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Olga Behar está trabajando en otro libro sobre paramilitarismo del que dice que es una "aventura internacional de no creer". | Foto: SEMANA

LITERATURA

"El uribismo leyó mi libro pirateado"

Una vez más la escritora Olga Behar recibió un reconocimiento por su libro 'El Clan de los doce apóstoles'. Se trata del premio CPB a la 'Obra bibliográfica de un periodista'. En esta entrevista, Behar cuenta los orígenes de su investigación, las consecuencias, y también, las satisfacciones.

Jenny Manrique, periodista de Semana.com
20 de febrero de 2012

Quien haya leído el libro ‘El Clan de los Doce Apóstoles’, de la periodista Olga Behar, jamás se imaginaría que ella nunca estuvo en Yarumal, municipio antioqueño donde se denuncian asesinatos extrajudiciales por parte de un grupo paramilitar en la década de los 90. Ni el propio Juan Carlos Meneses, el mayor de la Policía que señaló a Santiago Uribe, hermano del expresidente Álvaro Uribe, de ser el jefe de ese grupo, y cuyas conversaciones con la autora son el eje central de esta historia.

“¿Y usted cuándo fue a Yarumal Olga?”, le preguntó Meneses sorprendido por la fidelidad del relato, luego de que ella le leyera el capítulo “Cien días en Yarumal”, que detalla los meses en que el exoficial estuvo al frente del Comando de la Policía de esa localidad, durante los cuales según él, recibió órdenes de altos mandos y del mismo Uribe, para dejar actuar a los paramilitares en su llamada ‘limpieza social’. Capítulo que, dicho sea de paso, fue uno de los más duros de escribir para Behar pues repasar los hechos le causaba pesadillas.

“Yo he viajado mucho, hice viajes virtuales, viajes fotográficos, viajes testimoniales, pero no era posible que me vieran ahí”, le contestó ella a Meneses. Hoy Behar confiesa que tras esta decisión, además de un instinto de supervivencia, hubo una clara influencia de sus autores favoritos: el de infancia, Julio Verne, que le enseñó que no tenía que ir a los lugares para poder describirlos; y el de adulta, Gabriel García Márquez, que en el libro el General en su Laberinto cuenta “con certidumbre absoluta” dónde estuvo Bolívar en la Santa Marta del siglo XIX, época en la que claramente el nobel no había nacido.

“Yo reconstruí el lugar a partir de Google Earth, Google fotos y videos de Youtube. Vi películas de la zona y exprimí a mis personajes al máximo para poder recrear la ambientación y la geografía. Estuve a punto de ir en enero del 2011 con el abogado de una de las víctimas pero me eché para atrás en el último momento por razones de seguridad. En el fondo pensé: No puedo arriesgar toda una obra después de una validación que ya me hicieron los personajes, así que reconstruí Yarumal con base en todas mis fuentes”.

Acuciosa y dedicada, luego de repetidas conversaciones con el mayor Meneses, -célebre por haber dado su testimonio primero en Argentina frente a varios juristas y el Nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel-, Behar escarbó los expedientes judiciales una y otra vez, habló con abogados, fuentes anónimas, familiares de víctimas. Reconstruyó los testimonios de los jefes paramilitares a partir del año 2002.
 
Corroboró fechas, datos y lugares para contar en 326 páginas la historia del clan de los 12 apóstoles, cuyo nombre surge de la participación del cura Gonzalo Javier Palacio como presunto instigador en sus plegarias de una lucha frontal contra la subversión, y a la vez supuesto informante de los lugares de ubicación de guerrilleros y presuntos colaboradores.

Behar recibió su segundo reconocimiento por este libro el pasado 9 de febrero (ya había ocupado el segundo puesto en el Premio Nacional de Literatura de no ficción 2011), un mes antes de que un nuevo título suyo salga a las librerías. Esta publicación contará con el debut de su hija politóloga como escritora. Aunque no da muchos detalles, Olga asegura que también está relacionado con el paramilitarismo, pero en una faceta “un poco aventurera e internacional”.
 
“Es una gran novela de no ficción de una aventura que atraviesa cuatro continentes que es una cosa, que si no hubiera documentos expedientes, fotografías, testimonios, y procesos, uno no creería que todo eso pasó”. Así parecen ser sus libros, testimonios increíbles de una realidad macondiana que se niega a no ser escrita.

Semana.com: ¿Cómo es que usted decide medírsele a esa investigación en pleno gobierno de Álvaro Uribe, en un tema que toca a su hermano Santiago Uribe y con las descalificaciones que entonces ya había tenido el testimonio del mayor Meneses?

