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El video de Jonás

Jonás Borrero, uno de los testigos clave en el caso de Alvaro Leyva, grabó un video por si lo mataban. Lo mataron.

8 de octubre de 2001

Jonas Borrero era un abogado conocido en el mundo de la justicia sin rostro. Nunca había conocido a Alvaro Leyva. El enredo de uno de sus clientes con el caso Leyva lo llevó a volverse el protagonista de una historia que terminó con su vida. Lo que nadie sabía es que algún tiempo antes de su trágico desenlace había grabado un video, en el cual dejaba constancia de las circunstancias de su muerte en la eventualidad de que ésta se presentara de forma violenta en el futuro inmediato. El video, con múltiples documentos adjuntos sobre el mismo tema, fue dejado en un sobre de manila en manos de una persona de su confianza. Jonás Borrero fue asesinado hace 40 días. La persona que tenía ese sobre se lo envió a algunos medios de comunicación. Dada la gravedad de las afirmaciones contenidas en ese video y en los documentos un equipo de periodistas de SEMANA le dedicó 15 días a la investigación del tema.

Del video y de la documentación adjunta que apareció en ese sobre de manila se puede deducir la siguiente historia: Jonás Borrero era abogado de Jairo Aparicio Lenis, el hombre que le giró a Alvaro Leyva el cheque de 49 millones de pesos que terminó enredándolo en un proceso en la Fiscalía por enriquecimiento ilícito. Aparicio era un negociante que se movía en diferentes aguas: por un lado era el propietario de la casa de cambios El Dólar, con sede en Cali, que era una de las más grandes del país y fue utilizada por los narcos para hacer sus transacciones. Además de esto era el principal accionista de Cominco, la segunda operadora de carbón del país, y contratista de Prodeco. Esta última es la empresa carbonífera privada más grande de Colombia.

Según relata Jonás Borrero en el video que grabó, dada la complejidad de los negocios de Aparicio Lenis y del monto de recursos que manejaba, temía que lo fueran a secuestrar. Por esto no tenía cuentas a su nombre ni giraba él mismo los cheques sino que utilizaba a José William Romero, su mayordomo, para que pusiera la firma. Romero fue quien firmó el cheque de los 49 millones que terminó en manos de Alvaro Leyva.

De acuerdo con Borrero ese cheque era una transacción entre su cliente, Jairo Aparicio, y Alvaro Leyva, para la compra de repuestos de unas volquetas rusas. Esas volquetas se las había vendido Leyva a Aparicio para su empresa, Cominco. El otro socio de esta sociedad era Darío Echeverry, también empresario de dos caras, quien recientemente fue extraditado a Estados Unidos dentro de la Operación Milenio.

En este contexto Jonás Borrero relata que fue abordado por un abogado de nombre Vladimir Mosquera. Este le dijo que representaba a Pacho Herrera, quien se encontraba detenido en la cárcel de máxima seguridad de Palmira, y que su cliente estaba muy interesado en reunirse con él para tratar el tema de Alvaro Leyva. En compañía de Vladimir Mosquera, Jonás se trasladó a ese centro penitenciario, en donde tuvo lugar una reunión entre los tres. Durante ésta Pacho Herrera le informó a Jonás que estaba sorprendido por la manera como lo habían vinculado a él con el cheque de Alvaro Leyva.

Herrera consideraba a Jairo Aparicio Lenis como un hombre de su confianza para las operaciones financieras en su casa de cambios. Pero Aparicio era por cuenta propia industrial de la minería y los negocios que hacía como minero no tenían nada que ver con los que efectuaba como cambista. En el video Jonás afirma que Pacho Herrera le dijo textualmente: “El señor Alvaro Leyva es un hombre honrado, es un hombre bueno, no me explico porqué lo han metido en este proceso. Por eso nuestro afán es ayudarlo. Y para ayudarlo lo más conveniente es que Jairo, que es el dueño de la cuenta, comparezca al proceso y aclare la situación de Alvaro Leyva”.

Después de esto Jonás se reunió con el abogado de Pacho Herrera, Vladimir Mosquera, y discutieron la estrategia a seguir. Se decidió que lo mejor era ir a Panamá, donde estaba Jairo Aparicio, para pedirle que aclarara el cuento del cheque de Leyva. Aparicio se encontraba en Panamá huyendo del país porque él y su familia estaban siendo investigados por la Fiscalía por lavado de dólares, enriquecimiento ilícito y testaferrato.

Vladimir Mosquera y Jonás acordaron que éste último se trasladara el siguiente jueves a la cárcel de Palmira, donde Pacho Herrera le entregaría el tiquete de avión y los viáticos para llevar a cabo esa diligencia en Panamá. Al llegar esa fecha Jonás se presentó en la oficina de Vladimir Mosquera para partir de allí los dos juntos a Palmira y cumplir la cita con Pacho Herrera. En el video Jonás relata lo siguiente: “En la oficina todo el mundo estaba muy callado. Y me dijeron después de estar 10 ó 20 minutos ahí que Vladimir Mosquera no podía atenderme ese día porque le habían matado a su cliente Pacho Herrera”.

