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EL ULTIMO 'ROUND'

Columna de Enrique Santos Calderón sobre Julio Mario Santo Domingo revive enfrentamiento entre las dos familias más poderosas del pais

14 de febrero de 1994

ESTA COLUMNA NO APARECERA LA SEMANA próxima. Del supremo doctor Cocoa y de sus pequeñas cornetas nos ocuparemos el año entrante". Con estas enigmáticas palabras al terminar 1993 se despidió de los lectores de su columna, 'Contraescape', Enrique Santos Calderón. Como pocos colombianos entendieron la referencia al "Doctor Cocoa" y sus "pequeñas cornetas", el verdadero impacto lo produjo la reaparición de la columna el jueves de la semana pasada. Se titulaba "La arrogancia del poder" y su autor se iba lanza en ristre contra Julio Mario Santo Domingo como nunca nadie se había atrevido a hacerlo en el pasado. Nada de lo publicado tenía revelaciones novedosas. Lo novedoso era que se publicara. Se trataba simplemente del recuento de los escándalos reales o exagerados del Grupo Santo Domingo en los últimos años, escándalos que, si bien muchos colombianos conocían, hasta ahora sólo habían circulado a nivel de chisme. Publicados en la página editorial de El Tiempo, eon la firma del columnista más prestigioso de ese diario adquirían una nueva dimensión.
La reacción no se hizo esperar. Ese mismo día por la tarde el Grupo emitió un comunicado respondiéndole directamente a Santos Calderón e indirectamente a El Tiempo. El contenido no era muy espeetacular, pero el tono sí. Sin refutar ni una sola de las acusaciones de Santos, el Grupo lo insultaba con los mismos argumentos con que Santo Domingo siempre ataca al periódico: que es un "colosal conglomerado económico", que tiene celos de todos los que incursionan en el mundo de las comunicaciones y que, además de lo anterior, es un aspirante a la telefonía celular.
Para la mayoría de los colombianos resultaba difícil entender cómo se había llegado a un enfrentamiento de estas dimensiones entre las dos familias más poderosas del país. En Colombia los grupos económicos pelean de cuando en cuando y al poco tiempo se reconcilian. Pero esa no es la impresión que dejaron los episodios de la semana pasada.
¿Qué fue lo que llevó las cosas hasta ese punto? Todo comenzó el 21 de diciembre con una columna de Francisco Santos, en la cual llamaba la atención sobre el hecho de que la Cámara de Representantes hubiera aprobado a pupitrazo limpio una disminución gradual del impuesto a la cerveza del 48 al 20 por ciento. Con esta reducción, según Santos, varios departamentos, cuyas rentas dependen en buena parte de este impuesto, quedarían al borde de la quiebra. Concretamente mencionó casos como los de Boyacá, Córdoba y Sucre, donde ese ingreso puede llegar a representar el 70 p or ciento de las rentas departamentales. Santos criticó duramente a los representantes por haberle "prestado este servicio" a Santo Domingo como contraprestación a las contribuciones financieras del Grupo a sus campañas políticas. Además de esto, agregó que la reducción del impuesto era un absurdo porque se traduciría en un aumento al consumo del alcohol que generaría una espiral diabólica de licor, droga y violencia.
La columna de 'Pachito' era algo exagerada. En cuanto a los congresistas, se le fue la mano al inferir que por cuenta de haber recibido plata para sus campañas automáticamente habían vendido sus conciencias. Y el argumento de que el consumo de cerveza desemboca en licor, droga y violencia fue tratado en forma bastante simplista. Pero a pesar de estos matices, fue evidente que el punto central de la columna era de interés público: la disminución del impuesto cervecero le crea un problema financiero grave a los departamentos.
Esa misma mañana se presentó el contraataque del Grupo por intermedio de Caracol. La consigna era colocar a El Tiempo contra la pared como si hubiera acusado al Congreso de haberse dejado sobornar. Para estos efectos le dieron micrófono a todo el que estuvo dispuesto a sumarse a esa causa, incluidos los representantes ponentes del proyecto de reducción del impuesto, quienes lograron defenderse con altura. Sin embargo, fue tan evidente la manipulación de la información que el espectáculo, en términos generales, terminó siendo más ridículo que agresivo.