Olga Behar: Yo había conocido a Meneses en un almuerzo familiar y a mí me había llamado la atención por qué cuando él estaba listo para hacer el curso de ascenso a coronel de la Policía, se retiró. Se lo pregunté ese día y él simplemente me contestó: “Cada torero trae su cuadrilla”. Me explicó que había un cambio de comandante de la Policía y que él no pertenecía a ese combo. Me pareció coherente, pero había algo que no me cuadraba. Después, cuando vi su entrevista en Noticias Uno, me sentí muy mal conmigo misma porque me dije ¡estuve sentada frente a un “para” y no tuve olfato periodístico para saberlo! Así que empecé a analizar que había un tema para volver a escribir y un día recibí una llamada de una persona que había estado en el almuerzo y me daba un mensaje de que Meneses quería hablar conmigo, pues vio que después de la entrevista no había pasado nada.
 
S: ¿Por qué Meneses pensó en usted y no por ejemplo en periodistas como el mismo Santiago O’ Donell, que ya había escrito en varios medios de Argentina sobre el caso?

O.B.: Él quería que fuera una cosa sólida y no flor de un día como en los medios y empezó a pensar en mí. Yo había escrito libros mucho más contestatarios (Olga es autora de ‘La guerras de la Paz’, que le costó un exilio; ‘Noches de humo’, y ‘Penumbra en el Capitolio’), más relacionados con la izquierda democrática, denuncias contra las autoridades y demás. Él no iba a encontrar un periodista relacionado con la derecha que estuviera dispuesto a contar su historia en medio del fragor de la contienda electoral del segundo gobierno Uribe. Así que me armé con todas mis grabadoras y equipos, pero le advertí: en la medida en que yo pueda comprobar lo que usted está diciendo, hay libro. Si yo por otras fuentes no puedo corroborarlo, no hay libro. Ese el riesgo que usted corre: el libro es mío, no suyo, usted es mi personaje. El tipo lo pensó tres o cuatro horas y me dijo que sí.

S: En esa una negociación que usted hizo con Meneses, y partiendo de una de las frases de su libro que dice que “en la vida no hay personas totalmente buenas o malas”, ¿cómo descubrió usted esa dualidad en Meneses, en medio de su escabroso relato?

O.B.:
Quienes hacemos literatura de no ficción, nos entendemos primero como seres humanos, con nuestras debilidades, virtudes y miedos, para poder entender a nuestros personajes y entender cómo un personaje duro, frio, y seco se desmorona cuando yo le leo una frase de mi libro: “A estas alturas sus hijos deben tener el libro en sus manos y lo deben estar leyendo y es probable que no lo perdonen, que no perdonen a su padre por todo lo que hizo y si no lo perdonan, lo merece”.
 
Este hombre se descompuso cuando le leí esa frase. Ahí ves al ser humano. Entiendes que no hay un personaje totalmente malo ni totalmente bueno, en medio de un tono que sorprende, porque él cuenta cosas tenaces como si se estuviera tomando un vaso de agua, no cambia ni su gestualidad y eso nos afecta en el fondo. Pero cuando vas más a la profundidad te das cuenta de que las cosas que a él le pasaron se deben a la ingenuidad de un niño de 21 años formado en esas escuelas anticomunistas, que llega donde unos personajes que son los que mandan y le dicen claramente: Usted, participe o no participe, no puede impedir que esto siga sucediendo. Si quiere ser algún día coronel o general o quiere perder la vida o quiere irse, aquí están las reglas de juego. Él, obviamente, toma una muy mala decisión, y esa decisión la arrastra hasta hoy.

S: ¿Tuvo usted esa dicotomía de darles voz a los victimarios, en un país en el que se dice que las víctimas son cada vez menos oídas?

O.B.: Yo creo que victimarios y víctimas tienen el mismo derecho a que esa verdad sea conocida, pero más que el derecho es la necesidad que tiene el país de armar el gran rompecabezas de nuestra violencia política. Entonces sería una verdad muy parcial si habláramos con unos y no con otros. Además, ¿quien es el dueño de la verdad? Hay muchas, y si alguien es el dueño de una de las verdades, tiene que ser interrogado. Ya para poder establecer qué de lo que está diciendo es certero, volvemos a los principios básicos del periodismo: quién, cuándo, cómo, dónde y por qué. Para mí el más importante de todos es el último y ahí estoy buscando respuestas.

S: Después de la publicación, ¿cómo ha sido su comunicación con Meneses?

O.B.:
Es nula, prácticamente nula. En un comienzo tuve un par de comunicaciones telefónicas. Cuando empezó la tercera edición (el libro ya va por la quinta edición), me llamó mucho y me visitó. Pero en este momento desconozco absolutamente su paradero. Él tenía un refugio o lo estaba tramitando en Venezuela, pero no sé si siga en ese país. Si yo fuera él, no seguiría ahí, porque hay un cambio de actitud importante en Chávez y las autoridades venezolanas que han capturado a varias personas.
 
