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EN BOCA CERRADA...

Hoy, más que nunca, el conocido refrán cobra actualidad. El hermetismo de Belisario Betancur ha dejado sin piso más de una especulación. Su intempestivo paseo por Turquía ha llevado al clímax el desconcierto...

26 de julio de 1982

El presidente electo, Belisario Betancur, tiene desconcertados a sus compatriotas. Todo el mundo creía conocerlo. Su simpatía y extroversión proyectaban la imagen de un hombre sin secretos. La proximidad del poder, sin embargo, parece haberlo transformado en una persona diferente, desconocida y absolutamente impredecible, aún para sus amigos.
Después de su elección, resistio impasible los primeros embates de la opinión en torno a sus futuras intenciones, mientras realizaba una serie de actos "inofensivos", destinados a mejorar su imagen y a incrementar su popularidad. Cuando el ambiente comenzó a ponerse pesado, por la serie de consejas que se fueron tejiendo alrededor de la elección de sus colaboradores, prefirió hacer "mutis por el foro".
Sus colaboradores le organizaron, entonces, una gira por los más apartados confines del país, a donde no le alcanzara el murmullo capitalino. Allí lo máximo que le podrían pedir era que pensara en un muelle sobre el río Amazonas, para la ciudad de Leticia, en pavimentar la carretera a Tumaco, en desembotellar las regiones de Guapí y Bahía Solano, o en permitir de nuevo las visitas de los familiares a los presos de Gorgona.
Al llegar por el mar al municipio de Juradó, en el Chocó, tuvo que utilizar el llamado sistema de "el safio", que consiste en esperar la séptima ola, so pena de perder el turno que brinda la naturaleza para poder atracar. Algunos observadores señalaron que la actitud del Presidente electo se asemeja a la de "el safio", esperando hasta el 7 de agosto para encaramarse en la ola política precisa.
Al regreso de su gira, cuando ya la temperatura política había descendido, Betancur asistió a una nueva ronda de conversaciones con el Presidente Turbay y sus más importantes colaboradores, y lo hizo nuevamente sin equipo de trabajo. Para los analistas, Betancur ha tomado estas reuniones de una manera simplemente formal, limitándose a recibir una corta información, sin hacer objeciones ni comentarios. El empalme habría quedado realmente en manos de algunas fundaciones conservadoras que acompañaron a Betancur en su campaña, como el Centro de Estudios Colombianos y la Fundación Futuro Colombiano.

CARTAS SIN RESPUESTA
Otra de las actitudes del nuevo mandatario, que ha desconcertado a los observadores es la de no responder por escrito las cartas de carácter político que ha recibido. Tal es el caso de la carta que le envió el expresidente Carlos Lleras, cuya respuesta esperaba ansioso el país. Belisario prefirió, según sus allegados, responderle por teléfono. Qué era lo mismo que había hecho con el Presidente Turbay el día que recibió su mensaje de felicitación y que es, según se supo esta semana, lo que hizo con el expresidente López, respecto de su carta a la dirección alterna del liberalismo. La conversación con éste último habría estado salpicada de frecuentes notas de humor, detrás de las cuales estaría nuevamente la cortina de humo que Betancur ha tendido respecto a sus intenciones. Lo cierto es que en un país donde la tradición ha sido que las cartas se conviertan en los documentos políticos por excelencia, la actitud de Betancur no deja de ser peculiar.
En cuanto a los directores alternos del partido liberal, a quienes el expresidente López había encargado de buscar un diálogo con el mandatario electo, con el fin de definir algunos criterios sobre participación en el próximo gobierno, hay quienes afirman que su situación ha sido un tanto embarazosa, pues lo cierto es que Betancur no los ha tomado muy en cuenta. A fines de la semana pasada uno de ellos, Víctor Mosquera Chaux, se reunió con el jefe del Directorio Nacional Conservador, Rodrigo Marín Bernal, pero trascendió que nada se había conversado sobre el artículo 120. La charla se habría limitado a los mecanismos de elección de nuevo contralor, de mesas directivas del Congreso y de comisiones parlamentarias. Una conversación similar sostuvo el mismo Marín Bernal con el coordinador nacional del Nuevo Liberalismo. Rodrigo Lara Bonilla.
Una de las consecuencias del mutismo del nuevo Presidente ha sido el que todas las hipótesis que se han hecho sobre sus posibles colaboradores no han pasado de ser simples especulaciones. La única persona que parece fija para la próxima administración es Augusto Ramírez Ocampo. De resto, todos parecen estar por fuera. Y como la actitud de Belisario ha generado una especie de "pudor", parece que ya nadie se atreve ni a llamarlo.

