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ENTREVISTA: RODRIGO PARDO

"Nos equivocamos con Estados Unidos"

12 de agosto de 1996

Apropósito de su retiro de la Cancillería y de la cancelación de la visa al presidente Samper, SEMANA entrevistó al saliente ministro de Relaciones Exteriores, Rodrigo Pardo García-Peña. Estos son los principales apartes de la conversación.
Semana: ¿Cuáles son para usted las implicaciones de la cancelación de la visa al Presidente?
Rodrigo Pardo: Yo creo que este hecho demuestra que la política de los Estados Unidos hacia Colombia, tal como lo refleja el memorando del embajador Frechette que publicó el Washington Post , es molestar al Presidente, descalificarlo y enfrentarlo al resto de la sociedad colombiana. Por eso creo que han optado, por lo menos por ahora, por una medida que hiere la dignidad del Presidente, pero no afecta a sus opositores como lo harían, por ejemplo, las medidas económicas. Ahora, es un hecho simbólico que tiene mayor impacto y mayor gravedad política que medidas no simbólicas, como las sanciones.
Semana: ¿Usted cree que Estados Unidos puede ir detrás de un proceso penal contra el Presidente? R.P.: Yo me resisto a creerlo. En primer lugar, porque decir que en Colombia hay una política que busca defender al narcotráfico, sería absurdo, incluso conociendo la gravedad de los hechos de la campaña. Y un absurdo todavía mayor sería reconocer que la justicia en Estados Unidos la maneja el Ejecutivo.
Semana:¿Usted cree que lo que Estados Unidos está buscando con este tipo de medidas, es que Colombia reinstaure la extradición?
R.P.: Hay mucha gente que lo cree así y que incluso cree que el retiro de la visa es una respuesta a la negación de las extradiciones. Yo creo que la extradición sí es una política de Estados Unidos, pero no creo que sea la única. Es más, yo creo que Estados Unidos sabe que no va a haber extradición en un corto plazo, pero que puede haberla en el futuro.
Semana: ¿Qué tan lejos puede llegar Estados Unidos? ¿Es posible llegar hasta una panameñización de Colombia?
R.P.: Yo no lo creo. No se pueden hacer paralelos entre Panamá y Colombia por las diferencias obvias entre Noriega y Samper. Pero no hay que desconocer el peligro de que Estados Unidos termine siendo prisionero de su propia política, así sea equivocada, y para justificarla se vea en la obligación de escalar en el conflicto.
Semana: ¿En qué cree usted que se ha equivocado Estados Unidos?
R.P.: Su situación preelectoral los ha llevado a implementar hacia Colombia una política no solo equivocada sino peligrosa, incluso para ellos mismos. Decisiones injustas como la de la descertificación, por ejemplo, han creado entre los colombianos actitudes nacionalistas que atentan contra los propios intereses de los norteamericanos. A Estados Unidos tampoco le conviene una escalada en el deterioro de las relaciones con Colombia porque es su principal socio en la lucha contra el narcotráfico. Ahora, hay también un factor muy importante y es cuál sea nuestra respuesta a esos actos de Estados Unidos, por más equivocados que estén.
Semana: Y en ese sentido, ¿usted cree que hay colegas suyos y otros funcionarios del gobierno que en los últimos meses se han equivocado en sus declaraciones con Estados Unidos?
R.P.: Claro que sí y lo he señalado públicamente, en su momento. Yo creo que las relaciones con Estados Unidos hay que manejarlas con mucha responsabilidad y sensatez. Hay que entender la dificultad que implica el momento político de Estados Unidos, y que hay que buscar mejorar las relaciones así nos sintamos irritados por la política norteamericana hacia Colombia. Lo mejor que podemos esperar es que la actitud de Estados Unidos hacia nosotros sea irritante en lugar de destructiva. Al fin y al cabo las cosas que irritan, como lo que han hecho en materia de visas, nos duelen internamente a los colombianos, pero no están afectando el comercio, la inversión o la lucha contra el narcotráfico, que son los pilares de la relación a largo plazo. Soy muy dudoso de que las actitudes ultranacionalistas sean políticamente rentables. Desafortunadamente en Colombia, tenemos una visión muy parroquial de las relaciones internacionales.
