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El polvorín

Cúcuta y Norte de Santander se han convertido en un fortín de las autodefensas. Las recientes capturas indican que la infiltración es más profunda de lo que se cree.

13 de junio de 2004

El pasado miércoles 2 de junio cuatro investigadores de la Dirección Central de Investigaciones Judiciales -Dijin- se ubicaron estratégicamente en los alrededores del centro comercial Alejandría en Cúcuta. Desde hacía casi un año los habían enviado desde Bogotá para cumplir con una delicada misión. Ese día en particular tenían un objetivo: capturar a un paramilitar conocido en el mundo del hampa con el alias de 'Güicho'.

Cuando el hombre salió del centro comercial dos de los investigadores se aproximaron a él para arrestarlo. 'Güicho' los eludió, y comenzó una persecución que se prolongó por varias cuadras hasta que fue detenido. Este hombre era el encargado de coordinar las extorsiones a los comerciantes de Alejandría y a los trasportadores de la ciudad. En su poder tenía un poco más de cuatro millones de pesos y una libreta con la lista de los extorsionados y los nombres y las sumas de dinero que les entregaba a varios jefes paramilitares de la ciudad.

Menos de 24 horas después de la captura de 'Güicho', los investigadores de la Dijin realizaron un nuevo arresto. A las 2 de la tarde del jueves 3 de junio capturaron a Claudia Cecilia Buitrago, concejal del municipio de Pamplona y secretaria general de la Federación Nacional de Concejales (Fenacon). La funcionaria tenía una orden de captura de la Fiscalía en Bogotá por sus estrechos vínculos con 'Pacho', un reconocido paramilitar que controla actividades delictivas en la capital del Norte de Santander.

Casi al mismo tiempo que la concejal era notificada de su arresto fue asesinado en el barrio La Capellana, al oriente de la ciudad, el ex jefe de seguridad de la alcaldía de Cúcuta, Elkin Javier Leni Peñuela, a quien dos sicarios le propinaron siete disparos. El viernes 4 de junio, un día después de este asesinato, fue arrestado el hombre que lo había reemplazado en ese cargo, el agente de policía Martín Soto, jefe de seguridad del alcalde de Cúcuta, Ramiro Suárez Corzo.

Esa tarde los investigadores de la Dijin esperaron a que finalizara un acto convocado por el alcalde. Siguieron al agente Soto hasta una cafetería cercana a la alcaldía y allí lo abordaron y le informaron que quedaba bajo arresto.

Soto se negó a ir con ellos y salió caminando hacia la entrada de la alcaldía, en donde pretendía refugiarse. Cuando los miembros de la Dijin intentaban convencerlo de que accediera a acompañarlos por las buenas para evitar un escándalo en la vía pública, el alcalde Suárez bajó de su despacho para saber qué estaba pasando. Los investigadores le explicaron que Soto estaba investigado por paramilitarismo y tenía una orden de captura bajo la sindicación de concierto para delinquir. Desconcertado, Suárez no pudo hacer nada y su jefe de escoltas fue llevado a una estación de Policía.

Por orden del fiscal que lleva el caso, Soto debía ser trasladado al búnker de la Fiscalía en Bogotá durante el fin de semana. Sin embargo, esa misma noche los investigadores de la Dijin se enteraron de que los paramilitares de Cúcuta ya sabían cuál era el vuelo en el que iban a trasladar a Soto y estaban planeando un operativo de rescate.

De inmediato modificaron el cronograma del traslado. A la una y media de la mañana del sábado, y con el mayor sigilo posible, salieron en un carro rumbo a Bucaramanga. Allí esperaron el amanecer y embarcaron a Soto en el primer vuelo hacia la capital de la República. Los paramilitares no se quedaron con los brazos cruzados. Entre la madrugada del sábado y el domingo, 17 personas fueron asesinadas en Cúcuta.

¿Cuál era el interés de los paramilitares en rescatar a Soto a toda costa y eliminar, aun por simple sospecha, a cualquier persona que estuviera relacionada de alguna manera con el jefe de seguridad del alcalde Suárez?

El hombre clave

Las capturas de 'Güicho', la concejal Buitrago y Soto, así como las investigaciones de los asesinatos selectivos hacen parte de un mismo plan que busca desarticular los tentáculos paramilitares en Cúcuta y Norte de Santander. Sin embargo, la captura de Soto podría ser la clave para destapar la hoya podrida del paramilitarismo en esa ciudad.

La investigación contra Soto comenzó desde el año pasado, cuando informaciones obtenidas por la Policía y la Fiscalía aseguraban que tenía lazos con Carlos Enrique Rojas Mora, alias el 'Gato', señalado de ser el jefe militar del Bloque Fronteras de los 'paras', que opera en Cúcuta y zonas aledañas.

