Home

Nación

Artículo

Fernando Carrillo, el procurador del santismo y el uribismo. | Foto: Carlos Julio Martínez

ELECCIÓN

El procurador que logró el imposible de unir al santismo y al uribismo

En medio de la más pugnaz polarización, el exministro Fernando Carrillo fue elegido con 92 votos de todas las corrientes políticas. Ese será su nuevo gran activo.

27 de octubre de 2016

En el mundo del poder se suele decir que la política es dinámica. Y quizá nadie ha aprovechado más esa máxima que Fernando Carrillo. El nuevo procurador general salió airoso de una de las más pugnaces elecciones recientes a punta de paciencia y método. Y no soólo eso, el exministro de Justicia logró lo que en el proceso de paz parece aún imposible: unir al santismo y al uribismo.

La elección del procurador no era la simple provisión de un cargo importante. Era también un forcejeo, como una cuota inicial, de la campaña presidencial del año 2018. Por eso en el Gobierno muchos decían que en ese jueves por la mañana todos los poderosos de Colombia se estaban jugando su futuro en los próximos años.

Carrillo era el único personaje que le permitía ganar en ese escenario al mayor número de estos. Y quizá fue por esa realidad que todos se terminaron sumando, así fuera al final, a su candidatura. Ganó con 92 votos de todas las corrientes políticas. Apenas tres senadores votaron en blanco. 

Podría leer: Carrillo, con el Senado en el bolsillo

Ordóñez también había tenido esa mezcla de intereses. En el 2009 sacó 81 apoyos, incluidos los de liberales y los del Polo, a pesar de ser conservador; en el 2013, Ordóñez fue reelegido con 80 votos. Lo particular de este caso es que quienes votaron por él en el 2009 tenían puesta la camiseta del uribismo, pero cuando lo reeligieron ya lucían la del santismo.

Pero a Carrillo le tocó pelear por ese cargo en un país distinto. Quizá la política nunca había estado más polarizada y los extremos no se habían visto tan irreconciliables. El exministro supo meterse en esa tormenta y salir no sólo ileso, sino victorioso. "Mi compromiso hoy no es con la división ni con la polarización que tanto daño están haciendo a la democracia colombiana", dijo feliz al terminar su discurso. 

El procurador que necesitaba Santos

Hace unos días la llegada de Carrillo a la silla que hasta hace poco ocupó Alejandro Ordóñez no se veía fácil. En plata blanca, el cargo le correspondía al Partido Conservador, pues la habían tenido por ocho años y habían hecho hasta lo imposible por no perderla.

La presión sobre el Gobierno fue enorme. Tanto que la Casa de Nariño no fue la que ternó a Carrillo, a pesar de ser más de sus entrañas que la finalmente ungida por pertenecer a esas toldas: la exmagistrada María Mercedes López.

Cuando el No ganó en el plebiscito muchos pensaron que la Procuraduría viviría uno de los más fuertes coletazos, pues el principal perdedor de la contienda, el Partido Liberal, no podía llevarse semejante premio. Y al final, a pesar de que Carrillo es de esa colectividad, no se lo llevó. Todos ganaron, o bueno, casi todos.

Pocas elecciones han logrado reunir a tantos en un mismo costal. El más aliviado con la llegada de Carrillo es el presidente Santos. Porque aunque ternó a la exmagistrada María Mercedes López, en secreto su guiño siempre fue para él.

Santos tiene una relación ni íntima ni distante con Carrillo. El presidente lo hizo venir a marchas forzadas de París, donde dirigía la oficina del BID para Europa, para que presidiera el equipo de empalme en la transición con el gobierno Uribe. En el 2012 lo nombró director de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado. Allí Carrillo tuvo un papel importante cuando se desató la crisis de la reforma a la justicia y contribuyó a las objeciones presidenciales que lograron tumbarla.

Después de esa hecatombe, Santos lo designó ministro del Interior y posteriormente embajador en España. En el primer cargo le tocó lidiar con el paro agrario y en el segundo lideró una visita de Estado similar a la próxima de Santos en Inglaterra. Así, cuando se posesione como procurador, tendrá la particularidad de jurar por cuarta vez en el Palacio de Nariño en este gobierno.