EL SEGUNDO ROUND
Ahí habría parado la cosa de no ser por un 'Contraescape' de
Enrique Santos Calderón publicado en las páginas editoriales de El Tiempo dos días después. Ante la andanada que Darío Arizmendi y su gente desataron contra Francisco Santos su primo hermano escribió una columa semihumorística señalando que él había pensado escribir sobre el mismo tema. Pero que afortunadamente no lo había hecho pues "¡Huy! Qué miedo. Hubiera podido haber sido yo el del tierrero". Pero en medio de la tomadura de pelo metió dos sablazos nuevos. De un lado denunció que el refajo, que es mitad cerveza y mitad gaseosa, no pagaba el impuesto que le debía corresponder como bebida alcohólica. Y de otro, se refirió a Arizmendi como el "doctor Corneta", haciendo alusión a un editorial de El Tiempo publicado con motivo de un enfrentamiento anterior entre los Santos y el Grupo hace cerca de dos años, en el cual se comparaba a Arizmendi con el perrito de la RCA Víctor y su corneta.
Además de evocar ese apodo, la columna de Santos Calderón afirmó que el estilo del Grupo es "...arrogante y apabullante. Irrespeta a la opinión al saturarla de informaciones, entrevistas y comentarios de un estrecho sabor comercial. Y atenta contra la dignidad profesional de los periodistas a su servicio, obligándolos a actuar como perros de presa". La columna terminaba anticipando que se le venía una arremetida como la que sufrio su primo Francisco.
No le faltó razón. Efectivamente se le vino encima, pero, a diferencia de la que debió soportar su primo, ésta fue directa y personal. Al ser la segunda columna contra el Grupo en dos días, Julio Mario Santo Domingo -quien se encontraba pasando vacaciones en Barú- decidió tomar cartas en ef asunto. Tras haber sido despertado por una llamada de Augusto López informándole sobre el contenido del escrito, Santo Domingo se sintió atacado en términos personales y dio la orden de contraatacar sin contemplaciones.
Esta orden produjo uno de los espectáculos más lamentables que haya vivido el periodismo colombiano en los últimos años.
Arizmendi, quien la recibió en su oficina, volvió a la cabina de emisión y le comunicó al equipo de periodistas que teniendo en cuenta que la columna de Santos los había atacado en su fuero profesional, cada uno de ellos tenía que pronunciarse sobre el tema.
Les dijo que estaban en total libertad de decir lo que quisieran, pero les reiteró la dimensión del insulto de que habían sido objeto. En realidad no había necesidad de azuzarlos mucho. Todos los periodistas de Caracol estaban auténticamente indignados con la expresión "perros de presa" que Santos había utilizado para describirlos.
Ante esta orden de Arizmendi cada uno procedió a escribir notas sobre lo que iba a decir.
Uno por uno, los periodistas de Caracol, identificándose con su nombre, leyeron sus apuntes. El primero fue Arizmendi, quien atacó duro: "No me explico bajo qué condición síquica o sicológica escribió el señor Santos Calderón: si bajo el efecto de alguna sustancia química o del vodka (...) que tanto le gusta". Posteriormente llamó a Enrique Santos "el doctor Cocoa " y a su primo Francisco,"Cocoíta", y concluyó: "No voy a aceptar que se constituya en mi juez moral y en mi juez periodístico (...) una persona de la clase de Enrique Santos ".
Después de esto vinieron unos comentarios de Judith Sarmiento y Edgar Artunduaga defendiéndose de la acusación de que eran "perros de presa". Les siguió el ex ministro Carlos Rodado, quien fue el único que no leyó apuntes y sacó la cara por el periodismo independiente, afirmando: "Yo creo que todos estos debates que tienen que ver con la moral y la moralización del país son importantes. Sin embargo, cuando los debates de la moralización cambian de rumbo y se convierten en peleas entre los grupos económicos, eso ya no le interesa al país. Sacarse los cueros al aire entre los grupos económicos les hace daño al periodismo, al país y a la democracia ".
Pero si el héroe de la jornada fue Carlos Rotlado, el villano fue Carlos Ruiz. En el remate de esa ronda, Ruiz -el hombre de confianza de Arizmendi- leyó con voz temblorosa el siguiente texto: "Como el doctor Enrique Santos Calderón me coloca a mí como perro de presa y descalifica toda mi vida de trabajo honrado, yo quiero decirle que estoy dispuesto a que se me someta a un examen físico y moral, y que él acepte lo mismo, para que se compruebe que yo no tengo ningún vicio físico ni moral. Si él comprueba que tiene la misma pulcritud que yo tengo con el cuerpo y con el alma, yo acepto que él me juzgue. Yo he oído muchos chismes de su vida privada. No me extraña por eso que defienda un comentario donde afirma que la cerveza es precursora de los alcoholes fuertes y de las drogas ".
Terminado el programa quedaba por ver si el tratamiento que se les había dado a las instrucciones de Julio Mario Santo Domingo lo había dejado satisfecho o si, por el contrario, estaba preocupado de que los periodistas se hubieran excedido. Este interrogante no duró mucho tiempo. Tan pronto terminó de escuchar el programa, Santo Domingo dio la orden de que lo repitieran ese mismo día a las seis de la tarde, cosa que nunca se había hecho en la historia de '6 a.m.-9 a.m.'. Lo único que se retransmitió fueron los 20 minutos dedicados a insultar a Enrique Santos Calderón.

