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Explosiones pacíficas

A raíz de la destrucción del último arsenal de minas antipersonales de las Fuerzas Armadas de Colombia, SEMANA habló con la esposa del Vicepresidente, María Victoria de Santos, que lidera las acciones para librar al país de esa plaga.

30 de octubre de 2004

El 24 de octubre de 2004 pasó a la historia como el día en que Colombia se convirtió en el primer país en destruir todo su arsenal oficial de minas antipersonales en medio de un conflicto armado. La reina Noor de Jordania, principal abanderada de la lucha contra estas armas en el mundo, fue invitada por el Observatorio de Minas de la Vicepresidencia de la República a participar en la ceremonia para celebrar la única detonación con connotaciones pacíficas que se ha oído en mucho tiempo en el país.

Se explotaron las últimas 8.288 minas de las 21.537 que tenía las Fuerzas Armadas colombianas y que el país se había comprometido a destruir de conformidad con los compromisos acordados en la Convención de Ottawa. El municipio de La Ponedera, en Barranquilla, fue el escenario de un acto que se presentó en directo a través de pantallas gigantes en la Plaza de Bolívar y que fue transmitido por los canales de televisión Señal Colombia y Canal Institucional. María Victoria García de Santos, esposa del Vicepresidente y quien se ha convertido en una impulsora de la causa, habló con SEMANA al respecto.

SEMANA: ¿De dónde parte su interés por el tema de minas?

María Victoria García de Santos: Es un tema fácil de detectar, sin embargo llevamos mucho tiempo conviviendo con él sin conocerlo a fondo. Cuando se identifica lo aterrador que puede llegar a ser surge la necesidad de contarlo para asumir una actitud y enfrentarlo. Una mina está hecha con estiércol, cuchillas, agujas, ácidos, y que su fin es partir en pedazos a la víctima. No se utiliza ni siquiera para matar sino para mutilar de por vida. Un arma de ese tipo no tiene la más mínima justificación.

SEMANA: ¿Cuáles son los objetivos que tiene en esta lucha?

M.G.S: La necesidad primaria es proteger a la población que está en zonas de riesgo. Luego, informar a todos los ciudadanos para que se sensibilicen y actúen y, por último, generar espacios para la movilización. Se trata de que todos los sectores, inclusive quienes las utilizan sin medir las consecuencias a largo plazo, se convenzan de lo perjudicial que es esta arma de guerra.

SEMANA: ¿Cómo llegarles?

M.G.S: Generando conciencia, por ejemplo, de que si alguien pone un artefacto de este tipo podría estar sembrando la desdicha para sus nietos años después. Se trata de decir cosas como que el poder explosivo de una mina antipersonal dura 50 años. Así la gente sabe a qué se está enfrentando.

SEMANA: ¿Usted cree que estos argumentos conmueven a los guerrilleros que hoy siembran las minas?

M.G.S: Es difícil, pero se están dando pasos importantes que hacen parte de un proceso. Ellos se están concientizando de que a escala internacional pueden perder mucho por la utilización de estas armas.

SEMANA: ¿Qué acciones concretas se están llevando a cabo?

M.G.S: Tenemos al Observatorio de Minas trabajando un plan de acción que busca vincular a la ciudadanía, a los medios, al Ministerio de Educación y a otras entidades para educar para el riesgo. Además hemos recuperado muchos territorios por donde no se podía transitar porque estaban sembrados de minas.

SEMANA: ¿Qué plazos se han puesto para esto?

M.G.S: Colombia está cumpliendo sus compromisos con el Tratado de Ottawa y se convirtió en el único país que en medio de un conflicto interno se propuso destruir las minas que estaban en poder de sus Fuerzas Militares. Eso muestra nuestro alto grado de compromiso y es el primer paso importante en una lucha que tenemos que emprender todos.