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ENTREVISTA: ARMANDO BENEDETTI

"La democracia de la ley de televisión está amenazada"

23 de diciembre de 1996

el ex ministro Armando Benedetti sehabía mantenido en silencio durante las últimas semanas en medio del debate sobre la ley de televisión. El viernes pasado aceptó hablar con Semana sobre el tema.Semana: ¿Qué opina de las modificaciones que actualmente se están gestando sobre la ley de televisión?Armando Benedetti: Me preocupa que antes que los supuestos de la ley hayan sido implementados a cabalidad ya se esté intentando una reforma de la norma. No hay nada, a mi juicio, que justifique anticipar una contrarreforma a la Ley 182. Más específicamente, me preocupa que algunos elementos de democracia que la ley buscó afanosamente consagrar estén ahora amenazados.Semana: Por ejemplo...A.B.: La ley consagra que a partir de determinada fecha los concesionarios de Inravisión que tuviesen participación accionaria en una empresa operadora de canales privados tendrían que decidirse por una de esas dos instancias. Anular esta exigencia significa abrir una tronera para concentraciones indeseables en el control del medio televisivo.Semana: La Ley 182 estableció que los grupos económicos tuvieran 30 por ciento como máximo porcentaje en un canal de televisión; ahora, están están hablando de que podrían llegar a tener el ciento por ciento de un canal, ¿qué consecuencias tendría esta modificación para el sistema de televisión?A.B.: El tope del 30 por ciento de participación accionaria apuntaba también a evitar la concentración y las posiciones dominantes. Al eliminarlo y al permitir, además, que esos operadores puedan ser sin restricciones concesionarios de Inravisión, estamos empobreciendo las posibilidades de pluralismo y democracia. Aspiro a que el Congreso, que hace apenas un año postuló esos elementos en la Ley 182 como esenciales para el servicio y para elpaís, acabe por reiterarlos. Semana: Se está hablando de volver a adjudicaciones cada cuatro años sin prórroga. ¿Cree usted que Inravisión pueda sobrevivir en estas condiciones contra canales liderados por los principales grupos económicos?A.B.: Es de la naturaleza de las concesiones su provisionalidad. No puede haber concesiones infinitas. Ni en televisión, ni en nada. A menos que prescindamos de la figura de la concesión, eso será siempre de esa manera. Si deben durar cuatro años, o seis, o más, no es un asunto esencial, pero importante. Seis años no parecen un término excesivo. En el fondo no se plantea un asunto de tiempo justo, sino de 'tiempo político'. A pesar de la Constitución del 91 y la Ley 182, va a resultar difícil que los gobiernos entiendan que es al Estado, y a la sociedad civil, a quienes corresponde reglar y supervigilar el servicio público de televisión. Mientras no lo aceptemos así, estaremos tentados a proponer unidades de tiempo más cortas o más largas según las conveniencias del momento. Más incidentalmente, creo que cuatro años pueden resultar escasos para un negocio que es intensivo en inversiones cuando de producir calidad se trata.Semana: En el debate de reforma a la ley de televisión se ha hablado, de una parte, de revancha contra los medios, y de la otra del resultado de los excesos y la falta de objetividad de algunos de ellos. ¿Usted qué opina?A.B.: Es probable que haya revancha. Pero pienso que el debate sobre esa revancha está mimetizando otros aspectos de la cuestión que vale la pena que sean atendidos. Son justamente aquellos a los cuales hemos hecho referencia en este diálogo. Más directamente sobre la pregunta, diré que siempre será peligroso evaluar la objetividad de los medios de prensa mediante el expediente de negar o conceder prórrogas contractuales. Quienes creen que hay razones políticas para proceder así, soslayan el hecho de que expedientes similares pueden ser utilizados mañana contra ellos, sus amigos, sus partidarios. Ese es un juego peligroso.Esto no significa que el debate sobre la responsabilidad de los medios no deba formularse. Le estamos debiendo a la opinión pública este debate. Todavía hace falta evaluar todo lo que ocurrió y dejó de ocurrir con los medios y sus relaciones con el ciudadano común, los partidos, la dirigencia política y el gobierno en torno a los sensibles acontecimientos del pasado reciente.Semana: Y de los excesos de los medios...A.B.: En términos generales, yo pienso, y lo dije insistentemente en el Congreso cuando se tramitaba la ley de televisión, que los excesos de los medios, por peligrosos que sean, son preferibles, en términos de democracia, que los controles que se establezcan. Aun con la autorregulación, una prensa demasiado preocupada por su propia exactitud sería prensa atrapada en mecanismos inhibitorios. En el fondo, el problema es que no hay democracia sin medios de prensa. Puede gustar o no, pero así es.Pero, por otro lado, y justamente por eso, hay que evitar los excesos de concentración de la propiedad, las posiciones dominantes, el periodismo ignorante, la reportería-emboscada, la cohabitación de intereses económicos e irresponsabilidad, el daño efectivo a los ciudadanos indefensos, la mentira intencional y los desbordamientos. No me pregunte cómo lograr eso. Yo no lo sé. Probablemente nadie lo sabe. Aun así, hay que imaginarlo y buscarlo, no importa cuántas veces se fracase.