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El "porrazo"

El caso de tres parlamentarios samperistas, que compartieron tribuna con Evaristo Porras, pone a prueba el código de ética de la campaña de Ernesto Samper.

25 de octubre de 1993

UNA BREVE NOTA DE LA PAGINA POLITICA de E1 Espectador del martes desató la tormenta: "Dos parlamentarios samperistas, Jorge Eduardo Gechem Turbay y Rodrigo Turbay Cote, asistieron el sábado por la noche en Leticia al lanzamiento de la candidatura de Melquisedec Marín para la Cámara de Representantes. Elpersonaje central en esa reunión política era ni más ni menos que Evaristo Porras Ardila". Según la información de la página que desde hace años edita Carlos Murcia en el diario de los Cano, Gechem y Turbay "saludaron muy efusivamente a Porras Ardila" hasta tal punto que.en su discurso Turbay lo llamó "paisano y compatriota ilustre", después de lo cual recordó las luchas de Porras al lado de su padre, el fallecido lider Hernando Turbay. "En la reunión -concluia la nota- hubo mucha euforia en torno a la can- didatura de Samper (...) ¿Que dirá el fiscal ético, Jorge Valencia Jaramillo ? ".
El asunto no era de poca monta. Inclus para los colombianos más desmemoriados el nombre de Porras tras recuerdos muy amargos. En agosto de 1983 el recién posesionado ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, mano derecha de Luis Carlos Galán y número dos del Nuevo Liberalismo, cayó en una celada cuyo protagonista central fue Porras. En medio de un debate sobre la presencia de dineros del narcotráfico en la política y otras actividades de la vida nacional, el representante antioqueño Jairo Ortega -quien tenía como suplente a nadie menos que a Pablo Escobar Gaviria- denunció que cuatro meses antes, Porras, de quien Ortega aseguró había sido sindicado de narcotráfico en Perú, le había girado a Lara un cheque por un millón de pesos como contribución a su causa política. Ortega divulgó en el curso del debate una casete que contenía la grabación de una charla sostenida por Porras y Lara en el Hotel Hilton el mismo dia -20 de abril- en que había sido girado el cheque. De la grabación se deducían dos cosas: la primera, que Lara era consciente de las actividades de Porras; y la segunda, que había caído en una celada cuidadosamente tendida por el cartel de Medellín.
En efecto, Porras se había presentado ante Lara como un enemigo de Pablo Escobar en el negocio y le había ofrecido apoyo económico para sus actividades proselitistas. Lara, quién entonces aún no pintaba para ministro, se había mostrado muy interesado en obtener información sobre Escobar y, al parecer, había aceptado la contribución financiera. Fue así como en agosto el representante Ortega pudo acusar a Lara de recibir un millón de pesos de una persona de cuya vinculación con el narcotráfico Lara era consciente.
Fueron dos debates en la plernaria de la Cámara, que contaron, entre otros asistentes, con Pablo Escobar, en su calidad de representante suplente, y Carlos Lehder, quien ocupó con sus amigos del periódico Quindio Libre la tribuna de prensa del salón elíptico. A partir de entonces, Lara multiplicó sus esfuerzos para combatir a los narcotráficantes en un desesperado afán por demostrar su inoceneia, actitud que le costó la vida en la noche del 30 de abril de 1984, ocho meses después, en una fecha que marca el principio de la narcoguerra.