Ahora desconozco si él tiene orden de captura, pero desde octubre más o menos no sé de su paradero. Lo que le dije a la guerrillera Clara Helena Enciso, cuando iba a salir el libro ‘Noches de Humo’ sobre el palacio de justicia, se lo dije a Meneses también: su seguro de vida es que yo no sepa dónde está usted. Yo soy una escritora que no sé si esté preparada para una tortura o una situación caótica que me obligue a confesar, entonces si yo sé su paradero, fácilmente lo canto. Entonces ¡mejor no saber! Lo único de lo cual tengo certeza es que no está en el país.


Periodismo vs. justicia

Cuando Behar recibió el premio durante la ceremonia del CPB -premio del que dice es un reconocimiento al periodismo literario y a quienes “desafiamos no solo la censura y la autocensura, sino la inmediatez”- sus palabras de agradecimiento incluyeron una frase esperanzadora: "Los periodistas estamos en el banquillo de los acusados. Pero confiamos en la justicia y en nuestras instituciones, que sabrán darnos la razón".
 
Se refería al proceso abierto que tiene por calumnia e injuria indirecta, luego de la demanda que puso Santiago Uribe en su contra por la publicación del libro. En repetidas ocasiones, el hermano del expresidente ha negado sus vínculos con los 'Doce Apóstoles' y ha calificado las acusaciones de Meneses como 'falsas e infames'. Ver artículo. 

S: ¿Cómo va ese proceso?

O.B.: Es un proceso penal abierto que va en primera etapa. Nosotros tuvimos ya una sesión de conciliación que, como es obvio, no conciliamos. Fue una experiencia dura porque el periodista está acostumbrado a enfrentar riesgos, pero el periodista nunca sabe manejar los vericuetos de la justicia. Pero yo siento mucha tranquilidad. Creo que me van a dar la razón y espero que así sea.

S: ¿Cuáles han sido sus impresiones de Santiago Uribe luego de estos encuentros?

O.B.:
Sólo lo he visto una vez y me reservo mis opiniones.

S: Usted ha dicho que hay dos verdades: una periodística y una jurídica. ¿Cuál es su sensación de justicia en este caso?

O.B.:
Creo que en los años 90 y en la primera década del siglo XXI hubo mucha impunidad y eso no sólo incluye a los doce apóstoles, sino en general todo el tema del paramilitarismo. Creo que la Fiscalía y la justicia han hecho esfuerzo sobrehumano de un tiempo para acá para tratar de contribuir a que la verdad periodística sea la misma verdad jurídica. Yo creo mucho en las instituciones de este país y soy muy demócrata y espero que lo logren, más que por mí, por las víctimas de este conflicto a quienes está dedicado este libro.

S: ¿Hubo consecuencias directas de la publicación del libro en su seguridad personal?

O.B.: Yo decidí pagar el costo familiar preventivo. Aprovechando que mi hijo terminaba el colegio y mi hija iba bien adelantada en su carrera, tomamos la decisión de que ellos no vivieran en Colombia. Yo no temo por mi vida y por supuesto quiero vivir muchos años, creo que hay riesgos que uno corre, pero no soportaría que me maten un hijo por un libro, entonces los mandé lo más lejos que pude. Ellos fueron los primeros en decir mamá siga adelante, usted tiene que escribir ese libro, entonces siento tranquilidad de que estén lejos.

Inevitable piratería

El libro, publicado por la editoral Icono, ya va en su quinta edición. No obstante en el lugar de los hechos, Antioquia, vendió solo 500 ejemplares, menos de la mitad de lo vendido en Cali y la cuarta parta de lo vendido en Bogotá. Behar dice que estos números obedecen al temor o al desinterés de la población, que es muy uribista en la región, pero que por otro lado se inclinó finalmente por la versión pirata. “Ellos a mi no me dan derechos de autor pero quieren saber qué dice el libro”.

S: ¿Usted cree que el entorno cercano al expresidente Uribe y a su hermano Santiago, sí compró su libro?
 
O.B.:
El uribismo leyó mi libro pirateado porque no me iban a dar derechos de autor, así como la gente pobre que no tenia 40.000 pesos también lo leyó pirateado. ¡La plagiada fue monumental! Luego de que yo descubrí que se vendía como pan caliente en los semáforos, le dije a mi editor, Gustavo Mauricio García, no puedo defender la versión pirata, pero le voy a decir algo: perdemos plata, pero ganamos en lectores. Yo tengo amigos cantantes y artistas y sabemos que la piratería es inevitable. Entonces ahora estamos trabajando con una editorial que es pequeña y muy nueva y se está haciendo una exploración para libros digitales. Ese tipo de cosas va a permitir producir cosas más baratas.