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O R D E N    <NOBR>P U B L I C O</NOBR>

En busca de Castaño

Las acciones de las últimas semanas demuestran que el Ejército ha iniciado una fuerte arremetida contra los grupos paramilitares.

20 de marzo de 2000

El 2 de marzo de 1999 un helicóptero del Ejército terminó estrellado contra una de las laderas del Nudo de Paramillo. En el siniestro la tripulación y tres soldados perdieron la vida. Ellos estaban cumpliendo una misión que fue bautizada en los cuarteles del Ejército como la Operación Conquista. Tenía como objetivo la captura de Carlos Castaño, jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En medio de la persecución el helicóptero se vino a tierra y Castaño y sus hombres alcanzaron a huir. No obstante, el resultado final de la Operación Conquista fue exitoso y el Ejército logró dar de baja a 23 paramilitares.

Casi un año después los enfrentamientos entre Ejército y paramilitares continúan. Así quedó demostrado en las dos acciones que se presentaron la semana pasada. La primera de ellas tuvo que ver con la persecución a un helicóptero con matrícula comercial en la Costa Atlántica por parte de un avión de combate de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC). Después de que el aparato fuera obligado a aterrizar por los pilotos de la FAC muy cerca del municipio de Plato (Magdalena) sus tripulantes lo hicieron explotar y emprendieron la huida. De acuerdo con la investigación, en la aeronave se transportaba material bélico para apoyar a un grupo de hombres de Carlos Castaño que combatía en la zona con uno de los frentes de las Farc.

Un día después, en Norte de Santander, un batallón de contraguerrilla enfrentó a un grupo de paramilitares. El resultado final fue de dos soldados muertos y cuatro paramilitares dados de baja. Estas acciones no han sido el resultado de operaciones aisladas.

El año pasado el Ejército logró asestar duros golpes a la infraestructura del paramilitarismo. Según informes oficiales del Ejército, durante 1999 las Fuerzas Armadas dieron de baja a 72 paramilitares y capturaron a 489, que fueron entregados a la Fiscalía.

El resultado de estas acciones es producto de una estrategia diseñada por el comando central del Ejército para combatir a los paras. Las primeras acciones se desarrollaron a comienzos de 1998, año en el que el Ejército logró dar de baja a 37 paras y capturar a 231. “En cada una de las brigadas que funcionan en el país se conformaron batallones que tienen como única misión enfrentar al paramilitarismo. Son una especie de Bloque de Búsqueda”, señaló a SEMANA un alto oficial del Ejército.

Sin embargo los grupos paramilitares han aumentado vertiginosamente. La misma fuente comparó el crecimiento de la guerrilla con el aritmético y el de los paramilitares con el geométrico. Según cifras oficiales de Inteligencia militar, en menos de 20 años de existencia los ‘paras’ ya cuentan con 5.000 hombres en armas, la mayoría de los cuales han sido reclutados en los últimos cinco años. Es decir, un número igual a la mitad del cuerpo armado con que hoy cuentan las Farc y levemente superior al brazo militar del ELN.

Ese inusitado crecimiento le ha permitido a los paras sembrar el terror en varias zonas del país con acciones tan crueles como estratégicas. A tal punto que iniciaron una guerra frontal contra el ELN en el sur de Bolívar hace un año y en menos de seis meses el grupo guerrillero tuvo que replegarse a la Serranía de San Lucas. Ese enfrentamiento a sangre y fuego con la guerrilla (tanto Farc como ELN) ha dejado una larga y sangrienta estela de víctimas inocentes a su paso. Las sorpresivas incursiones de los paras en recónditos caseríos y veredas son cada vez más frecuentes y sus macabras consecuencias se pueden palpar en masacres como la de La Gabarra (Norte de Santander), donde fueron asesinadas 50 personas.

Ese cobarde escalamiento de la guerra por parte de los paramilitares obligó a que el Ejército intensificara su persecución. Si bien los resultados de los últimos años demuestran que, en efecto, las Fuerzas Militares han combatido a los paras, todavía falta mucho por hacer. Las organizaciones internacionales de derechos humanos y los movimientos de izquierda, así como la propia subversión, han elevado su voz de protesta para que el gobierno refuerce la persecución contra el fenómeno del paramilitarismo. Sobre este sensible tema la cúpula militar tiene claro que el prestigio internacional de la institucion castrense, erosionado por las acusaciones que lo involucran en propiciar o ser cómplices de estos grupos, tiene que recuperarse a toda costa. Y la única manera de hacerlo es persiguiendo con toda la vehemencia del caso a los temibles hombres de Castaño. Todavía falta mucha tela por cortar. Pero, a juzgar por los hechos de la semana pasada, se están dando los primeros pasos.