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| Foto: Carlos Julio Martínez

POLÍTICA

Cambio extremo en la Procuraduría

Aunque la elección de Fernando Carrillo fue de consenso, implicó un duro forcejeo político entre las fuerzas que se preparan para 2018.

29 de octubre de 2016

La elección de Fernando Carrillo como procurador sorprendió por dos razones. Primero, por la contundencia: fue elegido con 93 votos de 95 posibles, superando en la terna a la exmagistrada María Mercedes López, quien hizo una intensa campaña, y al exfiscal Jorge Perdomo, cuya aspiración nunca despegó. Y segundo, porque los votos llegaron de todas las bancadas, incluyendo a parte del oficialismo conservador y a Cambio Radical, que hasta dos noches antes habían apoyado a López.

El consenso alrededor de Carrillo fue tan sólido que sucedió lo impensable: un candidato pudo recoger, de manera simultánea, los apoyos de la bancada de gobierno y del uribismo. A pesar de que contó con el apoyo informal del gobierno –su candidata oficial era María Mercedes López–, los uribistas vieron en él dos elementos para respaldarlo. Por un lado, un perfil más de centro que el de López, a quien, a pesar de su origen conservador, le adjudicaron una cercanía con parlamentarios del Polo Democrático y con el expresidente Ernesto Samper. Por el otro, un discurso conciliatorio que hizo énfasis en la promesa de una gestión sin sectarismos y persecuciones. El acuerdo con los senadores uribistas, exceptuando a la senadora Paloma Valencia que terminó votando en blanco, se cocinó tres semanas antes en las elecciones que se efectuaron entre el candidato y los senadores del Centro Democrático Ernesto Macías, Iván Duque y Honorio Henríquez. El expresidente Álvaro Uribe avaló esa intermediación tres semanas antes de la elección y le sugirió a su bancada que, además de entender el espíritu conciliador de Carrilllo, lo fundamental era aportar a una estrategia para que por ningún motivo tomara fuerza el nombre de Perdomo, a quien él y su bancada consideran “antidemocrático”.

La impensable mayoría con que se eligió al nuevo procurador también se debió a una voltereta de última hora de Cambio Radical. Exceptuando a tres, la mayoría de senadores de ese partido había decidido apoyar a María Mercedes López con la intención de golpear a los liberales quienes lideraban la campaña por Carrillo, formado en su cuna. Esto, en consecuencia con el enfrentamiento que de tiempo atrás existe entre el vicepresidente y máximo líder de Cambio Radical, Germán Vargas, y los liberales Horacio Serpa y Juan Fernando Cristo, considerados los jefes de debate del ganador. Pero a ningún congresista le gusta estar en la orilla contraria del procurador. Por eso, después de la audiencia pública en la que los tres candidatos expusieron sus argumentos y después de que La U decidiera apoyar mayoritariamente a Carrillo, los alfiles de Vargas Lleras se subieron al bus de su victoria.

En el Congreso se dice que, además de no perder, otro interés de Vargas al apoyar la candidatura de López era buscar la afinidad entre Cambio Radical y sectores conservadores liderados por el senador David Barguil, presidente de las toldas azules, quienes consideraban que la Procuraduría debía quedar en manos de un conservador. En el mediano plazo, la búsqueda de esta afinidad representaría para Vargas la posibilidad de contar con un sector de los azules para 2018.

En términos políticos, la elección del procurador no acabó con la Unidad Nacional, pero sí dejó claro que hay tensiones que se profundizarán a medida que se acerca la próxima contienda presidencial. La primera, entre el vargasllerismo y el santismo –encarnado en los liberales y La U–, y la segunda entre un sector conservador que se siente más cercano a Uribe y otro que quiere hacerle campaña a Vargas Lleras.

En ese escenario los retos de Carrillo no son pocos. Mucho menos viniendo de la gestión de Alejandro Ordóñez, caracterizada por sus abiertas posturas de derecha. Así lo reconoció Carrillo en el discurso de triunfo, en el que dejó ver que una de sus prioridades será hacer un cambio extremo frente al estilo de su antecesor: “Busco resucitar en la entidad los valores cívicos y ciudadanos de un Estado social de derecho probo, tolerante, garantista y respetuoso de la ley” dijo, mientras insistió en que, bajo su mando, la Procuraduría nunca se utilizaría como un instrumento de persecución política. Con ese énfasis, y dada la incertidumbre que existe sobre hacia dónde se moverá el péndulo político en los próximos años, los líderes de la izquierda y de la derecha –incluyendo al Polo Democrático, que inicialmente también estuvo con López– se sintieron tranquilos de haberlo apoyado.

Si bien la intervención de Carrillo fue ajustada a la coyuntura, cada una de sus frases reivindicó el espíritu de la Constitución que promovió en 1991 cuando inició su carrera pública como líder de la Séptima Papeleta. Respeto al Estado social de derecho, garantías para las minorías y compromiso con el pluralismo fueron los temas más mencionados. “El primero de mis compromisos tiene que ser el respeto de la Carta Política, y que en el evento de que se concerten unos nuevos acuerdos con las Farc la Procuraduría debe ser el garante del cumplimiento de los mismos”, dijo Carrillo a SEMANA, al tiempo que insistió en que buscará que la entidad tenga mayor presencia en las zonas más afectadas por el conflicto, apoye la protección de los derechos de las víctimas y desarrolle procesos de formación para mejorar la gestión pública local. Esto último, considerando lo sucedido durante la era Ordóñez, también representa un cambio de espíritu en la entidad. No en vano, en los siete años que duró la gestión de su antecesor se pusieron más de 1.300 sanciones, suspensiones y destituciones a alcaldes, un número mayor que el de los municipios existentes.

Haber sido elegido por senadores que apoyaron el Sí y el No en el plebiscito y que están en todas las orillas del espectro político, le pone al nuevo procurador una gran responsabilidad de imparcialidad encima. Sin embargo, más allá de un consenso, su elección se debió a estrategias políticas que por ahora mantienen la ilusión de que la armonía parlamentaria es posible. Pero a esta armonía le quedan varias pruebas de fuego. La reforma tributaria y la eventual refrendación de los nuevos acuerdos con las Farc son dos de ellas. La otra, la elección por parte del Senado de las cinco plazas de la Corte Constitucional y un eventual sucesor en la Vicepresidencia a partir de un panorama político del cual la llegada de Carrillo a la Procuraduría ya hace parte.