Cuando comenzaron las pesquisas, Soto era escolta del alcalde Manuel Guillermo Mora y acababa de ser trasladado a la seguridad del entonces candidato Ramiro Suárez. Desde que estaba vinculado a la alcaldía, según la investigación, Soto se había convertido en un hombre importante para los paramilitares. Por ejemplo, en julio de 2003 la Policía de Cúcuta inmovilizó en inmediaciones de Cenabastos, la central de alimentos de esa ciudad, un camión con comestibles y ropa de contrabando que iba hacia Puerto Santander, un reconocido sector de operación y base de los 'paras'. De acuerdo con las investigaciones, los paramilitares le avisaron a Soto que la carga retenida pertenecía al 'Gato'. Entonces el jefe de seguridad contactó a los uniformados que hicieron la operación para que dejaran libre el automotor, como en efecto ocurrió.

Este tipo de favores y sus relaciones convirtieron a Soto en un hombre clave no sólo para los paramilitares sino también para algunos políticos de Cúcuta que vieron en él un efectivo puente con las autodefensas. Especialmente cuando se aproximaban las elecciones locales de octubre y algunos creían que era importante contar con el respaldo de los 'paras'.

En el ojo del huracán

Aunque las investigaciones de la Dijin y la Fiscalía avanzaban por buen camino, un paramilitar que se entregó a las autoridades en Cúcuta a comienzos de 2004 se convirtió en la pieza que faltaba para consolidar las pruebas contra Soto y que terminaron salpicando al alcalde Ramiro Suárez por supuestos vínculos con los paramilitares.

"El agente Soto es el enlace entre el alcalde de Cúcuta y alias 'Gato'. Por medio de éste, Ramiro Suárez mantiene comunicación con 'Gato' y la organización de las autodefensas. Así se han coordinado algunos trabajos delictivos como las muertes del asesor jurídico de la alcaldía Alfredo Enrique Flórez y el candidato a la Gobernación de Norte de Santander Tirso Vélez", dijo en su declaración el paramilitar que se entregó a las autoridades. En su testimonio asegura también que Ramiro Suárez habría entregado una fuerte suma de dinero a los jefes paramilitares por la muerte del Flórez. Según él, "porque él (el asesor jurídico) estaba interviniendo en sus aspiraciones de ser elegido alcalde de Cúcuta".

A mediados de abril pasado las grabaciones que contienen ese testimonio fueron divulgadas por varios medios de comunicación. Suárez rechazó en repetidas oportunidades las graves acusaciones y negó tajantemente tener cualquier vínculo con paramilitares, al tiempo que manifestó estar dispuesto a presentarse a las autoridades respectivas para aclarar el caso.

"Estoy tranquilo, porque lo que se ha divulgado han sido supuestas conversaciones entre pícaros", dijo Suárez en el periódico La Opinión de Cúcuta el pasado 18 de mayo. El alcalde dice que las sindicaciones en su contra son producto de enemigos y delincuentes que quieren hacerle daño. Lo cierto es que después de la detención de su jefe de seguridad hace dos semanas, el alcalde no volvió a referirse al caso.

Aunque los investigadores de la Dijin y la Fiscalía están seguros de que Soto puede ser el hombre que despeje los interrogantes sobre Suárez y los graves señalamientos que hay en su contra, el episodio en el que está envuelto el alcalde es tan solo un capítulo, sin duda muy grave, de la penetración de los paramilitares en Cúcuta y Norte de Santander.

En noviembre del año pasado ya había quedado en evidencia esta situación cuando la Fiscalía y la Dijin capturaron a Magali Yaneth Moreno Vera, una ex investigadora del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía señalada de tener vínculos directos con paramilitares y de ser novia de un comandante de la organización ilegal. Poco tiempo después de su detención, un fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia dictó medida de aseguramiento sin beneficio de excarcelación contra Ana María Flórez Silva, directora de la Fiscalía de la seccional de Norte de Santander, sindicada también de ser una ficha de los 'paras'.

En lo que va corrido de este año las comisiones de la Dijin y la Fiscalía, enviadas especialmente desde Bogotá, han conseguido importantes golpes para desvertebrar la estructura paramilitar que está enquistada en Cúcuta. En los primeros cuatro meses del año fueron arrestados 'Hernán', 'Cristian', 'Escorpión' y 'Dionisio', cuatro de los más importantes paramilitares que actuaban en la capital de Norte de Santander y sus alrededores.

Pero la penetración 'para' es tan alta que a pesar de estos golpes la situación de orden público ha cambiado muy poco. Las muertes selectivas han continuado, al igual que las extorsiones y las amenazas constantes en contra de los periodistas de la región. Las capturas y los hechos de violencia de las últimas semanas corroboran lo que se ha convertido en un secreto a gritos: Cúcuta se ha convertido en la frontera del caos, y el gobierno intenta a toda costa recuperar la ciudad de las garras de los paramilitares.