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EN TIERRA DERECHA

La reforma tributaria resucitó una actividad que miles de colombianos añoraban: las carreras de caballos.

10 de agosto de 1992

LA REFORMA TRIBUTARIA no deja de darles sorpresas a los colombianos. Cuando todavía se hablaba mal del IVA y de los otros impuestos, se conoció una noticia que para muchos bolsillos resultó ser grata: el nuevo régimen fiscal abrió las posibilidades de que la actividad hípica, que hacia cinco años había desaparecido en el país, pudiera renacer con todo su esplendor.

Las puertas de los hipódromos se cerraron en 1987, cuando el Congreso aumentó los impuestos que esa,actividad debía pagar y la obligó a cancelar una retención en la fuente de más del 20 por ciento. Con eso terminó un proceso que se inició varios años atras cuando, a raiz de que los hipódromos se constituyeron en prósperas sociedades anónimas, sucesivos gobiernos decidieron aumentarles los impuestos. A tal punto que, mientras en todo mundo la hípica sólo destina, en promedio, un dos por ciento a los bolsillos del fisco repartiendo el resto entre los apostadores en Colombia los hipódromos terminaron pagando el 27 por ciento en impuestos y repartiendo entre el público menos del 50 por ciento. Esto hizo que el múmero de apostadores se redujera de una manera vertiginosa.
El "puntillazo final" para la hípica se dio cuando se discutía en el Senado la reforma tributaria que presentó el gobierno de Virgilio Barco.
El senador Victor Renan Barco, ponente del proyecto, recuerda que en esa ocasión se propuso crear la retención en la fuente para los juegos de azar. "Existía un parágrafo que excluía de retencion a la hípica. Pero en el momento de votar, un senador se puso de pie y dijo que eso era para favorecer al propietario de Hipo Andes, porque era familiar del Presidente. Fue tanta la polémica, que el parágrafo salio y hasta ahí llegó el proyecto". Y tambien hasta ahí llego la hípica. Porque en esas condiciones la actividad no resistió un día más.

Hubo, sin embargo, quienes insistieron en su resurrección. Y los más tenaces fueron los miembros de la Asociación de Criaderos de Caballos, que contrataron firmas asesoras de los Estados Unidos para que estudiaran la posible reanudación de su actividad.
Una de ellas, la "Stevenson & Associates", señalo que Colombia era un "gigante dormido " y que estaba perdiendo una serie de ventajas de las que podía gozar si resucitaba la hípica. Entre ellas, la generación de más de 60 mil nuevos empleos. Pero todo quedó en el papel, pues al fin y al cabo la única solución era un cambio en el régimen fiscal.

Por eso, después de cinco años, los miembros de la Asociación llegaron hasta el despacho del ministro Rudolf Hommes y le propusieron introducir en la reforma tributaria un procyecto que modificara las leyes de la hípica. Los argumentos fueron contundentes: en Francia esta actividad es la principal fuente de trabajo, en Estados Unidos la segunda, y en países suramericanos oscila entre la tercera y la cuarta. El Ministro quedó convencido de la importancia de incluir el proyecto dentro de la tributaria. Con una sorpresa más: se le ocurrió introducir tambien las carreras de perros, una actividad que a finales de los 60 corrió con la misma suerte que la de los caballos.

El proyecto que se presentó en el Congreso que propuso reducir el impuesto de la hípica a un dos por ciento, eximir la actividad de retención en la fuente y eliminar el IVA establecido para los caballos de carreras fue rápidamente aprobado por los parlamentarios, aunque no estuvo libre de opositores. El entonces ministro de Salud, Camilo González Posso, alegó que el articulado ignoraba la necesidad que tiene el sector de la salud del dinero que se recoge de los impuestos de los juegos de azar, y presentó un proyecto sustitutivo que sólo fue apoyado por la bancada del M-19.

La nueva ley se hizo realidad, pero cambió las reglas del juego de la hípica. El Estado será el que se encargue ahora de comprar los terrenos y de adjudicar por licitación pública la administración del negocio a firmas interesadas, entre las cuales no solo van a tenerse en cuenta compañías nacionales.
Varias empresas norteamericanas ya han anunciado que quieren participar y hacer de Colombia un centro de cria de caballos de pura sangre.

El optimismo cunde por todas partes. Especialmente dentro del público, que durante todo un lustro añoró las carreras. Algo que fácilmente se puede comprobar al contar los cientos de millones de pesos que se han jugado semanalmente teniendo como base las competencias venezolanas. Esto demuestra que en Colombia se había acabado la actividad, pero no la afición. Y que son muchos los que esperan que, en esta segunda etapa, el grito de "en tierra derecha " suene más duro y por más tiempo.-