EL CRUCE DEL UMBRAL
Los radioescuchas del programa se dieron inmediatamente cuenta de que con estos comentarios se había atravesado un umbral en el periodismo colombiano. Los términos de "doctor Cocoa y su primo Cocoíta" eran un juego de palabras en torno a la cocaína. Arizmendi había hecho referencia concreta a este tema con las expresiones "condición síquica " y "alguna sustancia química '. Y Carlos Ruiz difícilmente podía haber sido más obvio.
En Colombia, donde las peleas entre grupos poderosos se han vuelto frecuentes, nunca se había registrado una en la que los ataques se centraran en la vida privada de los protagonistas. Los Santos habían cuestionado la conveniencia de la reducción de un impuesto que, según ellos, tendría el efecto de empobrecer a los departamentos y enriquecer al hombre más rico de Colombia. En medio de ese debate habían arremetido contra el Grupo por omnipotente y contra los periodistas del Grupo por sumisos. Estos comentarios podían ser fuertes, agresivos y algunos incluso injustos, pero no se referían a la vida privada de nadie. En el país han existido siempre y de modo tácito unas reglas del juego en los medios, y un aspecto central de éstas consiste en nunca meterse en la vida privada de la gente. A Enrique Santos le pueden gustar el trago o las mujeres, puede haber consumido marihuana o cocaína, pero ese es un asunto estrictamente suyo. O lo era por lo menos hasta el 23 de diciembre del año pasado.
La familia Santos tomó muy a pecho el asunto. A lo largo de los años ha tenido conflictos con muchos poderosos, desde los presidentes de la República hasta el propio Santo Domingo. El periódico ha criticado mucho y ha sido muy criticado. Pero todas esas polémicas se habían desarrollado dentro de las reglas del juego tradicionales. Con el cuento del "d ctor Cocoa y su primo Cocoíta", Arizmendi logró ofender simultáneamente a las dos ramas de la familia: la del director del periódico, Hernando Santos Castillo, y la del editor, su hermano Enrique. Estas dos, que no siempre actúan en llave, reaccionaron de manera monolítica. Hasta Hernando Santos, quien desde hace 40 años considera a Santo Domingo como uno de sus mejores amigos y lo ha defendido a capa y espada contra la animadversión de sus hijos y sobrinos, consideró que lo sucedido ameritaba un replanteamiento no sólo de la relación personal sino de la posición del periódico frente al poder del Grupo.
Al fin y al cabo las informaciones internas del diario de los Santos les demuestran que solo el 2.8 por ciento de la pauta publicitaria del periódico proviene del Grupo. Esta es una cifra marginal y por lo tanto fue claro que no existían implicaciones comerciales en la eventualidad de que esos avisos fueran retirados.

