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EL VALOR DE LA FOTO

Al reunirse con tres congresistas 'Tirofijo' se salió del libreto y puso al gobierno a mover sus fichas en el tema de la paz.

9 de noviembre de 1998

El martes pasado, cuando los periódicos del país publicaron la fotografía de 'Tirofijo' y el 'Mono Jojoy' con los senadores Piedad Córdoba, Amylkar Acosta y Jaime Dussán, más de un colombiano quedó sorprendido. No tanto por la reunión en sí sino por la composición de la foto, que era prácticamente igual a la que se pu-blicó cuando Víctor G. Ricardo se reunió por primera vez con los jefes de las Farc, el 16 de junio, y a las que salieron de la reunión sostenida el 9 de julio por el entonces presidente electo Andrés Pastrana y el mismo Víctor G. con la cúpula del grupo guerrillero.
Las fotos con 'Tirofijo' se habían convertido en uno de los activos más valiosos de la administración Pastrana. A la primera _la de Víctor G._ le atribuyeron muchos analistas el triunfo de Pastrana en la segunda vuelta electoral. En ella no sólo aparecía un afiche de la campaña pastranista sino que el propio 'Tirofijo' lucía un reloj especialmente diseñado para los seguidores del candidato de la Gran Alianza por el Cambio. Después de muchos meses, en los cuales el tema de la paz había sido monopolio de la campaña liberal, la reunión de Víctor G. con 'Tirofijo' y el 'Mono Jojoy' cambió radicalmente las apuestas. Con la reunión y la foto, 'Tirofijo' se encargó de decirle al país que Pastrana era un interlocutor válido para unas posibles conversaciones de paz.
Esa sensación se multiplicó por mil con la segunda foto: la de Pastrana y 'Tirofijo'. Con ella el Presidente electo dio muestras de una audacia que el país le desconocía y los colombianos empezaron a pensar, por primera vez en muchos años, que la paz era posible. Pastrana elogió la seriedad de 'Tirofijo' y 'Tirofijo' la de Pastrana por haber cumplido ambos lo acordado en la reunión con Víctor G. Y amparado en su encuentro con los líderes de las Farc, el Presidente le logró vender al país la idea de que la paz era un asunto exclusivo del jefe del Estado y que él sería el único responsable del proceso.

Teoría desvirtuada
Todo ese andamiaje se derrumbó, sin embargo, la semana pasada. La foto de Piedad Córdoba, Amylkar Acosta y Jaime Dussán _tres de los llamados 'chicos malos del samperismo'_ con 'Tirofijo' y el 'Mono Jojoy' convirtió la audacia de Pastrana en un hecho que para muchos podría volverse tan rutinario como las visitas que en otras épocas recibía el legendario guerrillero en su refugio de Casa Verde. Para decirlo en otros términos, con su viaje al corazón de la guerrilla los tres parlamentarios le quitaron al gobierno la gloria de su audacia.
Pero además desvirtuaron la teoría del interlocutor. Parte de la explicación que se dio en su momento a la decisión de las Farc de 'apoyar' a Pastrana en su aspiración presidencial era la de que _como representante de la oligarquía nacional_ éste era una contraparte con mayor posibilidad de negociación de la que tendría una persona como Serpa, de extracción popular y vinculada por muchos años con los movimientos populares de su región. Esa, que parecía ser la gran fortaleza de Serpa como candidato de la paz, habría terminado siendo la razón para que las Farc lo descalificaran en la contienda electoral. Para no hablar de su estrecha relación con el ex presidente Samper, con quien las Farc nunca pudieron tener algún acercamiento.
Todo lo que se podía predicar de Serpa, sin embargo, sería aplicable a una persona como Jaime Dussán, quien durante la mayor parte de su vida fue un dirigente sindical, vinculado con agrupaciones de izquierda y que fue _según él mismo lo dijo_ el encargado de organizar la reunión con 'Tirofijo'. Dussán fue, además, con Amylkar Acosta y Piedad Córdoba, uno de los más caracterizados defensores de Ernesto Samper en el Congreso de la República.

Dura respuesta
Todas esas razones explicarían la dura respuesta de la Casa de Nariño a la reunión de los parlamentarios con 'Tirofijo'. Al otro día expidió una directiva presidencial en la cual les jalaba las orejas a los tres senadores y les recordaba que la única persona autorizada constitucionalmente para adelantar negociaciones de paz es el Presidente de la República. En palabras de Víctor G., "la paz no se puede seguir haciendo como un acto de protagonismo ni para aparecer ante los medios de comunicación". Los senadores, a su vez, se defendieron diciendo que el Congreso es un ente autónomo y que dada la importancia del tema sus miembros tienen todo el derecho a conocer el contenido de las conversaciones entre el gobierno y la guerrilla.
Más allá de esas diferencias, sin embargo, lo cierto es que el incidente desnudó dos de las falencias del proceso de paz. La primera es la escasa comunicación por parte del gobierno sobre el contenido de las conversaciones con la guerrilla y el objetivo de las mesas de diálogo que se van a instalar una vez se despejen los cinco municipios acordados en la reunión entre el Presidente y la cúpula de las Farc. A pesar de que el gobierno ha insistido en que la discreción es una condición necesaria para el éxito de las conversaciones, el exceso de silencio puede resultar contraproducente. Sobre todo cuando la contraparte se sale del libreto, como ocurrió en la entrevista con el secretario del Partido Comunista argentino, Patricio Echegaray, y como sucedió la semana pasada.