Semana: ¿Usted cree que de ese parroquialismo se podría acusar a Serpa, a Orlando Obregón, a Marco Tulio Gutiérrez?
R.P.: Muchas de sus declaraciones surgen de una mente parroquial, que considera al embajador de Estados Unidos como un actor de la política interna. Entonces se le ataca como ataca uno al parlamentario o al columnista que lo atacó. Es un error pensar que un embajador representa una posición personal y por consiguiente que al atacarlo, uno no está atacando a su país. Semana: Eso lo lleva a uno a pensar que, si bien la política de Estados Unidos hacia Colombia ha sido equivocada, también la política de Colombia hacia Estados Unidos ha sido equivocada....
R.P.: Nosotros hemos cometido errores, porque hay que partir del reconocimiento de la vulnerabilidad que tiene la posición colombiana hoy. La crisis política interna ha sido tan grande, que el parroquialismo terminó dominando el manejo de las relaciones con Estados Unidos.
Semana: Dadas las nuevas condiciones, ¿usted qué cree que va a pasar en las relaciones con Estados Unidos?
R.P.: Yo creo que vamos a seguir teniendo un poco más de lo mismo. Estados Unidos van a seguir insistiendo en medidas, especialmente contra la figura del Presidente, y buscando reacciones positivas entre sus enemigos, tratando de volver a poner en tela de juicio la permanencia del Presidente. Yo creo que la presión de Estados Unidos tiene acogida entre algunos sectores, pero tiene poca legitimidad por venir de fuera.
Semana: Usted no solamente era el canciller del presidente Samper si no una de sus personas más cercanas desde hace muchos años. ¿Qué consejo le da para lo que viene?
R.P.: El mayor consejo que uno le podría dar al Presidente en este momento es que escuche lo que el país piensa sobre la crisis. Que sea realista y reconozca la legitimidad de las preocupaciones que tienen algunas personas, incluso enemigos del gobierno.
Semana: ¿Ese realismo incluye pensar en la posibilidad de retirarse?
R.P.: Yo mismo, como amigo y ex funcionario del presidente Samper, podría entender la conveniencia de analizar las ventajas y desventajas de un retiro del Presidente. Pero con una decisión como la de la visa, ese debate queda viciado de un aire de intervencionismo de los Estados Unidos que no lo hace viable.
Semana: Su sucesora, la canciller María Emma Mejía, entra en un momento bastante difícil. Usted que tiene ya la experiencia del manejo de esta crisis ¿qué consejo le daría?
R.P.: Le diría que en momentos como estos, más que hacer grandes cosas, hay que no cometer grandes errores.
Semana: Una pregunta que se hace todo el mundo, y sobre todo las personas que lo conocen es ¿por qué demoró tanto en irse?
R.P.: Desde que me vincularon al proceso 8.000, consideré que me debía retirar porque un canciller no debe estar comprometido en un proceso de connotaciones internacionales tan complejas. Pero consideraba que tenía un compromiso personal con el Presidente y no quería que mi salida fuera utilizada por sus enemigos. Hoy, las circunstancias han cambiado. El Presidente necesita abrir nuevos espacios y cambiar alguna de la gente que está vinculada al origen mismo de la crisis por haber estado en la campaña.
Semana: ¿Cómo se siente en el paso de entrevistado a entrevistador, que va a adoptar dentro de una semana?
R.P.: Muy ilusionado porque siempre he tenido un apego sentimental por el oficio del periodismo, tal vez por lo que significó en mi vida mi abuelo, Roberto García-Peña. Además he llegado a la conclusión de que no hay una actividad mejor para tomarle el pulso a los hechos, que el periodismo.
Semana: ¿Rodrigo Pardo deja para siempre la política?
R.P.: Esa es mi intención. Nunca busqué una carrera política. Ingresé a la vida pública con la seguridad de que se trataba de un experimento de corto plazo y sumé ya más de ocho años. Mis propósitos de este momento y mi personalidad me hacen pensar que mi futuro no está en la política, sino en el periodismo.