VACACIONES DE FIN DE AÑO
Con este estado de ánimo y con la idea de esperar el nuevo año para decidir el manejo que debía darle al caso Santo Domingo, la familia Santos se fue de vacaciones. Desde su finca en Anapoima, Enrique Santos Calderón comenzó a meditar en su columna para enero. En la isla de Barú, frente a Cartagena, donde los Santo Domingo pasan sus vacaciones, el ambiente era diferente: más que ánimo de guerra reinaba la preocupación. Varios allegados a Santo Domingo le comentaron que el episodio contra Enrique Santos en Caracol había sido una metida de pata, por tratarse de un agravio personal. Otros le dijeron que al país no le conviene, en las actuales circunstancias, una guerra entre dos grupos de tanta importancia.
Santo Domingo, quien por temperamento es guerrero y poco dado a recoger velas, comenzó a registrar el efecto de lo sucedido. Han circulado muchos rumores sobre lo que pasó en esos días. Se dice que su esposa, Beatriz Dávila, considerada como una persona ponderada, manifestó su rechazo al hecho de que dos familias que habían sido amigas por medio siglo pelearan en esos términos. Otros sostienen que Augusto López, el presidente de Bavaria, nunca se sintió a gusto con la pelea, y que, a pesar de que le tocó varias veces hacer de correo entre Santo Domingo y Arizmendi, nunca compartió el entusiasmo de éstos por el enfrentamiento. López Valencia no tiene buena imagen por su exceso de poder y por el recordado episodio de su presencia en las barras del Congreso en el debate a Rudolf Hommes. Sin embargo, es un hombre más sensato de lo que muchos creen y como buen paisa considera que un mal arreglo es mejor que un buen pleito.
Y es que un buen pleito con los Santos puede tener muchas consecuencias. Para comenzar, uno de ellos, el ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos, aspira a llegar a la Presidencia en 1998. A la vez, es muy posible que su hermano Enrique llegue a la dirección de El Tiempo por esas fechas. El Grupo Santo Domingo puede ser muy poderoso, pero casar una pelea que puede, a mediano plazo, resultar en un enfrentamiento simultáneo con el jefe del Estado y el medio de comunicación más poderoso del país es un suicidio. Todo eso sin contar con el daño que puede hacer un periódico tan influyente en un momento en que el Grupo comienza a tener problemas de imagen.
En efecto, desde hace algunos años este tema se volvió preocupación de Santo Domingo y sus asesores, y determinó el diseño de estrategias para contrarrestar el problema. Una de ellas, quizá la más exitosa, ha sido el asociar a la industria cervecera con el patrocinio del deporte, como es el caso de la Selección Colombia. Otra ha sido la de vincular el nombre de la familia Santo Domingo con obras sociales, por medio de entidades como la Fundación Mario Santo Domingo en Barranquilla o la inauguración de una clínica en Barú, que lleva el nombre -por primera vez- del propio Julio Mario Santo Domingo.
Pero la estrategia en la que el Grupo había puesto mayores esperanzas era en la compra de medios de comunicación. Esta, a diferencia del deporte y las obras sociales, no ha dado resultado. La autopromoción en medios propios tiene un sabor a publirreportaje que siempre genera rechazo. Y esto se agrava con la imagen de pulpo de las comunicaciones que ha adquirido el Grupo y que es tal vez lo que más daño le ha hecho en toda su historia.

