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ENTREVISTA MARIA JIMENA DUZÁN

"Quisiera ser alcalde de Bogotá pero por elección popular"

Angelino Garzón habla de la posibilidad de suprimir su cargo, de sus relaciones con Santos, de derechos humanos y de su perro en Brasilia.

15 de marzo de 2014

María Jimena Duzán: Usted ha dicho en los medios que no va a estar al servicio de la reelección de Juan Manuel Santos. ¿Eso significa que abandona el santismo?

Angelino Garzón: Es que como vicepresidente de Colombia soy servidor público y no puedo participar en política. Y si me pronuncio a favor de alguien sería sancionado por el procurador e inhabilitado por lo menos diez o 12 años.  

M. J. D.: Mmm… no me convence esa respuesta. Si por algo es usted reconocido es porque no tiene agua en la boca.  ¿Le molestó que este gobierno planteara la posibilidad de acabar con la figura del vicepresidente en boca de Germán Vargas?

A. G.: Yo no tengo por qué molestarme, pero con  todo respeto, ni el presidente de la República ni su candidato a la Vicepresidencia pueden reformar unilateralmente la Constitución. Eso solo lo puede hacer el Congreso de la República o una asamblea constituyente. Lo único que sí tengo claro es que quien sea el presidente el 18 de agosto de 2014 tiene que seguir impulsando la política de derechos humanos. Si hay un retroceso en ese campo, las consecuencias para el país pueden ser graves: se puede abrir paso una tendencia en el Congreso de Estados Unidos que intenta pedirle a su gobierno la suspensión del Tratado de Libre Comercio con Colombia. Lo mismo puede pasar con Canadá y la Unión Europea.

M. J. D.: ¿Está diciendo que si Santos se reelige esa política va a cambiar en manos de Germán Vargas?

A. G.: Lo que he dicho es que si el próximo presidente no tiene clara su responsabilidad en ese tema y no tiene como socia activa a la Alta Consejería de los Derechos Humanos de la ONU, en Colombia puede haber un retroceso en esa materia.

M. J. D.: Creo entender entre líneas que usted no está de acuerdo con quienes proponen sacar de la Vicepresidencia el tema de los derechos humanos y pasarlo al Ministerio del Interior.

A. G.: Yo considero que la política de los derechos humanos debería seguir bajo el presidente de la República y que pasarla a un ministerio sería bajarla de nivel. Y eso no lo digo yo, lo dice la comunidad internacional. Considero, además, que la Alta Consejería para los Derechos Humanos de la ONU es una gran validadora y una gran socia en el fortalecimiento de esa política.

M. J. D.: ¿Por qué usted sigue siendo un defensor de una figura como la Vicepresidencia que no ha servido para mayor cosa?

A. G.: Porque yo fui constituyente. Cuando creamos esa figura y definimos sus funciones –que son la de reemplazar en faltas absolutas o temporales al presidente o cumplir las funciones que el presidente de la República considere– no lo hicimos por llevar la contraria. Lo hicimos por una razón: que el vicepresidente fuera elegido por voto popular y no a dedo como se hacía antes cuando había el designado, una figura que considero profundamente antidemocrática.  

M. J. D.: ¿Le molestó que Germán Vargas dijera que si él llega a ser elegido vicepresidente de este país no se va a comportar como usted sino que será un fiel soldado?

A. G.: Mire, el próximo 25 de mayo no vamos a elegir dos presidentes sino un presidente y un vicepresidente  para un periodo definido. Y todas las personas debemos pedirle al señor de los cielos que ese presidente tenga la salud para que sea el mandatario dentro de los próximos cuatro años. Yo no creo que sea bueno para la democracia que un vicepresidente termine siendo presidente por un golpe de suerte o una lotería. Eso no puede ser. Pero además, cuando a mí el presidente Santos me invitó a ser su fórmula vicepresidencial en ningún momento me solicitó que me volviera igual a él o que él se volviera igual a Angelino.  Era una unidad en la diferencia. Y yo fui muy claro en decirle que mantendría mis opiniones en materia social y en la defensa y promoción de los derechos humanos. Nunca me pidió que fuera su soldado.

M. J. D.: ¿Está diciendo que Germán Vargas va a terminar siendo presidente por un golpe de suerte?

­A. G.: Lo que estoy diciendo es que la Constitución no dice que el 25 de mayo se puedan elegir dos presidentes. Si no me entendió, lo siento.

M. J. D.: Usted también ha dicho que este gobierno debe dialogar más con la gente para buscar soluciones concertadas. Ahora que se avecina al parecer un nuevo paro agrario, ¿cuál es su diagnóstico?

A. G.: Mire, me parece muy importante el diálogo que ya se ha iniciado entre los campesinos y el gobierno. En la medida en que los gobernantes dialoguen se pueden encontrar soluciones. Y lo importante es que se haga con las organizaciones representativas de la población. El diálogo social no se hace solo con los trabajadores ni con los humildes. También se tiene que hacer con los empresarios. Es mejor el diálogo que la confrontación.

M. J. D.: ¿Usted cómo hizo para ser uribista con esas tesis?

A. G.: Nunca he votado por Uribe. En 2002 voté por Lucho Garzón y en 2006 por Carlos Gaviria. Y en las pasadas, como era natural, voté por Juan Manuel Santos y Angelino Garzón. Sí he mantenido una buena relación con el expresidente porque cuando era gobernador del Valle me ayudó mucho a pesar de que no había votado por él. Luego me nombró embajador ante la OIT y siempre respetó mis actuaciones. No tengo sino agradecimientos para con el expresidente Uribe.

