Entrevista con Alberto Gómez
Fue miembro y coordinador de la Expedición Humana desde los primeros viajes. Y también publicó <i>Al cabo de las Velas</i>libro que trata sobre las expediciones científicas realizadas en Colombia.
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SEMANA:¿Cómo se hizo parte de la Expedición Humana?
Alberto Gómez: Jaime Bernal era el director del Instituto de Genética en esa época, 1980, y a través de unas conversaciones y unos viajes que habíamos hecho con un grupito empezamos a investigar la diversidad humana colombiana, algo que no se había hecho. Empezamos los miembros del instituto, luego se vincularon algunas personas de la Javeriana, y luego personas que tenían alguna relación con el Instituto y que venían de otros lugares. Así la cosa se amplió a los estudiantes y los profesores de esta y otras universidades para dar un total de 400 personas, obviamente distribuidas en el tiempo y en los viajes. El impacto del 10% del grupos, unas 40 personas era muy fuerte para una comunidad que vive aislada y había que hacerlo con mucho cuidado y respeto.
S:¿Cómo era el proceso de establecer contacto con estas comunidades?
A.G.:Llegábamos y hablábamos con un personaje, luego con otro hasta que contactábamos a toda la comunidad y les explicábamos de que se trataba el proyecto. En la mayoría de los casos ya habíamos ido antes dos o tres personas para comentarles el interés que teníamos de exaltarlos y de apoyarlos en su auto definición y auto apropiación. Estas culturas se están diluyendo en nuestra civilización, a los jóvenes ya no les interesa escuchar al chamán, sino que escuchan radio, hay una degradación desafortunada de las culturas y esto que exaltaba todos sus valores no sólo culturales sino también biológicos era una cosa muy importante para ellos
S:¿Por qué sólo establecieron contacto con las comunidades indígenas y negritudes?
A.G.:Nosotros fuimos a comunidades aisladas especialmente porque desde el punto de vista tanto genético como cultural la definición de los mestizos y los mestizajes es muy complicada y debe partir de una definición previa de las comunidades que se reúnen en el mestizaje. Para definir un mestizo se tiene que saber cuales son las fuentes. Además descubrimos cosas muy interesantes, por ejemplo, el estudio de los indígenas y las negritudes típicamente es hecho por antropólogos y lingüistas, ellos han hecho una descripción de las comunidades con base en sus instrumentos y en su lengua nos pareció interesante comparar lo que habíamos encontrado nosotros a nivel genético y nos dimos cuenta gracias al trabajo de Ignacio Briceño que no corresponde. Comunidades diferentes por la lengua y por la cultura eran muy cercanos por los genes, encontramos por ejemplo que los Wayuú de la Guajira se parecen mucho más a los indios del Amazonas que a los indios de la Sierra Nevada.
S:¿Cómo se hace estudio genético?
A.G.:Se basa en un muestra de sangre, como la que se toman normalmente en los laboratorios. En esa muestra se aíslan las células que tienen ADN, que son los glóbulos blancos y a esos glóbulos blancos se les hace una extracción del código genético. Ese código genético se corre en un especie de gelatinas transparentes que después de cortarlas dan una serie de fragmentos, que identifican a las personas o grupos. Son como códigos de barras, imagínese un código de barras al revés, no en verticales sino en horizontales, entonces uno puede comparar esos códigos de barras que son los pesos de los diferentes fragmentos que generan los cortes del ADN entre un individuo y otro. Esa es la manera de compara, obviamente uno puede comparar fragmentos de cada cromosoma.
S:¿Y las personas no eran reacias a que ustedes tomaran estas muestras?
A.G.:Variaba, en algunas comunidades había mucha curiosidad, en otras había mucho respeto por la sangre. En todos los casos se comprende que dar el brazo para una muestra de sangre es un gesto de aprobación, de muchísima confianza. Usted no da el brazo para que le saquen sangre con una aguja, y se entiende que nosotros no forzamos a nadie, se imagina, no habríamos salido vivos. Entonces hubo una explicación de cual era el propósito, el propósito esencial era estudiar estas comunidades por dentro y por fuera, ver su diversidad. Ver la diversidad desde afuera, la música, el físico, las artesanías, todas las cosas esenciales de estas culturas. Y por dentro se trataba de tomar muestras de sangre para hacer un gran análisis genético, sobretodo para saber qué enfermedades podían tener como el caso de la hepatitis B, que muchos grupos la tenían.
