sin luz y familias y comercios comenzaron a sufrir por la imposibilidad de mantener refrigerados los alimentos. Aunque los 39 ingenieros y técnicos de ISA llegaron al lugar pocos días después, escoltados por el Ejército, la lluvia permanente y las densas nubes sobre las montañas han tornado la tarea de reparación lenta y dispendiosa; quizá tome hasta dos semanas.

Dos días después, volaron la estructura metálica que le da soporte al puente sobre el río Villalobos en la carretera Mocoa-Pitalito, en la Bota Caucana. Los camiones y los automóviles no han podido abastecer a Mocoa de alimentos y combustible, lo que disparó la especulación en los mercados, y el temor de la población de quedarse sin gasolina. Para el Ejército, transportar en tractomula un puente portátil tipo Hamilton desde Pitalito, tampoco ha sido fácil. Es una vía de precipicios, los han hostigado guerrilleros apostados en las cumbres, y han tenido que remover minas explosivas. En la empresa han muerto un soldado y otros ocho fueron heridos. Habilitar el nuevo puente puede tomar un mes. Mientras tanto, se las están arreglando con trasbordos que han restaurando el abastecimiento parcialmente. También tomó algunos días volver segura esta ruta. Dos buses de servicio intermunicipal que se aventuraron a pasar el 25 de julio, fueron atacados por guerrilleros. Hirieron 20 civiles, entre ellos una niña, que recibió esquirlas de granada en el corazón.

Estos golpes de las Farc, además de los que intentaron dar en Belén de Andaquíes, San José de Fragua y otros pueblos caucanos y que el Ejército ha frustrado, no son acciones sueltas como han podido ser otros atentados recientes en Tame (Arauca) o Tadó (Chocó). Es un plan orquestado para golpear el Macizo Colombiano y distraer al Ejército de su Operación JM que conduce la Fuerza de Tarea Omega en Caquetá a lo largo del río Caguán. Se sabe que se han tomado tiempo para armar esta contraofensiva al Plan Patriota porque, según fuentes de Caquetá, han desplazado gran parte de sus frentes caqueteños 15, 3 y lo que queda del 14 -muy diezmado últimamente por los militares- hacia el Putumayo, para reforzar los frentes 32 y 48 que están en ese departamento. "Salieron del Caquetá incluso con sus familias para no hacerle frente a la Fuerza de Tarea Omega que estaba concentrada en este departamento", explicó un analista que conoce bien la zona. Y añadió que en Caquetá dejaron algunas columnas móviles de elite, como la 'Teófilo Forero', para hacer labores puntuales de sabotaje y asesinatos selectivos.

Aunque en el Ejército no confirman esta tesis, su comandante en jefe, el general Reinaldo Castellanos, sostiene que el Bloque Oriental ha enviado varias columnas por el Huila hacia Cauca, para reforzar al frente 13. Es una nueva táctica de las Farc que está haciendo alianzas interfrentes o interbloques que se mueven por distintos territorios para atacar. Esta innovación no empezó la última semana. Hace un mes, las Farc asaltaron una base del Ejército en Teteyé, en la frontera con Ecuador, y mataron a 22 militares. Y en todo el mes de julio han estado averiando algunos de los 146 pozos petroleros que hay en Putumayo.

Incluso, según algunos observadores, desde abril las Farc ya habían estrenado este modus operandi. Luego del ataque el 14 de abril a Toribío, Cauca, que dejó 10 policías y un niño de 10 años muertos, la Fundación Ideas para la Paz había augurado, en su boletín semanal, que dado el esfuerzo de coordinación y planeación que había hecho la guerrilla para hacer el golpe, "es posible que se torne en una campaña de largo aliento". Y en su interpretación del ataque a Teteyé, los analistas de Ideas para la Paz explicaron que éste y Toribío "son las puntas de un eje que comienza en el Valle, baja por el Macizo Colombiano y termina en Putumayo, rodeando un flanco del Plan Patriota y creando nuevos teatros de operaciones. De esta manera obligan al Ejército a deconcentrar tropa, aseguran su logística y gana puntos mediáticos". (ver boletines en www.semana.com).

Estos atentados reflejan que las Farc han estudiado el Plan Patriota y escogieron su escenario de guerra en las cordilleras del Macizo Colombiano, por donde se movilizan para descolgarse y atacar allá o aquí, donde perciban a las Fuerzas Armadas desconcentradas. El mapa muestra que en este año ha habido por los menos 10 golpes formando un óvalo alrededor del Macizo. (Ver mapa).



Un editorial de Resistencia, el órgano de propaganda de las Farc, publicado a finales de abril pasado por Iván Márquez, uno de los siete miembros del Secretariado, revela entre líneas que este grupo armado ya había definido su estrategia a seguir frente a la ofensiva del Ejército. "El Plan Patriota del comando sur ya alcanzó el punto de convergencia de sus ilusiones, escribió. Sus divisiones militares ya ocuparon las coordenadas de su máximo objetivo...". Y más adelante: "...esas operaciones diurnas y nocturnas de los Halcones Negros desembarcando tropas al impulso de la quimera de un ataque sorpresivo a la guerrilla por la retaguardia, sin duda han contribuido a forjar y acerar al guerrillero de la ofensiva final".