M. J. D.: Siendo usted el responsable de la política de los derechos humanos, ¿qué opina de los 28 senadores que elegimos y que son herederos de los paramilitares?

A. G.: Primero, que no voté  por ellos. Pero debo decir que como responsable de los derechos humanos tengo que recordar que en Colombia no hay el delito de sangre. Ese es un principio fundamental de los derechos humanos. El familiar de un criminal puede ser candidato o candidata a un cargo de elección popular.

M. J. D.: ¿Y los derechos de las víctimas en qué quedan?

A. G.: Ese derecho no puede pasar por el de vetar personas, porque volveríamos a la Edad Media. Ahora bien, las víctimas tienen derecho a ser reparadas porque en Colombia por muchos años se sospechó más de la víctima que del victimario. Afortunadamente eso ha cambiado con la Ley de Reparación a las Víctimas. Pero como vicepresidente, le repito, no puedo señalar a nadie por ser familiar de un paramilitar, de un guerrillero o de un narcotraficante. Y eso se lo digo además por mi historia: yo vengo del Partido Comunista y recuerdo que muchas veces nos trataban como parias. Consideraban que no teníamos derecho ni a existir y nos perseguían por cualquier cosa. Y como yo viví en carne propia la represión pues no me gusta la macartización.  

M. J. D.: ¿No ha hecho concesiones de las que se haya arrepentido?  

A. G.: Mire, yo nunca hubiera podido ser ministro de Trabajo si no hubiera sido por el presidente Andrés Pastrana, para quien también solo tengo palabras de agradecimiento. Como también las tengo con Juan Manuel Santos. Soy una persona agradecida con los que me han dado la mano: con los trabajadores, con los sindicatos, con el Partido Comunista y con mi madre que era una vendedora de plaza de mercado, casi analfabeta. Y si mañana una persona me dice que no vota por mí porque reconozco todos estos agradecimientos, le diría que está en todo su derecho, pero que no me pida lo imposible.  

M. J. D.: Veo que usted tiene ganas de hacer política después de salir de la Vicepresidencia.

A. G.: A mí ya el tiempo me llegó. Cumplo este año 68 años y por lo tanto he dicho públicamente que si el Dios de los cielos me da vida a mayo de 2015 no descarto ser candidato a la Alcaldía de Cali o de Bogotá. Pero también le puedo contar que mi esposa Monse, que es mi centro y mi derecha, no quiere que me meta más en la política. Ella considera que los seres humanos tenemos el derecho de irnos a descansar.

M. J. D.: ¿Y por qué quiere ser alcalde de Bogotá o de Cali?

A. G.: Pues porque como gobernante local se le puede ayudar más a la gente que como vicepresidente.  

M. J. D.: ¿Qué opina del gobierno de Petro y de la forma como fue destituido?

A. G.: Petro es un hombre honesto, bien intencionado, y es el alcalde de Bogotá, nos guste o no nos guste.

M. J. D.: ¿Le sonaría que lo nombraran como alcalde encargado si Petro llega a salir de la Alcaldía?

A. G.: Ni me lo han solicitado ni yo lo he pedido. ¿Pero, sabe qué? no lo aceptaría. No me quiero ganar ese puesto en una rifa. Quisiera ser alcalde de Bogotá por elección popular y enfrentarme con las ligas mayores.

M. J. D.: Usted es hoy un hombre agradecido con un sistema que no ha conseguido mejorar la equidad social…

A. G.: Mire, por eso he dicho que la paz es fundamental para que se respeten de manera integral los derechos humanos. Y para que haya más equidad en lo social. Hoy necesitamos que los gobiernos locales, regionales y nacionales se unan en propósitos como la educación, en la investigación y en la ciencia. Pero además en Colombia  tenemos que desarmar la palabra y salir de esta polarización en que estamos. Nosotros estamos pidiendo que desarmen a los guerrilleros pero usamos la palabra como arma. Y a veces hace más daño lo último que lo primero.

M. J. D.: ¿Usted cree que las Farc se van a desmovilizar?

A. G.: Yo creo que el gobierno tiene que exigirles a las Farc para que hagan un compromiso público de que cese la práctica del secuestro …

M. J. D.: Las Farc dicen que ya no secuestran…

A. G.: Yo creo que en Colombia sigue habiendo mucha gente secuestrada por la guerrilla.  Y creo que además debería decirle a la población que cese la práctica de las minas antipersonas, que va a contribuir al desminado, que se compromete a cesar el reclutamiento forzado de menores de edad y las acciones terroristas y criminales contra la población y la infraestructura. Si la guerrilla hiciera eso, el gobierno debería asumir compromisos públicos de mínimos humanitarios. Por ejemplo, que estén donde estén los guerrilleros se les va a respetar la vida. Y también creo que si hay beneficios para la guerrilla, esos beneficios deberían extenderse a los militares, a los paramilitares y a los narcotraficantes. O todos en la cama o todos en el suelo.

M. J. D.: ¿Está de acuerdo con que las Farc lleguen al Congreso si se desmovilizan?

A. G.: Pues yo prefiero verlos allá que disparando. 

M. J. D.: Oyéndolo, es evidente que las razones familiares que ustedes invocan para haber renunciado a la Embajada en Brasil no suenan muy convincentes.

A. G.: Renunciamos a la embajada porque el perro que está en esta foto está muy peludo y el clima caliente de Brasilia le podía hacer daño.

M. J. D: ¿Eso es lo que usted llama ‘razones personales y familiares’?

A. G.: Jeje… exacto.