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César Negrete, discapacitado por la guerra cuando militaba en las autodefensas, junto a otros desmovilizados, pide protección para que ‘Don Mario’ no los asesine. El capo, a cambio, les ofrece de a un millón de pesos si se integran a su naciente ejército privado

Reportaje

En pie de guerra

Urabá es un polvorín a punto de explotar: asesinatos diarios, paras rearmándose, militares capturados. ¿Quién está detrás de todo esto? SEMANA estuvo allí.

19 de abril de 2008

Varios años atrás, a Luis Alfredo Villegas Domicó no le temblaba el pulso. Al contrario, era un fiero combatiente que se había ganado el respeto de Carlos Castaño que lo convirtió en su escolta personal. Eran otras épocas en las que este hombre descendiente de indígenas embera-katíos del alto Sinú, moreno y flaco no vacilaba en desenfundar su arma. Pero las cosas cambiaron. Ahora se le notaba asustado, sudaba frío y la voz se le quebraba:

-"Nos van a matar, nos van a matar a todos. A este paso no va a quedar siquiera uno vivo pa' echar el cuento", le dijo el pasado jueves 10 de abril en Montería a Frank Pearl González, alto consejero del Presidente para la Reinserción. Él estuvo con otros 100 desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el encuentro con el representante del gobierno en el que clamaron por protección para sus vidas. Su temor era comprensible, pues a la fecha ya habían sido asesinados en el departamento de Córdoba 38 integrantes de ese grupo armado. Villegas Domicó se convirtió en el muerto número 39. Lo mataron el miércoles de la semana pasada en el caserío de Palmira, en Tierralta. Los asesinos -cuentan en este municipio cordobés- habrían dicho que "ese indio no merece gastarle una bala". Lo mataron a garrote. Después de golpearlo hasta el cansancio, lo tiraron en una carretera. Se trata de una vía estrecha por la que se llega a Valencia (Córdoba) y más adelante a San Pedro de Urabá (Antioquia). Al igual que decenas de caminos, desemboca en una de las muchas playas del Golfo de Urabá, algunas vírgenes y escondidas entre el follaje selvático, como la cadena de ciénagas sólo transitadas por contrabandistas.

"Aquí están las rutas más seguras para los narcos", dice un investigador de la Policía al mostrar en el horizonte este paisaje de colinas, ríos y vegetación espesa. "Esto podría ser el paraíso aunque sea el propio infierno", explica el oficial. "Por eso -concluye- quien domine la región, tiene un imperio bajo sus pies". Eso lo sabe con precisión Daniel Rendón Herrera, 'Don Mario', un nombre que seguramente no le dice nada a la mayoría de los colombianos, pero que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza por su creciente peligrosidad para las autoridades. El lunes de la semana pasada, por ejemplo, el presidente Álvaro Uribe viajó hasta Montería en donde mostró su molestia en un Consejo de Seguridad porque no lo habían capturado: "Se han adelantado unas operaciones y vamos a seguir en ellas, pero no son suficientes porque todavía no se ha podido dar con este cabecilla", dijo con tono de frustración el mandatario.

El Jefe del Estado se mostró enfadado. Con cifras en mano confirmó que la escalada de crímenes que viene ocurriendo en Córdoba es un inmenso lunar en comparación con los resultados positivos obtenidos en el resto del país. Uribe detalló que mientras en Colombia el homicidio está cayendo en más de 7 por ciento anual, en Córdoba y en el Urabá antioqueño va en aumento. Citó que en Córdoba la criminalidad ascendió en 37 por ciento. Como en la reunión hubo consenso entre los comandantes de los organismos de inteligencia de responsabilizar de la autoría de este baño de sangre a 'Don Mario', el presidente Uribe ordenó crear de inmediato un Bloque de Búsqueda para capturarlo.

Pero ¿cuál es la importancia de este hombre para que el mismísimo Presidente le dedique una reunión extraordinaria? ¿Qué interés tiene en esta zona 'Don Mario' para que empiece a recibir un despliegue similar al de los grandes capos en la historia reciente?