Una persona que conoció de cerca a Pacho Herrera fue el médico bioenergético Santiago Rojas quien, como parte de su trabajo de atender presos en las cárceles, llegó a tener una relación de confianza con el narcotraficante. Rojas, quien hoy es un diplomático en Madrid, España, es considerado dentro de su campo como uno de los profesionales más respetados del país. El vivió de primera mano la reacción de Pacho Herrera cuando se enteró de que estaban vinculándolo a él con Alvaro Leyva, a quien no conocía. Después del homicidio de Herrera, Santiago Rojas consideró un “deber moral” contar ante la justicia su conocimiento de esa situación. Afirmó que él se había entrevistado con 1.500 presos y que creía tener la capacidad profesional de evaluar cuándo decían la verdad y cuándo mentían. Agregó que no tenía la menor duda, por sus conversaciones con Pacho Herrera, que éste no tenía nada que ver con Alvaro Leyva.

En todo caso el asesinato de Pacho Herrera produjo un shock en el mundo del narcotráfico. El problema del cheque de Aparicio Lenis se volvió insignificante frente a este nuevo desarrollo. Jonás relata que por esta razón él y Vladimir Mosquera no fueron a Panamá a hablar con Aparicio y el asunto quedó en el aire. Para su sorpresa, dos meses después volvió a aparecer el ex abogado de Pacho Herrera, Vladimir Mosquera, y le dijo a Jonás que le tenía buenas noticias para su cliente Jairo Aparicio. Al indagar Jonás cuáles eran esas buenas noticias se sorprendió aún más con la respuesta.

Vladimir le informó que había entrado un nuevo personaje en escena, que era Guillermo Villa Alzate, quien le dio un nuevo giro a la situación. Villa Alzate había sido viceprocurador para asuntos judiciales durante la procuraduría de Carlos Gustavo Arrieta. Se detectó que desempeñaba ese cargo como un infiltrado del cartel de Cali y para evitar un escándalo Arrieta salió de él discretamente aceptándole la renuncia. Después de esto se volvió abiertamente abogado defensor de los capos del narcotráfico, principalmente de Pacho Herrera.

En la grabación Jonás relata que Vladimir Mosquera le informó que se habían reunido varias veces él, Villa Alzate y el director de fiscalías regionales, Antonio José Serrano, para un asunto que éste consideraba de la mayor importancia. Según Jonás Borrero, Villa Alzate le dijo: “La Fiscalía está muy interesada en judicializar a Alvaro Leyva y la única persona que puede judicializarlo es Aparicio”. A esto Jonás respondió: “Pero tengo entendido que el negocio entre Alvaro Leyva y Jairo Aparicio fue una transacción lícita”. A lo cual le contestó Villa: “Precisamente por eso es que la Fiscalía está pidiendo ayuda”.

Con esta declaración todo el caso daba un giro de 180 grados. Cuando Pacho Herrera estaba vivo a Jonás lo buscaban sus abogados para que aclarara que el cheque de Leyva no tenía nada que ver con negocios de narcotráfico sino con negocios de minería. Con Herrera asesinado lo volvieron a buscar los mismos abogados, esta vez liderados por Guillermo Villa Alzate, para que dijera exactamente lo contrario.

El cambio obedecía a la propuesta que les había formulado a Villa Alzate y a Vladimir Mosquera el entonces director de fiscalías regionales, Antonio José Serrano. El cargo que ocupaba Serrano era el cuarto más importante dentro de la Fiscalía. Por encima de éste estaban: la directora nacional de fiscalías, Clelia América Sánchez; el vicefiscal, Jaime Córdoba Triviño, y el fiscal general, Alfonso Gómez Méndez.

Según el video la estrategia de Serrano era acordar con los abogados de Pacho Herrera —Villa Alzate y Vladimir Mosquera— utilizar a Jonás para que fuera a Panamá y le transmitiera a su cliente, Jairo Aparicio, la siguiente propuesta: que si cambiaba su versión sobre el origen del cheque de Alvaro Leyva la Fiscalía le ofrecía no judicializar ni a su señora ni a sus hijos, quienes hasta ese momento estaban metidos en su proceso. Y en lo que se refería a los cargos contra él le ofrecían quitarle el delito de testaferrato y tener mano suave en el de enriquecimiento ilícito.

