El paro de campesinos en el Cauca podría terminar en una tragedia de incalculables
consecuencias. Y lo peor es que nadie parece darse cuenta de ello. Ni el gobierno nacional, que
responsabiliza a la anterior administración, ni el gobierno departamental, que responsabiliza al gobierno
central, ni los propios 50.000 manifestantes que, enceguecidos por la furia acumulada durante tantos años de
olvido estatal, corren el riesgo de ser utilizados por la subversión y por grupos terroristas interesados en
pescar en río revuelto. Aunque el paro agrario del Cauca tiene múltiples razones, algunas de ellas
justificables, lo cierto es que el mal manejo que le han dado todos los actores comprometidos en el conflicto
amenaza con convertir una marcha campesina, que pudo ser controlada a tiempo, en un desastre nacional.
El primero en no asumir a cabalidad su responsabilidad fue el propio gobierno central, que la descargó en el
gobierno anterior sin tener en cuenta que la solución a los graves problemas del Cauca corresponde al
Estado y que el Estado está representado por el gobierno, independiente de cuál sea su filiación política o
la de su antecesor.Al gobernador del Cauca le cabe también alguna culpa. Si bien es cierto que advirtió
sobre el paro que podría ocurrir de no darse el proceso de concertación con los campesinos alrededor de los
acuerdos firmados por el gobierno en 1996, es evidente que existe entre el funcionario departamental y el
gobierno nacional una abierta antipatía. Ello no ha posibilitado un diálogo más fluido y se ha convertido, al
menos en el lenguaje de los funcionarios del gobierno nacional, en un argumento para descargar su
responsabilidad en el gobernador.¿El paro armado? Dos semanas después de iniciada la protesta campesina el
paro agrario ha dejado pérdidas por más de 500.000 millones de pesos, el departamento del Cauca está al
borde de una crisis hospitalaria y el bloqueo de las carreteras tiene sin combustible a todos los
habitantes del departamento. Al igual que en las épocas de los sitios a las ciudades, la prioridad está en
hacerles llegar a los habitantes de Popayán víveres y combustible. Como si ello fuera poco, los
organismos de seguridad departamentales denunciaron la presión ejercida por los grupos guerrilleros a los
maestros del departamento para que se sumen a la protesta. El jueves de la semana pasada un frente del
ELN hostigó durante varias horas un CAI de la Policía en Popayán.Según organismos de seguridad,
consultados por esta revista, varios frentes, tanto de las Farc como del ELN, estarían respaldando el
bloqueo de las principales vías del departamento del Cauca y no descartan la posibilidad de que los
subversivos realicen acciones terroristas para producir enfrentamientos con las autoridades y producir el caos
dentro de los manifestantes. No obstante, el gobernador Negret ha negado estas versiones en varias
oportunidades.Pero la culpa de lo que está pasando en el Cauca también le corresponde _y en buena
medida_ al anterior gobierno, que para desactivar una protesta social masiva adquirió compromisos
imposibles de cumplir. Hoy en día todos coinciden en señalar al entonces ministro del Interior, Horacio
Serpa, de ser uno de los responsables de lo que está sucediendo. Los botones de muestra son varios, entre
ellos los acuerdos de El Tambo en 1994, Noviraro en 1995, la negociación con los finqueros caucanos en 1996
y Agropemca y Nasa Kiwe en 1997.La solución no es fácil. El problema del Cauca se soluciona con plata. Y
plata es lo que no hay. El propio Ministro del Interior les ha dicho a los manifestantes de manera muy
franca que el gobierno atraviesa por una crisis sin precedentes y que, por consiguiente, no cuenta con los
recursos económicos para destinar los dineros que permitan superar la crisis. Aunque esa es una realidad
que no se puede desconocer, también es cierto que existen varias vías para obtener esos recursos, como
por ejemplo el Fondo de Solidaridad, que dispone de cerca de dos billones de pesos. Ante estas
circunstancias lo único que no pueden desconocer todos los involucrados en el conflicto, empezando por el
gobierno central, es que el Cauca es una bomba de tiempo que ya se activó y que en cualquier momento
puede estallar.
Habla el gobernador
SEMANA: Hay funcionarios del gobierno que sugieren que usted ha instigado a los campesinos del Macizo
Colombiano que protagonizan el paro. ¿Es cierto eso?
César Negret: Los que manifiestan eso, además de irresponsables y provocadores, desconocen
absolutamente la realidad social y política del Cauca. Esta movilización va más allá del gobernador
Negret o de la administración Pastrana. Este tema va muy atrás, hasta 1986, cuando los campesinos
negociaron con Carlos Ossa. Posteriormente lo hicieron con Héctor Riveros en 1991. Finalmente hay un
acuerdo firmado por el gobierno de Samper en 1996. Todos acordaron obras en energía, saneamiento
básico, producción agropecuaria y servicios públicos. Los acuerdos se venían cumpliendo parcialmente,
pero ante no encontrar eco para seguir evaluando el cumplimiento de los acuerdos con el gobierno del
presidente Pastrana los campesinos acudieron al bloqueo de la Panamericana. No hay que descartar el
que estuvieran inspirados por una toma anterior de la vía que hicieron los indígenas el pasado mes de
julio, que terminó en la firma de un decreto presidencial a instancias del Ministro del Interior.
SEMANA: ¿Pero los ha instigado o no?
C.N.: Si fuera así no habría ordenado tanto a la Policía como al Ejército que los desalojara por la fuerza el
mismo día en que se tomaron la vía Panamericana, desalojo para el cual no conté con el apoyo del Ejército.
SEMANA: Todo pareciera indicar que existe una abierta animadversión entre usted y el ministro Martínez.
C.N.: No es así. Yo me caracterizo por hablar claro. No participar del unanimismo con el que quieren
rodearse algunos funcionarios no puede ser motivo para llegar a esa conclusión. Yo soy un gobernador
elegido popularmente. Represento los intereses de mi región, la que, de manera increíble, no aparece
incluida ni en el Plan de Desarrollo ni en el Plan de Inversiones del cuatrienio, a excepción de un gasoducto
que va de Yumbo a un parque industrial en el Cauca. Mire, yo he tomado medidas muy fuertes, como el
despido de más de 700 empleados de la administración y he sido ejemplo de una política de austeridad que ha
sido reconocida por la gente del Ministerio de Hacienda. Y aprecio y respeto al Presidente de la
República.
SEMANA: Las pretensiones de los campesinos suman alrededor de 850.000 millones de pesos, cifra que
obviamente imposibilita todo acuerdo. ¿Cuál es su posición sobre eso?
C.N.: Estoy de acuerdo con el Ministro del Interior en ese tema: esa es una cifra absolutamente
exorbitante.
SEMANA: Por último, gobernador, ¿cuál cree usted que es la salida a esta grave situación de orden público
que vive el Cauca?
C.N.: Primero, estoy en absoluto desacuerdo con la toma de vías públicas. Por esa razón ordené en su
momento el desalojo. Sin embargo creo que el Estado tiene que cumplir con los compromisos que firma,
independientemente del gobierno que los suscribe. Por eso la negociación debe concretarse en lo que no se
ha cumplido y en definir un programa de cumplimiento a varios años, si se quiere, en consideración a la
situación fiscal.
EL SITIO DEL CAUCA
Dos semanas después de iniciado, el paro campesino del Cauca tiene en jaque a los gobiernos
nacional y departamental.
nacional y departamental.