LA PAPA CALIENTE
Por todo lo anterior, cuando el nombre de Porras apareció vinculado a a un acto samperista en Leticia la semana pasada, Ernesto Samper reaccionó con agilidad y se apresuró a poner el asunto en manos del fiscal ético de su campaña, el senador Valencia Jaramillo, y a advertir que "en caso de comprobarse las versiones de prensa, rechazaré la adhesión del representante Marín y pediré a los congresistas que visitaron el Amazonas (Turbay Cote y Gechem Turbay) que se abstengan de efectuar cualquier acuerdo compromiso político con el representante Marín".
En efecto, lo que tendrá que definir Valencia Jaramillo es si se puede aplicar en este caso el artículo octavo del Código de Etica, que prevé que la campaña "podrá rechazar el apoyo o la colaboración política de determinadas personas". Las declaraciones de Samper apuntan hacia que muy posiblemente el representante Marín será quien pague los platos rotos, mientras que Turbay y Ciechem serán emplazados a deshacer cualquier pacto político con el congresista del Amazonas.
Sin embargo, la cosa puede no ser tan sencilla y es probable que Valencia Jaramillo tenga en sus manos una verdadera papa caliente. Si Marín es responsable de haber contado con Evaristo Porras como invitado y orador del lanzamiento de su candidatura a la Cámara, la situación de Turbay y de Gechem no deja de ser enredada. Turbay utilizó expresiones especialmente elogiosas para referirse a Porras, y lo calificó de "compatriota ilustre". Y aunque en el caso de Gechem no hubo tanta generosidad verbal, el hecho de haber compartido con Porras la tarima de honor del acto, tal y como lo demuestran las fotos, no deja de tener mala presentación.
La defensa de Marín es quiza la más floja de todas. El representante por el Amazonas se preguntó en declaraciones a El Tiempo: "¿Cómo hace uno en la plaza pública para decirle a alguien que no se arrime?". Pero es que el papel de Porras en el acto de Leticia no fue simplemente el de un asistente más, mezclado entre el público: aparte de estar sentado al lado de Marín, Turbay y Gechem en el sitial de honor, actuó como orador y fue saludado en sus respectivas intervenciones por los tres parlamentarios.
Turbay ha basado su defensa en decir que no tenía por qué actuar como juez de personas que, como Porras, ya fueron juzgadas, y que tan grave como asistir a ese acto sería sentarse al lado de exguerrilleros. No obstante, si bien puede ser verdad que Turbay no tenía por qué ni cómo sacar a Porras del acto, también lo es que no tenía por que regalarle tantos elogios al hombre que participó de manera tan directa en la trampa que el cartel le puso a Rodrigo Lara.
En cuanto a Gechem, su defensa ha sido quizá la mejor, debido, en buena parte, a que sus referencias a Porras en el acto fueron más parcas y a que, a diferencia de Marín y de Turbay, puede alegar que por ser del Huila, poco conoce de las intimidades de la política del Amazonas. Pero aún así, sabía que quien estaba en la tribuna era Evaristo Porras y como huilense y coterraneo de Rodrigo Lara, tenía más razón que cualquier otro para tener en claro el papel jugado por este hombre en el pasado.
Siempre se puede decir en defensa de Gechem y de Turbay, que en Leticia es imposible asistir a una manifestación sin correr el riesgo de toparse en la tribuna con Evaristo Porras, un hombre sin cuyo visto bueno no se mueve una hoja en esa región.
También es importante aclarar que no se trata de acusar a Gechem ni a Turbay de nexos con narcotraficantes. Pero si de decir que ambos son culpables de infinita torpeza. Los dos cuentan con suficientes conocimientos sobre la situación y la historia reciente del país, y con la experiencia que deben haberles dado los cargos que han ocupado: aparte de senador, Gechem fue gobernador de su departamento; y aparte de representante por el Caquetá, Rodrigo Turbay fue presidente de la Camara Baja. Como si fuera poco, ambos llevan un apellido -Turbay- que están en la obligación de cuidar, pues los vincula como sobrinos del propio jefe del Partido Liberal. Si bien toparse con Porras en Leticia puede resultar explicable y hasta inevitable, las repercusiones políticas a nivel nacional de un incidente como ese son muy delicadas. Lo único más desprestigiado que la clase política en Colombia son los narcotraficantes, y la impresión de una camaraderia entre los dos sectores es funesta.
De ahí que defenderse con argumentos de aparente ingenuidad ya no sirve. Algo como lo que les sucedió en Leticia a Turbay y a Gechem era tolerable hace algunos años. Pero hoy, después de todo lo que ha pasado, del asesinato de Luis Carlos Galán y de la voladura del avión de Avianca para no mencionar sino dos de los más dramáticos episodios de esta guerra, compartir tarima de honor con un hombre acusado y procesado por sus vinculaciones con quienes planearon y ordenaron esos crímenes, no tiene justificación.
Como lo dijo la tajante declaración de la Dirección Liberal, "atravesamos un momento en el que todo cuidado que se tenga es poco". El ambiente de no permitir más complacencias con el crimen organizado ni con la corrupción, se está imponiendo en el país y, con todo y los riesgos que esto implica, va a enmarcar el desarrollo de la campaña política. Prueba de ello es que, después de muchos intentos fallidos por autodepurarse, el Congreso dio, la semana pasada, los primeros pasos decididos en esa dirección, al solicitar las comisiones de ética de Cámara y Senado la perdida de la investidura de dos parlamentarios: el representante Jairo Ruiz, quien citó a rendir cuentas en la comisión de acusaciones a la plana mayor del Consejo de Estado, tribunal que se encontraba investigándolo; y el senador Félix Salcedo Baldión, acusado de violar el regimen de incompatibilidades, en especial en el caso de la contratación de las fracasadas barcazas eléctricas.
En todo caso, para el fiscal ético de la campaña de Samper, el episodio de Leticia va a ser la prueba de fuego. Un pronunciamiento tibio le quitaría credibilidad no solo a Valencia Jaramillo sino al samperismo en general. Y una sanción radical, que sería bienvenida a nivel de opinión y que probablemente se haya vuelto inevitable, sería considerada como desproporcionada dentro de la clase política, que se está comenzando a aburrir de que los mismos que hace cuatro años la buscaban para conseguir sus votos ahora le hacen el quite por la misma razón. Lo único que es seguro es que en una elección tan renida como la que se avecina, muchas cosas pueden definirse dependiendo del manejo que se le dé al "porrazo".