Lo que el triunfalismo de Márquez no revela es que el Plan Patriota les ha hecho más daño a las Farc que el que admiten públicamente Si no, ¿por qué iniciaron la ofensiva ahora y no más cerca de las elecciones, como era lo usual? Las Farc necesitan mostrar los dientes para desprestigiar la política de seguridad democrática sobre la que, sin duda, galopa la popularidad que puede reelegir al presidente Álvaro Uribe (si la Corte Constitucional da su visto bueno). En esta ocasión no parece que a las Farc les diera lo mismo que sea Presidente "un oligarca u otro". Raúl Reyes, otro miembro del Secretariado, en un comunicado del pasado 26 de abril llamó a "todos los colombianos para que nos unamos en el rechazo a la reelección y aboguemos porque la alternativa a la actual crisis sea un gobierno nacional, pluralista, patriótico y democrático".

Y como no pueden enfrentar la enorme ofensiva militar (sólo en Putumayo y sus fronteras con Cauca y Nariño hay 5.000 efectivos del Ejército), aprovechan las debilidades que tiene la política de seguridad democrática a pesar de sus indiscutibles avances. El afán de producir éxitos a cualquier costo ha llevado al gobierno a improvisar y no consolidar sus logros con cuidado. Es imposible para las Fuerzas Armadas tener presencia masiva en todo el territorio nacional o lanzar ofensivas simultáneas en todas partes. Por eso es necesario que en las zonas recuperadas, se desarrolle un esquema de seguridad permanente que coordine las Fuerzas Militares y Policiales. También es fundamental contar con gobiernos locales legítimos y eficaces. Pero esto último no parece preocuparle al gobierno. En Caquetá, por ejemplo, epicentro del Plan Patriota, hay un gobernador que fue condenado en tres instancias por peculado (y se salvó de la destitución por una criticada maniobra jurídica) y los concejales y alcaldes que no son funcionales a las Farc y no están dispuestos a compartir sus recaudos con ellas, han sido objeto de persecuciones y masacres, como sucedió en Puerto Rico y Campoalegre (Huila). Son esos flancos débiles de la política de seguridad del gobierno, los que aprovecha las Farc para golpear donde más duela.

¿Por qué el Macizo?

Moverse por el Macizo Colombiano significa acceder al Ecuador, donde los guerrilleros se surten de explosivos y municiones, y se refugian temporalmente. Pero también quiere decir abrirse camino al mar para sacar la coca. Es que, además de las consideraciones políticas y estratégicas, las Farc tienen graves dificultades para comercializar su droga. Para empezar, en Putumayo ya no controlan el grueso del negocio. Según un estudio del profesor Óscar Jansson, de la Universidad de Uppsala de Suecia, publicado en abril de este año, cinco frentes paramilitares lograron arrebatarles en los últimos siete años el negocio de la cocaína a las Farc en Putumayo. Hoy este grupo (parte del Bloque Central Bolívar ) compra la hoja, tiene agentes que la procesan o la compran procesada, y la sacan directamente de la región, o bien, cobran jugosas comisiones a los narcotraficantes que la sacan. El profesor Jansson calcula que los paras de Putumayo producen unos 35.000 kilos de base de coca al año, y venden cada kilo en ocho millones de pesos.

Hoy las Farc no pueden comercializar la droga de Caquetá en los pueblos ribereños como lo hacían antaño, por el fuerte acoso militar -que ya cuenta con tres grupos de combate fluvial del río Caguán- y tampoco controlan las redes del negocio en Putumayo. Necesitan controlar rutas por la cordillera para consolidar salidas al mar. Además, la 'trocha coquera' paralela al oleoducto Transandino en Nariño fue golpeada desde mediados de julio por una operación conjunta de la Fuerza Aérea y la Policía. Ésta bombardeó campamentos de procesamiento de coca de las Farc cerca de unos caseríos conocidos como El Empalme y El Amarradero, en los límites de Nariño con Putumayo, en la frontera ecuatoriana. Los ubicaron por la confesión de un guerrillero capturado en Ecuador por la Policía de ese país. La semana pasada, la Policía además inició en la zona una persecución a un grupo con el cual se cree que se movilizaba Raúl Reyes. Incluso se dijo que éste había sido capturado o muerto. Este fin de semana una comisión de la Fiscalía viajó a la zona para identificar a los guerrilleros abatidos

Los golpes en Putumayo buscaban aliviar la presión que sufría la guerrilla al occidente, en Nariño y al oriente, en Caquetá, a la vez que recuperar el control de la coca en Putumayo. La coyuntura, además, los favoreció. Con el anuncio reciente del Bloque Central Bolívar de que se desmovilizará en diciembre, los jefes paramilitares en Putumayo han debilitado su frente militar, pues están muy ocupados acumulando la mayor cantidad de cocaína antes de dejar las armas.

Al cierre de esta edición, a pesar de las dificultades, ya se estaba normalizando la situación en Putumayo. Las Farc ya no son las de antes. Su principal fuente de financiación, la coca, está golpeada, y la presión militar ya no los deja moverse en los territorios de sur a sus anchas, como hace unos años. No obstante, no se puede desestimar la capacidad que le da su nueva estrategia de combinar y movilizar frentes de diversos bloques a grandes distancias para hostigar y desprestigiar el Plan Patriota. Por eso la política de seguridad democrática necesita consolidar con mayor cuidado el avance militar, y esta es una tarea que requiere menos afán, y más atención a la consolidación democrática de los territorios liberados.