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ENTREVISTA: ALFONSO CANO

NO HAY PAZ CON UN GOBIERNO DEBIL

1 de julio de 1996

A raíz de las informaciones que circularon en el sentido de que el gobierno había reanudado en Costa Rica contactos con la guerrilla, SEMANA quiso corroborar con el más importante negociador de las Farc el alcance de esas reuniones. El periodista Oscar Montes viajó la semana pasada a una zona montañosa del centro del país para entrevistar a Alfonso Cano.
Semana: Durante toda esta crisis política las Farc han hablado mediante acciones de fuerza, pero hasta ahora ninguno de los jefes guerrilleros lo ha hecho de frente al país. ¿Cuál es su pensamiento sobre el momento histórico que vive Colombia?
Alfonso Cano: Esta coyuntura es la resultante lógica de un proceso de descomposición del régimen político en Colombia. El hecho de que hoy esté en primera plana la responsabilidad sobre el manejo del país de lo que se ha denominado el establecimiento, lo que hace es mostrar el descuadernamiento institucional del que habló alguna vez el doctor Lleras Restrepo. Por eso a nosotros nos parece muy significativo que sea el país el que se entere directamente de algo que nosotros veníamos denunciando desde hace mucho tiempo. Ayer eran los dineros que daban los grandes grupos económicos de este país. Hoy le tocó el turno al narcotráfico, pero la corrupción siempre existió. No es un problema de la persona de Samper... Es un problema de la concepción de que el Estado es para utilizarlo en beneficio personal y para retribuir los beneficios a quienes les han dado el patrocinio para llegar al poder.
Semana: En el caso específico de Samper, ¿qué responsabilidad cree usted que le cabe por el hecho de que su campaña haya recibido dineros del narcotráfico?
A.C.: A Samper le cabe toda la responsabilidad política y penal que ese hecho implica. La defensa que él está haciendo es una vagabundería. El problema del Presidente es un problema político. No hay una explicación moral para que Samper siga de presidente de la República. Pero este problema no es exclusivo de Samper. Viene De la Calle y es lo mismo. Y si no es De la Calle, porque se establece que venía elegido con la misma fórmula y con la misma plata, entonces es el Parlamento el que va a elegir al sucesor o a convocar a unas nuevas elecciones para seguir haciendo lo mismo. Ya no será con los dineros de los Rodríguez sino con los de otra gente. El problema no es de personas. Es un problema de la manera como se concibe el ejercicio de la política en Colombia.
Semana: Hay sectores de la opinión que piensan que si bien es cierto que la salida de Samper no es la solución, sí es parte de ella.
A.C.: Cualquier solución que se le quiera dar a la crisis política nacional tiene que pasar por la salida de Samper si lo que estamos buscando es una solución de fondo. ¿Qué es lo que decimos nosotros? Hagamos un replanteamiento entre la inmensa mayoría de los colombianos, sin excluir a nadie. Analicemos entre todos qué está pasando, qué ha pasado y por qué ha pasado y en función de eso cómo puede ser la salida. Nosotros estamos convencidos de que la solución a la crisis no puede ser una salida oligárquica.
Semana: A propósito de posibles soluciones, el Presidente plantea que la salida tiene que ser institucional, que no puede ser de otra forma. ¿Ustedes que piensan de esa propuesta?
A.C.: No creo que sea posible. Ninguna salida a la crisis actual del país puede dejar por fuera a la insurgencia colombiana. Y nosotros no hacemos parte de las instituciones. Entonces, una salida seria tiene que ser extrainstitucional si no queremos que aquí se precipiten mayores factores de violencia y un mayor grado de confrontación militar.
Semana: Es decir, sin ustedes en la mesa no habría una salida a la crisis...