El presidente sabía que con él iba a la fija, en especial porque no podía darse el lujo, en el momento más duro de su mandato y con la pérdida de un plebiscito a cuestas, de tener un nuevo opositor en la Procuraduría. Y el único que de verdad le daba esa tranquilidad era Fernando Carrillo.

Más allá del hecho de ser cercano personalmente a él, el exministro de Justicia lleva más de 20 años en la vida pública caracterizándose por ser un conciliador y como se demostró en su elección, muy difícilmente alguien logra en este momento de polarización llegar a consensos tan fácil como él. Desde el 2014 no se veía en el Senado un engranaje tan efectivo de la Unidad Nacional.

En su discurso en el Congreso él mismo dejó ese mensaje claro: "Se ha demostrado que todavía es posible conseguir unidad y consenso, más allá de sectarismos y polarizaciones propios de otras épocas de la vida nacional", aseguró. Carrillo agregó que quería ser el líder de "una Procuraduría que no sea vocera de los radicalismos y que sea tribuna del derecho y de la seguridad jurídica". 

Si bien los apoyos que recibió fueron una decisión individual de cada partido, en momentos diferentes, por distintas motivaciones, al final todos concurrieron en su nombre. Y en un hecho político envidiable para cualquier apuesta ambiciosa, como pasar por ejemplo la reforma tributaria, también se sumaron a su causa qiuenes eran antes sus adversarios.

Ganadores, pero también perdedores

La tabla de los triunfadores de la jornada es bastante diversa. Por un lado, en el Congreso ganan los que lograron inclinar la balanza mayoritaria. El Partido Liberal y el de la U pudieron apoyarlo en bloque, pero quienes finalmente sumaron para la victoria terminaron siendo los opuestos.

Los principales triunfadores fueron los conservadores que se marginaron de su candidata, como Roberto Gerlein y Eduardo Enriquez Maya, etc. Los verdes se montaron al final, pero también fueron importantes al igual que Opción Ciudadana, pues en una elección cada voto cuenta, en especial en el último momento.

Y quizás el más definitivo terminó siendo el Centro Democrático, quien le entregó a Carrillo la ventaja de llegar a ese cargo no sólo con una votación casi unánime, sino con una característica que vale oro hoy en el mundo político: venir del santismo y ser respaldado por el uribismo. Eso en la actual coyuntura se puede llegar a convertir en su principal activo.

Le recomendamos: La paz sin Uribe

Carrillo les envió a ellos varios mensajes de tranquilidad. En un primer lugar, aseguró que garantizaba "dirigir una procuraduría que nunca sea un instrumento de persecución política" y aregó que esa entidad sería un "estandarte para el ejercicio democrático de todas, absolutamente todas, las tendencias de pensamiento". 

Y esa misma tranquilidad quedó clara con Alejandro Ordóñez. "Tengo por principio de vida construir sobre lo edificado y no acudir a espejos retrovisores para justificar retaliaciones, sino mirar hacia el futuro sin pugnacidad ni apasionamientos", dijo. 

Cambio Radical también tuvo un papel importante. En sus inicios estuvo con López. La candidata estuvo con los Char el pasado 11 de octubre en un palco para ver el partido de Colombia contra Uruguay. 

En las altas cortes, el Consejo de Estado le ganó este round a la Corte Suprema, quien se la había jugado toda por el ex vicefiscal Jorge Perdomo.

Pero como en todo, también hubo perdedores. La mayoría de los quemados con esta elección están en las toldas conservadoras: David Barguil, quien se la jugó toda por López, y Mauricio Cárdenas, quien arriesgó su margen de maniobra en el Congreso, ad portas de una reforma tributaria, supuestamente por apoyarla.

El otro perdedor es Mauricio Lizcano, quien quedó en la facción minoritaria del Partido de la U. El presidente del Senado arriesgó su gobernabilidad por apoyar a López y tuvo que dar reversa ante las enérgicas quejas de los senadores.

