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En este lugar fue atacado un abogado estadounidense y esposa. La mujer falleció | Foto: Cortesía

VALLE

2020 violento en Cali: 59 homicidios en los primeros días del año

Alcaldía de Cali dice que hay un reacomodamiento de bandas narcotraficantes y un presunto ajuste de cuentas. Plantean como solución la compra de armas a civiles para apaciguar las calles.

24 de enero de 2020

La violencia en Cali no da tregua y parece que en muchos lugares de la capital se ha agudizado en los primeros días de 2020. En promedio, cada día asesina atres personas. La sensación de inseguridad está desbordada. 

Tan solo en los primeros 23 días del año hubo 59 homicidios, según cifras consolidadas de la Secretaría de Seguridad Municipal. Un aumento de 18 casos en comparación con el mismo periodo del año anterior. ¿Qué está pasando? 

Carlos Rojas, director de esa dependencia, asegura que Cali está recibiendo el coletazo de los brotes violentos que se viven en Nariño, Cauca y sur del Valle, propiamente Jamundí y su zona rural. 

Cali se estaría configurando como una capital del crimen, donde las oranizaciones al margen de la ley planean, distribuyen y llegan a arreglos que posteriormente se ejecutan en esas zonas. La principal hipótesis de este fenómeno es la radicación de varios narcotraficantes en la ciudad. 

El 80 por ciento de los homicidios de este año fueron cometidos con arma de fuego y las víctimas, en su mayoría hombres, están en un rango de edad entre 24 y 28 años. 

“Detrás de este tema hay organizaciones delictivas y presumimos que son ajustes de cuentas por la forma en cómo se cometen los crímenes”, puntualiza el secretario de Seguridad. Agrega que el aumento de homicidios no solo ocurre en la ciudad, sino en municipios del norte del Cauca como Caloto, Miranda, Santander de Quilichao, Corinto, y en el sur del Valle, Jamundí. Todos ellos ubicados a menos de una hora en carro desde Cali. 

Dos de las casos más sonados en los últimos homicidios se registraron esta semana. Primero, un abogado estadounidense y su esposa fueron atacados por sicarios a la salida de una clínica. El jurista logró esquivar las balas, pero la mujer -Marisol Tróchez, de 56 años- no corrió con la misma suerte y falleció en el lugar. Ambos tenían antecedente de un ataque similar hace varios años del cual salieron ilesos en el Cauca. Las autoridades plantearon como hipótesis principal un posible ajuste de cuentas por la herencia de tierras en el vecino departamento. 

El segundo caso sacudió a la opinión pública. Este jueves hombres armados ingresaron a un restaurante de la vía Cali - Jamundí y atacaron a tres personas que estaban almorzando. Jean Carlo Agudelo, de 34 años y Juan Sebastián Warren, de 23 años, fallecieron en el lugar. La tercera víctima tiene pronóstico reservado en un centro asistencial del sur de la ciudad. 

Desde el Concejo Municipal se lanzaron las primeras alertas por este fenómeno creciente de muertes violentas. Por eso, el secretario de Seguridad fue citado a un debate de control para que explicara qué medidas se tomarán para hacerle frente a la inseguridad. 

¿Es posible canjear armas en Cali? 

Esa es la pregunta más recurrente durante el debate de control en el Concejo Municipal, luego de la polémica propuesta de la Alcaldía para comprar armas a civiles o canjearlas por bonos de mercado. 

Alrededor de 60.000 armas sin salvoconducto están circulando en las calles de la ciudad. El alcalde Jorge Iván Ospina pretende -con dinero del municipio- comprar parte de esos elementos ilegales. La idea es organizar grandes jornadas de desmovilización donde el ciudadano acuda con el arma y la canjee por dinero o comida. 

“Muchas de estas armas son alquiladas para cometer crímenes. Tenemos que buscar alternativas para desarmar a la ciudad”, señala el alcalde. Pero su propuesta no cayó muy bien en el seno del Concejo. Roberto Ortiz, segunda mayor votación para la Alcaldía de Cali, atacó duramente esa iniciativa y planteó varios interrogantes: “¿Qué va a pasar cuando a esos muchachos se les acabe el mercado?”, indicó el cabildante.

A esa voz de rechazo se unen la de varios expertos en seguridad, quienes no ven con buenos ojos la propuesta de Ospina. Aseguran que la mayoría de armas que circulan en la ciudad son hechizas, es decir, son hechas de manera artesanal en barrios populares de la ciudad. Canjear estos elementos por dinero o comida incentivaría su creación y no solucionaría el problema de fondo. 

Pero el alcalde defiende su postura y subraya que, mientras la institucionalidad lo ampare, en Cali se hará el canje de armas. 

Reclutamiento de menores, otra preocupación 

Un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertó de la presencia de 283 bandas delincuenciales en Cali. Muchas de ellas, dedicadas al sicariato y alquiler de armas. Esas organizaciones también estarían reclutando menores de edad en barrios del distrito de Aguablanca, así como en sectores de ladera de la ciudad. 

La denuncia fue hecha por el concejal Fernando Tamayo, quien dice tener pruebas de cómo los menores son abordados por estas estructuras y luego enviados a Jamundí, Nariño y el Pacífico, donde reciben entrenamiento criminal. Posteriormente, regresan a la ciudad para hacer parte de las diferentes oficinas de sicarios. 

“Hay chicos amenazados porque se niegan a entrar”, afirmó el cabildante. Pidió al alcalde de Cali diseñar una ruta de atención urgente para evitar más casos de reclutamiento forzado. 

¿Qué pasa en Jamundí y el norte del Cauca? 

Expertos en seguridad y autoridades llegan a la misma conclusión: la guerra del norte se trasladó al sur. Los narcotraficantes del Valle que tenían disputas en municipios del norte, ahora se pelean los terrenos del sur donde están los grandes terrenos sembrados de coca y marihuana. 

“Muchos de las personas que cumplieron su condena están regresando a la región y eso ha disparado los índices de violencia”, denuncia monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de la Arquidiócesis de Cali. 

Con la marcha del Frente Primero de las Farc de las montañas del norte del Cauca, ese territorio quedó desamparado y nuevamente fue conquistado por manos criminales. Llegaron las disidencias, pero con ellas también arribaron financiadores, que son una especie de mano invisible de la violencia que azota a esa región. 

Muchos de esos financiadores son narcotraficantes que les pagan a las disidencias por el cuidado de los cultivos, dice una fuente de inteligencia militar, pero ellos no viven en el Cauca, sino en Cali. Como el terreno es amplio, la lucha es cada vez más radical. Por ejemplo, en municipios como Caloto, Corinto, Miranda y Toribío hay un aumento significativo en las muertes violentas. Además, asesinatos selectivos y masacres de indígenas.

“Con la guerrilla de las Farc se podía dialogar, pero con esta nueva gente no. Ellos llegan a matar”, explica Mauricio Lectamo, coordinador del área de Derechos Humanos de la Asociación de Cabildos indígenas del norte del Cauca (Acin). 

En los corregimientos del área rural de Jamundí pasa lo mismo. Los asesinatos y masacres son más comunes. El último hecho violento en ese municipio dejó cinco personas muertas en la vereda Mesetas. Las víctimas vivían en el oriente de Cali y, según la familia, tenían como profesión constructores y electricistas. Días antes, fueron contratados para realizar un trabajo en esa zona.  Cuando las autoridades llegaron a realizar el levantamiento de cuerpos encontraron a pocos metros remoción de tierra y placas de concreto. La gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, dijo que el crimen habría estado relacionado con el hallazgo de una caleta.