Falta de comunicación
En la entrevista con Echegaray, 'Tirofijo' dijo en qué no estaban dispuestos a ceder en las conversaciones con el gobierno: ni desmovilización, ni desarme, ni entrega de territorios. En la reunión con los tres parlamentarios dijo qué era lo que quería. Y eso no lo había dicho el gobierno. Según reveló el senador Jaime Dussán en una entrevista de radio, la idea de 'Tirofijo' es que, después de unas conversaciones en las que todos aporten ideas, "entre todos redactamos una Constitución, ustedes nombran 35 delegados y yo nombro 35, porque yo tengo un ejército de 40.000 hombres, tengo influencia sobre todas las zonas del país, controlo militarmente medio país, y si ustedes no ayudan a eso yo sigo en combate".
Y la falta de comunicación no parece ser sólo hacia afuera sino entre las partes mismas del proceso. En la carta de 'Tirofijo' al presidente Pastrana pidiéndole agilidad en el canje de soldados y policías secuestrados por la guerrilla por los presos de la organización, y refiriéndose de nuevo al caso Leyva, el jefe guerrillero dice: "Si los tres poderes ya resolvieron el caso del doctor Alvaro Leyva es saludable y nos evitamos los trámites por los medios de comunicación para el contacto directo". Pero no es claro que aún después de obtener el asilo en Costa Rica Leyva pueda servir de contacto directo entre las Farc y el gobierno. A no ser que las conversaciones se trasladen a ese país centroamericano (ver recuadro).
El otro problema es la dispersión de los esfuerzos y la falta de control por parte del gobierno sobre uno de los componentes del proceso de paz: las conversaciones con el ELN. Después de la dura directiva presidencial _diciendo que el primer mandatario era el único responsable del tema de la paz_ y ante la petición de la representante María Isabel Rueda en el sentido de que se hiciera claridad sobre el papel que estaban jugando los miembros de la sociedad civil que venían conversando con el ELN, el gobierno no solamente tuvo que avalar esos encuentros sino que _para no perder todo el control_ envió al Comisionado para la Paz a reunirse con algunos de los líderes de esa agrupación guerrillera y concedió finalmente los salvoconductos para que Francisco Galán y Felipe Torres pudieran salir de la cárcel a participar en los preparativos de la Convención Nacional solicitada por ese grupo (ver recuadro).
Eso, sin embargo, le podría traer nuevos contratiempos. Porque tal como se han presentado las cosas en los últimos meses, el tema de los protagonismos no se reduce exclusivamente a unos parlamentarios o a miembros de la sociedad civil. Las propias Farc estarían en ese juego, respondiendo con golpes de opinión a los hechos creados por el ELN en sus acercamientos al tema de la paz. La forma como se han salido del libreto en el último mes parecería ser un mensaje para el gobierno: "Estamos listos para hablar sobre la paz, pero nosotros ponemos el ritmo". Y una forma de imponer el ritmo es dosificando la propaganda. De allí el valor de la foto.

Una apuesta por la paz
El viernes pasado el gobierno decidió finalmente entregarles salvoconductos a Francisco Galán y Felipe Torres para salir de la cárcel de Itagüí para participar en la reunión preparatoria de la Convención Nacional convocada por el ELN. Los máximos líderes de esa organización se comprometieron formalmente a que una vez finalizada la reunión los prisioneros volverán a su sitio de reclusión. Es, de alguna manera, una apuesta por la paz.
A la reunión, que se lleva a cabo en algún paraje montañoso del departamento de Antioquia, asisten la mayoría de los personajes que firmaron el acuerdo de Maguncia, encabezados por el Procurador General de la Nación, quien es uno de los más optimistas en torno de los resultados de las conversaciones. A diferencia de la reunión en Alemania, habrá un delegado del gobierno.
El ELN ha dicho que piensa someter a la consideración de los asistentes una agenda para la Convención Nacional _que se realizaría a comienzos del año entrante_, en la que la temática central será la reformulación de la estructura económica nacional con el fin de hacerla menos dependiente de los centros de poder y mucho más equitativa. Los temas son tantos, sin embargo, que es difícil que en esta primera reunión se logre acordar el temario definitivo para la Convención.

¿Y ahora qué?
Desde el pasado viernes, en horas de la mañana, el ex ministro Alvaro Leyva goza de la condición de asilado en Costa Rica. Después de analizar la situación de Leyva y cotejar las pruebas enviadas por la Fiscalía de Colombia para pedir su extradición, el gobierno de ese país optó por concederle el asilo al político colombiano.
Leyva gozará de total libertad en Costa Rica pero no podrá, al menos por ahora, regresar a Colombia a vincularse con el proceso de paz. Allegados al ex ministro descartaron de plano la posibilidad de que Leyva acepte la condición de vocero de las Farc. Lo que quiere decir que cualquier gestión en el proceso de paz tendría que hacerla desde Costa Rica. A no ser que se encuentre una salida jurídica diferente a su situación judicial.