Así fue la celada
SEMANA REPRODUCE APARtes de la grabacion de la conversación de Rodrigo Lara con Evaristo Porras el 20 de abril de 1983, durante un en- cuentro en el hotel Hilton, de Bogota.
EVARISTO PORRAS: Vea doctor, yo me he enterado por la prensa que usted está empeñado en hacer moralización por el lado ... (confuso). Pablo Escobar es considerado una vaca sagrada.
RODRIGO LARA: Sí. He sabido que es la vaca que más caga. ¿Y tiene mucho dinero?
E.PORRAS: Tiene mucha plata. Mucha. El está apoyando a Santofimio y eso nos está perjudiciando, no nos está dejando trabajar.
R. LARA: Los perjudica por muchos motivos. En el momento en que Santofimio aparece como promotor de la desaparición o lo que sea de este tratado de extradición con Estados Unidos, automáticamente genera opiniones contrarias (...) La mayor estupidez que comete Escobar es meterse a la política tan abiertamente, además de una forma tan descarada. Yo sé que anda comprando concejales en los pueblos (...).
E. PORRAS: A nosotros nos tienen cerrados, comercialmente a nosotros nos tiene ya terminados.
R. LARA: Pero él tiene más gente con él, o qué...
E. PORRAS: Claro, claro. Ese es un grupo grande, nosotros somos un grupo pequeño. Nosotros tenemos también ... (confuso) y podemos abrirle un hueco. No con tanto dinero como él, pero también podemos trabajar.
R. LARA: ¿Cuántos grupos hay allá en Antioquia que estén por fuera de Pablo Escobar?
E. PORRAS: Los que están con nosotros.
R. LARA: Pero fuera de los que están con ustedes, ¿hay algunos otros?
E. PORRAS: No, no (...)
R. LARA: Ah, pero ustedes tienen un bloque y el otro bloque es el de allá de Pablo Escobar.
E. PORRAS: (confuso)...
R. LARA: (...) Desde el momento en que se meten en política, automáticamente se exponen a lo que no tienen por qué estar expuestos los que no están en esto. Cuando uno es político todo el mundo tiene derecho a esculcarle a uno la vida de la cabeza a las patas.
E. PORRAS: Sí, doctor. Yo me retire de la política totalmente, porque a mí me dieron muy duro cuando me metieron preso.
R. LARA: ¿Y eso dónde estuvo preso?
E.PORRAS: Estuve preso en Lima.
R. LARA: ¿En el Perú? ¿En qué época?
E. PORRAS: YO estuve preso en 1 978.
R. LARA: ¡Ah! Despuesito de que yo estuve en Leticia (...) ¿Y lo agarraron ahí y lo metieron tres años?
E. PORRAS: Tres años. Me torturaron y ...(confuso). Yo salí de ahí y me volví a levantar y todo...(confuso). Yo no quiero dar la cara. Yo estoy dispuesto y nosotros hicimos una reunión en Medellín y todos a ayudar. Nosotros íbamos a hablar con el doctor Galán, hubo varias citas, pero por el itinerario de el no llegamos a ningún acuerdo... (confuso). Es mejortrabajar desde afuera. A mí me consultan y me dicen las cosas y yo, pues les colaboro, pero así verbalmente. Pero yo no me paro a invitar a la gente a votar o a lanzarme al Concejo.
R. LARA: Muy buena cosa. Y entonces, ¿en qué planes anda Escobar? E. PORRAS: El plan es que anda aliado con ese señor Santofimio, y estamos jodidos, mejor dicho.
R. LARA: Pero, ¿cómo los bloquean ellos a ustedes?
E. PORRAS: En el mercado. Salimos a vender algo y no hay mercado para nosotros (...)
R. LARA: ¿Pero cómo hacen ellos para controlar esa demanda? (confuso). Es uno de los hombres más millonarios del mundo. ¿En qué tiene invertido? ¿En muchas cosas? ¿Fuera del país? ¿En toda parte?
E. PORRAS: Pues, doctor, usted verá. Yo le colaboré a usted con votación y con campaña y ahora no lo puedo hacer. Pero cualquier cosa que haya que hacer (...) A la hora que usted quiera trasladarse o hacer cual- quier visita o cualquier cosa cuente conmigo (confuso) y económicamente, si tiene algo pensado...