A.C.: Yo no se sí en la mesa, pero lo cierto es que tenemos que estar allí. No vamos a repetir la historia de la Constituyente del 90: dos millones 800.000 voticos y ya, representado el país. Queremos que estemos todos: las regiones, los indígenas, los negros, los sectores artesanales, los microempresarios, los poderosos, los gremios, los militares y la Iglesia. Algo que represente a la Nación. Y nos sentamos a hablar. No se puede volver a cometer la equivocación tan garrafal de pretender que sin la guerrilla actuante -no la derrotada, como el M-19 y el EPL del 90- se pueden arreglar los problemas fundamentales del país.
Semana: Cuando usted dice "sentémonos entre todos" quiere decir que estarían dispuestos a sentarse en la mesa con militares y con paramilitares...
A.C.: Pero si son lo mismo. Con que vayan dos generales de la República ahí están representados los otros también. Esa es la realidad de Colombia.
Semana: Entonces ustedes estarían dispuestos a sentarse en la mesa con los hermanos Castaño...
A.C.: Pero si ellos conversan todos los días con los comandantes de la XVII y la XI Brigada en Córdoba y en Antioquia. Ellos son los que los protegen y los estimulan, los que los instruyen, los que los mandan.
Semana: ¿Pero se sentarían con ellos?
A.C.: Con los generales, claro. Todos ellos estarían metidos ahí. Así de sencillo. A eso no hay que darle demasiadas vueltas...
Semana: Se ha hablado de contactos de ustedes con una comisión de conciliación en Costa Rica. En medio de esta crisis ¿estarían dispuestos a dialogar con el gobierno de Samper, un gobierno al que ustedes han descalificado?
A.C.: Nosotros siempre hemos tenido la voluntad y la disposición. Y ahora no es la excepción. Cuando Samper se posesionó, el 7 de agosto del 94 le enviamos una carta diciéndole: "Para sentarnos a conversar dénos garantías". No más. Pero desde que se posesionó se le enredó la piola tratando de demostrarle al país que él no tiene nada que ver con dineros del cartel de Cali. Todo eso le ha quitado tiempo, disposición y seguramente voluntad. Porque además el Estado no tiene una política de paz. El problema es que para iniciar algo tenemos que empezar por una punta y para ello tenemos que sentarnos a conversar con el gobierno.
Semana:: ¿Con el gobierno de Samper?
A.C.: Con el gobierno. El día que haya garantías plenas. Pero mire lo que pasó con la Uribe: volvieron eso un mito. Planteamos la Uribe en aquella oportunidad por las posibilidades que hay de defensa nuestra en caso de que a alguien se le atraviese por la cabeza hacer algo contra la reunión o contra nosotros. Pero no solamente no quisieron sino que reforzaron con más tropas, como para decir: "Cerramos esta posibilidad con llave y candado y echamos la llave al mar". Las condiciones hoy para encontrarnos tienen que ser diferentes y mucho más amplias que en aquella oportunidad.
Semana: ¿Pero ustedes harían la paz con este gobierno?
A.C.: El clamor de paz es muy grande, pero este gobierno está muy débil. No tiene fuerza para nada. Nadie le cree, nadie le escucha. Pero creo que si se diera la eventualidad de un proceso de acercamiento, con la participación de muchos sectores, habría que echarlo para adelante. A Samper le estuvimos mandando cartas, hasta que el 22 de junio el general Bedoya Pizarro le dio a un periodista el memorando donde el Ejército se oponía a las conversaciones con las Farc. Ahí se acabó todo. Entonces habrá que preguntarle al general, al alto mando y a los civiles que están detrás de ellos, si tienen ganas de un proceso de paz. No a las Farc.
Semana: Recientemente se ha hablado del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia...
A.C.: El proyecto que tenemos es crear una alternativa a los partidos políticos para disputarles el poder como una nueva posibilidad política de solución al conflicto. Estamos haciendo una invitación para que la gente que esté en contra del régimen político, liberales y conservadores, compartan o no la lucha armada, se agrupen en torno a un nuevo movimiento que tendría una plataforma de lucha de 10 puntos básicos: solución política del conflicto, concepción de la seguridad nacional del Estado colombiano, democracia, economía, justicia, propiedad de la tierra, narcotráfico, recursos naturales y política social. Semana: Pero, ¿cuáles serían las características de ese movimiento?