Aunque sólo ahora su nombre aparezca en los titulares, lo cierto es que desde su juventud 'Don Mario' ha estado moviéndose en la ilegalidad. Era casi un adolescente cuando llegó hasta San Pedro de Urabá de la mano de la familia Castaño, que había decidido establecer aquí su santuario, precisamente por las condiciones geográficas que les permitían mantenerse ocultos y salir discretamente a ejecutar sus acciones. Fue Fidel quien lo invitó a formar parte de un pequeño ejército privado que con el tiempo se convirtió en la fuerza más desestabilizadora de la historia reciente del país: las AUC. De eso hace 20 años. Tímido, de frases cortas e ideas poco brillantes, 'Don Mario' optó por mantenerse a la sombra de su hermano Freddy, conocido con el alias de el 'Alemán' y quien sí era uno de los comandantes más visibles e influyentes de ese grupo irregular.

A pesar de la poca notoriedad que tenía en las AUC, día a día 'Don Mario' fue acumulando experiencia. Fidel y Carlos lo invitaron para que se fuera a los Llanos Orientales a 'trabajar' con Miguel Arroyave en la expansión paramilitar en los departamentos de Meta, Casanare y Arauca. Cuando se produjo la desmovilización, los jefes paras se concentraron en Santa Fe Ralito, Córdoba, en donde algunos de ellos se mostraron con un gusto especial por las cámaras y las entrevistas: Salvatore Mancuso, 'H. H'., 'Don Berna', 'Ernesto Báez', 'Jorge 40', pasaron a estar en boca de los colombianos mientras 'Don Mario' optaba por una discreción absoluta. Por eso, cuando mataron a Arroyave de él ni siquiera se conoció una reacción, a pesar de la estela de crímenes que habían sembrado juntos.

A pesar de semejante tropiezo, el proceso siguió y casi todos los paras fueron a dar a la cárcel en cumplimiento de la Ley de Justicia y Paz. 'Don Mario' empezó a desplazarse por toda la región con apenas un puñado de seguidores. Iba desde de las llanuras de Tierralta y Valencia, en Córdoba, hasta la costa que corre desde Arboletes hasta Turbo, en Antioquia. Le gustaba vigilar personalmente la buena marcha de los negocios que pasaban por sacar droga e ingresar armas y millones de dólares.

Con el paso de los meses, la situación jurídica de los jefes paras entró en el laberinto kafkiano que todos conocen, mientras la riqueza de 'Don Mario' se multiplicaba por millones. De un día para otro la debilitada fuerza del otrora poderoso bloque Elmer Cárdenas, que comandó el 'Alemán', volvió a crecer. "Lo que hizo Mario fue hablar con muchos de ellos y los convenció de continuar en las armas bajo el mando de él", le aseguró a SEMANA un desmovilizado del Élmer Cárdenas en Apartadó. "Sin el 'Alemán' muchos grupos de narcos y paras intentaron quedarse con el control de Urabá, que es la joya de la corona para el envío de droga hacia Estados Unidos. Semanalmente pueden estar saliendo 10 a 20 lanchas, cada una con dos toneladas de coca. Sin contar el valor de la droga misma, por cada kilo que sale se debe pagar 400 dólares. El cobro del permiso de salida puede representar al nuevo capo 20 millones de dólares al mes".

Así nació un nuevo barón de la droga. La siguiente etapa en su carrera delictiva era consolidar el poder. Para esto, 'Don Mario' basa su estrategia en dos herramientas: plata y bala. El control de las salidas de droga le da un astronómico poder económico, cuenta con una chequera sin límites que ofrece por las buenas para reclutar a los desmovilizados. SEMANA recorrió una decena de poblaciones (San Pedro de Urabá, Apartadó, Chigorodó, Turbo y Carepa, entre otras) y en todas su fórmula es la misma. "Nos ofrece billete para que nos unamos a él", le confirmó a esta revista un desmovilizado en Turbo. "Si no aceptamos, somos amenazados o asesinados", narró otro en Montería.

