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Lo que me indigna es que el ataque, es no sÓlo ideológico y estético, sino personal

LITERATURA

“Esto no lo puedo aceptar”

Gerald Martin, autor de la biografía de Gabriel García Márquez recién lanzada en inglés, responde a las críticas del profesor Conrado Zuluaga.

6 de diciembre de 2008

Qué impaciencia la de Conrado Zuluaga (SEMANA, #1387) por neutralizar o incluso aniquilar mi biografía de Gabriel García Márquez (GGM) cuando aún no ha sido completada la traducción al español. Es lo que en inglés se llama (y se puede inferir que el inglés de Conrado es excelente) "indecent haste". Se podría pensar que Conrado quiere organizar un movimiento en contra de mi libro y que él quisiera liderarlo.

Hace más de 25 años que yo no respondo a una reseña de una obra mía. Pero creo que este caso es excepcional y le agradezco a SEMANA la oportunidad de comunicar mi reacción. Estoy en México, en la Feria del Libro de Guadalajara, y no puedo dar una respuesta muy elegante ni completa. (Hay mas tiempo que vida, sin embargo…). Pero me han desconcertado muchos aspectos del artículo de Conrado Zuluaga. Más que una reseña, es una agresión.

En resumen, tiene dos puntos básicos. Primero, la mayor virtud de mi libro es su tapa; eso aparte, vale muy poco. Esto lo puedo aceptar (si es sincero). Y segundo, mi texto, que vale muy poco, está motivado por impulsos "malsanos". Esto no lo puedo aceptar. Yo le sugeriría a Conrado que se contemple en el espejo de su propio texto: así comprenderá, quizá, lo que Freud llamó el efecto de proyección.

Es una lástima, sin duda, por muchas razones, que el libro haya sido publicado primero en inglés. Va a complicar mucho -ya está complicando- su recepción. Pero saldrá en español, publicado por Random House Mondadori (la editorial que publica los libros de GGM) en 2009, además de muchas otras lenguas.

Sigamos. Conrado lee mal. (Un mal lector encuentra lo que busca) Nunca dije que no tenía ningún documento de GGM. Es más: si Conrado ha leído todo el libro, debería saber que utilizo muchos documentos de GGM. Parece que mi contrincante cree todo lo que lee en los periódicos. De ser así, recomiendo que nunca escriba una biografía porque no creer todo lo que dicen los periódicos es lo primero que hay que aprender para hacerlo. (Dos cosas adicionales al respecto: Conrado no cree en la biografía como género y tampoco comprende su utilidad. Está en su derecho y mucha gente está de acuerdo con él: pero ¿por qué entonces se molesta en escribir una reseña? Segundo, la cuestión de si una biografía es autorizada o no es un tema muy complicado; Conrado lo simplifica de la manera más burda y, hay que decirlo, malintencionada, lo cual le conduce a insinuar que mi relación con Gabo ha sido, de alguna manera indefinida, exagerada. Se equivoca.)

Después, dice que "no se necesita ser un experto profesor e investigador para conocer la vida y milagros de este personaje público desde hace 60 años". Olvidemos lo de 60 años, que no necesita comentario (debió decir 40). Si se aceptara esta afirmación, no existirían ni la historiografía ni la crítica literaria ni el periodismo crítico o investigativo. Es una posición no solamente antidemocrática sino que habla en contra de toda la historia de la civilización occidental. Pero es, sobre todo, absurda. (Huelga decir que habrá muchas biografías de GGM, con diferentes perspectivas, muchas de ellas mejores que la mía, y entre ellas seguramente alguna que otra colombiana; pero para Conrado no serán necesarias: es la "magia" la que importa, y esa "magia" no reside en la interrelación entre la imaginación de GGM y la historia que le tocó vivir. Para mí sí.)

Nos dice Conrado (lo llamo Conrado, porque lo conozco) que él había invertido muchas ilusiones en mi libro y sufrió un gran "desencanto" al ir leyéndolo. Los lectores de SEMANA, releyendo su artículo, podrán juzgar si lo que Conrado buscaba en sus páginas no era, precisamente, ese "desencanto" o "decepción". Dejo a dichos lectores especular sobre cuál podría ser la motivación o las motivaciones de este experto en la vida y obra de GGM. Mi libro tiene muchos temas y muchas interpretaciones: sobre Gabo y la política, Gabo y la vida diaria, Gabo y la literatura latinoamericana, Gabo y la literatura universal -para empezar (aparte de mis lecturas de sus novelas, que han impresionado a algunos resenistas- que pueden estar, desde luego, equivocados). Conrado no los trata porque no le interesan. (¡Bueno, pues, habla de otra cosa, Conrado, no escribas reseñas de biografías, por Dios!)

Lo que me indigna, pues (a pesar de ser inglés y atreverme a escribir sobre la vida de GGM, confieso que soy un ser humano), es que el ataque es no sólo ideológico y estético, sino personal. Conrado no lo sabia antes de leer mi libro, pero ahora se ha dado cuenta de que soy una muy mala persona.