VIAJE INESPERADO
La desconcertante actitud del Presidente electo alcanzó su clímax el miércoles de la semana pasada, cuando intempestivamente anunció, a su salida del Palacio de Nariño, que dos horas más tarde tomaría un avión con rumbo a España, de donde seguiría hacia Turquía, con el fin de pasar unas vacaciones. No falto quien anotara que el país parecía escogido a proposito para incrementar la aureola de misterio que ha rodeado todos los actos postelectorales del nuevo mandatario.
No obstante lo anterior, los analistas políticos seguían haciendo cábalas en torno a lo que será la nueva administración. La semana pasada, por ejemplo, corrió la versión de que el Presidente electo no incluiría a ningún parlamentario dentro de su gabinete. Se aseguró, además, que el silencio presidencial y las permanentes "fugas" de Betacur, se deben a que el nuevo mandatario no tiene intenciones de concertar compromisos con ninguna fuerza política. La opinión generalizada es que el millón y más votos que el Presidente considera suyos, más que del partido, le han dado la confianza necesaria para colocarse por encima de las divisiones conservadoras. Como también por encima de las fracciones liberales que no habrían podido ni siquiera lograr un diálogo abierto con Betancur.
En este sentido, también se ha roto la tradición. Lo normal era que el Presidente consultara con los distintos directorios políticos, en busca de un mínimo consenso que permita gobernar sin tropiezos, por lo menos en los primeros meses de cada administración. Esta práctica también ha sido desechada por Betancur, en una actitud que, según los analistas, estaría destinada a busear la forma de colocarse por encima de lo que ha sido el tradicional país político, para impedir que éste le nuble su visión del país nacional.
Proceso que no ha estado exento de contradicciones. Para nadie es un secreto que, en medio del compás de espera que le han concedido al Presidente, existe total acuerdo entre los conservadores en torno al hecho de que el partido tiene que tener la cuota mayoritaria en el próximo gobierno. La semana pasada se supo, incluso, que el expresidente Pastrana, quien ha manifestado su intención de no entorpecer la formación del gobierno Betancur, le habría advertido de todas formas que el partido no podía tener una posición minontaria en el.
Habría, además, un punto de litigio con el sector alvarista. Se trata de la posible participación de María Eugenia Rojas en el gobierno. Ella ha venido insistiendo mucho, después de las elecciones, en la importancia que su movimiento tuvo en el triunfo, la que nadie le ha podido negar. En algunos sectores se afirma que probablemente se le dé la dirección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Pero esta no deja de ser, también una especulación.
Todo parece indicar que el país tendrá que esperar definitivamente hasta el 7 de agosto para saber lo que quiere saber. Y que mientras tanto, tendrá que seguir pendiente del campeonato mundial de fútbol, en el cual finalmente, allí también, se está imponiendo la lógica.


EL ULTIMO SECUESTRO

Es el tercer secuestro que sufre la familia Lara en el curso de los últimos veinte años. Ya antes fueron Oliverio y Luis Lara. Y Patricia, la periodista que escapó a un intento.
Ahora se trata de Gloria, la esposa del parlamentario Héctor Echeverri Correa. A las ocho de la noche del miércoles 23, dos automóviles se estrellaron en la carrera 17, dentro del polvoriento barrio Teusaquillo. Parecía sólo un Renault 4 amarillo levemente incrustado dentro de un Dart azul; un incidente cualquiera. Pero el choque, ocurrido a cincuenta metros de la casa de Gloria Lara, era perfectamente intencional.
Del Renault bajaron cuatro personas portando armas cortas. El viejo chofer de Gloria -64 años- fue encañonado. A ella le colocaron un capuchón, y la montaron en el Renault. Diez cuadras más hacia el sur, esperaba un campero Toyota Blanco. Hicieron un rápido trasbordo, abandonaron el Renault y desaparecieron en la noche.
Entre tanto, el chofer de Gloria fue empujado al asiento trasero del Dart. Le cubrieron la cara con su propio saco, y finalmente lo abandonaron en la calle 74. El viejo, ofuscado, no regresó a la casa de los Echeverri Lara. Fue a su barrio, el Lucero Alto, y sólo entonces dio cuenta del secuestro, por teléfono.
Gloria Lara de Echeverri es una mujer alta, espigada, vivaz e informal. Hace seis años fue concejal de Bogotá. Demostró entonces, públicamente, un carácter beligerante y un equilibrio poco común. Pasó luego a la dirección Nacional de Integración y Desarrollo, uno de los organismos más grandes del Ministerio de Gobierno. Maneja la División de Asuntos Indígenas y todas las organizaciones de acción comunal del país, entre otras cosas.
Gloria vive ahora el mismo drama de su padre, Oliverio Lara Borrero, secuestrado en abril del 65, cerca de su hacienda Larandia, en el Caquetá. Fue encontrado muerto pocas semanas después. Y el drama de su primo Luis Lara Rueda, raptado en julio del 71 y dejado en libertad catorce días después. Y finalmente, hace menos de cinco años, el intento de secuestro del que su prima Patricia logró escapar.
Gloria Lara se preparaba a viajar a Quito esta semana. Asistiría a un Congreso Latinoamericano de Acción Comunal. En el momento del secuestro, regresaba de su oficina. Sólo faltaban cincuenta metros por recorrer, para su casa. Pero no pudo llegar.

REFORMAS
Elegido el pasado 14 de marzo Senador de la República, belisarista por el departamento de Nariño, el exMagistrado de la Corte Suprema de Justicia, José María Velasco Guerrero, propone que la amnistía a los presos políticos se haga a través de una consulta popular.
SEMANA. A usted se le conoció como Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, entre otras cosas, por oponerse a la mayoría de las reformas constitucionales en el gobierno de Alfonso López y en el de Turbay Ayala. ¿Hoy, como senador belisarista, apoyaría las reformas de la justicia, y la electoral, para citar algunas?
JOSE MARIA VELASCO GUERRERO. Nunca me opuse a ninguna reforma. Como funcionario de la rama judicial del poder público y en ejercicio del control jurisdiccional de constitucionalidad que compete a la Corte Suprema de Justicia, suscribi con la mayoría de la Corte la declaratoria de inexequibilidad del acto legislativo No. 2 de 1977 por medio del cual el Congreso de la República renunciaba al poder de Reforma de la Constitución Política, privativo suyo, a manos de la Pequeña Asamblea Nacional Constituyente. Esto en el gobierno de López. En el de Turbay Ayala, en defensa de la Constitución, es decir, de las instituciones republicanas del país, me opuse, sin éxito, a la declaratoria de exequibilidad del mal denominado Estatuto de Seguridad. Pero finalmente el gobierno puso fin al estado de sitio y a la legislación marcial, sin excluir ese estatuto.