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Para extorsionar, José Riaño se hacía pasar por el comandante ‘Omega’ de las autodefensas. El hombre, que ya había purgado una condena por ese delito, escogía a sus víctimas por medio de los avisos clasificados de los periódicos

El rey de las vacunas

Un solo hombre se convirtió en el más grande extorsionista del país. Tan solo en los últimos dos meses sus víctimas superan el centenar.

28 de abril de 2007

“Es el caso más difícil que nos ha tocado en los últimos años”. Con estas palabras calificó una de las más experimentadas investigadoras del Gaula de la Policía una de las más complejas operaciones que se han realizado contra las bandas de extorsionistas.

La historia comenzó en los primeros días de enero de este año, cuando una persona se acercó al Gaula a denunciar que estaba siendo víctima de una extorsión. El denunciante les contó a los investigadores que había recibido una llamada de un hombre que se identificó como el comandante ‘Omega’ de las autodefensas de las Águilas Negras, quien le había exigido un fuerte suma de dinero a cambio de no declararlos a él y su familia como objetivo militares. La víctima les contó a los investigadores que el comandante ‘Omega’ le había dicho que, como prueba de que lo tenía identificado, sabía que estaba vendiendo una finca en la sabana de Bogotá.

La víctima les contó a las autoridades que cuando recibió la primera llamada, el comandante ‘Omega’ inicialmente no le pidió dinero en efectivo. Dijo que su ‘contribución’ con las autodefensas consistía en conseguir varios metros de tela camuflada tipo profesional del estilo de la que usan los soldados.

Aunque suena algo simple, la realidad es que para un ciudadano común no es fácil comprar tela para uniformes camuflados, y menos en grandes cantidades, ya que se trata de prendas de uso privativo de las Fuerzas Militares. Ante la imposibilidad de las víctimas de conseguir la tela, el comandante ‘Omega’, les ofrecía una solución. Consignar el dinero equivalente al valor de la tela en una cuenta bancaria, cerca de tres millones de pesos.

Cuando la víctima terminó de narrar su historia para los hombres del Gaula, no era la primera vez que escuchaban hablar del comandante ‘Omega’. Al realizar un cruce de información con varias seccionales del Gaula descubrieron que en diferentes regiones existían denuncias en las que las víctimas contaban que quien los llamaba a extorsionarlos también se identificaba con ese nombre y les había hecho exigencias similares. Al analizar los diferentes casos, los investigadores del Gaula descubrieron otra información fundamental. Todas las víctimas tenían algo en común. Habían puesto avisos clasificados en los que anunciaban la venta de alguna finca o un inmueble urbano.

Las autoridades estaban desconcertadas. Lo único concreto que se sabía hasta ese momento era que las extorsiones se realizaban desde Bogotá. Los hombres del Gaula decidieron cambiar de estrategia. A las 3:50 de la tarde del pasado 20 de abril, un funcionario del banco llamó a los investigadores del Gaula y les informó que en ese momento se estaba haciendo un retiro de la cuenta investigada en un cajero en el Parque de Lourdes, en el sector de Chapinero. Cerca de allí había varios uniformados que alcanzaron a llegar hasta el cajero cuando un hombre salía de hacer el retiro. Lo empezaron a seguir. El hombre tomó varios buses y taxis y después de varias horas entró a una casa situada al lado de uno de los muros de la cárcel La Picota. A las 9 de la noche allanaron la vivienda y arrestaron al famoso comandante ‘Omega’.

Se trataba de José Reynel Riaño, un hombre de 35 años que en diciembre pasado había quedado en libertad después de haber pagado una condena de tres años por extorsión. En la casa había cinco celulares y decenas de páginas de avisos clasificados en donde Riaño había subrayado los nombres de sus víctimas. “En la cárcel perfeccionó su ‘modus operandi’. Ya sabía, por ejemplo, que el Gaula usa equipos para rastrear los celulares y por eso para despistar consiguió una casa al lado de La Picota para hacernos pensar que era un preso que estaba dentro de la prisión quien hacía las extorsiones”, explicó uno de los investigadores.

Cuando fue llevado ante los jueces, Riaño dijo que había perdido la cuenta del número de personas que había extorsionado. Sin contar aquellos casos que no fueron denunciados oficialmente, las autoridades tienen registros de que, por lo menos en los últimos dos meses, más de un centenar de personas fueron víctimas de este hombre. Cuando realizaba las llamadas extorsivas Riaño era muy agresivo y a la vez muy convincente y eso no sólo hizo que muchas víctimas le pagaran, sino que generó tanto terror, que algunas abandonaron definitivamente sus propiedades o las vendieron a cualquier precio. Lo importante es que el rey de la extorsión finalmente está tras las rejas.