¿Y quién es él? 

El nuevo procurador es un viejo conocido de la clase política. Pero paradójicamente todos lo recuerdan más por lo que hizo de joven. Cuando estaba estudiando derecho en la Javeriana, dirigió las juventudes del Nuevo Liberalismo, en vida de Luis Carlos Galan. Y cuando él fue asesinado, Carrillo y un grupo de estudiantes provocaron la histórica marcha del silencio que terminó dando pie a la Séptima Papeleta, a una Asamblea Constituyente y a nueva Constitución Política. Carrillo fue el delegado más joven en ese proceso. Tenía 28 años.

Por la dinámica de la política los dos hijos de Galán curiosamente en una primera etapa no acompañaron a Carrillo. En el liberalismo Juan Manuel votó, en la ronda interna, por Jorge Perdomo (junto con Álvaro Ashton) y Carlos Fernando en Cambio Radical aguardó con paciencia lo que dijera su partido. Finalmente ambos votaron por Carrillo.

Después de la constituyente la carrera de Carrillo es conocida. Fue del kínder de Gaviria y luego su ministro de Justicia. Trabajó en el BID en París y Brasilia. En el gobierno Santos ocupó el Ministerio del Interior y luego estuvo varios años en la embajada de Colombia en España. Se decía cuando estaba afuera que si volvía sería para aspirar a un alto cargo, en un principio la Fiscalía. Pero Carrillo sabe medir sus apuestas y ni siquiera se arrimó a la contienda cuando se alborotó ese avispero.

Lo que viene

La elección de Carrillo reconfigura el espectro político y ajusta las fichas. Los primeros impactos se vivirán en la Rama Judicial. Las altas cortes estaban esperando esta designación para continuar con el proceso de postulación de candidatos para las plazas vacantes que habrá en la Corte Constitucional.

Con la presencia de un liberal en la Procuraduría es posible que cambie el perfil de aspirantes. Las cortes -que tanto saben ahora del tema- entienden que deben jugar con candidatos que tengan posibilidades. Lo mismo hará la casa de Nariño, quien tiene dos cupos para esa estratégica elección.

Como lo había anticipado Semana.com, el "combo" electoral del año comprendía Defensoría, Procuraduría, las cinco plazas de la Corte Constitucional y la sucesión en la Vicepresidencia. La Corte Suprema y el Consejo de Estado jugarán con esa perspectiva. También se anticipa que uno de los puntos importantes para ellos será lograr aumentar la edad de retiro forzoso para que todos los magistrados puedan quedarse en sus cargos más allá de los 65 años.

En relación con la entidad que llega a dirigir, Carrillo dio en su discurso algunas pistas de sus principales apuestas. Sus palabras le apuntaron a la construcción de ese país más moderno que muchos anhelan, pero sin la necesidad de pasar por encima de esa mayoría tradicional que se ha hecho visible en los últimos meses. Es el primer alto funcionario que incluye en su discurso como una de sus prioridades la protección de los enormes recursos naturales que tienen los colombianos. 

También envió unos de cambio que pueden ser importantes una vez llegue a esa silla. Dijo que prefiere prevenir que castigar, lo cual en una entidad que viene de destituir a más de 1.500 alcaldes en un país de no más de 1.200 municipios no deja de ser significativo. Aseguró también que su idea es trabajar de la mano con todas las "ías", con lo cual se da por descontado que la pelea de Ordóñez contra Montealegre no se repetirá en la era Martínez-Carrillo. 

En sus frases finales, Carrillo lanzó unas frases elogiosas para el movimiento estudiantil que ha salido a marchar en las últimas semanas para exigir avances en el proceso de paz. Como líder de la Séptima Papeleta, este será un tema de su corazón. "Los estudiantes han despertado otra vez para ser protagonistas de la concordia que está llamada a imponerse", aseguró.

Su discurso terminó con el mismo tono que le permitió ganar esta contienda de manera tan aventajada: "Seré un procurador que jamás haré del poder una herramienta para engranar intereses particulares. Será una Procuraduría que une y no que divide", concluyó.