A.C.: Sería un movimiento clandestino, fundamentalmente para garantizar que a las personas que hagan parte de dicho movimiento no las vayan a asesinar quienes tienen como política asesinar a los que se oponen al régimen, como a la Unión Patriótica, que fue una idea también propuesta por las Farc. En un principio el secretariado de las Farc me ha ubicado a mí para que responda por ese movimiento.
Semana: ¿Cree usted que su propuesta de hacer política en la clandestinidad, lejos de la plaza pública, es viable?
A.C.:: No sería la primera vez ni en Colombia ni el mundo que eso sucediera. Es difícil, pero ahora hay posibilidades de movernos por todo el país porque la organización nuestra es muy grande. Hay medios electrónicos, televisión, Internet, audiovisuales, etc.
Semana: ¿El ELN haría parte de ese movimiento?
A.C.: La propuesta de nosotros es para todo el mundo, pero no hemos conversado con ellos en particular.
Semana: Es mucho lo que se ha dicho sobre el financiamiento de las Farc. Desde los narcocultivos hasta el boleteo, el secuestro y la extorsión. ¿Cómo se financian las Farc?
A.C.: De muchas maneras. Hay una bastante interesante: nosotros estamos cobrando un impuesto para la paz a las personas naturales y jurídicas cuyo patrimonio líquido sea mayor de 1.000 millones de pesos. No estamos boleteando, eso está prohibido en las Farc. Estamos conversando directamente con gerentes, con miembros de juntas directivas de empresas muy importantes, nacionales y extranjeras, les estamos planteando en qué estamos y les estamos pidiendo su colaboración. Mucha gente ha respondido positivamente. ¿Razones? Simpatía, miedo, en fin, serán muchas, pero lo cierto es que las Farc somos hoy un poder en Colombia. También estamos metiéndonos a los bancos en las tomas de poblaciones. Sabemos que eso no afecta a la gente. La Caja Agraria y todos los bancos tienen asegurados sus dineros en empresas multinacionales de seguros.
Semana: ¿Tienen las Farc tanta plata como para mantener sus 60 frentes y a la vez financiar un proyecto político?
A.C.: La financiación del movimiento está por discutir. Hacer política en Colombia cuesta dinero. No tanto como las campañas de Samper y de Pastrana, pero sí hay que sacar volantes o mandar a alguien a alguna parte.
Semana: Durante muchos años se ha hablado en Colombia de una alianza narcoguerrillera ¿Existe?
A.C.: Nunca ha existido esa alianza. Es posible que en algunas áreas hace mucho tiempo haya habido presencia simultánea, pero no tenemos relación con ningún cartel. Por razones morales, de ética y también políticas.
Semana: ¿Y los narcocultivos?
A.C.: Eso tampoco es cierto. Hay una campaña desarrollada fundamentalmente por los generales del Ejército, que están frustrados porque no han podido militarmente avanzar en su lucha contra nosotros. Pero creo que la respuesta contundente, que seguramente sirve para mucha gente también, la dio el embajador de Estados Unidos en Bogotá cuando un general le preguntó por qué Estados Unidos no decía que en Colombia había narcoguerrilla y el embajador Frechette, que no es ningún revolucionario, le dijo "simplemente porque el gobierno de Estados Unidos no tiene evidencias de que la guerrilla esté en eso". Como habrá mucha gente que le cree más al embajador que a uno, pues ahí dejo esas palabras.
Semana: ¿Usted condena el secuestro de la misma manera que condena el narcotráfico?
A.C.: No. Son dos temas distintos. La orientación nuestra no pasa en materia financiera por el secuestro. Pero es evidente que sí hay gente de las Farc, aunque muy poca, que secuestra con fines económicos. Estamos en un proceso de liquidar definitivamente eso.