Y entonces él, que me acusa de tener los instintos "malsanos" de los periodistas sensacionalistas de los tabloides británicos, hace exactamente lo que hacen, todos los días, todas las semanas, los tabloides británicos: señalar y detallar todas las "sórdidas miserias ajenas" en mi libro para que sus lectores, horrorizados, se enteren de la maldad y los vicios "ajenos" (siempre ajenos). Mi texto, que tiene 550 páginas, contiene cinco episodios que las beatas o los hipócritas podrían llamar "sensacionales" (no lo son). El pobre Conrado, muy de mala gana, se siente obligado, en un artículo de dos páginas, a presentar la lista completa, lamentándose sinceramente de tener que hacerlo. Pues bien: tiene su primicia. (Sin embargo, un periodista de La Vanguardia de Barcelona comentó que el libro se distinguía por su "contención anglosajona". En 18 años yo he escuchado centenares de chismes -naturalmente- y no hay un solo chisme en mi libro. Mi misión era muy otra.)

El colmo, quizá (es decir, el momento más bajo), es lo siguiente: "Gerald Martin no siente la menor compasión por el personaje y tampoco la siente por el lector, él está empeñado en su empresa mesiánica: superar a Boswell en su biografía sobre Samuel Johnson". Es muy notable: yo, asegura Zuluaga, no tengo la menor intuición de la interioridad de GGM, ni derecho a adivinarla, pero él conoce mis intenciones más secretas -¡y son malsanas!-.

Pues yo quiero hacerle una pequeña aclaración a nuestro crítico literario mistificante (para quien la literatura es magia y escapismo) y moralizante (escribe desde una superioridad ética realmente intimidante). Yo he trabajado 18 años en este libro. No es mérito mío -la verdad, ha sido una experiencia "mágica"- pero algo se aprende. Yo también tengo una esposa, hijas, nietos, parientes, amigos y debilidades personales, amén de estar envejeciendo y de haber estado enfermo (lo cual no me da vergüenza ni me parece "reprochable"); no podría ser más sensible a las invasiones de la privacía ajena (y si no lo fuera, los abogados me habrían devuelto a la realidad). Yo he medido cada episodio, cada palabra de este libro (lo cual no quiere decir, naturalmente, que lo haya hecho bien). Si a veces digo cosas duras y difíciles es porque creo, después de 18 años de meditarlas, que son necesarias para comprender la vida y obra de García Márquez y la relación, que para Conrado no existe, entre ellas. Puede que me equivoque en mi empeño; pero, por favor, no duden de mi buena fe o salud moral. (Bueno, yo sé muy bien que hay muchos colombianos que no dudan de mi buena fe o salud moral.) Y estoy muy dispuesto a defender todas y cada una de estas inserciones. ¿Por qué? Porque mi criterio es muy sencillo: si un tema está en los libros, puedo y debo mencionarlo (con tal de no traicionar a nadie).

Hace 40 años que Gabriel García Márquez dedica la mitad de sus esfuerzos a esa actividad ética llamada política. Pobre iluso: se equivoco. Olvidó, o parecía no comprender (para utilizar las dos frases favoritas de Conrado) que la política carece de importancia comparada con la "magia" de la literatura porque la literatura no tiene nada que ver con la experiencia diaria de los pobres ignorantes (o ignorantes pobres) que no tienen acceso a ella, pues consiste exclusivamente en "la mágica combinación de palabras". El problema que tiene Conrado es que el pobre García Márquez tiene una visión diametralmente opuesta a la suya. Es por eso que Conrado no sabe leer Cien años de soledad, un libro no solo "mágico" (obvio -y me encanta su magia-), sino saturado de historia, la historia que los latinoamericanos del siglo XX vivieron. Le sorprendería saber, seguramente, que la mitad de las reseñas británicas han declarado (hiperbólicamente, quizá) que mi libro demuestra que "la vida de Gabriel García Márquez ha sido tan mágica como el mejor de sus libros". No digo que tengan razón, nada más comento que este es un concepto impensable para Conrado Zuluaga.

Conrado, que por lo visto ha investigado afanosamente mis entrevistas y mis reseñas para demostrar mi mala fe, ignorando los que no le convienen, se apoya -triunfal- en la única reseña más o menos negativa publicada en Londres en estas últimas semanas (escrita por otro crítico alérgico a las biografías). Sin duda sorprenderá a los lectores de su artículo en SEMANA saber que la crítica más frecuente hecha a mi libro (el libro de un escritor que no tiene la menor compasión por GGM…), dentro de una casi unanimidad en cuanto a su valor y su importancia (no digo que los críticos tengan razón, ustedes me comprenden, sólo señalo que es posible discrepar de la perspectiva fundamentalista de Conrado Zuluaga), es que soy demasiado "deferencial" y "admirativo" hacia mi biografiado.

Pues a mucha honra; eso también ha sido bien meditado.