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El general Mario Montoya estuvo en Ocaña y Ábrego recuperando los 17 cadáveres de los soldados. Cuatro militares resultaron heridos y uno está desaparecido

Seguridad

Error de inteligencia

A pesar del ataque del jueves, en el que murieron 17 soldados, aún no se puede hablar de una ofensiva de las Farc.

2 de diciembre de 2006

Quince soldados y dos suboficiales murieron en el Alto del Pozo, zona rural de Ábrego, en Norte de Santander. El ataque de las Farc ocurrió a las 11 de la noche del jueves, cuando una patrulla adscrita al Batallón de infantería número 15 se desplazaba a pie por la zona. Los militares fueron sorprendidos por una emboscada de la columna "Gabriel Galvis", de las Farc. En pocos minutos este se convirtió en uno de los golpes más letales que la guerrilla les ha dado a las tropas del gobierno este año. Quince soldados y dos suboficiales murieron. Dos de ellos incinerados. Cuatro militares quedaron heridos y uno está desaparecido. Pero este ataque no ha sido el único revés de las fuerzas armadas. Hace apenas una semanas, las Farc se tomaron la población de Tierradentro, en Córdoba, y mataron a 17 policías. Y en los últimos dos meses hubo ataques terroristas en Bogotá, con la bomba de la Escuela Superior de Guerra, y una serie de atentados en Cali. ¿Se trata de una ofensiva? ¿Qué revelan estos ataques?

Para empezar, no todos tienen el mismo significado. Las Farc les han dado a sus frentes la orden de seguir operando y golpeando a la fuerza pública donde y cuando puedan. El revés que sufrió el Ejército en Ábrego demuestra que la guerrilla aprovechó una oportunidad. La contundencia del golpe delata que los militares no tenían información de inteligencia y que seguramente cometieron errores que desembocaron en este resultado fatal. Prueba de que fueron sorprendidos fue que la mitad de la patrulla terminó muerta o herida, y que los guerrilleros no sufrieron bajas, por lo menos en el lugar del ataque. Una guerrilla pequeña, bien armada con explosivos, y que use el factor sorpresa, como en este caso, tiene todas las de ganar.

Muy distinto al caso de Tierradentro, Córdoba, donde las Farc buscaban retomar territorios dejados por los paramilitares, y donde la Policía venía actuando en labores contra el narcotráfico. En este caso, el ataque estaba anunciado, había información de inteligencia con anterioridad. En realidad, no se trató de un ataque sorpresa.

Las bombas en Bogotá y Cali son más atentados orientados a generar un clima de zozobra entre la población civil, una sensación de colapso de la seguridad.

A pesar de que estas acciones tienen en común que se realizaron durante las últimas semanas, tampoco se puede hablar de una ofensiva que tenga en jaque a las fuerzas militares y de Policía, ni mucho menos de acciones que tengan un valor estratégico para la guerrilla. Quizá, con excepción de la bomba en la Escuela Superior de Guerra, se trata de acciones propias de una guerrilla que no ha bajado la guardia, y que quiere recuperar la iniciativa a toda costa.

Sin embargo, hay aspectos preocupantes. El hecho de que la emboscada de la semana pasada ocurriera en Ábrego, revive las alarmas sobre la vulnerabilidad de Norte de Santander, donde a principios de este año, fue acribillado un grupo del DAS, también por guerrilleros.

Un segundo elemento que preocupa es que tanto Policía como Ejército siguen mostrando fracturas en sus sistemas de inteligencia y en las operaciones. Cada error que un oficial o sus tropas cometen es aprovechado sin remedio por los guerrilleros. Y en este caso el costo fue demasiado alto: 17 soldados muertos.