Sin embargo, con en el tiempo hubo una controversia sobre el valor de esas muestras de sangre porque se supo que en el Instituto de Genética habían un banco de sangre y obviamente relacionaron banco con rendimientos y economía. Fue una cosa muy curiosa, se transformó el mensaje y hubo algunas personas interesadas en mal interpretar, por alguna razón, lo que nosotros estabamos haciendo. Por ejemplo me acuerdo que fuimos una vez a una comunidad y la gente que nos tenía confianza nos decía, que les habían dicho que en el Instituto estabamos reproduciendo a los indígenas en laboratorios, haciendo indígenas perfectos para remplazarnos a ellos, una historia de ciencia ficción. Pero todo se resolvió con un proceso, que fue de utilidad para estas comunidades. Se trató de un proyecto de ley liderado por Lorenzo Muelas en el Senado, con el cual quedó reglamentado que no se puede exportar de ninguna manera material biológico.
Puede parecer extraño pero hay gente que eventualmente le interesa exportar este tipo de muestras, sobretodo en esa época que estaba circulando el concepto de las tangentes sobre genes humanos y como nosotros queríamos exaltar la importancia, pues alguien podía tomar esos genes que eran muy importantes para patentarlos y sacar beneficios económicos. Entonces fue una carambola de conceptos que fueron enturbiando nuestro trabajo, pero eso ya se aclaró, nunca pasó nada, se dieron cuenta de que nosotros estabamos trabajando con una seriedad absoluta y sin ningún interés económico, entonces esta controversia no pasó a mayores.
S:¿En la actualidad qué ha pasado con la Expedición?
A.G.:Para mí esta fue la última expedición del siglo XX y desafortunadamente no hemos podido volver a hacer trabajos de campo por el limitante social de la violencia. En esos términos yo creo que la Expedición Humana fue histórica, fue el último censo de una enorme diversidad y idealmente debe servir para que apreciemos los valores de nuestra gente. No para conservar a estas culturas como piezas de museo, sino para tener contacto con ellas como observadores. Cuando se observa y se exalta, se puede ayudar a que lo observado permanezca. Yo diría que el aporte de la Expedición humana al final del siglo XX, fue que exaltamos la diversidad humana de nuestro país.
S:Usted en su libro Al Cabo de las Velas dice que la Expedición Humana es la expedición del siglo XX ¿Que cree que la diferencia de las otras expediciones que han ocurrido en el país?
A.G.:La expedición botánica tenía un énfasis vegetal, la coreográfica un énfasis geográfico y la humana un énfasis mucho más amplio, incluye todos los aspectos de la cultura y la sociedad. Busca exaltar a las comunidades aisladas, no solamente en los términos de que producen lindas artesanías o que son muy simpáticas sus danzas, sino que las reconoce como depositarías de un patrimonio genético, cultural y humano muy importante para la comunidad mundial, no sólo para Colombia. La riqueza de Colombia es una riqueza de diversidad y la Expedición resalta esta diversidad humana.
S:¿Y las comunidades lograron saber algo del trabajo que ustedes realizaron?
A.G.:Si, a todas las comunidades que visitamos les dimos un paquete con el material de la investigación. Fue una experiencia muy bonita, por ejemplo cuando estabamos con los Kogui en la Sierra Nevada y les mostramos la música de los indios del Amazonas, se interesaron mucho. Tal vez era la primera vez en su vida que escuchaban música de otros grupos porque en el radio lo que oyen es vallenato o música norteamericana. Eso nos hizo darnos cuenta de que la Expedición Humana también sirvió de lazo entre las mismas comunidades que no se conocen. Fue una experiencia muy bonita y en ese sentido a todos les enviamos documentos sobre los otros grupos, de tal manera que ahí les quedan esos fondos. Aunque, quién sabe cómo cuiden, porque la percepción que uno tiene de los documentos es diferente a la de los indígena que vive en estas comunidades. Ellos muchas veces aprecian más las cosas que les sirven para la vida práctica.
S:¿Para usted ya terminó la Expedición Humana?
A.G.:Digamos que el programa ya terminó, así como la Expedición Botánica se termina cuando llega la Independencia, a pesar de que se siguió haciendo el censo de las especies vegetales. O lo mismo que la Comisión Coreográfica, que aunque sigue estudiando la geografía del país por parte del Instituto Agustín Codazzi, también terminó. Yo diría que la Expedición Humana se termina con la ilusión de que el programa se convierta en un instituto estatal o académico. Nosotros en particular seguiremos estudiando la diversidad humana, es nuestro trabajo y lo estamos haciendo. pero no hay digamos una institucionalización de esta propuesta como lo hubo con la coreográfica y como lo hubo hasta cierto punto con la Botánica, porque hubo una serie de institutos de ciencias naturales que siguieron con este trabajo del censo botánico. Nosotros quisiéramos que hubiera esa preocupación y mientras que esté el instituto de Genética Humana, creo que se seguirá ocupando de la diversidad humana como heredero y fundador de esta tradición que se concretó en esta expedición de finales del siglo XX.