NO SOLO IMAGEN
En medio de estos análisis resulta claro que una pelea con El Tiempo es, a todas luces, inconveniente. Y no sólo por imagen, sino por la solución que deberá tener el asunto del impuesto a la cerveza en pocas semanas cuando se reabra el Congreso y el Senado tome la decisión definitiva. Augusto López había logrado que el tema avanzara en la Cámara sin hacer mucho ruido y sin ser ventilado en los medios. Todo ello hasta la columna de 'Pacho' Santos que convirtió el asunto en tema nacional.
La aprobación de este proyecto de ley tiene enormes implicaciones económicas para Santo Domingo. Hoy paga el 48 por ciento y, si la iniciativa sale adelante en el Senado, estará pagando sólo el 20 por ciento dentro de tres años. La diferencia que esto representaría en pesos de hoy sería de unos 124.000 millones de pesos, cifra que dejarían de recibir los departamentos.
La reducción del impuesto a la cerveza ha sido defendida comparando su situación con la del impuesto a los cigarrillos. Pero mientras en este caso la rebaja parece justificarse, pues la industria tabacalera está quebrada y el contrabando -en buena parte por el alto impuesto-representa más del 50 por ciento del consumo, en el caso de la cerveza las utilidades de la industria son gigantescas y el contrabando se considera marginal, según cifras del Ministerio de Hacienda.
Con estos argumentos sobre el tapete y la votación pendiente en el Senado, el Grupo llegó a la conclusión a fines del año de que la pelea con El Tiempo era un asunto delicado. Los Santos consideran grave para el país que el impuesto a la cerveza sea reducido. Para recordárselo a Santo Domingo comenzaron a publicar noticias sobre el tema durante la tregua navideña. Después de incluir el 22 de diciembre un titular que informaba sobre la cumbre de gobernadores y citaba a uno de los mandatarios seccionales con la frase "nos vamos a ir a la quiebra", le dio cabida en sus páginas editoriales al dirigente gremial Darío Alvarez Londoño, quien concluyó una columna diciendo: "Sólo el Senado puede devolver la majestad al Congreso y evitar que se consumen estos desafueros de la Cámara. En sus manos está lo que nos quede de honestidad en el Parlamento".

BANDERA BLANCA
Con esta perspectiva, y aunque Julio Mario Santo Domingo difícilmente pierde una votación en el Senado, el empresario creyó que era conveniente no seguir la guerra. Por esos días le llegó como regalo de Navidad a Enrique Santos Castillo, editor del periódico, un elegante libro de mapas con una amable tarjeta personal de Santo Domingo. Era la primera vez que esto le sucedía.
Luego, en los primeros días de 1994, Gabriel García Márquez representó un importante papel como mediador. El Nobel, quien se encontraba en Cartagena, estaba escandalizado por la forma como el agravio personal parecía adquirir carta de ciudadanía en el periodismo nacional. Cuando Augusto López lo llamó por teléfono, a nombre de Santo Domingo, para invitarlo a pasar un día en Barú, García Márquez le contestó: "Recuérdame que tengo que regañarte". Una vez en Barú, López le recordó a García Márquez lo del regaño pendiente y el escritor le respondió: "Darco Arizmendi se está quemando, y se les está quemando ". El presidente de Bavaria reconoció que había habido algunos excesos, pero que El Tiempo los había atacado muy fuerte. García Márquez le respondió que el Grupo podía contestar igual de fuerte, pero que no tenía por qué incurrir en el agravio personal. El novelista terminó su sermón diciendo: "De ahí a que todos empiecen a sacarse al aire las amantes no hay sino un paso".
Mientras García Márquez y López conversaban, el anfitrión, Santo Domingo, no estaba presente. Por lo tanto, el tema no fue tocado con él. Y a pesar de que el Nobel y su esposa fueron invitados a pasar la noche en la isla, las circunstancias para que él y Santo Domingo hablaran del asunto no se dieron. Días después, y ya de regreso en Cartagena, López llamó al escritor y lo invitó a una reunión con Darío Arizmendi -traído para la ocasión desde una finca en Ayapel- y con el director de Cromos, Alberto Zalamea. García Márquez repitió sus argumentos a Arizmendi y éste le dijo: "Dile a Enrique Santos que hablaste conmigo; que le levanto una bandera blanca ".
El Nobel transmitió el mensaje horas después. Pero a estas alturas, para el columnista Arizmendi era una figura marginal dentro del proceso. Desde cuando le confirmaron que la orden de repetir por la noche del 23 de diciembre los insultos transmitidos en la mañana la había dado personalmente Santo Domingo, había tomado una decisión que resumía en privado diciendo que le iba a contestar "no al caballo sino al jinete". En cuanto a la oferta de bandera blanca, le dijo a García Márquez que no habría inconveniente después de que publicara su columna.
El jueves de la semana pasada se publicó la tan esperada columna y a las pocas horas Caracol divulgó un fuerte comunicado de respuesta, redactado tras una serie de consultas entre Santo Domingo y Alberto Zalamea.
El gran interrogante es: ¿qué va a pasasr ahora? Curiosamente, y pese a lo duro que ha sonado la artillería, los indicios preliminares permiten pronosticar que nada. Cuando está en ánimo de guerra, Santo Domingo suele saturar sus medios de comunicación con la repetición incesante de sus comunicados. Esta vez eso no sucedió. El viernes, ni Caracol ni el Noticiero Nacional de televisión trataron el asunto. Se ha filtrado información en el sentido de que la revista Cromos publicará una respuesta extensa, pero se anticipa que de ahí en adelante cesarán, al menos por un tiempo, las hostilidades.
Los Santos no están en ánimo beligerante y, una vez expresados los puntos de vista de Enrique en 'Contraescape', no tienen ningún inconveniente en aceptar la bandera blanca de Arizmendi. Julio Mario Santo Domingo no es muy dado a las banderas blancas, pero un mes de guerra con El Tiempo le ha parecido suficiente.
La mayoría de los demás colombianos, por su parte, considera deplorable que dos pilares del establecimiento lleguen a sacarse los trapos al sol en esa forma. Como dijo Carlos Rodado en Caracol el día en que la guerra se desató: "Cuando los elefantes pelean, las que sufren son las hormigas".