Todo es un escenario propicio pra ejercer la violencia. En cada uno de los lugares en donde se informa que ha dejado sus huellas SEMANA comprobó que él es el único que parece tener el control en los vestigios de un imperio en donde ahora reina el caos. Por ejemplo, en las inconclusas carreteras que unen Tierralta, Valencia, San Pedro de Urabá y Necoclí -la misma ruta en la que los asesinos de Villegas Domicó tiraron su cuerpo- es una sorprendente combinación de desarrollo ganadero y paisajes de la Edad Media. Majestuosas e inmensas haciendas dotadas de adelantos tecnológicos, rodeadas de centenares de casuchas en donde se hacinan niños hambrientos y jóvenes desempleados.

¿Por qué? Porque los narcos y los paras inclinaron sus gustos por la ganadería extensiva que produce pocos empleos. Tras su desmovilización, muchos de los propietarios de estas haciendas fueron a dar a la cárcel y otros han ido cayendo en la nueva guerra por el poder de la zona. Por eso, insólitamente, el visitante ve en los caminos el ganado extraviado sin saber a quién pertenece. Nadie se atreve a tocarlo para evitar problemas.

"Aquí vivimos entre el siglo XXI y la Colonia", dice el alcalde de San Pedro de Urabá, Hugo Caballero, al explicar el estado de las vías de acceso a su localidad. Treinta kilómetros se hacen en tres horas porque, entre otros obstáculos, los carros únicamente pueden atravesar el río Sinú por un planchón porque no hay siquiera un puente. Así ha sido siempre. Desde los tiempos remotos en que las autodefensas surgieron con la excusa de que aquí no llegaba el Estado, hasta ahora cuando, después de 20 años de desangre, surge un nuevo capo y jefe paramilitar en la región.

Ante la ausencia de empresas y oportunidades laborales, los actores armados pescan a sus combatientes con una facilidad pasmosa. El problema se agrava con la fuerza de desmovilizados que está sin futuro. "Yo estuve 10 años en las AUC. Aunque sé hacer la guerra, ahora quiero una oportunidad en algo legal, pero nadie me la da", dice Conrado Jiménez, un desmovilizado en Montería. Los estudios más optimistas revelan que la tasa de desempleo llega al 90 por ciento entre los desmovilizados. El 10 restante está en labores informales como mototaxistas o vendedores de minutos de celular. En cambio 'Don Mario' está pagando un millón de pesos mensuales.

Una cifra tentadora para unas personas que sienten que la sociedad no los ha acogido. "Es cierto que nos equivocamos, pero cambiamos y queremos vivir en paz", explica César Negrete, un ex miembro del Bloque Catatumbo que perdió una pierna cuando pisó una mina en el Catatumbo. Él afirma que prefiere no volver a las armas, pero que la presión de 'Don Mario' es inmensa. Por ejemplo, Villegas Domicó, el hombre descendiente de indígenas embera-katíos del alto Sinú, el moreno y flaco, estuvo conversando con los desmovilizados para que no fueran a volver a tomar las armas. En esas estaba cuando lo mataron.

Lo asesinaron un día antes de que la Dijín realizara varias capturas de altos oficiales del Ejército -como lo vio el país por televisión- que de una u otra manera estaban trabajando para 'Don Mario' o sus enemigos -Los Paisas y Los Traquetos- en una serie de bandas que el país hasta ahora empieza a oír nombrar, pero que no dejan tranquilo al presidente Álvaro Uribe.

El Jefe del Estado conoce la historia de este país, y sabe que si este hombre no es capturado a tiempo, Colombia podría tener ante sí al sucesor de Pablo Escobar y Carlos Castaño.Un hombre que lleva ya dos décadas en la guerra discretamente, pero que ahora sale a la luz con una historia de drogas, armas, militares involucrados y capos, como en el pasado. Eso sí, ahora hay de por medio cientos de hombres desmovilizados, obreros de la guerra. Uno de ellos le advirtió a SEMANA en Valencia: "Tenga la seguridad de que si nos siguen matando, vamos a crear un grupo de autodefensa y aquí habrá más plomo".