En la práctica esto significaba que Jairo Aparicio se retractara de una declaración que había hecho ante la notaria segunda de Ipiales, en la cual explicaba que el pago a Leyva estaba relacionado con los repuestos de las volquetas rusas que éste le había vendido. Como Aparicio se encontraba por sus problemas jurídicos en la clandestinidad cuando hizo esa declaración, acudió a la persona de su mayor confianza, que era su primo Carlos Tulio Domínguez. Este no sólo era su jefe de seguridad personal sino también un empleado de su compañía Cominco. Carlos Tulio Domínguez le sirvió de testigo y coordinó la entrega de esa declaración a los abogados de Leyva. Según esa versión se trataba de una transacción totalmente lícita.

El trato que proponía ahora el director regional de fiscalías, Serrano, era que Jairo Aparicio diera una nueva versión. Tenía que decir que Alvaro Leyva le había pedido prestados 50 millones de pesos. Aparicio le contestaría que se los podía conseguir pero que eran de Pacho Herrera. A esto Leyva no habría manifestado ninguna objeción, con lo cual Aparicio delante de éste había llamado telefónicamente a Pacho Herrera, quien había autorizado el giro de la plata. Con esta nueva versión se podía configurar el delito de enriquecimiento ilícito de particulares.

Cuando Guillermo Villa Alzate y Vladimir Mosquera le solicitaron a Jonás que consultara a Aparicio sobre si estaba dispuesto a cambiar su versión a cambio de beneficios en la Fiscalía éste, sin ni siquiera consultar a su cliente, dijo que sí. Al fin y al cabo a Jonás lo tenía sin cuidado lo que le pasara a Leyva, a quien no conocía en ese momento, y lo único que le interesaba era que le fuera bien a su cliente Jairo Aparicio.

Se le transmitió a Panamá esta oferta a Aparicio y éste de inmediato aceptó y se decidió que su entrega fuera en marzo de 1999. Antes de esta fecha Jonás quería asegurarse de que los términos de la negociación con la Fiscalía fueran concretos. En el video relata que por eso pidió una reunión en la que no sólo estuvieran Villa Alzate y Vladimir Mosquera sino el propio director de fiscalías regionales, Antonio José Serrano, para que no hubiera ningún malentendido. Esa reunión tuvo lugar en la Fiscalía y ahí se discutieron los detalles del pacto y los beneficios que recibiría Aparicio si declaraba contra Leyva. Incluso, en esa reunión se llegó a mencionar que podría salir libre en pocos meses.

Según Jonás, concluida esa negociación él procedió a coordinar la entrega de su cliente. En el día acordado lo llevó a la Fiscalía y resultó que Aparicio tenía abierto un proceso pero no había orden de captura. Tocó improvisar en 24 horas a través de un fiscal en Cali una orden de captura por testaferrato y lavado de activos para poder recibirle la declaración acordada.

Llenado este requisito comenzó la indagatoria de Jairo Aparicio Lenis. Estaban presentes en el momento, además de él, su abogado Jonás Borrero, el fiscal que se iba a ocupar del caso y el jefe de éste, Antonio José Serrano, director regional de fiscalías. Cuando le preguntaron por su relación con Alvaro Leyva, Aparicio respondió que lo conocía y que en una ocasión le había prestado 50 millones de pesos. En el video Jonás relata cómo en ese momento Serrano entró en pánico, lo llamó aparte y le dijo que Aparicio no estaba diciendo lo pactado y que su declaración como estaba quedando no iba a servir. Le propuso inventarse alguna disculpa para suspender la diligencia y darle instrucciones concretas a Aparicio de cómo ajustar su declaración para que le sirviera a la Fiscalía.

Reconoce Jonás en el video que tan pronto le dijeron eso manifestó que su cliente tenía la presión demasiado alta y que por razones de salud pedía suspender la diligencia para concluirla otro día. Así se hizo y la excusa de la “presión alta” quedó consignada en el expediente.

Al día siguiente se organizó una reunión entre Jonás, Villa Alzate y Vladimir Mosquera. Al inicio de ésta Vladimir le dijo a Jonás: “La cagamos porque no te dijimos exactamente lo que tenías que decirle a Jairo”. Procedió entonces a puntualizar que un préstamo de Aparicio a Leyva como se había dicho el día anterior en la indagatoria no era delito. Lo que la Fiscalía necesitaba era que se dijera que los 50 millones de pesos eran de Pacho Herrera y que Aparicio no era más que un intermediario.

Con este nuevo libreto se reanudó la indagatoria y Aparicio dijo lo que se había acordado. Para darle más credibilidad a su testimonio, tanto su primo Carlos Tulio Domínguez, como su otro socio en Cominco, Darío Echeverry, y dos empleados, rindieron declaración como testigos, en la cual avalaban la versión de su jefe.

A partir de ese momento siguieron los dos procesos. El de Leyva por enriquecimiento ilícito de particulares y el de Jairo Aparicio por testaferrato y lavado de activos.