Francisco Santos Calderón:
(COLUMNA DEL 21 DE DICIEMBRE EN 'EL TIEMPO')
"MIENTRAS EL Gobierno y la banca central les piden a los trabajadores recibir un 19 por ciento de aumento salarial, en la Cámara (...) hizo trámite rápidamente y sin mayores obstáculos un proyecto para reducir el impuesto a la cerveza, lo que permitirá que las arcas de los dos grupos económicos más grandes del país se llenen aún más...".
"Un asistente a las deliberaciones (de la Cámara) decía que él 'nunca había visto un lobbing (...) como el que hizo el Grupo Santo Domingo en ese debate".
"Así las cosas, si el Senado aprueba esa contrarreforma tributaria, a todos los colombianos nos tocará pagarle al Estado unos dineros que el Congreso decidió retribuirle a grupos económicos privados".

Enrique Santos Calderón
(COLUMNA DEL 23 DE DICIEMBRE EN 'EL TIEMPO)
"No CUESTIONO la legitimidad del lobby que puede hacer un grupo privado ante el Congreso (. . .) Tampoco los motivos que hayan podido tener los representantes (...) En las respuestas que dieron al acoso radial de Caracol y del 'doctor Corneta' se aprecia el grado de sumisión o independencia de cada cual frente a las presiones del Grupo".
"Se trata de un estilo arrogante y apabullante. Irrespeta a la opinión, al saturarla de informaciones, entrevistas y comentarios de un estrecho sabor comercial. Y atenta contra la dignidad profesional de los periodistas a su servicio, obligándolos a actuar como perros de presa en la defensa de los intereses supremos del conglomerado".