UN DOCUMENTO DEL DAS EN EL 83

El prontuario de Porras
EL NOMBRE DE EVARISTO POrras comenzó a ser conocido por los colombianos en 1983, cuando el representante a la Cámara Jairo Ortega sostuvo que Evaristo Porras era "un narcotraficante con antecendentes judiciales en Lima ".
La investigación efectuada entonces por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) reveló las dimensiones del prontuario de Porras. Según las conclusiones del organismo oficial, Porras controlaba desde los últimos años de la década del 70 la importación ilegal de pasta de coca desde Perú y Bolivia, y se encargaba de suministrarsela a los carteles. Con las enormes ganancias de su negocio (el DAS sostiene que Porras ex portó 55 mil kilos de cocaína en 1983 mediante su propia organización) Porras se había convertido en una especie de magnate provinciano, dueño de varios hoteles en distintos lugares del país, mansiones, fincas y, por lo menos, tres avionetas.
Según el DAS Porras tuvo que ver en el asesinato, en julio de 1986, del corresponsal de El Espectador en Leticia, Roberto Camacho Prada. Camacho se había convertido en una piedra en el zapato del presunto narcotráficante, sobre todo porque le seguía los pasos en su propia plaza fuerte de Leticia (Amazonas).
Apesar del prontuario que se le atribuye, y de haber sido capturado en 1986 y al año siguiente en Ecuador, Evaristo Porras sólo ha estado a la sombra por poco tiempo, y además por la menos importante de sus acusaciones, esto es, por porte ilegal de armas.