Jonás Borrero consideró que la continuación del proceso en contra de su cliente, Jairo Aparicio, era un simple formalismo mientras la Fiscalía les cumplía con su parte del acuerdo. Sin embargo en ese momento surgió algo inesperado. El papel de Serrano en la Fiscalía estaba generando muchas fricciones en todos los niveles. Tuvo enfrentamientos que llevaron al fiscal Alfonso Gómez Méndez a aceptarle la renuncia. De esta forma Antonio José Serrano, el protagonista principal del video de Jonás, salió de escena. Posteriormente el propio Gómez Méndez ordenó que se le abriera una investigación por enriquecimiento ilícito.

Después del retiro de Serrano, en lugar de cumplirle a Jairo Aparicio lo que se le había ofrecido, la Fiscalía le apretó las tuercas y lo dejó ante la certeza de una condena de muchos años en la cárcel.

Desconcertado ante lo que consideraba un conejo de la Fiscalía, Aparicio Lenis se reunió con Jonás y le expresó toda su indignación. Le recordó que él vivía tranquilo en Panamá hasta que la oferta de Serrano lo convenció de regresar. Ahora estaba perdido en una cárcel sin posibilidad de salir. Jonás le propuso, entonces, retractarse de la acusación contra Leyva y decir toda la verdad. A esto Aparicio respondió textualmente: “Yo no puedo hacer eso porque de pronto hasta me mata esta gente”.

Acordaron más bien tenderle una trampa a Serrano. Se trataba de organizar una reunión de él con Jonás, en la cual éste último llevaría una grabadora oculta en su vestido para registrar toda la conversación. La idea era tener pruebas incontrovertibles de la negociación que Serrano le había ofrecido a Aparicio si testificaba contra Alvaro Leyva.

La reunión tuvo lugar en la oficina privada del propio Antonio José Serrano y Jonás logró que su interlocutor soltara la lengua. En esa grabación quedó la voz de Serrano reconociendo todo el pacto que se había hecho. En la transcripción de la misma hay, entre muchas otras, dos perlas. La primera es una referencia que hace el propio Serrano sobre el papel que él jugó en el proceso de Alvaro Leyva. Textualmente afirma: “El comportamiento de la Fiscalía ha sido total y absolutamente contrario a la ley”.

La segunda, más que una perla es una bomba. Jonás, aludiendo al riesgo de que mataran a Aparicio si se atrevía a revelar el montaje contra Leyva, le dijo a Serrano: “El dice que la Fiscalía tiene su brazo armado”. A esto, el hombre que acababa de retirarse del cuarto cargo más importante de la Fiscalía respondió: “Sí, eso es cierto”. Estas dos frases y el resto del casete, con las voces autenticadas, forman hoy parte del expediente.

El final del video de Jonás es dramático. Este expresa su preocupación de lo que le pudiera suceder por tener conocimiento de toda esta historia. Señala algo aterrador: prácticamente todos los protagonistas de este caso han sido asesinados. Carlos Tulio Domínguez, el primo de Aparicio Lenis, quien lo acompañó durante la primera declaración en Ipiales, fue abaleado. Lo mismo le sucedió a Vladimir Mosquera, el abogado que le propuso a Jonás negociar el testimonio de Aparicio. También sicarios acabaron con la vida de Guillermo Villa Alzate, quien había sido el intermediario entre el director regional de fiscalías, Antonio José Serrano, y Jonás.

De los protagonistas de esta historia, afirma Jonás en los últimos segundos del video, sólo quedan vivos tres: Jairo Aparicio, quien por temer por su vida le ha enviado cartas al presidente Pastrana, a la ONU, a la OEA, a la Procuraduría y a la Defensoría del Pueblo, rogando que no lo saquen de la cárcel. Aparicio, antes de enviar esas cartas, se reunió en la cárcel con dos sacerdotes jesuitas, a quienes les confesó todo lo que había hecho en el caso de Leyva y les entregó un documento escrito como testimonio para la historia.

El segundo sobreviviente es Darío Echeverry, el otro socio de Cominco, quien no está en peligro porque fue extraditado a Estados Unidos en la Operación Milenio. Antes de su extradición Echeverry grabó un video en el cual reconoce que todo lo que atestiguó contra Alvaro Leyva era mentira.

Jonás, quien se describe como el último sobreviviente, se despide de la cámara con la afirmación de que ha decidido contar toda la verdad y, como medida de precaución, desea dejar grabado un video por si algo le pasara. La fecha que eventualmente fue acordada para que la juez responsable del proceso de Alvaro Leyva le recibiera su testimonio era el 30 de julio de 2001. El 23 de ese mes, siete días antes, estaba caminando por las calles de Cali cuando alzó un brazo para parar un taxi. En el momento en que iba a abordarlo dos sicarios que lo seguían lo mataron.