Los periodistas de 'Caracol'
(EMISION DE 6 A.M.-9 A.M. DE 'CARACOL EL 23 DE DICIEMBRE)
Darío Arizmendi:
NO ME explico bajo qué condición síquica o sicológica escribió el señor (Enrique) Santos Calderón: si bajo el efecto de alguna sustancia o de la Cola y Pola, o de la cerveza, o del whisky puro, o del tinto, o del ron blanco, o del vodka que tanto le gusta".
"... Yo tengo que decirles al 'doctor Cocoa' y a su primo 'Cocoíta' que lo único que nosotros hemos hecho es entrevistar a los parlamentarios para que se defiendan de las acusaciones de soborno que él y su primo han intentado hacer contra el Grupo Santo Domingo, a quien han sindicado de haber sobornado -eso es lo que se infiere-(...) Io que yo he deducido de las acusaciones que han hecho ellos, Francisco Santos y Enrique Santos, contra el Congreso...".
Judith Sarmiento:
"En lo que a mí respecta, ni sé ladrar ni sé morder, ni sé cazar, ni me gusta la cacería, por lo cual no podría ser nunca perro de presa".
Edgar Artunduaga:
"En mi caso respeto a los Santos, pero no me echo la bendición ante ellos".
Carlos Ruiz:
"Como el doctor Enrique Santos me coloca a mí como perro de presa y descalifica toda mi vida de trabajo honrado, yo quiero decirle que estoy dispuesto a que se me someta a un examen físico y moral, y que él acepte lo mismo para que se compruebe que yo no tengo ningún vicio físico ni moral. Si él me comprueba que tiene la misma pulcritud que yo tengo con el cuerpo y con el alma, yo acepto que él me juzgue. Yo he oído muchos chismes de su vida privada. No me extrañó por eso un comentario donde afirma que la cerveza es precursora de los alcoholes fuertes y de las drogas (...) porque parece que él sí sabe que se necesita eso para llegar a donde dive Francisco Santos que llegan los tomadores de licor".
Carlos Rodado:
"A mí me parece que este debate donde los grupos económicos se sacan los cueros al aire le hace daño al periodismo, al país y a la democracia. Frente a esta pugnacidad en que se debaten dos grupos económicos piensen ustedes lo que puede estar pensando la guerrilla...".

Enrique Santos Calderón:
(COLUMNA DEL 13 DE ENERO EN 'EL TIEMPO'
"...Que si las peleas de Arizmendi por Caracol, en rabiosa defensa del grupo, obedecen tan sólo a un servilismo bien remunerado, o a la patética metamorfosis de un ex periodista...".
"(Julio Mario Santo Domingo) es, en fin, un personaje polifacético, cuya estimulante vida privada merecería una divulgación más detallada. He ahí tema para un Arizmendi".
"Si esto le ocurre a un Ministro de Hacienda que cuenta con el pleno respaldo del Presidente, a qué presiones o halagos no serán sometidos funcionarios menores de la administración, cuyas decisiones pueden afectar los intereses del Grupo".
"Hoy hay tantos sectores que se sienten de algún modo ultrajados o golpeados que, muerto Escobar y desbandado el grupo de 'Los Pepes', ya se habla del surgimiento de 'Los Pejus' (Perseguidos por Julio Mario Santo Domingo), entre los que se cuentan antiguos ejecutivos suyos; competidores en el campo de la industria, la banca, las finanzas, los medios de comunicación, etc. El más reciente lesionado es el própio Andrés Pastrana, quien sana y sabiamente optó por no recibir un centavo del Grupo...".

Comunicado del Grupo Santo Domingo (apatis)
(DIVULGADO EL 13 DE ENERO EN PAPELERIA DE 'CARACOL')
"LA VERDAD del desvarío de (Enrique) Santos tiene como origen algo muy sencillo: el flamante accionista del inmenso conglomerado de El Tiempo cree que el espacio de las comunicaciones es feudo que les pertenece...".
"Estima Santos que el poder de desinformar y desorientar que su periódico ha ejercido por casi un siglo debe ser resguardado por encima de toda consideración".
"El malhadado artículo lleno de hiel y rebosante de envidia, aguijona (sic) vehementemente a incursionar en el mundo de las comunicaciones. El país exige el derecho de (sic) estar honestamente informado al costo ínfimo de las rabietas de este superfrustrado accionista minoritario del colosal conglomerado".
"No se descorazone doctor Santos: haciendo uso de la prepotencia que usted nos endilga, trataremos ahincadamente de conseguir que su periódico se convierta eventualmente en el órgano que el país exige".
" ¡Buena suerte, doctor Santos, en la telefonía celular! Que gane el mejor postor son nuestros votos. Siga creando riquezas y puestos de trabajo que el país tanto necesita. No desfallezca en sus esfuerzos por crear una mejor Colombia con menos pobreza y más empleos . No se limite al alejado rincón de su columna. Insista en entrar en el creativo mundo de los negocios...".